Sade se acercó tímidamente, tomando asiento con delicadeza
-E...esto...mi acompañante...
Le preocupaba Parmeno todavía. Se había alejado mucho, y él estaba herido. Por otro lado, no entendía que estaba sucediendo. Ni quienes eran esas personas, ni porque de repente parecía estar en un entorno mas "amable" al menos por ahora.
Sigo con solo para el dire?
Durante unos segundos me quedo sin saber reaccionar, hasta que finalmente miro a Arleen - ¿Tu también lo has sentido?
A continuación sigo caminando en dirección a la tienda esperando que Arleen siga detrás de mí.
Al entrar notas un denso aroma a incienso producido desde varios puntos de la tienda. El anciano se queda unos segundos en silencio mirándote a los ojos, parece como si viera mas allá de ellos.
- ¿Que sucede?, cuéntame - dice finalmente con una voz muy pausada.
Asiento a Prue.
- Si, pero menos intenso -
La sigo hasta la tienda de Crecio.
Avanzáis con rapidez hasta la tienda, que no se encontraba ya muy lejos. Dentro escucháis a Crecio hablar, poco mas de una frase, aunque no entendéis bien que ha dicho.
Si entráis en la tienda encontráis a la joven sentada en una silla frente a la mesa llena de libros y pergaminos tras la que descansa Crecio en otra, mas acolchada. El denso olor a incienso embriaga vuestros sentidos y la chica parece algo confusa.
Frunció el ceño algo, molesta en parte y confundida.
-Debería saberlo -dijo, haciendo a un lado la timidez- dormía con un acompañante en el bosque, al despertar unos hombres estaban ahí, me habían quitado mis cosas y hacpian preguntas como si fuera una criminal. E hirieron a mi compañero, y en estos momentos ¡aún esta con ellos! Luego de que les dije que asuntos me traían a intentar cruzar ese bosque me han traido aquí sin explicarme nada.
Te escucha sin cambiar su gesto de tranquilidad, incluso cuando tu tono se altera.
- Estoy seguro que si han usado la violencia es porque no han tenido otra alternativa, pero no puedo decirte porque fue, aun no me había informado de vuestra presencia. - hace una breve pausa - Disculpa nuestros métodos pero necesitamos asegurar perfectamente todo el perímetro por nuestra seguridad, muchos dependen de que este lugar siga siendo secreto. Y ahora... me encantaría escuchar el asunto que te trae aquí. Si te han hecho venir es posible que pueda ayudarte -
Sigue estudiando tu mirada, parece intrigado.
- Perdone señor Crecio - digo con calma - Queríamos hablar con usted si es posible.
Al hablar me acerco algo a la chica a ver si así consigo sentir algo más fuerte.
Una mujer y un hombre entran en la tienda, a tu espalda. Cuando te giras hacia ellos notas una sensación extraña y realmente tranquilizadora. Como si ya los conocieras a ambos, como si pudieras confiar en ellos. Aunque lo intentaras no podrías explicarlo, pero sabes que no es algo corriente que puedas ignorar y olvidar.
- Perdone señor Crecio - digo con calma - Queríamos hablar con usted si es posible.
Al hablar me acerco algo a la chica a ver si así consigo sentir algo más fuerte.
El anciano se gira hacia la mujer que acaba de entrar en la tienda pidiendo su atención.
- Tendrás que esperar a que acabe con nuestra invitada - dice con tono amable - Podéis quedaros, no hablamos de ningún secreto -
Por mas que te acercas la sensación no se intensifica. Es raro, dirías que es la misma que sientes con Alreen pero por algo tiene como un brillo tenue....
Cuando la mujer se gira hacia ti algo en sus ojos te llama la atención, están como opacos, casi como si carecieran de vida.
-Vengo buscando rastro de alguien llamado Melethor. Tengo entendido que no se encuentra en este mundo ya, pero que siguiendo sus huellas quizá pueda encontrar algo que me sea de ayuda. Cuando lo nombré, me trajeron aqui.
Curiosamente se sentía tranquila con aquellas nuevas presencias, y le daban algo mas de seguridad. Incluso su falta de decisión en cuanto a determinar si estaba haciendo lo correcto o no en cuanto a hablar con ese hombre disminuyó considerablemente.
- Por supuesto señor Crecio - dije esbozando una pequeña sonrisa y sin dejar ver la preocupación en mi rostro. Después me giré a la recién llegada - Si alguien puede ayudarla es el señor Crecio - le respondí para tranquilizar cualquier duda que hubiera en ella como en todos cuando llegábamos aquí por primera vez. - Lamento no poder serle de ayuda, yo llegué ayer aquí.
El anciano sonríe ligeramente hacia Prue.
- Melethor... - repitió llevándose una mano a la espesa barba, acariciándola pensativo. - Si, recuerdo un Melethor. Vino a nosotros en la ultima gran guerra... tienes suerte de esta gran memoria que aun conservo - amplia un poco su sonrisa un breve momento para mostrarse algo mas serio - ¿Debo suponer entonces que has tenido un mal sueño antes de que te enviaran a buscarnos?-
Entre detrás de Prue a la tienda y me limite a escuchar, tanto a Crecio como a la nueva. Parece que cada día llega uno nuevo.
...
Sade quedó unos momentos en silencio. Le habían dicho que no hablara sobre eso a la ligera, así que pensó en no decir nada. Pero se dio cuenta de que aquel hombre sabía algo, y de todas formas una vez llegara al pueblo no tenía idea de que hacer a continuación. Habló de nuevo, y a su voz había retornado el tono de cervatillo asustado:
-Ehh...bueno...no me enviaron a buscarlos a ustedes...ustedes...¿que son ustedes?