Partida Rol por web

Has estado todo el día con las ovejas pastando por el campo. No se ha dado mal el día, pero estás cansado y te apetece descansar. Cuando llegas a casa Markele no está, pero no te preocupas pues el fuego está puesto y falta el cubo. Seguramente alla ido al rio a buscar agua. Tienes ganas de verla, los días se te hacen eternos hasta que por fín llegas a casa y puedes estar con ella. Y cuando se supone que debería estar preparando la cena no está.

Pasado un rato que te parecen horas escuchas pisadas, te sientas en la butaca con indiferencia. No quieres mostrar que estás ansioso por verla. Ella irrumpe por la puerta con una sonrisa de oreja a oreja y escondiendo algo en las manos. El cubo de agua está vacio.

¡Luken,Luken!¡mira!....es decir ¿a qué no sabes lo que he encontrado? ¡Oh,clao que no lo sabes!¡mira! Markele saca las manos de la espalda y te enseña un peine de color dorado finamente labrado. Es un objeto de lujo, debe de haber pertenecido a  la mujer de un noble por los finísimos detalles que en el se muestran. Lo encontré en el rio-dice orgullosa-Estaba en la otra orilla del rio, como enterrado. Ví un resplandor, crucé el rio, lo desenterré y ahí estaba. La cosa más bonita que he visto en la vida. Y sabías que era cierto. Pues con su padre y hermano había pasado una vida de penurias desde que muriese la madre y a duras penas lograban sobrevivir. Este era la primera cosa de lujo que tenía Markele y estaba claro que no iba a renunciar a ello.

¡Es un peine! ¡De oro! -exclamé, diciendo un poco a lo loco y sin saber, aunque lo que más brillaba era ella antes que ese objeto-. ¡Qué ganas tenía de verte! ¿En la orilla dices? -mirando el cubo vacío-. Pero, ¿cómo? Debió caérsele a alguien que llegó al río a beber o mojarse el rostro, ¿no crees? ¿No viste a nadie más por allí?

Aquello era un poco extraño, pero yo me contentaba con ver a mi esposa. Aquella era mi recompensa.

¿Pero quién iba a ir por allí? ¿Claro que no había nadie! si no se lo habría dado.-Dice como haciendose la indignada.Baja la voz y te dice-A lo mejor es un regalo de los "otros", para darnos suerte-Sabes que se refiere a criaturas mágicas, criaturas que viven más allá del rio, cuentos de viejas que tu no te crees pero Markele sí.-¡Vámos a casa!Te abraza un momento, se suelta, te ofrece su mano y salis corriendo a la casa. Allí os besais y no pasáis a mayores porque ella insiste en hacer la cena. Después váis a la cama, ella se sienta en una butaca...vuestra casa no es gran cosa, un cuarto con un lecho de paja y otro donde cocináis, coméis vivís. Y allí se suelta la cabellera y con el peine de oro se peina lentamente, sonriendo y disfrutando de como la miras. Una, dos....hasta cien veces. Después se desabrocha el camisón y se mete en la cama contigo.

Pasan los días, quizás un mes. Markele se ha encariñado del peine y lo lleva a todos lado. Como si fuese una especie de amuleto, pero solo se peina por las noches antes de entrar al lecho. Su pelo cada vez está más brillante, ella cada vez está más bonita...o eso te parece. Sin embargo algo malo pasa, Markele se despierta vomitando o con nauseas, la comida la asquea(aunque la has visto entrar al gallinero y comerse los huevos crudos como un animal salvaje) y está el tema del olfato. Ultimamente se queja de que hueles mal, ya te ha mandado varias veces al rio a lavarte y ella misma se lava de manera convulsiva varias veces al día. Y lo peor son los cambios de humor, ahora te regaña porque llegas tarde,ahora se echa a llorar por el mismo motivo.

Estás preocupado, tanto que quieres que vaya al médico. Pero ella te dice que no tenéis dinero. Pero accede a ver a Gurutxe, una sorguiña que vive a las afueras del pueblo, como vosotros. De modo que preparas una cesta con un par de quesos, algunos huevos y frutas que su padre os da. Es una buena cesta, esperas que sea suficiente.

Llegas a la cabaña de Gurutxe, entras. Es una cabaña pequeña, llena de frascos extraños y animales disecados. Gurutxe está cocinando algo en una olla que huele a mil demonios. Cuando te ve entrar arquea una ceja y te pregunta sin dejar de remover la olla-¿Y bien?¿qué te trae por aquí?

Aquella situación se estaba haciendo insostenible. Jamás ví así a Markele. La conocía bien y desde el día en que la miré por primera vez jamás me hubiera imaginado aquellos comportamientos tan extraños... Ahuyentaba a las gallinas nada más verla, y andaba de un lado para otro a veces, como vahída. Cierto era que no podíamos permitirnos un médico, pero que Gurutxe, aquella mujer que en estas tierras navarras conocían como curandera o cosas no muy halagüeñas (en verdad para mí se ganó jamás mi descontento) seguramente fuera nuestra única opción, nuestra única resolución. ¿Qué diantres le pasaba a mi esposa?

Llevaba en la mano la cesta con las viandas, y aunque confieso que estuve a punto de irme de allí nada más ver su cabaña, tragué saliva y porteé. Tras entrar y preguntarme me mojé los labios con la cesta.

Es por mi mujer... bueno... hola. Buenas tardes Gurutxe -le dije-. Siento molestarla. Soy yo, Luken.. ehm... Le traigo unas cosas para usted, unos agradecimientos... pues... verá...: necesito que vigile a mi mujer*. Está..., bueno: extraña.

Una vez dentro no dejé de mirar todas las cosas que allí tenías, extrañas cuanto menos curiosas.

Gurutxe te miró fijamente, evaluando lo que decías. Sabías que la Sorguiña ayudaba a las mujeres, a los hombres rara vez y solo si no hacia daño a ninguna mujer. Tu eras un hombre y eso te convertía de algún modo en su enemigo...y lo sabías.Te hizo un gesto para que dejases la cesta al lado de la puerta, pero siguió con la olla.-¿Extraña?¿está extraña?¡algo le abrás hecho para que esté extraña!-Viste como uno de los animales se movía, era solo un gato y estaba vivo. Pero no pudiste evitar dar un respingo.El gato levantó la cola y empezó a restregarse contra tu pierna-Dime lo que ocurre y decidiré si te ayudo o no.-Probó Gurutxe el contenido de la olla -hum, le falta un poco de esto-cogió un bote y le echó un pellizco de lo que este contenía.¡Vámos!no tengo todo el día.

¡No, no! ¡Nada, señora! -aquello hubiérame sentado mal si cualesquiera otro u otra hubiéramelo dicho: que quería yo a la mía esposa más que a nada en el mundo-. Pero viniendo de esa "bruja", como algunos la llamaban, que temía convertirme en gato como a ese que tenía... ¡La madre mía! ¡Qué susto me dió!

Pues, verá... No ha mucho que volvió Markele a casa, del río, de coger agua como de costumbre... -comencé-. Y venía muy contenta pese a no traer agua en el cántaro... Traía un peine... ¡de oro!, diría yo... Lo ha cuidado como "oro en paño", nunca mejor dicho. Pero, desde que lo tiene, está más tensa, más arisca y más insoportable... y ya se que no está bien hablar así de una esposa. Pero si vos he venido a ver y a traer ésto, que no es cosa baladí. Ayúdeme... ¡se lo suplico! ¡No soy nada sin mi esposa!

Dejé la cesta en la puerta, y no pudoe mirar de reojo el contenido de la olla.

Hum, un peine dices.-soltó el cazo de repente y se centró en lo que decías.Te miró evaluando lo que decías, si había mentira en lo que decías, y al no encontrar rastro de ella te contestó-Iré a verla, puede ser...no,no creo que sea un hechizo, hum verémos. Ahora marcha, estoy ocupada. Te acompañó a la puerta y se despidió.

Al día siguiente tu habías ido a llevar las ovejas a pastar, cuando volviste a casa ves salir a Gurutxe de la casa. Te mira y te saluda, se dirige a donde tu estás. Ya no está la mirada de odio que te lanzaba en su cabaña, mas bien una de comprensión y cariño.-He visto el peine...traerá problemas. Estad preparados pues no está hecho por los hombres. Pero ese peine no es la causa de los males de Markele. Está...bueno, que te lo diga ella. Nada de esfuerzos, el agua ahora la traes tú, y la leña igual. Que ya bastante tiene con lo suyo. El resto ya se lo he dicho a ella. Me pasaré a menudo por vuestra casa. Agur!-Y la bruja marcha dejándote entre intrigado y asustado.

Entras a casa y ves a Markele poniendo la mesa, deja lo que está haciendo y se queda de pie mirándote. Parece feliz. Entónces se lanza hacia ti y te abraza y con lágrimas de felicidad te dice-Estoy embarazada.-No te da tiempo a digerirlo, se suelta y se pone a organizar las cosas.-Tenemos que decírselo a mi padre y mi hermano, tenemos que celebrarlo. Ve anda, no te quedes así. Invítales a comer...pero no les digas nada ¿eh?-Te besa y te anima a que te vayas. Nunca la habías visto tan bonita.

Cuando vi a Gurutxe me quedé estupefacto. En realidad me dí un susto de muerte. Claro que, cuando vi a Markele y su extraño comportamiento aún junto a la vieja me sorprendí. Volví a quedarme sin palabras cuando escuché la noticia.

¡Vaya! ¡Un bebé! N... No, no... -decía titubeando, sin saber qué hacer-. Es... ¡estupendo! -en mi interior fue lo que realmente pensé primero, aunque luego vinieron un montón de dudas-. Tu hermano y padre, claro... Tranquila. ¡Es estupendo! -acercándome a Markele-, ¡nuestro hijo! -le dije intentando abrazarla! -ya que la notaba un poco distante y ahora algo más retraída por la presencia de la sorguiña-.

Ni tan siquiera había reparado aún en el...

... peine? ¿peligroso decís? -en realidad no había entendido muy bien lo que había querido decir Gurutxe-. ¿Cómo que no está hecho por los hombres? ¿Lo habéis fabricado vos? -yo mismo entendía que lo había hecho una mujer, aunque no sabía si se refería a eso o a algo extraño... ¿Lo habrían fabricado los seres de los que tanto hablaba Markele y se conocían en estas tierras?-.

A Markele le daba un poco de reparo que la abrazases delante de la sorguiña. Pero la situación bien merecía que menos que un abrazo. De modo que se dejó abrazar, luego se zafó del abrazo.-Si un bebé, nuestro bebé.Y los ojos se le iluminaban. Cuando te escuchó hablar del peine su carácter cambió un poco.-Es un regalo, lo dejaron "los otros" para nosotros y nos traerá suerte ¿verdad que sí Gurutxe?

Hum, no estoy segura. Tu lo encontraste, es tuyo. Puede ser lo que tú dices o puede ser que lo perdieran...si es lo segundo tened cuidado pues vendran por el. Después te mira y responde a tu pregunta-No, yo no lo hice. Esto es obra de "los otros", los que viven más allá del rio. Subiendo al Aralar. Y sabías que se refería a criaturas mágicas. Tu mismo habías oido muchas historias del Aralar, Markele te había contado unas cuantas. Pero no solo ella, si no la gente del pueblo. Que si criaturas extrañas, animales que hablaban, ondinas en el rio, duendes en las casas...Lo cierto es que tu no habías visto nada, pero por si acaso no cruzabas el rio y de momento te había ido bien.

Fue entonces que hube de preguntar. Una cosa era respetar las creencias locales desde que vine, sin inmsicuirme demasiado en todo aquel pequeo entramado de "seres" más-allá-del-río. Claro que, ahora estaba en juego la integridad de mi esposa... y de mi hijo. ¿Aquellos "Otros" buscarían el peine? ¿Vendrían a por mi esposa o a por mí? Sin duda alguna que no dejaría que nada le ocurriese a Markele, pues ya perdí así a demasiados seres queridos en el pasado.

Señora... -le dije a la Sorguiña-. ¿Quiénes son esos otros? No me responda como a un desconocido o forastero, pues ya no lo soy en estas tierras -y ahora mi voz era firme, fuera quien fuera esa mujer y los supuesto poderes que tuviera-. Hábleme francamente. A la mía y buena esposa jamás le pregunté en firme sobre esos "otros", pero ahora que se encamina nuestro retoño... no estoy dispuesto a seguir con dudas. ¡Hábleme de esos hombres, o lo que sean! -la insté-. No permitiré que nadie entorpezca ni haga daño a Markele o al niño.

La sorguiña entendía tu preocupación, de modo que te contestó lo mejor que pudo-Criaturas mágicas, mitad hombres mitad bestias. Criaturas que no rinden cuentas a nadie salvo a Batsajaun, señor del bosque. Para ellos los tratos son sagrados y bien haríais en hacerles una ofrenda de agradecimiento. Pues si os han dado el peine, esperaran algo a cambio. Y si lo han perdido vendrán a buscarlo.

De momento el peine os ha traido suerte y os ha bendecido con un retoño, quizás quieran ayudaros. No sé, "los otros" son complejos y nadie puede entender del todo sus caprichos.

¡Claro que nos han bendecido! prepararé una cesta con viandas y flores para llevar al rio y darles las gracias. -Después se dirigió a tí-¡Vámos! ve a buscar a mi padre y hermano, quiero darles la buena nueva cuanto antes.

Quizá esperen algo a cambio, pero nosotros no hemos pedido ese pei... -y no acabé la frase, pues sabía lo ilusionada que estaba Markele con esa joya, la única que había tenido en su vida-. Bueno... ahora voy, esposa -le respondí-. Y salí de la casa afuera en busca del hermano y el padre. Dejé allí dentro a Gurutxe, que aunque nos había informado, tampoco parecía muy dada a otorgar esperanza o tranquilidad a las gentes de este pueblo.

Marchaste camino de la casa de Atanasio y Goio, no sin antes escuchar a Gurutxe algo que comentaba a Markele sobre una gallina, te pareció ver que Markele asentía.