Al pobre Francisco, que ya tenía fuertes recelos de la anciana y la cabaña, las últimas palabras de Jimena, le cayeron muy mal, despertaron sus más básicos instintos de supervivencia. Una cabaña aislada de todo en un bosque, que huele a corrupción, una anciana vestida con harapos y manejando hierbas, y ahora le pide que se quite su crucifijo. Se ve como una bruja, huele como una bruja y habla como una bruja, esto tiene que ser una de esas brujas de las que en alguna ocasión he oído hablar, se dijo el pobre aprendiz. El miedo, unió al cansancio y al frío, había ido a parar a la boca del lobo, estaba en un apuro y no sabía como podría salir de el.-No entiendo porqué me pide mi cruz, como buen cristiano es algo sagrado para mi, y que no puedo, ni debo darle a una extraña. Así que tendré que salir y seguir mi camino.-Y atento a una posible reacción de Jimena, sale al exterior y continua su camino, asustado, helado, hambriento y muy cansado. Pero tratando de alejarse rápido de tan siniestro lugar y ocupante.
Te llevaste la mano a la cruz que colgaba de tu cuello mientras te preguntabas si esa anciana que vivía sola en mitad de un bosque deshabitado no será una bruja como las que relatan las leyendas y contra las que os advierte la Iglesia.... Bueno, no te lo preguntabas: ahora estabas totalmente convencido. Al mover la cabeza y responderle que no pensabas darle la cruz, la anciana bufó y te señaló con un dedo largo que se asemejaba a una garra.
Has entrado en un lugar muy distinto a tu mundo, muchacho −dijo la mujer con un tono lleno de amenaza-. Aquí eso no te ayudará, sino al contrario. Hay dos poderosas fuerzas que pugnan por el control de este antiguo bosque, y ninguna de ellas está representada por la cruz de Cristo.
La vieja escupe al suelo frente a ti. Y ahora, vete de mi casa -te ordenó-. Abriste la puerta de la cabaña y huiste corriendo al frío exterior, aliviado de haber salido de allí sin ningún mal. A pesar del cansancio y del dolor que sufrías, te forzaste a continuar, sabiendo que detenerse a descansar significaría tu muerte. Debías, por tanto, resistir hasta que amaneciera...
Con tu intervención, haz una tirada referente a escuchar. DIF 4.
Tras el susto recibido al encontrarse con una de las brujas de las que había oído hablar en alguna ocasión, Francisco se alejó tan rápido como pudo de aquella cabaña. No entendía nada de lo que Jimena le había dicho, que el bosque era antiguo podía entenderlo, pero que dos fuerzas luchaban para controlarlo y estas estaban en contra de Cristo, eso no podía comprenderlo. A fin de cuentas, era tan solo un joven aprendiz de herrero, en su primer viaje, que de momento no estaba saliendo nada bien. ¿Qué habrá sido de mi querido maestro?, se preguntaba mientras seguía avanzando, ya que pararse podría suponerle morir de frío.
Motivo: Escuchar
Tirada: 2d6
Dificultad: 4+
Resultado: 8 (Exito) [4, 4]
Como Francisco es joven y esta asustado, es posible que tenga un dado más para poder escuchar algo.
Avanzabas alejándote de la cabaña, pero entonces oíste algo que hizo helarte la sangre aún más: aullidos de lobo en la noche...
Corriste sin dudar entre la oscuridad del bosque todo lo rápido que eras capaz. Tu vida dependía de ello, pues alguna que otra historia de lobos habías escuchado y no eran del todo tranquilizadoras. Descubriste de pronto que el terreno se hacía empinado; parecía que habías dejado atrás el río, y ahora te encontrabas en la ladera de una colina cubierta de árboles y vegetación.
Súbitamente, una formación de grandes rocas bloqueaban tu carrera, y no podías continuar tu huida en la misma dirección. ¿Estarían cerca esos lobos?
Toca elegir:
Puedes ascender por la colina para rodear el obstáculo.
Puedes descender la colina.
Puedes buscar un lugar donde esconderte entre las grandes rocas
El miedo volvió a apoderase de Francisco, iba de mal en peor. El aullido de los lobos, de noche en un bosque y un joven solo, resultaba totalmente aterrador. Apresuro aun mas su marcha, para tratar de evitar a los lobos. Al comenzar a elevarse el terreno, comprendió lo cansado que estaba. No duraría mucho más, pensaba el joven herrero, cuando de pronto unas rocas bloquearon su camino. No tenía fuerzas como para rodearlas y seguir subiendo. Y bajar le parecía ir a caer en las fauces de los lobos. Así que busco un escondrijo entre las rocas, donde poder descansar un rato, oculto, quieto y sin hacer ruido. Con el martillo en las manos, por si fuese descubierto por las fieras. Con la carrera había entrado en calor, y al estar un rato quieto y recostado en su escondite, sintió como todo el cansancio y tensión acumulados durante las últimas horas, se apoderaban de su extenuado cuerpo.
Buscaste desesperadamente en la formación rocosa algún lugar en el que pudieras ocultarte de aquellos terribles aullidos (pues quien sabe si aullaban por tí). Por suerte descubriste un hueco en el que cabía una persona, y sin dudarlo te introdujiste en él, quedándote completamente quieto y en silencio para no ser descubierto. Sin embargo notabas la presencia de alimañas cerca de tí, muy cerca, ahí afuera...
Tras lo que te parecieron horas escondido en el agujero, te decidiste finalmente a salir, mientras calambres debidos al frío y a la inmovilidad recorrían tu cuerpo. Estabas convencido de haber evitado a las presencias, pero nada más salir oiste un gruñido a tus espaldas. Detrás de ti, sobre una roca elevada, un lobo gris te mostraba los colmillos. No tuviste tiempo ni de gritar cuando el animal se lanzó sobre ti y sus fauces se cerraron en torno a tu cara.
Es un combate.
Para luchar haz una tirada 1d6 y añade hasta dos dados más (como siempre, de forma razonada), pero ahora sabiendo que es una lucha.
El lobo cuenta con grandes colmillos (+1d6), por lo que lanzará con 2d6 en total. Además, tiene 2 contadores de estado como vida.
En cuanto lances por tu personaje, si quieres puedes lanzar también por el lobo. Luego narraré yo lo que ocurre.
La posición era incómoda, y al rato comenzaron los calambres. Frio, hambre, miedo, cansancio y calambres, tenía de todo Francisco metido en aquel hueco entre las rocas. Cuando pensaba que no oía nada, y podría salir, se decidió a salir al exterior. Donde un enorme lobo le atacó, y trato de defenderse con su martillo.
Motivo: Lobo
Tirada: 2d6
Resultado: 11 [5, 6]
Motivo: Francisco
Tirada: 2d6
Resultado: 9 [4, 5]
Sus conocimientos de caza y su habilidad con el martillo, le periten a Francisco tirar un dado adicional.
Un 6 para el lobo, un 5 para Francisco. Gana el lobo.
Turno 1:
Tras un rato de forcejeo, el lobo te mordió con sus fauces. Aquel animal era ágil, y muy diestro (pese a que era de noche). No pudiste ni defenderte ni golpearle con tu preciado martillo. Éste seguía atacando.
Sigue el combate.
Estás a 2 contadores de estado. Seguimos como hasta ahora:
Para luchar haz una tirada 1d6 y añade hasta dos dados más (como siempre, de forma razonada), pero ahora sabiendo que es una lucha.
El lobo cuenta con grandes colmillos (+1d6), por lo que lanzará con 2d6 en total. Además, tiene 2 contadores de estado como vida.
En cuanto lances por tu personaje, si quieres puedes lanzar también por el lobo. Luego narraré yo lo que ocurre.
Las cosas no habían comenzado nada bien para el joven aprendiz de herrero, pero lejos de abandonarse y dejarse vencer por la bestia. El vivo dolor de la herida, le saco de sus anteriores lamentos, olvidando el frío, hambre y cansancio, y dándole renovadas fuerzas, propia de su juventud y fortaleza, para hacer frente a la bestia. Trataría de golpear al animal con fuerza, y si no matarlo, si herirlo para que huya y le deje tranquilo.
Motivo: Lobo
Tirada: 2d6
Resultado: 5 [4, 1]
Motivo: Francisco
Tirada: 3d6
Resultado: 12 [5, 4, 3]
En esta ocasión Francisco va a solicitar tirar dos dados extra: El primero por su conocimiento del uso del martillo y de la caza, aunque sean presas de mucho menor tamaño, y el segundo por sus ganas de vivir y superar al animal.
Turno 2:
Notaste el fuerte impacto de tu mano con el martillo en el rostro del animal; éste gimió, pero no cejó en su empeño de devorarte.
No puedo concederte el último dado porque no lo considero razón (realmente todos tienen ganas siempre de superar a un rival :D). No obstante, superas a tu enemigo.
Sigue el combate.
Te quedan dos contadores, y al lobo 1
El último lance había sido bueno, Francisco noto un fuerte golpe contra la cabeza del animal. Pero este seguía en pie y preparado para tratar de comérselo. Así, que con fuerzas renovadas, tras el reciente éxito, volvió a tratar de golpear al lobo, antes de que este tuviera ocasión de volver a herirle.
Motivo: Lobo
Tirada: 2d6
Resultado: 4 [3, 1]
Motivo: Francisco
Tirada: 3d6
Resultado: 10 [5, 3, 2]
Vuelvo a tratar de conseguir dos dados extras; el primero por lo habituado que esta Francisco con su martillo, y el segundo por la moral que le ha dado el anterior golpe, tiene fuerzas renovadas para tratar de acabar con el lobo. Ha subido su autoestima y se ve capacitado para derrotarle.
Turno 3:
Golpeaste a aquel lobo con fuerza... parecía que tu martillo no sólo servía para amilanar el hierro, sino que también podía hacer sucumbir a una bestia así... No sabías muy bien cómo habías podido sobrevivir a este envite del fatídico destino, pero así había sido.
Entonces, aún con el cuerpo del animal en el escondite, oíste otro aullido de lobo, algo lejano. Si esos animales olisqueaban la sangre, o el aún hedor de su compañero, te rastrearía en este lugar... ¡había que huir de ese escondite de rocas cuanto antes!
Fin del combate. Enhorabuena.
Toca elegir:
Puedes ascender por la colina para rodear el obstáculo.
Puedes descender la colina.
Una vez finalizada la enorme amenaza que constituía el lobo, tras perder un momento tratando de vendar la herida provocada por el mordisco del animal, con unos jirones de su ropa. Miró a su alrededor, y aunque no vio nada, pudo oír a otros lobos. Cogió un puñado de piedras adecuadas para su honda, y las guardo en su bolsillo. Aunque estaba cansado, no había tiempo que perder, y decidió rodear aquellas rocas y tratar se subir a la cima de la colina. Desde donde con un poco de suerte, tal vez pudiera ver las proximidades, si había algo interesante cerca, o al menos hacia donde podría dirigirse, a continuación. Ya que abajo en el bosque, estaría totalmente desorientado.
Y subió tan rápido como pudo la colina, tras rodear aquellas rocas, donde a punto había estado de perder la vida.
Haciendo acopio de tus últimas energías ascendiste la ladera tras hacer acopio de piedras para la honda. Lo hiciste como podías, en plena noche, ayudándote de las manos cuando era necesario. Sin embargo, parecía que nunca ibas a alcanzar la cima y las fuerzas ya te empezaban a flaquear. Justo cuando los calambres en las piernas iban a hacerte caer, llegaste al punto más alto. Te detuviste unos segundos para recuperar el aliento y echaste un vistazo atrás, al valle boscoso, no hay rastro de ninguna manada o animal (que tu supieras).
Volviste pues la vista de nuevo al frente y entonces viste algo que te llenó de esperanza. A unos pocas leguas de distancia hacia delante había finos hilillos de humo en el cielo surgiendo desde detrás de una colina. ¿Un pueblo? Si fuera así, podrías llegar a él con un último esfuerzo...
Entonces los aullidos volvieron a oírse a tu espalda. ¡Te habían encontrado! Maldijiste y comenzaste a descender la colina por el lado opuesto, rezando por poder escapar del bosque antes de que te alcanzaran los lobos.
* * *
Corrías y corrías, pero el bosque parecía que no se fuera a acabar nunca. La luna llena te permitía ver unos pocos metros delante de ti. Las piernas te ardían por el esfuerzo, pero el terror te obligaba a continuar, sobre todo cuando oíste a tus espaldas la manada, cada vez más cerca de su presa... tú.
Sin ninguna idea de la dirección que ahora estabas tomando continuabas la huida, pero la sensación que tenías era que el bosque era quien te guiaba (como si fuera parte de tu instinto), ya que parecía como si sólo te ofreciera un camino adecuado y el resto de las sendas se cerraran; como si los mismos árboles movieran sus ramas para evitar que fueras por un lugar y en cambio se apartasen para llevarte por otro camino.
Sin duda que cualquier podría decir que estabas como delirando, pero todo parecía que va a terminar pronto, porque veías fugazmente a los lados las figuras borrosas de los lobos, atravesando lateralmente los troncos de los árboles y los arbustos. Estaban a punto de darte caza.
Las lágrimas rodaban ahora por tus mejillas mientras ruegas por un milagro. Te acordabas también de tu buen maestro herrero y de sus consejos, pues Jonás era para tí como una especie de padre o hermano mayor. Y de pronto, te encontraste en medio de un gran claro cubierto de hierba.
¿Dónde habías llegado? No tenías tiempo de averiguarlo, porque tu pie se enredó en algo y caíste de bruces al suelo. Totalmente desfallecido, cerraste los ojos y esperaste a que los lobos acaben contigo, pues ahora eras presa también del cansancio y la desdicha.
* * *
Minutos después abriste los ojos, sorprendido de seguir vivo. Habías recuperado el resuello y los latidos de tu corazón se habían calmado un poco. Te incorporaste y examinaste tu alrededor. Estabas en mitad de un claro en el bosque, cubierto de hierba fresca e iluminado por la luz de la luna llena. El claro estaba delimitado por un círculo de grandes piedras negras, más altas que un hombre, y entre ellas podías ver corretear a los lobos de la manada, que te observan y te gruñían desde la distancia.
¿Por qué no entraban al claro a por ti?
El ascenso fue aún mas duro de lo que Francisco había pensado, llego a la cima casi sin fuerzas. Y pudo observar humo a lo lejos, tal vez un pueblo, Y hacía allí se dirigió, pero los lobos le habían encontrado y aquello se convirtió en una terrible carrera para tratar de salvar la vida. Cuando ya todo parecía perdido, tropezó, y cayo al suelo, donde esperaba una muerte terrible. Pero algo había cambiado, estaba en un claro con un círculo de rocas muy grandes, al que de momento no entraban los lobos. Se levanto, y observó los alrededores, tal vez volviese a ver el humo. O encontrase a alguien que le pudiese ayudar. Pero todo aquello erá muy extraño, porque no entraban allí lo lobos. ¿Qué era ese extraño lugar? Con mucha precaución, trato de ver donde había ido a parar, y así pensar en que podría hacer a continuación.
Al mirar alrededor para saber donde estabas, un aterrador gruñido a tu espalda te hizo girarte. Lo que viste te hice soltar un grito de horror, mientras un terror como no habías sentido en tu vida te dejó completamente paralizado. Entre dos rocas entró en el claro un monstruo, un lobo de pelaje grisáceo, gran-de como un caballo y con unas fauces totalmente desproporcionadas, las cuales goteaban saliva sin cesar.
La mirada del monstruo, unas pupilas azules de hielo, se clavaba en ti desgarrándote el alma. La enorme loba (de alguna manera sabías que es una loba) avanzó entonces hacia ti, mientras el resto de animales seguía observando inquietos desde el borde perimetral de las piedras. Una mirada atrás te permitía ver al resto de la manada en el bosque cortándote cualquier vía de escape. No había escapatoria posible. A pesar de la situación en la que te encuentras, en tu interior encontraste fuerzas para sobreponerte al horror.
Toca elegir:
No vas a dejarte matar sin luchar. Tu mano va hasta tu cinto, donde tienes tu arma, ¿pero cuál?
Puedes luchar con tu preciado martillo.
Puedes luchar con tu honda (habías recogido piedras antes)
La calma en el claro, tan solo duro unos instantes, Francisco no tuvo tiempo ni para recobrar el aliento. Cuando de repente una loba enorme, apareció entre las rocas y clavo su helada mirada en el. Había llegado su final, eso lo tenía claro. Ni el resto de la manada se atrevía a entrar en el claro, debido a la presencia del imponente animal. De forma instintiva llevo su mano a su martillo, y se preparo para su final, frente al monstruo de pesadilla que había encontrado. Trata de mirar a su alrededor, a ver si pudiese hallar una salida a esta desesperada situación. Una vía de escape, una roca a la que poder subirse, algo que le permita seguir viviendo.
Usará su martillo, es su arma preferida. Y no ve que haya forma de evitar el combate, dado el enorme tamaño de la loba, ni el subir a una de las rocas, evitaría ser atacado. Pero si fuese posible atacar a la enorme loba con la honda, y buscar alguna manera de evitar ser alcanzado por esta, ya fuese poniendo de por medio alguna de las piedras, o subiendo a alguna, esto es sin duda lo que haría. Ya que ir a un combate cuerpo a cuerpo con ese monstruo, no veo como puede acabar bien.
Imposible lo de poner las piedras por delante. Pesan demasiado como para manipularlas tu solo. Además, la loba es muy grande y el resto de lobos espera en el perímetro...
La bestia saltó hacia ti con las fauces abiertas. Tú estabas preparado con tu martillo en la mano. Aguantaste hasta el último instante y entonces te echaste a un lado, esquivándola por cuestión de centímetros. Ahora era tu turno, pensabas, y usando las dos manos golpeaste con el martillo en el cuello de la loba.
Pero el monstruo se revolvió golpeándote con el costado y mandándote dando tumbos sobre la hierba. Aturdido, comienzaste a incorporarte y buscaste el martillo, que se te había escapado de entre las manos. Fue entonces cuando las fauces de la bestia se cerraron en torno a tu cuerpo, te alzaron en el aire y te empezaron a agitar con terrible violencia.
Gritas cuando tu cuerpo se desgarró en dos.
Requiescat In Pace
Fin del juego