De la nada aparecen Donatello y Hadron con los caballos. -Ah, eso es otra cosa. Pongámonos todos a cargar el carro. Los goblins con suerte se detendrán a recoger los cadáveres del campamento, y olerán la sangre de Kukol, el único herido por aquí, y le seguirán hasta matarlo. - dije una vez se hubiera alejado lo suficiente para que no me oyese Kukol. Y me puse a cargar sólo lo que creía que fuese a ser necesario de los impuestos del conde.
Hadron enarcó las cejas en gesto de preocupación. Al volver con los caballos junto con Donnatello los enganchó rápidamente al carruaje y dedicó una rápida mirada a Junio. Otro día, pensó. Se puso rápido a cargar.
Deberíamos apurarnos. Creo que la muerte se acerca.- dijo en tono dramático.
Cuanto antes nos vayamos mejor. Kukol no parecía ser moco de pavo, e iba, como dijo, con 20 de sus hombres. Nosotros somos 6, y no estamos al 100%. Aseguremos esto -dijo mientras seguía cargando el dinero- y regresemos lo más rápido posible a solicitar ayuda. Ahora que sabemos dónde está el resto, seguro que el conde pone los medios.
Tan pronto como pusieron cargar, Hadron se sentó en la parte trasera de la carrera, con el arco listo.
Haciendo caso a lo que Xivar Fiduchia indicó, Schwartz von Liechtenstein Lohengramm empezó a ayudar a cargar el oro, a fin de cuentas todo el tema de dar caza al líder bandido era algo que ya había comentado a Ralf Dosbigotes y que, por tanto, era una decisión que este tenía que tomar.
-Me parece correcto. -Comentó mientras trabajaba- El problema que tenemos aún por delante será complicado de solventar. Pero estoy seguro que con suficiente alcohol podremos hacerlo.
Apuntó a Kukol mientras se marcha. Tenso el arco y justo antes de disparar, las palabras de Xivar me hacen cancelar el disparo. Es cierto que va derramando sangre que pueden rastrear los goblins y este ser un buen blanco para ellos lo cual nos daría ventaja.
Esta bien, esta vez aceptaré vuestra decisión y cargaremos este oro. Ahora bien, si no conseguimos rescatar a los jóvenes y recuperar todo el oro permitirme decirme que os lo advertí.
A regañadientes y sin ganas comienzo a cargar la carreta con el oro. Ya me sento mal dejar huir a parte de los ladrones, ahora a Kukol y abandonar a los pequeño a su suerte con esos goblins. No, no estábamos haciendo del todo lo correcto, quizás si para salvar nuestra vida, pero no para estar orgullosos de nosotros mismos.
Las palabras que le dijo Kukol, y ver aparecer a Donatello con los caballos hicieron que el mediano cambiara de parecer, se convenció de que en un enfrentamiento posiblemente tenían más que perder que de ganar, además, la opinión de Xivar también ayudó para que Ralf se pusiera manos a la obra y echara una mano cargando el carro olvidándose de todo lo demás. Había que apresurarse, pues tiempo era algo de lo que escaseaban.
—Pues el sargento se tendrá que conformar con la mitad del botín..— se dijo en voz alta intentando autoconvencerse de que la situación era sencilla, aunque él intuía de que la misión tenía pinta de ir hacia el fracaso.
--¡Pústulas y calaveras! esto no me gusta nada-- pensó el mediano mientras hacía varios viajes desde la cueva donde estaba guardado el botín al carro, cargando el oro de los impuestos. De vez en cuando echaba una mirada al horizonte por si veía aparecer algún enemigo.
—¡Vamos! si salimos vivos de esta, juro por Jakob "mano de plata" que os invito a todos a la mejor cena que hayáis podido tener en vuestra vida— alentó a sus compañeros.
Tras cargar la carreta, más de lo que se debería, pero no os podéis permitir el lujo de dejar parte de los impuestos abandonados. De hecho falta casi la mitad, que al parecer se han llevado los goblins. Comenzáis el retorno a la civilización y al lugar más cercano donde poder encontrar ayuda, y este sitio es la posta de Valdecillo, de la que ya hace más de un día que salisteis apresuradamente para ayudar en una granja que estaba siendo atacada por los ladrones.
Nada más comenzar el camino, os dais cuenta que este no va a resultar rápido ni fácil, tenéis que ir con mucho cuidado con una carreta sobrecargada, y os encontráis bastante cansados. Continuáis avanzando por el camino, la carreta no puede ir campo a través y la única manera de salir de este lugar es siguiendo los embarrados caminos por los que habéis venido. Esto es un importante factor de riesgo, tanto goblins como ladrones conocen el camino que debéis seguir, y podrían alcanzaros o preparar una emboscada, así que en la luz del amanecer vais vigilantes en vuestro regreso.
A pesar de haber recuperado más de la mitad de los impuestos, el no haber podido rescatar a los otros guardias y a los hijos de los granjeros, no deja en paz los pensamientos de más de uno del grupo.
No ha pasado ni una hora desde que iniciasteis el viaje de regreso, cuando ya habéis tenido que trabajar muy duro en más de un atasco de la carreta en el barro, y ya tenéis la primera avería que reparar. Una rueda, que esta a punto de romperse, lo cual os ocasiona casi media hora de parada.
La mañana va pasando, sin signos de ningún enemigo. Vuestro nivel de fatiga es muy elevado, pero de momento no podéis permitiros parar para descansar un rato.
Día 5 (19 de julio) sobre las 7 de la mañana.
Vuestro turno.
Que la carreta se rompiera no era más que un síntoma del mal fario, probablemente por haber dejado escapar a aquellos ladrones, bandidos y asesinos chantajistas. Aunque para Schwartz von Liechtenstein Lohengramm esto no parecía carcomerle demasiado la cabeza, pues tal y como había prometido, este se encargaría de la protección y bienestar de la mujer con las manos mágicas que tocó su cosita.
-¿Alguien de aquí era antes un carpintero?. -Preguntó alzando la voz viendo el destrozo poniendo mala cara y cruzándose de brazos sin saber qué hacer con aquello, pero por algún motivo esto daba una sensación de estar haciendo algo, como cuando se te para el coche en mitad de la carretera y levantas el capó- Esto va de mal en peor... Ahora solo falta que nos asalten... ¡O se eche a llover!.
Hadron luchaba por mantener los ojos abiertos, sin duda la misión estaba pasando factura, y no iba a ser fácil llegar a Valdecillo, si es que llegaban. Sea como fuera, ahora mismo tenían que esforzarse en llegar, era la única manera de seguir vivos. Ya descansarían en la guarnición. Lamentaba la suerte de los otros guardias y de los rehenes de la granja, pero más valía volver con los impuestos y el aviso para juntar nuevas tropas en contra de los goblins, que morir inútilmente.
-Vamos muchachos, solo es un poco más. Si llegamos a Valdecillo, podremos hacer algo por los guardias y los chicos de la granja - mientras lo decía se dio cuenta que aquellos ya estaban condenados, y probablemente muertos- o al menos evitar que los goblins sigan haciendo de las suyas a más gente. Sea como sea, estancarnos aquí no es una opción.
Dentro de sus limitados conocimientos de carretas, el explorador intentó dejar el vehículo en el mejor estado para continuar, sin quitar un ojo al camino que dejaban atrás, por si acaso.
Una vez cargada la carreta el camino a Valdecillo estaba siendo duro. La carreta no estaba en buen estado y el camino debido al barro que tenia impedia que pudiesemos avanza de manera normal. Más de una avería de camino nos retrasaba, pero no nos podiamos detener. Yo queria volver, queria salvar a esos jovenes y recuperar todo el oro.
Maldita carreta y maldito camino. Esto es mas complicado de lo que parecía. Aún asi debenos llegar cuanto antes a Valdecillo y tan pronto como retomemos fuerzas lo mas rápido posible debemos volver a por el resto del botín, y como no para salvar a los jovenes de la granja.
A las 7 de la mañana, íbamos exageradamente lentos.
-A veces sueño que soy capaz de curar "cosas". Ya sabéis, me pongo a rezar, alzo mis palmas y digo.. "FABRICAR !!" con un diseño en mente en la cabeza. - mi chirriosa voz no dejaba entrever si era broma o era ironía. - pero ni aún pudiendo... me he quedado sin energías para hacer más milagros. Como nos ataquen ahora serviré de poquito.
Seguíamos avanzando, lentamente. Pero al menos no llovía. Miré a Schwartz von Liechtensetin Lohengramm con cara de malas peras cuando dijo lo de la lluvia, o el asalto... - no seas gafe! Piensa en todo el alcohol que podrás vomitar una vez lleguemos a ... salvo? - de verdad estaríamos a salvo? no iba a empezar una especie de guerra?.
-arhg... quiero DORMIR. - solté en un bufido desahogándome.
Tras muchas dificultades con la carreta, que estaba sobrecargada, y por caminos embarrados. Llegáis hasta donde estaba la carreta rota, y donde se produjo el combate contra los ladrones. Donatello dice que mejor cambiar una de las ruedas que esta rota, así que os ponéis a descargar la carreta y poner una rueda nueva de la otra. Las horas van pasando, y tras comer algo de vuestras mermadas raciones, llegáis a caminos mejores, más cercanos a las granjas. A pesar de numerosos sustos que os dan algunos animales, no veis ni rastro de los goblins.
Por la tarde estáis ya en la zona de las granjas, fuera del bosque, y con la caída de la noche llegáis hasta el poblado, y un poco más tarde a la posta. Donde sois recibidos como héroes, y tras asearos, os dan un gran banquete, con mucha cerveza y vino en el comedor.
Día 5 (19 de julio) pasadas las 9 de la noche (en el comedor de la posta de Valdecillo).
Os toca intervenir.
Solo queda decir cómo queréis cerrar esta aventura. Los impuestos están a salvo en la posta, y ya ha sido enviado un correo a Fuenterrubiales, para que envíen refuerzos y se hagan cargo de los impuestos.
Ralf salió del comedor tras el banquete. Quiso dar un paseo por la posta para bajar la comida. Mientras caminaba sintió un increíble alivio después de este ajetreado día. El grupo había logrado acabar la misión con todos sus componente vivos, y aunque no se había logrado recuperar el total de los impuestos, deseó que fuesen suficientes para que el Conde Morris puediese salir airoso de su visita con el Gran Duque, en caso contrario Berracus se encargaría de mostrarnos su “gratitud”.
--Así es la vida de un soldado de la guardia-- pensó por un momento
Después el mediano recordó a los goblins, y los prisioneros, y la suerte que habían tenido no encontrándose con ellos pudiendo devolver el oro robado, o parte de él. En ese momento sintió un pequeño resquemor en la conciencia.—No se puede salvar a todo el mundo,..— se dijo autocompadeciéndose. Seguidamente conjeturó que, si gracias al oro, los goblins consiguen hacer un ejercito lo suficientemente grande, como para sentirse poderosos, seguramente no tardarían en verse las caras. Y ahí, es donde Ralf piensa hacer las paces con el destino.
--Así es la vida de un soldado de la guardia--
Tras la caminata el mediano volvió a entrar en el comedor para terminar de disfrutar el día con sus compañeros.
El mal sabor de boca que en estos momentos tenía Schwartz von Liechtenstein Lohengramm por haber permitido que cuatro bandidos escaparan por los bosques luego de hacer lo que hicieron tan solo fue comparable con el vómito que echó luego de beber el solo un tonel de cerveza que le habían preparado.
-La culpa toda es de... *Hip* -Estaba completamente ebrio- De los elfos, con sus orejas picudas, sus... *Hip* rituales abraza árboles y sus *Hip* caras de haber chupado un limón...
Y tras decir esto, cayó desplomado a roncar sobre la mesa de aquella posta. No era un gran final para Schwartz von Liechtenstein Lohengramm, pero era el final que este se merecía tras pasar lo indecible caminando de un lado a otro, y lo que era aún peor, en sobriedad y con resaca. Lo único bueno que sacaba eran las manos mágicas de Xivar Fiduchia.
* Qué pesadilla de medio de transporte - pensaba mientras agonizábamos a paso lento de carreta. Por suerte, Donatello dijo que podríamos cambiar la rueda rota en cuanto llegásemos a onde se produjo el combate contra los ladrones. Y eso nos permitió acabar y llegar hasta nuestro destino.
No hubo señal de los goblins, quien probablemente estaban dándose un festín con los restos de los bandidos, y eso fue un alivio. Tal y como nos lo presentaba Kukol me imaginaba una avalancha verde sobre nosotros en cualquier momento.
La tensión rompió su estrés en mí al llegar a la zona de las granjas, salidos de aquel terrible y exasperante bosque. Y una vez llegamos al poblado y a la posta... nos dieron un recibimiento descomunal. No me lo esperaba.
Miré a mis compañeros con cara de circunstancias. No estaba acostumbrada a recibir tantos elogios. Aquello dio paso a una buena ducha, un buen banquete, y una buena cantidad de alcohol.
Poco recuerdo de esa fiesta, aparte de ver a Ralf salir y entrar, y de brindar con el gigantón - ES.stoOY TotAlment..de cacuERDO cont-go Schwnfasrz fn Licchnsten LHOGRENGRAMM!!! ...hic! - gritaba borracha solo tras mi segunda jarra - essossss elfffffffoss de LOS ÁRBOLesz con susz mINÚSCulos hUEVillos de elffo minnnúsculo... HIC! - barburreaba mientras hacia el gesto de "chiquitito" con los dedos. Brindé: - VIVA LA TRIBU TESzTOSTERÓNICUS!!! - era mi tribu, del bosque, de los Gnomos. Claro que nadie lo sabría porque apenas hablaba de mi hogar.
Alcé mi jarra y brindé a quien estuviera por ahí celebrando. Poco después, Schwartz von Liechtenstein Lohengramm se desplomó sobre una mesa.
Yo no tardé en ir a vomitar tras alguna maceta en una esquina, desplomándome de nuevo sobre ella con la cara llena de tierra.
Tuve cierto dejavú, pero al menos sabía que porfín esa noche iba a descansar y iba a recuperar algo de mi poder, y confianza, en mi misma. Con mi vida totalmente llena.
Después de la tensión del camino, en cuyo recorrido solo habló lo justo y puso los ojos en cada hoja del bosque, Hadron sintió el peso del cansancio nada más llegar a Valdecillo.
-Parece que lo logramos muchachos - miró a Xivar y Schwartz- espero que no estéis demasiado mal y os podáis recuperar. Nos podía haber tocado a cualquiera. Gracias por correr el riesgo.
No obstante, Hadron no estaba del todo contento. Estaba apenado por el destino de los cautivos de los goblins, dudaba mucho ya que pudiera llegar a tiempo cualquier ayuda. Estaba también preocupado por el posible desencadenamiento de sucesos que ese ejército goblin podía llevar a cabo, y también porque el líder de una banda, siguiera libre para volver a crearla.
Solo esperaba que el mensajero corriera rápido con las noticias y el Conde supiera reaccionar con premura y acierto, aunque sabiendo lo que sabía de aquel hombre, seguramente no haría nada a menos que los goblins o los ladrones irrumpiesen en medio de un banquete. Lástima del viejo Conde, aquel si que era un regente.
En estos pensamientos se hallaba, cuando cedió al más profundo de los sueños al que su cuerpo le obligó a sumirse....
Habíamos llegado a la posta. Parte del grupo parecía feliz, pero yo no. Realmente no habíamos triunfado, yo sentía que habíamos fracasado. No teníamos todo el oro, y para mí, lo más importante, habíamos dejado vidas en juego en mano de los goblins.
Sin mediar palabra con nadie me siento en en la soledad de un rincón de la posta, pensando en que hacer ahora. En mi cabeza aún tenía en mente a esos jóvenes secuestrados. Por mi cabeza pasaba volver a por ellos. No se si alguien más se animaría, pero de momento yo tenía la intención de ir debido a que no podré dormir bien el resto de mi vida sabiendo que no habíamos ni siquiera intentado salvarnos, y eso siempre quedaria en nuestros pensamientos.
Con la participación de todos los aventureros en la gran fiesta que se dio en la posta, finaliza la aventura.
Ya había correos en marcha para avisar en Fuenterrubiales de las nuevas, y pronto refuerzos llegarían hasta el lugar.
Pero no todo estaba tan tranquilo, allí en las lejanas, o no tan lejanas montañas, goblins y ladrones, seguían constituyendo una importante amenaza a la que tendrían que enfrentarse en el futuro.
FIN