El gnomo veia como el parloteo le alegraba pero sentia que al otro dia habria un deber...
"Ehm!" levanta su dedo como una opinion "Valientes damas y compañeros de pleitos, yo diría que lugar donde dormir. Ese viaje a las ruinas elficas será lo suficientemente largo..." sonrie poniendocomo un comentario de un consejero a noble.
"Quien sabe mas de exploración es Aldar. Los demás como yo colaboraremos cuando sea el momento necesario..." opina el gnomo con sus manos hacia atras, levantandose de la mesa y clara muestras que quiere irse a dormir.
Mientras el enano hacía alarde de su poco humor, Jake me dijo que no me preocupara respecto al equipo, alegando que estaba ya todo listo para partir por la mañana. Respecto al tema de las montañas, pasó el relevo a Aldar, despidiéndose hasta el próximo día; pero llamando a la otra mujer para que le acompañara.
- Por primera vez siento que es el jefe, jaja. – reí, girándome hacia Aldar, que nuevamente aprovechaba la ocasión para hacerme burla. - Está al mando, hubiera sido una grosería no preguntarle... - me justifiqué con una sonrrisilla.
En seguida comenzó a relatarme lo que recordaba, pues el mapa se encontraba con el resto del equipo. Y recordaba bastante. Incluso pudo darme datos sobre las Montañas Grises, que puede que me fueran de utilidad.
Que fuera allí a donde nos dirigíamos hubiera sido demasiada casualidad…
Tanto Balakar como el explorador preguntaron por mi interés en el lugar, obteniendo por mi parte un sonoro bostezo.
- Ya hablaremos mañana de eso… - dije estirando mis brazos tras el bostezo, suponiendo que al día siguiente ya no repararían en aquel tema. - ¿Y dónde duermo yo? - pregunté a la pareja, después de que el gnomo informara de sus funciones y se despidiera. - ¿Queda libre la habitación de la mujer? – dije con una sonrisa socarrona, al haber solicitado el líder su compañía. - ¿Tengo la mía propia? ¿O qué?
Enarco una ceja ante la reacción del enano, frunciendo el ceño extrañado con una sonrisa irónica al hacer ese gesto obsceno que no tengo claro exactamente a qué viene. Giro mi pipa y la golpeo sobre la mesa, dejando caer sobre ella el montoncito de tabaco chamuscado que he estado fumando, mientras Freya pone excusas a su "ofensa" que no van con ella.
Al menos, no con la Freya que conocí, y no ha dado muestras hasta ahora de haber cambiado tanto...
Sí, ser grosera no te pegaría nada... -Respondo guardando la pipa, con un tono irónico y una media sonrisa. Balakar le pregunta por su interés en esas montañas, pero ella parece pretender esquivar el tema. Mucho me temo que hay algo importante detrás, y el hecho de que no quiera hablar de ello con nosotros es el anticipo de la despedida que llegará en algún momento. Pensar en el futuro nunca ha sido una buena práctica, al menos para alguien como yo. Plantearse un futuro exige el deseo, la necesidad, de llegar a él, algo que no puede permitirse alguien con mi estilo de vida.
Disfrutar el día a día, eso es todo lo que hay. La gente como nosotros no llega a viejo...
Entonces pregunta acerca de dónde va a dormir. Presupongo que Sully habrá provisto un alojamiento para ella, pero el tipo es parco en detalles. Me encojo de hombros mientras me pongo en pie, pesadamente, bostezando.
Supongo que deberás preguntar a quien está al mando. -Propongo rascándome bajo la perilla, mirando al techo- Lo contrario podría ser una grosería... -Añado con una irónica sonrisa, antes de coger mis cosas, la espada, el arco y el carcaj, que había dejado apoyadas junto a mi asiento, y me lo cargo todo al hombro- Si no te proveen de nada mejor, mi habitación es la segunda de la derecha de la primera planta. -Me encojo de hombros- Yo duermo en el suelo, por si no lo recuerdas, de modo que la cama está libre.
Me giro y comienzo a silbar, encaminándome a las escaleras que ascienden hacia las habitaciones, agitando la mano a modo de despedida.
- Parece que nos recojemos pronto... Eso esta bien.- Hago crujir mis nudillos y me estiro como un gato... Un gato embutido en una armadura, claro.- Supongo que tendremos tiempo de concretar esas cosas, aunque algo me dice que no nos vamos a aburrir.
Ignoré los chascarrillos de los humanos con respecto al gnomo o a sus actividades nocturnas. No eran cosa mia y no habia más que hablar. Otra cosa, claro, eran las insinuaciones de Aldar.
"¿Celoso, viejo? No digas idioteces, anda..."
- Huelga decir que mis aposentos estan a tu disposición, Freya... Aunque entenderé que estes más cómoda compartiendo con uno de los tuyos.- Me encojí de hombros, restandole importancia al asunto y aceptando la decisión de la mujerona.- Nos vemos mañana. Que descanseís.
La hora de ir a descansar había llegado y por turnos el grupo se fue separando. Primero Sullivan y Asdra marcharon a discutir alguna clase de asuntos relacionados con el próximo día, tras ellos fue el turno del gnomo y finalmente Freya, Balakar y Aldar.
Al ver a estos últimos dejar la mesa la camarera se acerco a recoger la última mesa que quedaba ocupada, observando a Freya por unos momentos espero a que los chismorreos sobre las camas terminasen para intervenir.
-Bueno queridos, si me permitís un momento me gustaría decir algo.- Con su breve presentación acompañada de una amplia sonrisa la tabernera trataba de captar la atención de los presentes. -No me cabe la menor duda de que estos hombretones deberán de estar dispuestos a cumplir sus promesas de invitarte a descansar. Pero si no deseas poner a prueba si son capaces de complacer a tanta mujer con su "caballerosidad" y prefieres descansar sola tienes un cuarto para ti sola reservado en la planta de arriba, el número cinco. Ya que supongo que eres la integrante del grupo que faltaba por la mañana.- Mientras terminaba de hablar rebusco en un llavero colgado de una cinta en su cadera una llave que de inmediato tendió a Freya. -Por lo demás, no dudéis en pedir cualquier cosa que podáis necesitar, si lo pedís ahora os lo puedo dar yo misma ya que seguiré por aquí hasta que termine de recoger.-
En cuanto Sullivan anunció que se retiraba y pidió la asistencia de Asdra esta fue tras él sin dudar. Parecía que gran parte del nerviosismo mostrado durante el resto del día se había esfumado. Tomando las escaleras subieron a la planta de arriba donde se encontraban los dormitorios, el cuarto que le habían dado a Jake tenía el número uno marcado a fuego en la entrada y los de sus "acompañantes" se encontraban en gran medida seguidos a este. Al abrir la puerta Asdra lo siguió. Esperando a que este formulara sus preguntas.
Desde el cuarto todavía se oía el jolgorio montado por Balakar, Freya y Aldar y a Avlin que todavía se encontraba subiendo las escaleras, al parecer el gnomo también había decidido que había llegado la hora de retirarse.
Dejando atrás al trío formado por el enano y compañía Avlin tomo las escaleras, sabía que su dormitorio tenía el número cuatro e iba con la idea de dirigirse a él. Solo Jake y Asdra se le habían adelantado para ir a descansar, aunque parecía que antes discutirían en privado algunos asuntos del día siguiente cuando ambos desaparecieron por la entrada de la misma habitación.
"Ujum... que se tendran esos dos? habitaciones mixtas? jejeje" sonrie perversamente y decide acercarse a la habitación donde Jake y Asdra entraron Con notable inquietud comun en los gnomos y curiosidad con aires pervertido se puso a escuchar algo que pueda serle divertido antes de ir a la suya. Mientras tambien miraba a Bifid como haciendo una suerte de conexión en tal curiosidad
Motivo: Escuchar
Tirada: 1d20
Resultado: 14(+4)=18
- Eh, a mi no me mires... Si apenas tiene pelusilla, mujer...- Hago aspavientos con las manos, negando.- La oferta queda hecha, Freya.
Silbando una vieja tonadilla minera, me marcho a mi habitación lo más dignamente que puedo, asombrado por el hecho de que apenas noto una ligera molestia en los lugares donde los trolls me vapulearon.
"Este asqueroso potingue es milagroso... Habrá que preguntar al tal Nanoc si nos puede conseguir una remesa... Las montañas son traicioneras y llenas de indeseables..."
Me permití una suave sonrisa al mirar por encima del hombro a la joven guerrera.
"Y dentro de unos días, un poquito más vacias..."
- Que Moradin os guarde. Hasta dentro de un rato.
Oigo a la tabernera mientras alcanzo a poner el primer pie en la escalera, girándome apenas un instante para lanzar una mirada de reojo. Como imaginaba, el asunto del alojamiento estaba preparado, no tendría sentido no haber contratado una habitación para el "hombre" al que piensas contratar para la misión. Así se lo hace saber con desparpajo, como si la estuviera salvando de ser abusada por un par de interesados.
Odio las ciudades, en cuanto entro en una ya tengo la impresión de que todo el mundo me mira con desconfianza...
Pienso en ello mientras asciendo los escalones, uno a uno, pesadamente. Claro que los pueblos no son mucho mejores, allí la gente no desconfía de todo el mundo, solamente de los extraños, y yo siempre soy un extraño, así que esas comunidades cerradas...
Llego a la puerta del cuartucho maloliente, abriéndola y echando un vistazo al interior. Bueno, he estado en antros peores, la verdad. Al menos la ropa de cama está relativamente limpia. La echaré al suelo, junto a la ventana, y atrancaré la puerta con la silla. Es la estrategia habitual. Un sólo golpe en la puerta, y me pongo en pie con mis armas al lado. Luchar o saltar por la ventana, en función de cómo venga la cosa.
Supongo que fumaré un poco más, con la ventana abierta, antes de dormir...
Me adentro en la habitación, cerrando a mi espalda. Mañana será otro día, y al menos saldremos fuera de estas putas murallas.
Al lanzar la cuestión sobre dónde podría descansar, Aldar aprovechó nuevamente la ocasión de hacerme rabiar, usando mis propias palabras en mi contra. Pero aun así, tuvo la deferencia de ofrecerme su habitación, si por alguna razón no se me proveía de un cuarto propio. Sonreí cuando me recordó su costumbre de dormir en el suelo. No había caído en un primer momento, pero en seguida lo rememoré, y también mi espalda. Aun así no había pensado en que pudiera tener otras intenciones, ni él ni Balakar, que también se ofreció a compartir sus aposentos; aunque añadiendo un comentario que me hizo fruncir el ceño de inmediato.
¿Más cómoda compartiendo con los míos? ¿Qué majadería es esa?
Agradecí a ambos hombres su oferta, dispuesta a enterarme de cómo estaba la situación, pero ni tan siquiera tuve que moverme. Mientras me despedía de Aldar y este comenzaba a marcharse, una tabernera se acercó, informándome de que disponía de una habitación, la número cinco. Rebuscó en su llavero y me dio la llave, ofreciéndose a traerme algo si así lo necesitaba.
- Si pudieras subirme algo para que pueda lavarme… Te lo agradecería. Casi no me veo la piel, jaja. – reí, ante la sangre seca y la pintura que había aún sobre mi cuerpo. – Y si tuvieras algo que pudiera vestir bajo la armadura… - le susurré, demostrando un inusual pudor.
Me volví entonces hacia Balakar, que se despedía de mí.
- Lo mismo digo, descansa. – respondí al enano con una sonrisa, volviendo a bostezar justo después.
Me despedí de la tabernera y me dirigí a la prometida habitación, muy sencilla, pero todo un palacio en comparación a lo que había vivido la última temporada. Toqué mis muñecas al pensar en ello, sintiéndome feliz al no contar ya con aquellos grilletes, tampoco en mis tobillos, pudiendo ir ahora sí, a donde quisiera.
Comencé a desprenderme de la armadura de cuero, cuando tocaron a la puerta. Se trataba de la tabernera, que junto a otra mujer me había traído un barreño con agua, algo de ropa y alguna cosa más.
- Muchísimas gracias, todo esto os será devuelto. – les dije con amabilidad, realmente agradecida, esperando que Jake les fuera a pagar bien y que mi dios velara por ellas.
Cuando se retiraron terminé de desnudar mi cuerpo, sentándome en un bajo taburete junto al barreño, e introduciendo un harapo en este para empezar a lavarme. Al deshacerme de todo lo que llevaba encima, lo había hecho también del preciado objeto del que me había dotado Nanoc. El talismán reposaba ahora sobre la cama, y mientras la tela mojada iba recorriendo mi cuerpo, para ser aclarada y volver a mi piel, no le quitaba la vista de encima. Una pequeña estrella de acero de ocho puntas, aparentemente insignificante, pero que albergaba algo inimaginable. Por unos segundos, me centré en aquella punta que destacaba sobre las demás, siendo más larga y estando afilada.
En cuanto tenga ocasión…
Terminé de asearme como pude y me sequé, tras lo que posé la estrella en la maltrecha mesa junto a la cama y retiré la manta de aquel camastro. Me puse algo de ropa y me eché sobre la cama, cobijando mi cuerpo bajo aquella manta, al menos lo que esta alcanzaba a cubrir. Me encogí en aquel catre y cerré los ojos, siendo mis últimos pensamientos para Obad Hai, para mi caída tribu y familia, y para Nanoc.
Como de costumbre, deshice las trenzas de mi barba y las mesécomo buenamente pudo. Ponendolas a remojo, con ayuda de los dedos regordentes y de una aplicación cuidadosa de mi hacha, las adecenté lo minimo que el decoro exigia, aunque dediqué una mueca de desagrado al ver el pobre estado en el que estaban.
Con ayuda de una palangana y un par de toalla, complete mis abluciones, echando de menos aquellos baños termales de casa, donde uno se sentia rejuvenecer y el pelo del pecho brotaba libremente.
Terminado el aseo, me preparé para dormir, decidiendo, tras un rato, que podia pasar sin la armadura y pasar la noche sin ella. Sin embargo, atranqué la puerta con una silla y la ventana con una daga, dejando mi fiel hacha bajo la almohada para darle algo de firmeza a la misma.
Oree los pantalones un rato, con un par de sacudidas antes de ponermelos de nuevo para pasar la noche, dejando las botas alineaditas a los pies de la cama despues de quitarle la porqueria de troll adherida a la suela reforzada.
Tumbado en la cama, con los ojos perdidos en las alturas del techo de la habitación, musité una plegaria al Padre de todos los Enanos...
- <Moradin, Padre de todos los enanos que moran bajo y sobre estas tierras, te ruego que veles por mi y por mis compañeros de armas. No soy el mejor de los enanos pero trato de serlo todos los días de mí vida para no deshonrar a mis padres o a mi clan. Perdona mis pequeñas indulgencias con la comida y la bebida, oh Moradin, Padre de todos.>
Toque ritualmente el filo de mi hacha y golpeé mi pecho con el puño, retumbando en nombre de Moradin, para dejarme llevar al lecho de los sueños bien merecidos.
Hala, ya hemos descrito todos nuestros pequeños rituales nocturnos. A dormir :P
Jake dejó sus pertenencias al lado de la cama, el día había sido largo, muy largo, y lo único que podía pensar era en descansar. Se giró al notar los silenciosos pasos de la chica detrás, estaba tan cansado que casi se había olvidado de ella.
Asdra, mañana empieza una nueva aventura para nosotros, permanece a mi lado, sé fiel y te prometo que la recompensa merecerá la pena. Ahora ve a descansar que a primera hora tenemos que salir. ¿Tú estás bien? ¿Necesitas algo?
La chica se quedo mirando a Jake y al oír sus palabras pareció quedarse pasamada por un pequeño instante. Tratando de ocultar ese momento de duda respondió sin más.
-Sssí, Jake, no tenéis que preocuparos por mi, estoy bien y prometo ayudarte en todo lo que este en mi mano.- Esbozando una tímida sonrisa se dio la vuelta para ir hacia la puerta. -Bu-buenas noches, mañana al fin empezaremos el viaje.- Y tras la escueta despedida Asdra se retiró también a su cuarto.
Escuchando con cautela, el gnomo pudo enterarse de los tejemanejes que se llevaban aquellos dos entre manos, por desgracia no parecían nada interesantes llegando al punto de hacer sospechar si podría haber sido descubierto por Jake, ya que nada más pasar Asdra se limitó a despedirla con palabras amables sin decir nada nuevo. La chica había sonado algo nerviosa llegando incluso a tartamudear levemente, pero eso había sido todo.
En cuanto oyó los pasos de vuelta corrió a ocultarse en las sombras para no ser delatado, pero Asdra fue directamente a su dormitorio ignorando el resto de cosas que pudieran encontrarse acechando en el pasillo. Un segundo chasquido de madera a sus espaldas también le reveló que los otros tres integrantes del grupo no habían tenido mucho más que decirse después de que abandonara la mesa ya que también estaban subiendo las escaleras.
El pequeño ilusionista decidió que aquello ya era señal de que le tocaba hacer lo propio y dirigirse a su cama de una vez por todas.
Pendiente de sus cosas, Aldar tomó las escaleras. En cuanto apoyó el pié en el primer escalón, la vieja madera de roble soltó un crujido que hizo agitarse a algo o alguien en las sombras de más arriba, aquello lo alertó de inmediato ¿Podría tratarse de algún espía? Por fortuna la respuesta vino de manera casi inmediata, pues en cuanto el pequeño acechante se sintió seguro de nuevo salió de su escondrijo para ir lo más rápido posible a su dormitorio, al parecer Avlin se había parado a husmear a escondidas a Jake.
En verdad aquello ahora importaba poco, estaba cansado y con ganas de fumar algo antes de recibir su merecido descanso así que sin más fue a su habitación, ya habría tiempo mañana de preocuparse de gnomos mirones.
Jake observó a la chica irse. Sabía que si le hubiera pedido que se desnudara y que hubiera pasado con él la noche, lo hubiera hecho. Jake sonrió, esperaba que la chica se diera cuenta que no la quería para eso, que no quería que fuese su puta.
Esperaba haber plantado una semillita de confianza en su cabeza.