Partida Rol por web

A Bjorn no le importaba lo que allí había pasado. ya estaba solucionado, o eso parecía. Los meurtos estaban donde debían y no se movían. La recuperación del extraño Luc no le sorprendió y siguió su marcha hacia el pueblo par aintentar ayudar a los ciudadanos del lugar, o morir en el intento, lo que quizá sería mejor, pero no se podía hacer nada si Moradín, el único dios, según se seguía demostrando, no lo quería. Debía seguir lo que éste ordenase, le gustase o no.

Tyfan dejó de investigar y escuchó a luc como había vuelto a la normalidad, si es que a eso se le podía llamar normalidad. Decidió que sin haber malvados a la vista o tesoros sería mejor volver al pueblo. - Debemos ir con Bjorn, el pueblo podría estar aún en peligro. - Sigue al enano.

El enano comienza a caminar hacia el pueblo, pensando en los oscuros acontecimientos ocurridos, con pocas esperanzas de llegar a tiempo. El mediano empieza a correr detrás de él para tratar de alcanzarlo. La profecía de Valana, la vistani que os leyó el futo en el pantano, vuelve a resonar en vuestras mentes:

La muerte caminara con la tormenta que se aproxima, y vosotros debéis de encontrar la manera de ponerlos a descansar. De lo contrario, la lluvia se convertirá en sangre ¡Os ahogara a todos! a vosotros y a todo Marais d´Tarascon.

El cementerio sigue desierto al igual que el embarrado camino que baja hacia el pueblo, no se hoyé nada, todo está en silencio. A media que os acercáis mas al pueblo veis algunos zombis muertos, atravesados por flechas o con fuertes golpes seguramente causados por piedras, pero el numero de zombis muertos en las calles es muy bajo en comparación con la horda de muertos vivientes que se aproximaba al pueblo durante la tormenta.  

Recuerdas la profecía de Valana, la vistani que os leyó el futo en el pantano:

¡El perdido os ha llamado!,

La muerte caminara con la tormenta que se aproxima, y vosotros debéis de encontrar la manera de ponerlos a descansar. De lo contrario, la lluvia se convertirá en sangre ¡Os ahogara a todos! a vosotros y a todo Marais d´Tarascon.

El perdido debía de ser Luc que os llamaba en busca de ayuda, y la muerte que se acercaba con la tormenta los zombis levantados por Marcel. También la advertencia cobraba sentido:

Cuidado con el loco, cuidado con su sangre

Na hacía referencia a la sangre como tal, sino a los lazos de sangre familiares. El loco debía de ser Jean y la sangre debía de hacer referencia a su hermano gemelo Marcel.

Ahora todo parece claro como una mañana de primavera, Luc no estaba ni poseído ni maldito, solo estaba traumatizado por un hecho de una maldad suprema, y este hecho era la conversión de su hermano en Lord zombi. Luc debió de ver como Marlce se convertía en zombi seguramente firmando un pacto con alguna entidad maligna o por mediación de algún objeto maligno, pero en la cripta no había ningún objeto de estas características. La muerte de Marcel, la causa de su trauma, ha debido de liberar la mente de Luc de la pesada carga devolviéndole a la realidad.

También explicaba cómo había actuado Jean, el hermano gemelo de Marcel, el cual a diferencia de Luc que quedo traumatizado por la conversión de su hermano, Jean trato de seguir sus pasos para convertirse en Lord zombi por eso los asesinatos del pueblo.

Luc también debió de haber leído los pasajes del pergamino de Hyoska sino como él iba a saber de su contenido, y el último pasaje que ha recitado predecía la muerte de su hermano ¿el resto de pasajes también predecirían hechos que debían de ocurrir?

En cuanto recuerdo la profecía de aquella vistani que encontramos tan sólo llegar a este extraño lugar me detengo y pienso si podría haber algo más en aquella cripta o en aquel cementerio que pueda "poner a descansar a los muertos".

Veo a Tyfan llegar tras de mi y le digo:

-¿Habéis encontrado algo allí? Creo que necesitamos el famoso pergamino que nos envío a buscar Brucias, pues según la profecía de la vistani, sólo cuando "pongamos a descanasar a los muertos" todo acabará...

Así que vuelvo a la cripta si no veo a todos mis compañeros venir hacia el pueblo

 Antes de partir, se acercó a Luc y le dijo entono quedo.

 - Estaremos en el pueblo, allí fueron algunos zombis y tememos por los lugareños. Cuando hayas hecho tus oraciones, encuéntranos allí. Tenemos que hablar.

Y tal como habian aparecido los muertos, estos desaparecieron. Pensó Fronchens. No era un poeta, ni le gustaban las profecias ni los acertijos, pero después de aquel pensamiento, una leve sonrisa irónica apareció en sus labios. No pudo sonreir más pues las heridas sufridas por el maldito nigromante empezaban a doler...y mucho.

Gracias, supongo dijo a Luc.

 Vayamos a la posada compañeros, a lo mejor queda algún zombi rezagado por ahi.

Fronchens empezó a salir de la cripta agarrandose un poco en el costado, el descanso puede posponerse un rato mas

A medida que os acercáis al pueblo el sol comienza a salir, las calles están llenas de cuerpos putrefactos a medio descomponer. El número de zombis destrozados aumenta a medida que os acercáis a la posada, pero no es nada comparado con la pila de cuerpos que se amontonan desordenadamente contra la pequeña tapia de madera que rodea la posada. La pared de madera ha sido reforzada en varios sitios con carros volcados y montones de muebles, pero esto no ha servido para contener la horda ya que la puerta está abierta, totalmente astillada por los golpes de los impíos cadáveres. Una vez en el patio contempláis con horror tanto las ventanas que habían sido apuntaladas como la puerta también han saltado en pedazos.

Dentro del gran edificio de madera solo se escucha el silbido del viento a través de las ventanas rotas, en el centro de la sala se amontonan varios cadáveres putrefactos, en el centro de montón de cadáveres esta el cuerpo de Deruno, el enano que regentaba el almacén del pueblo, con las tripas fuera y un gesto de dolor en la cara aunque aun sostiene con fuerza un pico. Justo a su lado yace el cuerpo del aguacil, su cota de mallas está totalmente destrozada y uno de sus brazos ha sido arrancado de cuajo. Junto al cuerpo del enano y del aguacil se encuentran los cuerpos de varios campesinos armados con palos, picos y hachas.

 El rostro de Etaliun, con el pelo pegado al cráneo, aún húmedo tras la tormenta, mira con rostro abatido la escena. A pesar de sus esfuerzos, parece que no lograron detener la catástrofe.

 Su mirada, empañada por el cansancio y las lágrimas que amenazan con bajar por las mejillas, pasea por el triste salón. Pero no encontrando lo que busca encamina sus pasos hacia las habitaciones de arriba.

- ¿Dónde estáis?

 Pregunta con voz ronca.

- Ya terminó todo, Marcel, quien levantara a todos esos difuntos de su reposo, ha sido eliminado... ¿¡ Katia!?

Observo con desolación aquellas escenas dantescas de muertos esparcidos por todos los lados, muertos putrefactos que una vez tuvieron movimiento inmerecido otorgado por una magia negra y oscura, antinatural, no como aquella que Moradin le concedía a él. Llegando al último refugio, los muertos putrefactos se mezclan con cuerpos de personas que estuvieron vivos hace unos instantes y que perdieron la vida defendiendo a su pueblo de las garras de esos seres comandados por el odio de Marcel de Tarascon. Veo a Etaliun desolado, aunque su mente trastocada sólo busca a la lozana camarera, incluso en estos momentos de muerte y putrefacción sólo puede pensar en lo que tiene entre piernas, o quizá sea en la belleza ante tanto horror y desolación.

El enano se acerca al cuerpo de su hermano de raza caído en el combate de defensa y le pone el pico sobre el pecho juntando sus manos como de un rey enano se tratase, intentando tapar su vientre abierto. Se arrodilla y reza por el pobre alma de aquel desgraciado, y por la de todos los caídos.

Tyfan no podía sentirse destrozado por aquellos hombres, los habían acogido bien y habían acabado destrozados por muertos. Sus propios antepasados los habían destrozado y vertido sus tripas por los suelos. El camino estaba lleno de muertos, pero en aquella posada el espectáculo era dantesco. Sólo había algo que podía animar a Tyfan, aquellos hombres podían sentirse orgullosos, habían luchado y muerto con dignidad, valor y nadie podrá decir que no lo intentaron. Se merecían un funeral digno de reyes donde nadie pudiera volver a levantarlos nunca más y descansaran pues se lo habían ganado. Esperaba realmente que su sacrificio no fuera en vano y algunos de los aldeanos hubieran podido sobrevivir. Por desgracia parecía que la taberna estaba desierta.

Tyfan dio una plegaria por las almas, no hacia ningún dios, sólo esperaba que fueran donde ellos deseaban y se acercó a las escaleras que daban a la planta de arriba. - Tal vez alguien siga vivio ahí. - Dice señalando a la planta superior. - Iré a ver.

Desolador y dantesco panorama el que se presenta en la posada. No parecía que hace apenas unas horas aquí estaban de celebración. Fronchens no se sentía muy apenado por ellos, pero esa gente no se merecía acabar así. Los vivos deben enterrar a los muertos, no al revés. Tampoco sabía si esta población se merecía esto.

Después observó a los compañeros. Etalium estaba nervioso/ansioso por encontrar a alguien vivo (o viva). Bjorn hace tiempo que no era el rudo enano de fuertes convicciones que no le temía a nada ni a nadie. Una lección de realidad le bastó para entender la dureza de este mundo. Después estaba Tyfan. No podía negar que era hombre de acción, la verdad es que si que guarda respeto a algo al fin y al cabo, pero compartía la urgencia y necesidad de saber si alguien ha sobrevivido.

Espera Tyfan, te acompaño.

El sol comienza a salir iluminando el interior de la posada, las escaleras crujen con el peso de los desolados aventureros, es el único ruido que se escucha en toda la posada. En el segundo piso una improvisada barricada de mesa y sillas os corta el paso pero nadie la defiende, tras franquearla con cierta dificultad finalmente recorréis el pasillo y las habitaciones, todo esta desierto no hay rastro ni de cadáveres ni de personas.

Ideas funestas empiezan a recorrer vuestras mentes, ¿habrán muerto todos? ¿Dónde están sus cuerpos? Pero la curiosidad del mediado descubre algo entre toda la desolación, una trampilla que lleva a la guardilla. La imagen de la sala os sobrecoge, apiñados unos contra otros se encuentra los cuerpos de varios ancianos, jóvenes, hombres, mujeres y niños, todos están tumbados y acurrucados unos contra otros, con coloretes aun en las mejillas, pero ese es el único signo de vitalidad no tienen ni respiran ni tienen pulso. Entre ellos se encuentra la camarera pelirroja Katha, el sacerdote Brucias aun con varias heridas recientes, y el erudito del pueblo Mordu. En el centro de la sala hay una pequeña marmita de alquimista sobre los restos de un fuego, cerca de esta hay varios frascos con hierbas.

 Al no encontrar el cuerpo de Kantia en el salón de la posada el guerrero emprendió una costa carrera hacia el primer piso, sorteando la barricada, abriendo habitación por habitación mientras gritaba el nombre de la chica. ¡Katia, KATIA! Una y otra vez. Al no encontrarla revisa las distintas ventanas con la esperanza de que hubieran escapado por una de ellas... Pero no parecía ser el caso, todas estaban cerradas a cal y canto. Entonces Tyfan vió la trampilla que ascendía hasta la bajo cubierta. De un salto tiró de ella y subió escaleras arriba.

 Mas en su interior todo le gritaba que estaba mal, ¿por que sino no respondía?

 Nada más alcanzar el último piso, y ver los cuerpos sin vida de los últimos moradores de Marais, con la marmita y las hierbas allí dispuestas. Todo apuntaba a que se habían envenenado por miedo ante el final.

 Con rabia, el guerrero pateó los cuerpo de Brucias y de Mordu.

 - ¡Cabrones, CABRONES!... ¡Cabrones cobardes!

 Intercalando las patadas lanzó otra a la marmita la cual salió despedida rebotando contra las paredes de las golfas. Las lágrimas corrían por sus mejillas.

 - Hijos de perra.

 Finalmente salió de allí, necesitaba aire fresco. Y tranquilidad.

Bjorn acompañaba a sus compañeros en la búsqueda de los supervivientes, no creía posible que hubieran muerto todos aún...
Pero tras abrir una portezuela descubren los cuerpos de todos los habitantes del pueblo que no defendieron su vida con las armas, era extraño el color en sus mejillas pero no respiraban ni tenían pulso, ¿y esa marmita con esos frascos?.

Se dirige a la marmita a ver si puede ver que veneno ha acabado con la vida de todo el pueblo sin causarles ningún daño físico y manteniéndolos como en vida.

Tyfan recorrió la posada con cuidado, aquellas escaleras era lo único que producía sonido en todo aquel dantesco espectáculo. Pero no estaban los hombres vivos que buscaba. Donde estaban los niños, las mujeres y los ancianos? Aquel silencio sepulcral no presagiaba nada bueno, pero su curiosidad pudo al miedo. Siguió adelante hasta que encontrar la trampilla que llevaba a la parte alta de la taberna. Cuando entró sus ojos se nublaron, no podía creer lo que vio. Cuando subió arriba y entendíó lo sucedido ni una palabra surgió de sus labios. Cayó de rodillas y luego se tumbó en posición fetal. Temblaba, lloraba pero no decía nada. Aquella noche había sido la más dura de todas las vividas en su vida y aquella última imagen acababa de romper su cabeza por completo. Habían luchado por nada, todos estaban muertos y sólo sus tres compañeros seguían vivos. Pero ese pequeñísimo rayo de esperanza no conseguía hacer luz en los oscuros pensamientos e imágenes del mediano.

Después de todo lo visto y vivido, la escena final fue demasiado para Fronchens. El alguacil, Brucias, la chica de Etalium, los Tarascon, el enano del almacén, Sestar...todos estaban muertos. Un súbito horror se apoderó del filo del ocaso, que se derrumbó al contemplar su derrota. Si, seguían vivos, pero para qué? los que querían proteger y salvar estaban todos muertos.

Y ahí se quedó, paralizado sin mover ni un solo músculo ni articular palabra.

La situación era demasiada desesperante, la muerte de tanta gente abrumo la mente del guerrero y solo pudo liberar esa presión por medio de la ira.