Partida Rol por web

Después de hacer unas cuantas series, mis emociones han regresado a su punto normal. Vuelvo a sentirme en paz, aunque a decir verdad también un poco culpable por las palabras tan duras que le he dedicado mentalmente a la teniente Garret. Cierto, no he llegado a pronunciarlas en voz alta, pero para mí es irrelevante. Los pensamientos y los sentimientos crean hilos espirituales entre las personas, que influyen en la manera de relacionarse entre sí. Garret no tiene la culpa de ser como es. Demonios, ni siquiera Lewis tiene la culpa de ser como es. Únicamente están solas… Igual que yo. Tal vez por eso pongo tanto empeño en que me escuchen, en que todos nos protejamos y nos cuidemos más los unos a los otros, porque en mitad del vasto océano que es el espacio, somos los únicos en los que podemos confiar. De pronto, siento una gran lástima por Garret. No lástima en sentido despreciativo, sino una compasión genuina que no es otra cosa que un reflejo de la que siento por mí mismo. Quisiera abrazarla y decirle que no está sola.

Pero sé que nunca lo haré.

Me incorporo y me quedo sentado en el banco, sintiéndome apático y debilitado. Vulnerable, quizá. No me importa. No hay nadie a mi alrededor que pueda verme, así que solo tengo que «empujar» un poco para liberar lo que hay dentro de mí. Mis ojos no tardan en humedecerse, y lloro, por primera vez en no sé cuánto tiempo. No pienso en nada, no alimento mis emociones con ninguna imagen, simplemente dejo que lo que me duele dentro encuentre su agujero y salga. En silencio, las lágrimas recorren mi cara durante un rato.

Cuando al fin el río pierde su caudal, me seco con la toalla y me pongo en pie, disponiéndome a darme una ducha. Jess tenía razón. La misión puede empezar en cualquier momento, y he de estar preparado.