Partida Rol por web

- Ey ey... - Leo observó como la sombre de la angustia se cernía sobre Kaia. No le gustaba eso y siempre intentaba alegrarla de alguna manera. De niño hacía para ella el payaso, cuando estaba triste, con tal de arrancarle una carcajada. Ahora se acercó tranquilo a ella, posando su mano en su rodilla y alzando la mirada. - Claro que son incomparables. Y, aunque el Ki se aprende, tienes que nacer con la habilidad adecuadas... ¿Recuerdas las frustraciones de tu abuelo cuando intentaba enseñarme? ¿Recuerdas por qué desistió? - Sonrió recordando aquellos maravillosos años. - Kaia... sabes que me iré contigo al fin del mundo pero... hay algo que... no quiero dejarles solos. Este lugar es peligroso y en el fondo no parecen mala gente. Gauldoth me pone nervioso pero no se le ve mal fondo... y luego está la pequeña... - Ahora Leo bajó la mirada, sintiendose entre la espada y la pared. - No quiero dejarles a su suerte y tampoco quiero dejarte a ti a tu suerte... estoy contigo Kaia... si cualquiera... mágico o no... intenta hacerte daño tendrá que pasar por encima de mi.

La ryuan posó su mano sobre la del guerrero mordiéndose el labio y debatiéndose interiormente. Hanna era inofensiva pero hacía magia, y por muy inofensiva que fuera era peligroso. Su abuelo le había enseñado que si no creías en tus propios ideales y los respetabas, ¿qué te quedaba de orgullo en la vida?
- Leo, se cuidar de mi mísma. He sobrevivido un año fuera de casa- le sonrió- Quédate con ellos, no me importa. Pero no puedes esperar que yo en cinco minutos trague a esas personas. Me cuesta horrores tratar a la gente y ahora con... más. Puede que para ti sea fácil, incluso que les hayas cogido cariño. Pero yo... creo que no.
Kaia se montó en el caballo evitando mirarle y avanzó unos pasos para separarse de Leo. No iba a irse sin corcel aunque quedara como una malísima persona porque sabía que con su enfermedad no llegaría a ningún lado a pie.
- Lo siento. No comparto su opinión y creo que nunca la compartiré, Leo. Se que tu eres mucho más permisivo que yo, pero mi educación fue más férrea.

La joven esperó unos instantes para ver si Leo la seguía o decía algo más y después hizo galopar a su caballo.

Todos los héroes, en un momento de su camino, tienen dudas. Se plantean su camino, el sentido de su viaje, e incluso sus aliados. Y Kaia, nuestra Ryuan, no fue una excepción. Tomó una decisión difícil, y el camino más complicado, pero el más fiel a sí misma.

Cuando Henry, Hanna, Rolan y Gauldoth se dieron cuenta, un caballo partía al galope por el camino, mientras que la expresión de Leo se tornaba adusta.

¿Qué había ocurrido?

Era una suerte que su máscara no dejara ver la combinación de incredulidad que se dibujó en su rostro al ver partir a Kaia en el caballo. Una incredulidad y un enfado que no se debían tanto al rechazo obvio que la joven ryuan mostraba así ante la revelación que acababa de tener lugar, como al hecho de que ese rechazo estuviera enfocado a la dulce y amable Hanna. Y eso, sin contar que largarse en solitario por aquellas llanuras era prácticamente un suicidio, no tanto por la posibilidad de más ataques de bandidos -después de ver cómo peleaba la chica, sospechaba que eran estos los que tenían que temerla a ella, y no al revés- como por los animales salvajes que corrieran por allí, y que sin duda eran más correosos que el salteador de caminos típico.

Mirando a su alrededor, vio que los demás adoptaban expresiones muy parecidas a la que él ocultaba tras su cubrecaras; excepto Leo, cuyo rostro parecía en aquel instante el de un hombre que estuviera tragando una medicina amarga. Cuando el hedense miró a su alrededor, Gauldoth dejó que sus miradas se cruzasen.

- ¿Vas a ir a buscarla?

Rolan se giró súbitamente al ver el caballo partir con Kaia sobre él, exclamando el nombre de la ryuan. El norne dejó caer los hombros, apenado. Él no podía hacer nada por cambiar la opinión de la muchacha, aunque sí podía ayudar a que lo hiciera. Entonces Rolan pasó la mirada por todos sus compañeros, parando en Leo y Gauldoth cuando este último abrió la boca, sin esperar a que Leo contestara.

- Si no lo hace él, lo haremos el resto. Es primordial mantenernos unidos, en estas tierras pasear sola puede atraer a las fuerzas más extrañas al camino, más todavía cuando se trata de gente con capacidades especiales como ella. Yo he visto criaturas que se alimentan de la energía interior a la que llamamos Ki, aberraciones que se alimentan de la magia o de el potencial de la mente de la gente. No podemos permitir que algo así la ataque, pues estaría perdida. - sentenció el norne, frunciendo el ceño de una manera que su rostro se convirtió en una maraña de pelo y arrugas. - Leo, esperamos tu respuesta. Si crees que será mejor que vayas tú a buscarla, hazlo, nosotros os seguiremos a una distancia lo suficientemente prudencial para intervenir si las cosas se ponen feas. -

Leo acababa de recibir un mazazo, y aunque dejó que Kaia se alejara volvió con una idea clara en la mente. No la dejaría sola por nada del mundo. Con cara de muy pocos amigos, aunque no volcó en el grupo su, más que frustración, miedo. Pues era eso lo que sentía. Como siempre, cenizo y poniéndose en lo peor, ya pensó que a la siguiente vuelta del camino encontrarían a Kaia muerta en una vereda. No se lo perdonaría. Y, siendo egoístas, tiene un lazo más fuerte con Kaia que con el grupo, y aún así se ve reticente a dejarlos a su merced. Claro que, seguro que se las apañarían a la perfección, todos son, en su cierta medida, poderosos.

 - Gracias Rolan pero... oh dioses... creció con la más estricta educación y los unos valores ancestrales que se han arraigado en ella como las raices profundas a una tierra fértil. Lo se... porque estuve viviendo con ella... con su familia... y les conozco. No creo que sea buena idea hacerla regresar a la fuerza, o que regrese rápido a nosotros. Habrá que darle un tiempo. - Hablaba a todos, y aunque pausado sus ojos miraban ansiosos al caballo para salir al galope tras Kaia. Miró a Hanna con una ligera sonrisa. - Hanna espero que no te haya herido, Kaia es una buena persona, tiene el alma más pura que jamás he conocido, incluso yo me avergüenzo de mi mismo y mis... vivencias. Chicos... se que os las apañaréis. Os dejo mi fardo, comida, agua y mantas. Hum... intentaré seguir este mismo camino hasta encontrar un pueblo o una ciudad. Tal vez nos veamos de nuevo allí. Nuestras huellas serán fáciles de seguir. 

 Leo, hecho un manojo de nervios, tomó de las riendas al caballo y subió de un salto como quien lo lleva haciendo toda su vida. El nerviosismo del muchacho pasó al animal, que comenzó a piafar y a mover la cabeza con un ritmo casi violento, como si en unos segundos el muchacho fuera a cargar contra un enemigo.

 - Os deseo lo mejor y espero que volvamos a vernos.

Se despidió Leo de ellos. Se las apañarían muy bien y él se negaba a dejar a Kaia sola. Tomó, a todo galope, el camino que Kaia había cogido, casi extenuando al caballo, con la esperanza de encontrarla.

Ver cómo alguien con quien había convivido las últimas semanas se alejaba al galope detrás de otra compañera con la que también había compartido los sinsabores del camino era duro, pero Gauldoth comprendía la actitud de Leo: si hubieran sido él y el maestro, hubiera hecho lo mismo en su lugar. Quedaba además la vaga promesa de reencontrarse más adelante, una vez los ánimos estuvieran más calmados y Leo convenciera a Kaia de que seguir con el grupo no era tan malo.

Mientras tanto, tenían que seguir avanzando. La acampada de esa noche no iba a ser nada agradable si les pillaba a cielo abierto, y tampoco creía que la fueran a disfrutar demasiado en un bosque, así que urgía llegar a una zona poblada cuanto antes. Ni siquiera miró atrás para ver cómo reaccionaban sus compañeros a la marcha de Leo: apretó el bulto que envolvía su capa contra su pecho y empezó a caminar a paso ligero.

Hanna se quedó sorprendida por la marcha de Kaia. No se esperaba algo así. De hecho, tardó un rato en darse cuenta de lo que había ocurrido... y por qué.

-¿Es por algo que he dicho? -preguntó en voz alta-. ¿Lo de... lo de la magia? -Chascó la lengua-. Vaya... ya sé que no está muy bien vista, pero como alguien más puede hacerla en el grupo pensé que ya estaba enterada.

Hizo pucheros y se arrebujó en la capa. Con mala cara, continuó caminando junto a Gauldoth.

- Está visto que no lo sabía -respondió Gauldoth- Pero ya hablaremos de eso más en profundidad cuando pernoctemos. Al menos Kaia está con Leo ahora, y eso quiere decir que está segura. Además, seguro que se le pasa la tontería en cuanto tenga tiempo de pensarlo con tranquilidad.

La muchacha en sus brazos se revolvió por un instante y soltó un gemido, pero sin llegar a despertarse. El enmascarado la recolocó para que al andar se agitara lo menos posible, y continuó su camino, liderando la marcha de sus compañeros.