Partida Rol por web

Dexter no ha tenido tiempo de entrar en el coche, pero por suerte solo tendrá que comprarse un traje nuevo. Su mirada inquisitiva pasea rápidamente por el lugar y detecta a aquellos dos hombres que, tras las palabras de Whitey Alexander, solo pueden ser dos mafiosos. ¿Esbirros de Bugsy Siegel quizás? Lo último que faltaba en Los Ángeles es una batalla campal entre bandas mafiosas.

¿Quiénes son esos tipos? Dexter se fija en ellos mientras se marchan y se queda pensando, tratando de hacer memoria sobre si los habrá visto anteriormente.

No son rostros fáciles de olvidar. Estos últimos meses, Dex ha estado merodeando por los alrededores de A.M. Hillyer and Co., un almacén de revistas situado en Pico Street, cerca de Grand Avenue, y está seguro de haberlos visto por la zona de carga del lugar.

En cualquier caso, arrancas tu vehículo y sales del recinto de El Alegría en dirección a la casa de los Deakin, en Beverly Hills, un barrio donde residen las clases más distinguidas de Los Ángeles, al oeste de Hollywood.

Indiferentemente de si pasas por tu oficina o tu domicilio para cambiarte la gabardina, finalmente llegas a las puertas de una mansión de estilo neoclásico y tres plantas. Un mayordomo que responde al nombre de Wheatcroft, te recibe en el vestíbulo y, poco después, te encuentras con Margaret.

No le gusta la idea de interrogar a Helen, cualquier tipo de presión sobre ella podría provocarle un nuevo ataque, pero accede a que se lleve a cabo la reunión en su habitación en el segundo piso.

Cuando le hablas del casino, Roscoe y Whitey Alexander, Margaret hace un alto en la escaleras mientras os dirigís a la habitación de Helen.

- Lo siento, Dex, supuse que al final llegarías a eso... Yo... solo intento proteger a mi familia, mantener a mi padre al margen.

Margaret te habla de su padre. Ha dedicado toda su vida a la empresa familiar, pero cuando murió su madre, todo cambió. Dejó la empresa en manos de sus hijas y empezó a frecuentar antros de juego y, probablemente: "Lugares peores." Realmente es ella, Margaret, quien dirige la empresa, ya que Helen: "Ha demostrado haber heredado la vena irresponsable de mi padre."

Roscoe llegó a endeudarse tanto con Whitey que llegó a poner en peligro su propia vida. "Eso fue hace seis meses."

Margaret pagó sus deudas, "Pero le advertí que, si se metía en más líos, él sería el único responsable".

- La empresa debe cumplir sus obligaciones para con los otros accionistas, y no puede usarse como pozo sin fondo para los excesos de Roscoe. - te explica - Según él, ha aprendido la lección y ya solo apuesta cantidades que se puede permitir perder.

Sobre su relación con Whitey, se echa las manos a la cabeza. Pero... en qué pensaba esa muchacha... ¿crees que tienen algo que ver con esto?

Dex no puede impedirlo. Tan pronto como se ve delante de Margaret vuelve a recordar las palabras de Marshall Daly: «sargento disfrazada de gatita». Quiere recriminarle que no le haya mantenido informado, pero mierda, la presencia de esa mujer le resulta intoxicante al detective, que casi se queda hipnotizado mirándola y tiene que forzarse a sacar la libreta y tomar notas para evitar que la cosa se ponga peor y poder concentrarse.

—No sé, Margaret —dice respecto de qué podían traerse Whitey y Helen. De pronto, Dex se da cuenta de que está llamando a Margaret por su nombre de pila. Eso le parece algo ligeramente excitante, como si hubiera franqueado algún límite que la acercara más a ella—. Creo que Helen estaba a dos bandas con Whitey y Marshall Daly. ¿Es posible que…? Bueno, verás, parece que Whitey Alexander le perdonó la deuda a tu padre por tu hermana Helen. ¿Crees que es posible que Helen esté… pagando, por así decir… a Whitey con esa relación, que esté saliendo con él solo para que le perdone la deuda a tu padre?

También se da cuenta Dex de que acaba de empezar a tratar de tú a Margaret Deakin. Una vez más, siente como si hubiera franqueado una nueva línea de acercamiento a esa mujer que en aquel momento le parece irremediablemente atractiva. Da un paso más hacia ella, incluso, sin poder evitarlo. Tiene que hacer todo el esfuerzo que puede para controlarse.

—Varios me han dicho —dice al fin— que eres una mujer férrea. Alguien incluso te ha descrito como… una sargento disfrazada de gatita.

Dex sonríe un poco, de medio lado, tras decir esto, pero enseguida empieza a darse cuenta de que está entrando en terreno peligroso y se arrepiente de haberlo mencionado justo tras haberlo hecho. Carraspea.

—Quiero decir —trata de corregirse—. ¿Has escuchado hablar alguna vez de La Luz Argéntea? ¿Ha mencionado ese nombre Helen alguna vez?

Margaret titubea ante tu cuestión. No quiere creer que sea así, pero, de acuerdo a la vida desenfrenada que solía llevar Helen, cosa nada rara en una chica de veinte y pocos años, podría llegar a pasar. Exhausta, se lleva la mano a la sien.

- No sé Dex, podría ser. La deuda quedó saldada por mi cuenta, por lo que el asunto debería estar zanjado. Deberé tener una charla con mi padre al respecto.

Margaret no sonríe ante el coqueteo. Parece muy preocupada por su hermana. Saca una llave de su chaqueta y retoma el camino hacia la habitación de Helen.

- Supongo que es inevitable que la gente exprese su opinión acerca de los demás. Pero es alentador. No sabes la cantidad de tiburones con los que tengo que enfrentarme a diario. 

A Margaret le sorprende que sigas ese rastro. Ya te comentó en la primera entrevista lo que sabía. Cuando su madre enfermó, Helen propuso visitar uno de "esos centros raros de curanderos, luces argénteas y maestros ascendidos. Verdaderas majaderías. No le dimos mayor importancia."

Margaret abre la puerta y le dice a Ella, la enfermera, que disponga a Helen. La observas de espaldas, sentada en una cómoda silla, con el pelo un poco revuelto y una bata rosa de buena seda. Aprovechas el momento para fijarte en la habitación y escudriñar por encima. Te percatas de que han quitado algunos muebles y objetos, seguramente aquellos con los que pudiera dañarse, pues no hay espejos, tijeras, limas de uñas... nada cortante.

Por fin, sentada en el borde la cama, ves que la bata se desliza ligeramente por el hombro dejando al descubierto un recatado camisón de encaje. Rápidamente, Margaret se lo sube de nuevo y le pasa el peine por el desmarañado pelo rubio. 

Lo único que hace es mirar fijamente hacia delante, moviendo a veces los labios como si murmurase algo, pero no emite ningún sonido.

Dexter se queda pensando en los asuntos de los Deakin con Whitey Alexander. Aquello no le termina de gustar del todo. Y, sobre todo, no le gusta que Margaret haya guardado esa información y que haya tenido que ser él quien la obtuviera.

El hecho de que Margaret no responda a su estúpido coqueteo le hace darse cuenta más aún de lo ridículo que ha sido y vuelve a carraspear, como tratando de olvidar esa situación. «Estúpido Dex, concéntrate». La presencia de esa mujer consigue intoxicarlo.

Al fin, cuando llegan al cuarto de Helen y Dex la ve, en aquel estado, siente profunda pena por aquella joven muchacha. Recuerda las palabras de Marshall Daly y Whitey Alexander sobre Margaret Deakin, tratando de echarle la culpa del estado de Helen. Sin embargo, no puede ser así, piensa Dex. Esa chiquilla apareció con sangre en sus manos; debió atravesar alguna situación complicada. Mack sabría interpretar algo más, seguro.

—¿Sabe, señorita Deakin? —le pregunta Dex a Margaret, recuperando el trato formal con ella para alejarse de su anterior coqueteo—. Tengo un amigo que quizás podría ayudar a su hermana. El doctor Jeff Mackintosh. Se dedica a la psicología, es un gran profesional y un buen tipo. Podría traerlo conmigo mañana para que le eche un vistazo a Helen.

Volvió a mirar a la pobre criatura y sintió pena por ella una vez más. Mierda, Los Ángeles era una ciudad que devoraba a sus criaturas como pequeños platillos de aperitivo. Pobre muchacha.

—Si Helen pudiera hablar sería muy valioso. Quizás podría decirnos algo de lo que vio. Tengo la sensación de que esa gente de la Luz Argéntea podría estar detrás de esto. Son chalados y fanáticos, por lo que he escuchado.

Volvió a mirar a la pobre criatura y sintió pena por ella una vez más.

Haz una tirada de Estabilidad. 

Cuando te fijas en Helen, la miras a los ojos y sientes una sensación vertiginosa, como si se abriera un inmenso vacío en sus pupilas y estuvieras cayendo en su interior, como si la locura imponente en el trauma de la joven intentase arrastrarte a sus profundidades.

Pero no. Vuelves en ti después de haberte dejado llevar por un instante.

En esta ocasión has obtenido un Avance, y tu primera Ventaja.

Helen se remueve inquieta y comienza a agitarse. A una señal de Margaret, la enfermera se encarga de ella y te acompaña a la salida. 

- El psiquiatra de Helen es el doctor Mainwaring, su diagnóstico afirma que ha sufrido una crisis nerviosa devastadora a consecuencia de algún tipo de evento traumático grave, aunque, por desgracia, desconocido. Por eso estás aquí, Dex, para averiguar quién le hizo esto. Ya has visto su estado, no creo que nos ayude otro psiquiatra. - dice en relación a la visita de Mack.

Va a ir esta misma noche a visitar la secta?

Al mirar a Helen, Dex siente una extraña vorágine. No puede entender qué es lo que ocurre, cómo puede ser que de pronto se sienta arrastrado de esa forma hacia ella o, más bien, hacia una especie de abismo que parece abrirse en ella.

Pero no. Sacude la cabeza y escucha las palabras de Margaret, moviéndose para avanzar con ella y olvidando lo que fuera que había en la mirada de Helen. Nada, solo debe ser cansancio, piensa Dex. Nada importante, en realidad, ese supuesto abismo no debe ser nada más que sugestión, cansancio.

—Aun así —responde—, tengo confianza en Mack. Déjeme que hable con él y le cuente la situación. Precisamente, como quiero descubrir quién hizo esto, creo que deberíamos quemar este cartucho. Si su hermana fuese capaz de hablar o contar algo, sería un indicio maravilloso.

Se queda pensando un momento.

—En cualquier caso, voy a acercarme a ver a esa gente de la Luz Argéntea ahora mismo. Temo que puedan estar detrás de esto. El fanatismo nunca da como resultado algo bueno…

A Margaret le parece bien que cuentes con Mack para desentrañar el misterio que envuelve el estado de Helen, pero tras la breve reunión, está segura de que su hermana no va a responder a ninguna pregunta y, como mucho, volverá a darle otro ataque. Además "Helen ya tiene al mejor especialista de Los Ángeles". La gatita ha sacado sus galones a pasear.

Como dijo Madame Eva, la ciudad de Los Ángeles es tan alocada e impredecible que resulta un campo de cultivo ideal para personas con inclinaciones espirituales. Abundan las sectas y los cultos, desde cristianos ascéticos y rosacruces rurales hasta los precursores del movimiento New Age. Por cada adepto sincero hay un charlatán dispuesto a esquilmar las cuentas bancarias de aquellos interesados en lo espiritual, ya de por sí bastante castigadas por la Gran Depresión.

Poco después llegas a Loma Linda Avenue, en Hollywood, y te encuentras con un chalet de estilo rural acondicionado para el espiritismo hermético. Un hombre enjuto te recibe cuando llamas al timbre y, en principio, parece querer despacharte al no reconocerte como miembro y ser "muy tarde para las visitas sin cita". Sin embargo, mencionas a Helen Deakin y la importancia de hablar con Clara Nebel al respecto. Tras unos minutos, la propia Clara sale a recibirte.

- Pase, señor Raymond, pase. - Ambos pasáis a una salita iluminada con velas. El ambiente es silencioso y relajante - Le apetece un café, una infusión tal vez? Y ya de paso quizá pueda decirme el motivo de su visita. Es amigo de Helen? Le ha hablado ella de nosotros?

Parece una mujer muy segura de sí misma, bien arreglada y con cierto glamour propio de su edad madura. La mujer escruta tus ojos con una mirada astuta pero paciente, como la de una abuela a sus imberbes nietos.

Todo ese asunto de los chiflados fanáticos le parece una estupidez a Dex. Es decir, le parece una estupidez en lo que a sus creencias se refiere, claro, no así en lo que son capaces de hacer. Desde luego, el detective no tiene duda de que alguien fanático sería capaz de grandes atrocidades. Y esa parece ser la mejor pista que tiene hasta el momento, una vez que la implicación de Marshall Daly y Whitey Alexander parece más o menos descartada.

Claro que, mientras maneja en su coche bajo la tarde de Los Ángeles, Dex se pone a pensar de nuevo en ese coche bomba, en los rivales de Whitey. «Es mi chica». ¿Y si los rivales de Whitey también lo sabían? ¿Y si lo que le hicieron a Helen era un aviso para él? Dex no puede descartar esa opción, pero La Luz Argéntea sigue siendo ahora mismo su mejor baza.

No piensa tomar una gota de líquido en aquel lugar. A saber qué drogas alucinógenas consume esa gente.

—Estoy bien, gracias —responde al ofrecimiento de té o café—. Ya sabe, no bebo mientras trabajo —dice irónicamente en algo que solo puede ser tomado como una broma—. Conozco a Helen Deakin. Ella siempre habla de La Luz Argéntea, efectivamente. Está entusiasmada con este lugar. —Por el momento, Dex esconde la realidad de Helen, prefiere indagar un poco más antes, tantear el terreno—. Dice que este lugar es curativo, que purifica. Y, no le voy a engañar, señora Nebel, me intriga mucho el entusiasmo de Helen. ¿Qué hay en este lugar que pueda resultar tan… entusiasmante?

El enjuto hombre que te recibió vuelve a la salita con una taza humeante de algún tipo de hierbas que desprende un olor intenso y Clara comienza a darle vueltas con una cucharita.

- Ahh, mi querida Helen es una mujer encomiable, de buen corazón y bondadosa, un ser de luz que habita en estas tierras dominadas por fuerzas sombrías. Aquí encontraba aquello que la hacía feliz, esa carga positiva que nuestro cuerpo y nuestra mente requieren para seguir adelante en el tortuoso camino de la vida.

La mujer sonríe quitando hierro a palabras que parecen escupir de su boca para crear una sensación en la que el mundo es un lugar amoral que requiere del tipo de ayuda espiritual o personal que Clara y su centro pueden ofrecer.

- Y dígame señor Raymond, qué interés tiene en acudir a mí para hablar de Helen?

Dexter no sabe de qué son capaces esas personas. No sabe hasta qué punto puede decir la verdad, hasta dónde ser incisivo, qué cartas mostrar y qué cartas guardar. Se mueve en terreno incierto e inseguro.

—Tengo razones para pensar que a Helen le pasó algo —dice al fin, decidiendo ser más directo—. Algo malo, por supuesto. Aquí, en la Luz Argéntea. No digo que sea usted la culpable de ello, ni mucho menos, pero estoy seguro de que si hubiera alguien aquí que lo fuera, bueno, usted cooperaría en encontrarlo, señora Nebel. Y eso me gustaría, que me ayude a encontrar a quien le pudo hacer daño a Helen. Dígame, ¿qué tipo de prácticas suceden en este lugar, con o sin su propia supervisión?

Clara realiza unos gestos nada halagüeños ante la mera insinuación.

- Aquí, en la Luz Argéntea? Ui, no no. Créame señor Raymond, que no hay nada que pase en este lugar de lo que no tenga conocimiento, se lo aseguro. - responde sonriendo.

- Es policía, investigador privado? Hace semanas que no hemos visto a Helen por aquí. De hecho, estos últimos meses venía con menos asiduidad. Hace ya dos años que se incorporó a la orden, sabe? La muchacha no encajaba en ningún lugar, y cuando murió su madre vino a nosotros para reorientar su espiritualidad.

Unos instantes de silencio.

- Lo que sea que le haya ocurrido, le puedo asegurar que no ha sido aquí. La última vez que hablé con ella... había algo que no iba bien. Se la veía distinta, percibí una oscura nube envolviendo su aura, antes prístina. Incluso le ofrecí un ritual de protección, y ella dijo que le parecía bien, pero desde entonces no he vuelto a verla.

En principio ya te ha comentado algunas cosas sobre Helen referentes a la propia secta.

- Helen se incorporó a la secta hace un par de años, tras la muerte de su madre, en una forma de encontrar paz espiritual, y tal vez alguien con quien poder soltar todo lo que tiene dentro. Aquí podemos tener en cuenta lo que dijo Margaret en tu oficina: ella y Helen eran muy amigas, pero tras la muerte de su madre y hacerse cargo con las responsabilidades empresariales (además su padre con depresión) se distanciaron y apenas se hablaban. 

- También te ha dicho que la última vez que hablaron fue una semana antes de su desaparición (7 semanas), y percibió algo oscuro en ella, como una nube de maldad antigua y cruel. Le ofreció hacerle un ritual de protección y ella accedió, pero no volvió a verla desde entonces.

Clara habla a veces con acertijos, haciendo alusiones a antiguos misterios y dioses innombrables. Incluso te habla de una visión profética que le fue revelada la última vez que estuvo con Helen, aunque no entiende su significado, "un gran balancín que antaño se movía pero ahora está parado". 

Cuando le preguntas sobre Margaret, te la describe como "tristemente corta de miras". Las donaciones de Helen a la orden se vieron muy mermadas cuando su hermana se volvió más estricta con el control de las cuentas. "Muy desafortunado, ya que hay grandes obras que llevar a cabo para prevenir el desastre en un mundo cada vez más oscuro..."

Al preguntarle sobre noviazgos, te habla de Marshall Daily, "un tipo muy guapo, aunque no era el único... pero, sin duda, el peor era ese Whitey Alexander. Le advertí sobre él, y también sobe ese lío que tenía con el contable, un tal Phil Block. Últimamente andaba metida en algún asunto turbio". Clara niega con la cabeza con un tinte de preocupación sobre su acólita.

El asunto turbio viene de que el tal Phil Block parece ser el contable de Alexander, algo que a Clara no le gustaba y de ahí que le advirtiera (la nube oscura y el ritual de protección).

Todo ese asunto de visiones proféticas, oráculos y demás rollos místicos le parece una bobada a Dexter. Toma nota en su libreta, aun así, pues nunca se sabe qué información puede ser relevante. Además, las creencias de la gente pueden ser un perfecto motivo para actuar, por ridículo que a Dex le parezca.

—¿Y cómo sabe que eso del balancín es profético, señora Nebel? —pregunta, en parte por cinismo, pero también en parte porque le gustaría saber cómo piensa esa mujer—. Quizás sea solo un recuerdo de su propia infancia, que le ha vuelto ahora a usted.

La información sobre Margaret no le parece muy relevante. Toda la gente con la que habla parece tener una idea similar de Margaret, que Dexter lo achaca al hecho de que no les gusta ver a una mujer con semejante poder cerca de ellos. Y, sobre todo, una mujer capaz de decirles que no a sus caprichos. ¿Quizás el enfriamiento de la relación entre ambas hermanas tuvo que ver con que la señora Nebel haya ejercido una influencia cizañera con Helen? Dexter no lo descarta.

—Phil Block, dice usted. —Ese pedazo de información sí parece tener algo más de sustancia—. ¿Qué le induce a usted a pensar que ese Block y Helen Deakin estaban metidos en algún asunto turbio? ¿Es algo que le dijo la propia Helen? Cuénteme más acerca de ese asunto y de ese Block.

No lo conoce personalmente.

Te explica que, tras la muerte de su madre, Helen se distanció de su hermana y recurrió a la orden para formar parte de algo. Clara entabló una relación de confianza con ella, al igual que el resto de sus acólitos, y le contaba acerca de su vida. 

No le ha contado que estuviera haciendo negocios turbios, ni con Phil Block ni con nadie, pero sí que le hablaba de sus relaciones con los hombres, buscando consejo. Así se enteró de que salía con el contable de Alexander. Este último es un tipo peligroso, además de mayor para Helen, por lo que no le gustaba el asunto y temía por su seguridad. Sin embargo, no conoce al tal Phil, de hecho no conoce personalmente ni a Daly ni a Whitey.

Su visión procede de poderes misteriosos y ocultos tras lo que ella llama el Velo. Aunque no profundiza en su explicación, suenan nombres como Nodens o Carcosa, que no te suenan de nada. Como bien dices, chorradas místicas.

Una vez más, esas explicaciones sobre el velo y poderes misteriosos le resultan tonterías de místicos con ganas de creer en cualquier cosa. Aunque Dex siente que no ha avanzado demasiado hablando con Clara Nebel, también está convencido de que esa mujer debe saber mucho más de lo que dice. El detective desconfía de ella y decide llevar a cabo una estrategia más… indirecta.

Si la mujer y su secta están involucradas, como Dex piensa, nunca le dirá nada. Así pues, el hombre decide que lo mejor será seguir a Clara Nebel. Ahora que la mujer está sobre alerta de que alguien está indagando sobre Helen Deakin, quizás haga algún movimiento que revele más sobre ella y su involucración en este asunto.

Así pues, Dexter decide que esa noche se quedará de guardia fuera de La Luz Argéntea, esperando por si Clara Nebel sale a algún lugar para hablar con alguien. Phil Block podrá esperar hasta la mañana siguiente.

—Le agradezco su tiempo, señora Nebel. Espero que pronto pueda tener una idea más clara sobre lo que le ocurrió a Helen Deakin. No le robaré más tiempo.

Tras decir esto, Dexter se pone en pie, dispuesto a marcharse. Sin embargo, su idea es quedarse en los alrededores, vigilando el chalet de La Luz Argéntea para, en cuanto salga Clara Nebel, seguirla donde vaya.

La noche pasa lentamente en Los Ángeles mientras observas pacientemente en tu coche, en un lugar apartado esperando seguir a la enigmática Clara Nebel. Los minutos se alargan y la tensión aumenta con cada hora que pasa. Finalmente, cuando el reloj marca las primeras luces del alba, Clara Nebel emerge del edificio, envuelta en un abrigo oscuro y con una expresión imperturbable en el rostro.

Con sigilo, la sigues a través de las calles sombrías de la ciudad. Para tu sorpresa, en lugar de adentrarse en oscuros callejones o reunirse con cómplices, Clara Nebel parece estar llevando a cabo tareas mundanas. La ves hacer la compra en un pequeño mercado, recoger un paquete en la tintorería y luego dirigirse a una tienda de reparación de máquinas de escribir.

Intrigado y desconcertado por el giro inesperado de los acontecimientos, te mantienes a distancia, observando cada movimiento de Clara con atención. ¿Qué conexión pueden tener estas aparentemente simples tareas con la oscura secta y el estado de Helen? Determinado a descubrir la verdad, decides dejar de seguir los pasos de Clara Nebel, tal vez sea el momento de investigar otros cauces.

Después de horas de espera y del posterior seguimiento, Dex se convence de lo inútil que resulta seguir a Clara Nebels por la ciudad de Los Ángeles. O la mujer no oculta nada o simplemente lo que oculte no está tan a la vista. Así pues, por el momento Dex decide abandonar ese rastro y decide dirigirse de nuevo al casino El Alegría, con la intención de ir a buscar a Phil Block y entrevistarse con él.