La ingravidez tiene estas cosas... uno piensa y realmente siente que todo va bien. Que no hay problemas. Esa sensación de levedad... de silencio... pero no tiene porqué ser así. Claude se aproximaba ineludiblemente a un agarradero. Un golpe en absoluto crucial pero si un doloroso inconveniente al único momento vivido por el muchacho desde que abandonara su hogar en el que se sentía realmente dichoso.
El Teniente Coronel lo observaba como se vigilan las ratas que cruzan un laberinto dentro de un laboratorio. Vio perfectamente como el chico trataba cómicamente de "aletear" para alejarse de aquella peligrosa esquina. Vio incluso como éste, instintivamente, deseaba gritar pidiendo su auxilio... pero se contenía por, ¿orgullo? Realmente quería probar que estaba allí con todas las de la ley. Y que tanto si conseguía zafarse de aquel "peligro" como si se convertía en una realidad, lo asumiría él sólo.
¿Puedo tirar algo para intentar esquivarlo o agarrarme a él e intentar amortiguar el daño?
Haz una tirada de 1d100 dificultad 80.
Motivo: Esquivar
Tirada: 1d100
Dificultad: 80-
Resultado: 22 (Exito)
Según te diriges al agarradero metálico consigues girar en el aire para poner las piernas entre la pared y tú. De esa forma, cuando vas a chocar, consigues detenerte con los pies, pero por preas de la inexperiencia del movimiento en vacío, sales impulsado en otra dirección que se te antoja aleatoria.
Conforme veo que vuelve a salir volando doy un salto para alejarme de mi posición e interceptarlo en pleno vuelo cogiéndolo de la cintura.
Caigo cerca de su asiento y lo empujo hacia ahí.
-Deberías tener cuidado con tus vuelos si no los controlas.
Claude salvó por los pelos el obstáculo pero la situación no lograba ser mejor en esencia. Sin embargo con la ingravidez de su lado todo parecía leve y poco hostil. Tanto que, cuando el Teniente Coronel se impulsó y lo interceptó por la cintura, el muchacho notó como todo aquel divertimento se venía abajo.
Al principio incuso trató de zafarse del brazo del oficial pero resultó inútil. Evidentemente la fuerza de aquel hombre, soldado de carrera y de cincuenta kilos más que el chico, era mucho mayor por lo que cualquier intento habría resultado patético. Pronto se relajó. Fue arrojado a su asiento de nuevo dónde se abrochó el cinturón de nuevo a la vez que escondía un mohín de disgusto.
- Gracias señor... no he sabido mantener el control. Tendré que aprender... supongo. - dijo sin mucho convencimiento.
Una vez amarrado en el asiento sintió que se aburría soberanamente y esto le volvió a llenar de tristeza. Ya no sólo es que no le permitieran divertirse... es que le ponían mala cara si lo intentaba. Se cruzó de brazos y se convenció de que lo mejor sería no dar ruido por lo menos hasta aterrizar.
Entonces su mente comenzó a divagar sobre la estación espacial... ¿cómo sería? ¿Se podría ver la Tierra desde allí? ¿Y sus compañeros...?
-Antes de que lleguemos quiero dejarte una cosa clara, nunca hemos permitido que un recluta se una a un grupo una vez que este se ha formado, esto es porque, cuando llegues, todos te verán como un intruso que aparece porque ellos no están dando lo que se espera de ellos. Seré franco, el grupo en que vas a ser integrado está totalmente desmoronado, en vez de intentar obtener todos algo del trabajo en equipo, están pendientes de si alguien la caga para hacerse con el control. Por eso te hemos traído. Si no hacemos algo todo ese grupo se irá a la mierda, y tú eres el que puede solucionarlo.
- ¿Por qué...? - preguntó Claude casi de manera automática con los ojos como platos.
Como si el Teniente Coronel le hubiera leído la mente éste sacaba a colación a sus futuros compañeros. Parecía que no eran reclutas recién llegados sino que ya estaban en funciones desde hacía algún tiempo y lo estaban haciendo francamente mal. Era otra mala noticia. El muchacho esperaba poder obtener consuelo de otros chicos que se sintieran en la misma situación que él... pero no. Los que iban a convertirse en su nueva familia ya se les anunciaba como que eran abiertamente hostiles con un elemento nuevo, que no les gustaban las lindezas y que, además, habían configurado el grupo como un auténtico nido de víboras.
- Quiero decir... ¿por qué yo...? ¿Cómo voy a poder hacerles entender que la manera de comportarse como grupo no es la correcta si yo tampoco cómo hay que hacer las cosas?
El chico intentó ocultar un mohín de llanto agachando la cabeza pero no consiguió engañar a nadie.
- No tiene sentido... - añadió quizá más para si. - Nada de ésto lo tiene...
-Tiene una explicación - Digo mientras me siento en la hilera paralela a la suya y lo miro.
-Como individuos están empeñados en destacar de forma individual y no les está importando en nada las relaciones entre ellos, y tú no eres así, por lo que hemos averiguado de ti, eres consideráblemente más afectivo que el cincuenta por cierto de ellos. Los hay aún más afectivos que tú, pero han terminado intimidados por el resto. Esperamos que ese no sea tu caso, ya que según los estudios que tenemos, sueles ser bastante extrovertido. Además de otra serie de cualidades que ellos no tienen.
- ¿Y realmente piensa que yo tengo esa... "capacidad"? No sé... yo creo que algo así no se puede ver en los exámenes que me han hecho. Ni siquiera me han dicho los resultados pero... ¿se han planteado la posibilidad de que no sea la persona que andan buscando?
Los ojos del muchacho volaron de un lado a otro de la nave tratando de no fijarlos a la acerada mirada del oficial.
- Quiero decir... ¿qué pasaría entonces? Si no puedo llevar a cabo mi cometido... ¿me devolverán a casa?
Un halo de esperanza iluminó el rostro oscuro de Claude y casi de manera inconsciente esbozó un tímida sonrisa.
-No, no nos hemos equivocado, pero puedes fracasar, si lo haces seguirás aquí, siempre necesitamos chicos fracasados para que otros los pisoteen y se eleven por encima del resto.
Nos aproximamos a la Escuela de Batalla, tomen asiento para el acoplamiento - Dice una voz, instantes después el teniente coronel se afianza en su asiento y la lanzadera comienza a tomar posición para aterrizar.
Claude se quedó absolutamente petrificado ante el comentario del Oficial. Desconocía si iba en serio o si era el triste pero más que probable final que le esperaba al final de aquel camino que hacía tan sólo unas pocas horas que había comenzado a andar. Tal vez fuese más encaminado a motivar al muchacho pero de cualquier modo éste no supo reaccionar. Las palabras murieron en su boca y el conocido sentimiento de soledad, de abandono, volvió a hacer presa de él.
La voz mecánica de la megafonía sacó a Claude de su ensalmo. Echó mano entonces a sus anclajes y, ahora sí, se afanó en comprobar cuan seguros eran. Sólo había que probar de cerca cómo sabe el peligro para empezar a tener presente la cautela necesaria. ¿Era aquello parte de su aprendizaje? Es más, ¿eran esos los métodos por los cuales se debía aprender... a golpes en gravedad cero? Quizá no fuese de extrañar que los grupos de nuevos reclutas estuvieran llenos de potenciales fracasados.
Claude miró fijamente a los ojos del oficial. Sus labios estaban apretados en un mohín de disgusto y sintió verdadero desprecio por aquel hombre. Esa no era manera de tratar a un muchacho de diez años al que acaban de separar de su madre tal vez para siempre. El hecho de que aquello fuese el ejercito no era tampoco excusa.
Unos minutos más tarde, la lanzadera estaba ya anclándose a la estación espacial.
Una vez que la lanzadera ha terminado de aterrizar me levanto.
-Bien, ya estamos, quítate el cinturón y acompáñame hasta la que será tu nueva habitación.
El aterrizaje no había sido brusco en absoluto... sin embargo Claude sintió miedo. Aquel breve y a la vez eterno momento de transición entre su feliz vida en la Tierra y lo que iba a ser a partir de ahora no le habían preparado en absoluto. Un nuevo escalofrío recorrió su anatomía provocando que se le erizara la piel. El miedo y el frío seguían haciendo mella.
- De acuerdo... - balbuceó.
Los anclajes se soltaron con un sonido seco y metálico y el muchacho se puso en pié. Su destino estaba a pocos metros ya de él.
-Sígueme - Digo mientras me pongo a andar para llevarlo a la habitación.
Te abro la otra escena.