Partida Rol por web

Tras varios días de fatigosa caminata, vuestros pasos os han llevado hasta Auvergne, una pequeña aldea situada en el reino de Opheth, en la provincia de Vandimion.

A vuestro alrededor, los aldeanos parecen estar celebrando algún tipo de fiesta, y allá donde miréis, podéis observar a gente comiendo, bebiendo, riendo, y bailando, así como a numerosos mercaderes que, desde sus coloridos puestos, ofrecen todo tipo de productos, desde exóticos licores, hasta bellos ropajes, pasando por todo tipo de remedios para todo tipo de males, o utensilios para la cocina.

Por el momento, no parecen haber reparado en vuestra presencia.

Naina avanzó en las calles con su gracia habitual. Era una frágil y hermosa chica pelirroja. Ataviada con una sencilla toga de terciopelo blanca que solía usar también para disimular algo sus hermosas y blancas alas.

Naina no era demasiado inteligente, era más bien pasional, dejándose llevar por las emociones más que por la lógica. Que en más de una ocasión había brillado por su ausencia.

Naina se giró para mirar a Alonso, aquél bodack que les acompañaba que sin duda disfrutaría en días como estos. A veces intentaba recordad cómo se habían conocido todos ellos, algo que siempre le costaba horrores recordar.

Se sacó una pequeña bolsita para mirar las monedas que le quedaban, quizá podría comprarse algo, pero la cara desanimada y de tristeza confirmó a todos que poco podría comprar.

Ooootro poblado... pufff... digo en una exhalación... estoy harto de ver caminos y puentes, ciudades y aldeas, montañas y cañones... pero debo de seguir mis instintos, que me dicen que venga en esta dirección.

Cuando entramos en el poblado, me acerco a un mercader y le pregunto: Buenos días buen hombre, vengo de un largo viaje y me gustaría saber donde podría encontrar alojamiento y comida a un precio razonable.

Seguía al grupo de una manera silenciosa, me había mostrado retraído durante todo el viaje y parecía que no les interesaba mucho de donde venía y hacia donde iba.

Me pregunto si habrá algún puestecillo con objetos mágicos, tal vez les interesen algún aprendiz. Aquí seguro que nadie me reconocería.

De repente me ví reflejado en un espejo, seguía perdiendo peso, sin duda debería comer más y estudiar menos.

Alonso no podía creer su suerte. Después de tantos días de viaje por fin había llegado a Auvergne, y parecía como si lo hubieran estado esperando a él para darle una fiesta de bienvenida.

Se acercó a un mercader con la excusa de preguntarle qué era lo que se estaba celebrando y terminó consiguiendo 6 botellas de exquisitos licores frutales a cambio de un anillo de lata barata que no valía ni siquiera una. Cuando los licores se conseguían así sabían incluso más ricos.

Caminando por el lugar se cruzó a una bella allastra. Era extraño ver a una por esas zonas. De hecho hacía bastante que no veía a ningún allastra por ningún lado. Además esa preciosura se destacaba por ser la única persona del lugar que en lugar de estar divirtiéndose tenía gesto triste.

_¿Qué pasa, bonita? ¡Eres la única aquí que no parece estar de fiesta! ¿Por qué no vienes conmigo a beber estos licores de primera que acabo de conseguir?