Partida Rol por web

Tras atravesar la puerta, llegáis al patio de las gárgolas de la catedral de Notre Dame. Este llamado patio es en realidad un estrecho corredor entre las torres y sillares de la catedral, adornado por multitud de gárgolas, grotescas algunas, burlonas otras, que miran hacia la ciudad de París desde una altura de 46 metros. Es un lugar hermoso, hecho para la contemplación de la ciudad y para reflexionar sobre el pasado y el futuro del hombre. Pero no tenéis demasiado tiempo para la contemplación. 

Tardáis muy poco tiempo en comprender que algo muy extraño sucede en el edificio. El aire está enrarecido, como cuando va a haber tormenta, y por todas partes se oyen murmullos, crujidos, susurros y risas que no parecen venir de ningún lado, pero que sin embargo, vienen de todos a la vez. Parece como si os encontraseis soñando, los sonidos  son amortiguados, los colores extraños y difíciles de interpretar, también se suceden visiones de recuerdos que nunca han tenido o movimientos de las estatuas que es evidente que no pueden realizar.

Unos segundos después de vuestra llegada al patio de gárgolas, una ruidosa campana empieza a resonar en la catedral. En concreto, la del campanario sur, la única que se conserva de época medieval; y es fácil distinguir que está sonando a ritmo creciente, como si fuese un corazón que se estuviese acelerando por momentos.

La belleza del lugar es inmensa, casi como envuelta en un aura mágica, el corredor de gárgolas es un lugar maravilloso, las gárgolas parece que están admirando el espectáculo del eclipse lunar sobre el cielo de París, con la luna siendo lentamente devorada por la oscuridad del universo, mientras una apiñada muchedumbre de parisinos miran al cielo desde la plaza delantera de la catedral, ajenos a la escena que se está produciendo en su amada Notre Dame, a solo unos pocos metros sobre sus cabezas.

A medida que os vais acercando al campanario, mientras que de reojo podéis ver el eclipse, os dais cuenta de que el ritmo de las campanadas se acompasa con el movimiento de este, y que cuando la campana dé su tañido final, el eclipse llegará a su punto álgido. Mientras avanzáis por la galería, esta da un brusco giro a la izquierda y os encontráis en la entrada al campanario, pero hay tres gules frente a vosotros, también podéis ver al líder de los gul realizando una extraña ceremonia en lo alto de la estructura (Entramos en turno de combate). 

Paris, catedral de Notre Dame 00:20 del 21 de abril de 2019.

Vuestro turno. 

Habían resuelto el enigma del túnel para encontrarse con otro mayor de bruces. Si no se equivocaba, las marcas en los pasillos correspondían a algún tipo de iglesia, y, por la ubicación en que estaban, solo podía ser Notre Dame. La bulliciosa catedral, invadida todos los días por hordas de turistas estaba en silencio y desde las alturas cientos de ojos de piedra los contemplaban. Gárgolas, siempre le habían dado miedo cuando era pequeña, imaginando que en cualquier momento podían despertarse de su sueño milenario y despetrificarse para comérsela, pero aquello fue hace muchos años, y no había visto lo que había visto.

Tras ver como los muertos se levantaban de las camillas, o como criaturas como los gules pululaban por el mundo una piedra le parecía solo eso, una piedra, por muy hábil que fuera el tallador para infundir miedo en los corazones. Miró a sus compañeros y no pudo evitar sonreírse. Jean estaba tenso, listo para disparar al primer indicio de peligro. Hékate estaba más allá que aquí, con su aire de misterioso y Jonah, el pobre, todavía tenía cara de susto. Fuera de sus ordenadores estaba muy perdido, como ella, fuera de su morgue. Menudo equipo estaban hechos, y allí estaban, dispuestos a descubrir que había detrás del signo amarillo, jugándose las vidas, metiéndose en la boca del lobo.

Una ruidosa campana comenzó a sonar en el campanario sur. Levantó la vista hacia allá y algo no le cuadró

- ¿No es muy tarde para las campanas?

Miró hacia arriba. El eclipse. El eclipse avanzaba y la campana se aceleraba. ¿Quién podía tocar una campana haciendo que el ritmo se incrementara, sincronizado con el eclipse?

- La campana y el eclipse.... no sé como, pero parece sincronizado, es una locura.

Sacó su defensa, se la puso en la mano derecha y se pasó la linterna a la izquierda. Se dirigieron hacia el campanario y se metieron en una galería, encontrando la entrada al campanario custodiada por tres gules, y tras ellos, un líder gul, el rey amarillo, quien fuera, estaba haciendo una extraña ceremonia, y no hacía falta haber visto cazafantasmas para saber que venía después

- Tenemos que detenerlo, o algo malo va a pasar - No sabía como lo sabía, pero lo intuía. Nadie se pone hacer rituales en un eclipse, nadie con esa cara. Apretó el puño de la defensa y la levantó, lista para aporrear a los gules en cuanto se pusieran a tiro, pero sin dejar el grupo. Se quedaría cerca de Jean, quitándole de encima los gules que llegaran al cuerpo a cuerpo, mientras que él disparaba. 

- Tenemos que detenerlo, o algo malo va a pasar

- Ya te digo... - Dijo Jean. - Hay que reventar al bicho amarillo ese antes de que llame a Gozer el Gozeriano.

A la par que terminaba su chiste malo, disparó su escopeta al gul que tenía directamente enfrente, viendo satisfecho que el bicho sufría el impacto directo.

Con una mirada, evaluó las posibilidades de acertar un disparo al líder de los guls. Había que interrumpir el ritual, y si no podían eliminar a los tres que tenían enfrente para llegar al monstruo, necesitarían acertarle de lejos. 

Antes de la última campanada, le tendrían que distraer, aunque fuera bailando y cantando. Pero mejor, con un tiro en la cara.

Hekate se había mantenido en silencio, sus ojos recorriendo la extraña escena ante ellos. La catedral, las gárgolas, el eclipse, todo era surrealista y amenazante. Pero la urgencia del momento la sacó de su ensimismamiento. La campana aceleraba su tañido, y al parecer el líder de los guls estaba a punto de completar su siniestro ritual.

Sin dudarlo, Hekate sacó una pequeña pistola que había llevado consigo, una precaución que ahora se revelaba como esencial. Apuntó con firmeza hacia los tres guls que custodiaban la entrada al campanario. Sus dedos apretaron el gatillo y su disparo retumbo en el estrecho pasillo.

A pesar de tener que enfrentaros de nuevo a los guls, en esta ocasión no dudáis, tan solo Jonah parece un poco pensativo, el resto atacáis con mayor o menor acierto.

La primera en atacar es la doctora, más acostumbrada a curar heridas que a provocarlas, falla y cae al suelo golpeándose y haciéndose unos rasguños (Dominique pierde 2 puntos de vida). A continuación ataca Jean que no falla con su pistola y hiere a uno de los guls, aun así no logra evitar que otro gul le golpee (Jean pierde 4 puntos de vida). Hekaté acaba con el gul que Jean había herido, pero resbala y cae al suelo. Finalmente el pensativo Jonah dispara contra otro de los guls haciendo estallar su cabeza.

Tan solo queda un gul, pero este lejos de retroceder y huir, os ataca tras mirar hacia el campanario en el que su líder esta a punto de terminar un ritual. La campana totalmente sincronizada con el eclipse, la sensación de que algo terrible ocurrirá es algo tan presente en vuestras mentes, que a duras penas os podéis poner a pensar en otras cosas. 

Paris, catedral de Notre Dame 00:21 del 21 de abril de 2019.

Vuestro turno. 

La violencia no era lo suyo, al menos no ese tipo de violencia. Intentó descargar un golpe con su defensa retráctil y no solo no consiguió abrirle la cabeza al engendro demoniaco, o lo que fuera esa cosa, sino que cayó al suelo y se golpeó las rodillas haciendo que un escalofrío de dolor le recorriera todo el cuerpo. 

Que no esté rota, que no se me haya roto la rodilla.... 

Pero no lo parecía. Los disparos resonaron, y de Jean esperaba que hiciera blanco, pero lo de Hékate le sorprendió. Ni siquiera sabía que supiera disparar con una pistola, y lo de Jonah..... De un disparo. La fuerza que daba el miedo, la desesperación por sobrevivir. Y aun quedaba uno, así que si quería sobrevivir más les valía despacharlo pronto porque sino el ritual acabaría, y cuando acabara..... No lo sabía, pero algo le decía que bueno no iba a ser. Alzó la defensa y golpeó poniendo su peso detrás. El sonido de hueso al romperse le sonó como música a sus oídos.

- Vuelve al infierno engendro. Los muertos no deberían levantarse, y si no estás muerto pronto lo estarás....

Sin tener muy claro si el golpe de Dominique había sido suficiente para romper la cabeza del gul, Jean decidió rematarlo disparando su escopeta a bocajarro contra el monstruo. Si el mundo se iba al carajo por una diferencia de un par de segundos, que así fuera... 

El disparo impacto de lleno en el monstruo con un satisfactorio ruido húmedo. Al final los guls iban a ser blanditos y esponjosos... 

Ignorando al bichejo caído, Jean subió a zancadas hacía donde el gul de amarillo continuaba el ritual, comprobando la munición de su arma y dispuesto a volar la cabeza del bichejo. 

Vaya mierda de día, Gabou. 

Hekate, sorprendida por su propio acierto en el disparo, se puso de pie rápidamente. La conmoción de la caída ya se desvanecía ante la urgencia de la situación. Mientras se enderezaba, vio cómo Dominique también lograba impactar a uno de los guls con su defensa. La coordinación de su equipo era asombosa, y el último engendro yacía en el suelo, inmóvil.

Jean, no perdiendo tiempo, avanzó hacia el gul que yacia sobre el suelo y lo remato. Hekate no necesitó palabras para comprender la necesidad de actuar rápidamente.

-¡Vamos! ¡Vamos! Se nos termina el tiempo. Debemos parar este ritual cuanto antes!-, gritó Hekate con desesperación mientras comenzaba a correr hacia el campanario. Imágenes aterradoras se formaban en su mente, visiones de horrores insondables que amenazaban con ser liberados si no detenían este ritual. No sabía exactamente qué estaba ocurriendo, pero tenía la certeza de que debían intervenir antes de que el eclipse llegara a su punto culminante.

El campanario se alzaba ante ellos, imponente y ominoso. El líder de los guls, ahora sin protección, realizaba sus gestos enloquecidos. No había tiempo que perder. Hekate se unió a Jean, lista para hacer lo que fuera necesario para poner fin a esta amenaza impía.

Entre Dominique y Jean logran acabar con el último gul, su cabeza explota de forma horrible y unos huesos hieren al pobre Jonah que estaba totalmente pasmado.  Este comienza a sangrar por la herida recibida en su mano izquierda.

Los tres guls están inmóviles en el suelo, pero la campana sigue sonando cada vez más rápida, os da la sensación de que su sonido es casi continuo, que esta a punto de que algo terrible tenga lugar, y es ahí arriba en la torre donde parece que se esta llevando a cabo tan horrendo ritual. 

Paris, catedral de Notre Dame 00:22 del 21 de abril de 2019.

Vuestro turno. 

No sabía de donde sacaba la fuerza, pero algo muy dentro de ella la apremiaba a ir hacia delante, a pesar de los gules que se le interpusieran. Las campanas redoblaban cada vez más rápido, tanto, que ya no podía distinguir un tañido de otro, y eso, por pocas películas que hubieras visto era una mala señal. Afortunadamente, Jean, que a menudo no era muy hablador, si que sabía hablar con las pistolas, y le dijo un elocuente "apártate de en medio engendro del mal" que acabó con su último enemigo, no de forma gratuita, sino que intercambio sangre por sangre.

Lo miró por el rabillo del ojo, necesitaba atención médico, al igual que Jonah, y si hablábamos de psicológica, posiblemente todos, pero no era momento para quejarse. La voz de Hékate parecía venir de muy lejos, y los apremiaba a subir al campanario. La siguió, tal vez era la última vez que la veía, y si tenía que morir intentando salvar al mundo como en una película, bueno, nadie le tendría en cuenta que le echara un último vistazo al trasero de la vidente.

Se sonrió con su travesura y elevó la defensa, lista para encontrarse cualquier cosa, y romperla para que el ritual no se llevara a cabo. Tenía que haber algo que pudieran hacer, no quería creerse que ya estaba todo decidido. Su sonrisa se amplió, y entonces empezó a reírse como una loca. Una forense rarita estaba corriendo escaleras arriba para salvar al mundo ¿Quién lo hubiera dicho?

El detective ignoró el dolor del golpe que le había asestado el gul. Quizás le hubiera causado alguna rotura en las costillas, pero tenía claro que un hueso roto iba a ser la menor de sus preocupaciones si el ritual terminaba, así que apretó los dientes y aceleró la subida.

Hékate y Dom subían a la par, pero no veía a Jonah por ninguna parte. Tampoco lo podía culpar, el programador había tenido su ración de golpes y traumas... pero su ayuda habría venido bien.

Court empezó a carcajearse mientras corría escaleras arriba. ¿Se habría quebrado su mente? Jean esperó que no, a la par que se daba cuenta que le recordaba a un personaje de comic... ¿La novia del Joker? ¿Cómo se llamaba? Igual era a él mismos al que se le iba la cabeza.

En todo caso, se preparó para disparar al gul según tuviera línea de tiro.

Tras haber derrotado a los guls podéis acceder hasta lo alto de la torre, justo en el instante en que la campana tañe frenética (sin rastro de nadie que la manipule para hacerla sonar), anunciando el final del eclipse y la llegada de algo horrible para la humanidad. La habitación donde reposa la campana tiene unos 10 metros de lado y es casi un cuadrado perfecto. Justo delante de la campana se haya el gul líder, que ha dibujado un pentáculo en el suelo, alimentado con su propia sangre. En sus manos brilla en la cumbre de su poder, el Signo Amarillo, que, cargado con las energías del eclipse, hace que el aire a su alrededor ondule, fluctúe y muestre imágenes inverosímiles que van desgarrando la realidad a su alrededor, sustituyendo los elementos del campanario por otros que lentamente van formando un paisaje grotesco y alienígena. (Debido a esta visión, perdéis 1D6 puntos de cordura nada más llegar).

A un lado de la habitación, envueltos en túnicas amarillas, están Elisa (la inspectora), Joseph (el anticuario) y dos guls.  Pronto os queda claro que se enfrentarán a vosotros para evitar que podáis interrumpir el ritual, El líder gul parece estar haciendo una especie de portal, por el que posiblemente puede llegar Hastur (el primigenio que controla el signo amarillo) hasta vuestro mundo, lo que significaría la destrucción de buena parte de Paris, y claro vuestra muerte. Y no os queda mucho tiempo para detener el maligno ritual, ya que este parece muy cerca de su finalización.

Paris, catedral de Notre Dame 00:25 del 21 de abril de 2019.

Vuestro turno. 

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Mas guls... ¿es que no se iban a acabar nunca?

Cinco contra cuatro, y además estando heridos... la cosa no pintaba bien para nada, pero bueno, al menos quizás podría llevarse a Elisa por delante. Era una vergüenza para todas las fuerzas del orden del mundo, y debía pagar por su traición.

A Jean se le escapó un gruñido de odio. La inspectora y el anticuario eran monstruos exactamente igual que los guls.

- ¡Hay que detenerlos!

Jean dió un par de pasos hacía la izquierda para enfilar bien a la inspectora y disparó su escopeta, pero apenas rozó a la cultista. Acababa de soltar un tiro de escopeta a cuatro o cinco metros y apenas había rozado a Mace... ¿tendrían algún tipo de protección mística los enemigos?

La escena ante ellos era algo que desafiaba toda lógica y cordura conocida. Hekate podía sentir el peso de la locura aplastándola mientras observaba el retorcido espectáculo que se desarrollaba. Las visiones incomprensibles y la realidad distorsionada ante el poder del Signo Amarillo la sacudieron con fuerza, y perdió un pedazo más de su cordura ya frágil.

Hekate, tambaleándose bajo el peso de la locura y la visión aterradora de ese mundo distorsionado, volvió su mirada a Dominique. En ese momento de confusión y desesperación, buscaba en los ojos de su amiga una chispa de lucidez, una conexión con la realidad. Dominique era su ancla en medio de la locura, la que le recordaba por qué estaban allí, por qué debían seguir luchando. Era como un faro en la tormenta, una guía que la inspiraba a no rendirse y a enfrentar lo impensable. Con un respiro tembloroso.

Sin embargo, no tenía tiempo para dejarse llevar por el horror. Jean, luchando contra la abrumadora oposición de los guls y los traidores, necesitaba su apoyo. Tomando su pistola temblorosa, apuntó a uno de los guls que protegía al líder y disparó con determinación. El disparo resonó en la extraña cámara, y aunque temblaba, logró impactar en la cabeza del engendro.

-¡Jean, mantenla recta! ¡Juntos podemos superar esto!-, gritó Hekate con un toque de esperanza en medio de la pesadilla que los rodeaba. Estaban en un lugar sin sentido, enfrentándose a enemigos inhumanos y una amenaza cósmica. La locura se cernía sobre ellos como una sombra, pero debían seguir luchando. No había otro camino.

Y allí estaba, una forense aburrida del turno de noche corriendo escaleras arriba, con la sangre de un gul en la ropa y dispuesta a salvar el mundo con una porra. Dominique no tenía confianza en poder disparar sin matar a alguno de sus amigos, así que se restringía a armas sencillas, cuchillos, porras, cosas fáciles que hasta una mujer tonta podía usar. No sabía si corría a su muerte o no, pero por si acaso, los últimos instantes de vida que le quedara los podía utilizar en contemplar por una vez el bamboleo de las posaderas de Hékate, tan cercana y a la vez tan inalcanzable.

Cuando la medium se giró la miró a los ojos, y por un momento enrojeció de la vergüenza. ¿La había pillado? No, no podía ser, ella hablaba con los muertos, no era adivina, no podía ser. Sonrió débilmente y pudo ver algo en sus ojos, algo que no estaba bien. ¿Veía algo que no había visto antes? ¿Se había vuelto loca? Fuera como fuese no se pudo preocupar mucho más, pues pronto se destaparía todo el pastel, y era un pastel de cinco pisos, pues el rey amarillo, o como se llamara el macho alfa de los gules no estaba solo. Tenía compañía, entre ellos la inspectora y el anticuario. Dominique les gritó

- Malditos, sabía que estabais en el ajo, pero no os vais a salir con la vuestra, de ninguna manera.

Jean disparó, pero parecía haber perdido toda puntería. Hékate afinó el blanco en una de esas criaturas, y Dominique se fue a por la otra con la intención de contenerla para que Jonah pudiera disparar al jefe gul, o a la inspectora, que debía tener un arma de fuego.

Ellos eran cinco, su grupo cuatro, y estaban heridos, y no tenían ni idea de combatir demasiado. Lo raro sería que salieran vivos.... Al menos le había mirado el trasero a Hékate fijamente. Llevaba tiempo queriéndolo hacer y no se había atrevido. Ahora que todo se ponía cuesta arriba se había atrevido a hacer cosas que no había hecho en toda su vida, tal vez tarde, pero si salía de esa se tiraría en paracaídas y nadaría con tiburones.

Jean no logra acertar con la escopeta, tal vez el ruido la tensión y hasta la magia del lugar le hacen errar su tiro. Cae al suelo, y se hace daño (Pierde 5 puntos de vida por el golpe) y además algunos perdigones alcanzan a un despistado Jonah que parece como ido.  

Pero Hékate no falla y acaba con uno de los cultistas, dejando herido a otro, y Dominique con buen tino acaba con el otro cultista. Una vez eliminados los sectarios, tan solo quedan los tres enemigos principales, sus caras de odio y las fanáticas miradas os dejan bien claro que no habrá posibilidad de dialogar, esto tan solo puede acabar con violencia.

El líder gul esta muy concentrado en terminar su ritual, y en verdad que pareciera que ya lo tiene casi acabado. Por momentos se ve en el cielo una especie de túnel o puerta que conectase con otra dimensión, algo muy lejano y enorme parece asomarse, esperando su momento para poder pasar a vuestro mundo. No sabéis de cuanto tiempo disponéis pero no es de mucho, es de extremadamente urgente que detengáis el ritual. Esa puerta no debe formarse. 

Paris, catedral de Notre Dame 00:27 del 21 de abril de 2019.

Vuestro turno. 

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El sonido del hueso roto le provocó un escalofrío, más cuando se dio cuenta de que eso que aporreaba no era un gul. Bajo las capuchas habían personas, cultistas, personas vivas, con sus sueños, aunque desquiciados, con sus familias, y ella, ella lo había matado y su sangre estaba en sus manos, en su ropa, incluso en su cara. Le subió una arcada y sintió como una gran debilidad se le instalaba en todos sus miembros.

Estuvo a punto de caerse de bruces, pero algo la sostuvo. No sabía si era el instinto de supervivencia, la arrogancia en la cara del anticuario, el odio en los ojos de la policía, un sentido de urgencia a detener el macabro ritual, no lo sabía, pero su cuerpo siguió hacia delante, tembloroso, con una fuerza que no sabía de donde salía. Volvió la vista hacia atrás, buscando a Hékate, una última mirada, una antes de hacer la locura más grande de su vida.

Siempre había sido una mujer sensata, aburrida dirían muchos, así que, en cierto modo, tenía sentido que todas las locuras reprimidas se manifestaran en ese momento. Cargó, levantó la defensa y se lanzó hacia el gul que estaba al mando del ritual. Una voz chillaba que no lo hiciera, que se exponía, que seguro que no llegaría en cuanto la inspectora le disparara, que las uñas del gul la desgarrarían, pero aun así corrió, tambaleándose hacia su objetivo.

- Seas el rey, el emperador o el dios de amarillo no te voy a dejar que la llames. Te voy a abrir la cabeza aunque sea la última cosa que haga

Lanzó el golpe, y fue tan desastroso, que casi se cayó de boca. Era torpe, era solo una mujer, doctora, ¿En que mundo podía alguien como ella salvar el mundo?

La cosa no pintaba bien... 

Jean se miró el pecho, sangrante. Por suerte, el no tenía que cargar con una porra contra el monstruo, como tan valientemente hacía Dominique.

Y en se momento vio como la doctora trastabillaba y estaba a punto de caerse sola. Bueno, en este caso, la intención no era lo que valía. El detective renqueó un par de pasos hacía delante, y apunto con cuidado su escopeta contra el gul, antes de abrir fuego. Puede que fuera lo último que hiciera, pero desde luego iba a intentar llevarse por delante al horror harapiento antes de que acabara el ritual.

Con satisfacción observó que su tiro esta vez había sido certero.

- Pues de donde vino eso, hay más. - Dijo Jean, con una mueca salvaje, mientras le manaba sangre por la boca.

El tiempo pareció detenerse para Hekate cuando vio a Dominique correr hacia el Gul líder con determinación. Un grito desgarrador de -NOOOOOO-, brotó de sus labios, resonando en la atmósfera cargada de la catedral. En ese instante, una mezcla abrumadora de emociones se agolpó en su pecho: el miedo a perder a su querida Dominique, la angustia de enfrentar lo desconocido y la presión aplastante del tiempo que se agotaba inexorablemente.

Cada paso de Dominique parecía eterno, como si el destino los observara con malévola lentitud. Hekate sentía cómo le faltaba la respiración, como si el aire se tornara más espeso con cada paso que daba su querida. Pero la valentía de Dominique, su sacrificio, actuó como un disparador en el corazón de Hekate.

En el momento preciso en que Jean disparó, la imagen se volvió surrealista, como si estuvieran inmersos en una pesadilla interminable. El ruido de las armas perforó sus oídos, y antes de que pudiera pensar demasiado, su propio dedo apretó el gatillo de la pistola. Un fogonazo de dolor y coraje se encendió en su interior mientras el proyectil atravesaba el aire. Era un acto de desesperación, un intento frenético por detener el mal que acechaba.

El impacto resonó en la catedral, y Hekate, agarrando su pistola con las manos temblorosas, se dio cuenta de que este era el momento en que debían luchar juntos, unidos por la adversidad, por la esperanza de detener el ritual y salvar a París de la pesadilla que se cernía sobre ellos.

Dominique tras estar a punto de marearse y caer al suelo, se endereza y mira con determinación al líder de los guls, que parece ser el que esta llevando a cabo el ritual y que tiene en sus manos el brillante signo amarillo. Avanza con determinación y le da un fuerte golpe con su porra. A pesar de que el gul casi ni se inmuta, parece hacerle perder algo de tiempo. Su gesta tiene como recompensa un tiro del anticuario que le hace una herida en el brazo izquierdo (Pierde 3 pv, ya anotado en la hoja de personaje).

A continuación es Jean quien apunta y dispara con su escopeta, a pesar de tener a Dominique en la línea de tiro, no le ocasiona ningún daño, dándole al líder gul de lleno. Y ahora si que podéis ver como este se tambalea y hasta el sonido de la campana que casi es continuo, parece hacerse un poco más lento. Pero la inspectora Mace no pierde el tiempo y dispara con su pistola, dejando inconsciente a Jean (Tiene 0 puntos de vida, ya esta anotado en la ficha. Esta inconsciente a las puertas de la muerte. Se le podría estabilizar).

Hékate abrumada por tanto dolor y por la enorme cantidad de magia, que esta emanando del signo amarillo y de toda la zona del ritual, es casi incapaz de hacer nada. El cielo parece querer abrirse, falta muy poco para que el ritual consiga traer a Hastur a vuestro mundo. A pesar de su fallo, nota como el gul esta siendo debilitado y esto le retrasa un poco. Pero la caída de Jean, la deja en la desesperación. La inspectora Mace le dispara a la pierna y Hékate cae al suelo (pierde 6 puntos de vida, ya anotados en la ficha)

Jonah sale de su estupor para disparar contra el líder gul, este vuelve a tambalearse, pero no cae, y continua con el terrible ritual. Y recibe el rasponazo de una bala disparada por el anticuario, que le hace una pequeña herida en la pierna derecha (Pierde 2 puntos de vida, ya anotado en la ficha).

A pesar de vuestros esfuerzos, el ritual continua, tal vez hayáis ganado algo de tiempo, pero aun tenéis que detenerlo.

Paris, catedral de Notre Dame 00:27 del 21 de abril de 2019.

Vuestro turno. 

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