Esta partida está en revisión. Si el director no da señales de vida o es aprobada por un cuervo será borrada esta noche
Tras la desaparición de Batman se hizo un llamado a todos los héroes de Gotham y de la Justice League. Valorando las posibilidades que había sobre esto llegaron a la conclusión de que podría haber algo más grande que un simple villano detrás de todo esto por lo que requieren de la mayor cantidad de ayuda posible. Es mejor prevenir que curar. El comisario Gordon estaba en una de las comisarías de Gotham, esta vez en una situada en South Point, Uptown. No era la que él acostumbraba a estar pero era el punto de encuentro que tendría con los héroes para evitar villanos debido a que de saberlo alguno todos creerían que irían al edificio que tiene la batseñal encima.
Allí había varios policías trabajando en sus respectivos puestos y con bastante papeleo. En esa ciudad los hombres de la ley siempre tenían trabajo que hacer, y no sólo eso, también debían cuidar que no hubiese un infiltrado criminal o alguno corrupto en sus filas para evitar futuras traiciones. Un trabajo muy emocionante.
Gordon esperaba allí la llegada de algunos con los que consiguió contactar, incluso a alguien que consiguiese escuchar la llamada que enviaron a la Justice League. Trataron de hacer esta transmisión difícil de captar por los villanos y que llegase únicamente a los héroes de esa liga pero también cabe la posibilidad de que consiguiesen descifrar la seguridad y escucharla personas externas. De todas formas el comisario tenía la esperanza de que todo saliese bien.
A su lado estaba el hombre que llevaba unos días haciendo el papel de Batman para evitar que subiesen los ataques criminales. La armadura que este portaba tenía bastantes variaciones respecto a la original y se veía a simple vista. Los de las comisarías lo llaman "Iron-Batman" ya que es una versión tecnológica que prácticamente hace todo para facilitar el correcto funcionamiento del plan y que, aunque no sea el original, lo aparente.
A pesar de todos sus esfuerzos para evitar el aumento criminal algunos ya se enteraron de esto, como el Joker, y actúan con total libertad al saber que el que está en las calles es falso y no tan fuerte como su verdadero enemigo. Esto provoca que ni siquiera se moleste en hacer planes tan elaborados como los solía hacer para evitar la intrusión de Batman pero aún así suficientemente buenos como para que ningún otro consiga detenerle. Curiosamente no se le ha visto con Harley Quinn, lo cuál aumenta aún más las sospechas de que esos dos circenses traman algo y no precisamente divertido.
Los antihéroes o villanos como Harley pueden haber conseguido la transmisión de una forma u otra y presentarse, en su caso porque sí, porque está loca.
Podéis mantener que no habéis hecho ningún crimen en mucho tiempo o que queréis ayudar por x motivo para que los policías no os detengan.
También es válido que se hayan colado con un disfraz o estén espiando desde el exterior o lo que sea.
Habían pasado días, demasiados días, desde que Bruce desapareciera. Ya no sabía qué hacer para encontrarle, todo parecía inútil. Tras aquella llamada de Alfred, en la que este se mostró mucho más inquieto que en otras ocasiones, me puse manos a la obra. Todos sus allegados lo hicimos.
Fue así como regresé a aquel lugar, a mi antigua base de operaciones, La Torre del Reloj. Batir las calles pronto resultó insuficiente y necesitaba ir más allá. Así, me trasladé de nuevo a la torre, pudiendo hacer uso de todo mi antiguo equipo. Sí, disponía de la Batcueva, a la cuál Alfred me había ofrecido acceso sin dudarlo; pero no sólo se trataba de ordenadores. Contactos, programas, información recabada durante tanto y tanto tiempo, todo estaba allí.
Pasé días y noches investigando, rastreando el ciberespacio, casi sin dormir y apenas comiendo algo de lo que Alfred tenía a bien traerme a pesar de mi reticencia. Y nada. No había nada. Ni rastro de Bruce Wayne, ni de Batman, ni de nadie que supiera algo al respecto. Tuve que resignarme, volver a abandonar el que fuera mi santuario, y salir nuevamente a la calle; el único lugar donde alguien podría haber visto algo y donde la información podía circular y ocultarse sin ser advertida desde el otro lado de una pantalla.
Pero continuaba sin saber nada y eso comenzaba a llevarme a la desesperación. Había empezado a evitar a mi padre, con lo que mudarme a La Torre del Reloj me había venido muy bien, y es que no podía permitir que me viera con una herida o señales de lucha día sí, día también. Me había vuelto más violenta, lo sabía, pero no podía evitarlo. Cada vez me estaba costando menos arriesgar. Apenas estaba recomponiéndome de lo sucedido con Dick, y ahora... No, no podía ser el turno de Bruce. Haría lo que fuera para impedirlo.
Al recibir aquel mensaje del Comisario Gordon, de mi padre, no lo dudé. Por mucha rabia que me diera reconocerlo, no estaba siendo capaz de encontrarlo, ni siquiera con la ayuda que tenía a mi alcance. Por supuesto, no habría sido la primera de mis opciones tratar de montar una reunión como aquella, pero dada la situación, era algo que no podía perderme.
Llegué a la comisaría de South Point de azotea en azotea, descolgándome hasta una de las ventanas de la primera planta. Me colé por esta, tras comprobar que no había nadie en aquel despacho, y al salir por la puerta, me oculté en el alto tras uno de aquellos arcos. Desde mi posición podía ver como la gente trabajaba en la comisaría sin parar, mientras a un lado se encontraba mi padre con aquel “Techman” que había estado vigilando las calles esta última temporada. Me tomé mi tiempo, divisando desde lo alto el entorno, moviéndome con sigilo entre aquellos arcos. Pero era inútil permanecer allí mucho tiempo. No parecía haber llegado nadie aún, y no sabía si lo harían, pero fuera lo que fuese lo que mi padre y aquel Batman tenían que contar, quería oírlo.
Posé un pie en la baranda de piedra y salté al piso inferior, cayendo agazapada mientras mi capa me seguía. Avancé despacio hacia el comisario y su acompañante, seria, taciturna, situándome al lado del metálico caballero oscuro.
- ¿Sólo venimos tres a la fiesta? – pregunté con sorna, modulando la voz y fingiendo un bienestar que hacía tiempo me había abandonado.
Detengo la moto junto al cartel, y apago el motor y las luces. No puedo creer que esté aquí, de nuevo, en los límites de esta ciudad. Mi ciudad. Mi hogar.
Mi pasado perdido.
Ha pasado mucho tiempo. Demasiado. ¿Cuanto ha sido? ¿Un año, dos? Es difícil llevar la cuenta del tiempo, cuando estás de misión en misión, de prueba en prueba, sin tiempo para descansar, sin nadie de quién fiarte. Es lo que tiene estar muerto, supongo. Es lo que tiene ser nadie. Un simple número, el treinta y siete, ninguna identidad, nadie que lo lamente si algo te sucediera. Quizás sea injusto pensar eso. Ya han lamentado lo que no me llegó a suceder.
Han cambiado muchas cosas. Yo he cambiado. El arnés que cruza mi torso sostiene dos bastones a mi espalda, como siempre, pero en el muslo derecho una funda bien ajustada mantiene lista una pistola. Un arma de fuego, quién me lo hubiera dicho, a mí que renegaba de ellas. Tampoco llevo un traje de mallas. Ya no soy un héroe, soy un agente, mis pantalones son tácticos aunque mi camiseta sea ajustada, y calzo zapatillas deportivas. No llevo máscara, aunque me temo que tendré que poner remedio a eso. No puedo arriesgarme a dejar ver mi rostro y que alguien lo reconozca. Fue una de las condiciones de Spiral al enviarme aquí.
Me ajusto los guantes, antes de abrir el maletero de la moto. No hay mucho, en realidad. Algunos documentos falsos de una identidad ficticia para la misión, que probablemente no llegaré a usar; una chamarra, con gorro, para pasar desapercibido; y la máscara que me han facilitado. Gris, a juego con mi ropa, de material flexible y resistente, muy parecida a una roja que he conocido de cerca, en realidad. Necesito cubrir todo mi rostro, no únicamente ponerme un simple antifaz. Ya he pasado mucho tiempo en estas calles con un antifaz, demasiada gente sería capaz de reconocerme con él.
Nightwing no puede reaparecer en Gotham.
Eso fue lo que dijo Bruce. Ni Nightwing ni Dick Grayson, porque ya eran lo mismo. Hacerlo supondría exponer al peligro a todo el que estuviera en mi vida, a todo el que me importase. Por eso acepté, por eso le hice caso, no podía dibujar una diana en la nuca de todos aquellos a los que amaba. A los que amo. No podía enterrarles, verles sufrir, verles postrados con las secuelas de un atroz ataque. Otra vez no. No por mi culpa.
Bruce me prometió que encontraría una solución, y hasta que la encontrara, me encomendó esta misión, infiltrarme en Spiral. He mantenido contacto regular con él desde entonces, informando de mis progresos, manteniéndome al día de cómo estaban las cosas. Hasta que el contacto se interrumpió. Indagando un poco, logré algunos informes sobre la situación en Gotham, y descubrí que Batman seguía operando, pero estaba cambiado. Vi algunas fotos y vídeos, y ese no era Bruce, o no se le parecía al menos. Algo se cuece en Gotham, y no podía quedarme de brazos cruzados, de modo que me las ingenié para filtrar datos falsos a los de Inteligencia, buscando que se generase una alerta terrorista en la ciudad. Eso fue lo difícil, convencerles de que yo era el candidato ideal para encargarse de la misión de campo y que, además, pareciera idea suya, fue pan comido. Después de todo, conozco el terreno y a la mayoría de los posibles agentes involucrados. Una vez se les ocurrió lo de la máscara, sólo tuve que aceptar.
Me pongo la chamarra y la máscara, mirándome en el espejo retrovisor, extrañado de mi propio aspecto. Arranco la moto de nuevo, enciendo las luces, y acelero hacia las entrañas de la ciudad.
Mi idea inicial era ir directamente a la mansión Wayne, desde luego. Ver a Alfred, el único aparte de Bruce que sabe que sigo con vida. Preguntarle a él por lo que está sucediendo, qué pasa con Bruce, cómo están los demás, ofrecer mi ayuda en lo que sea necesario. Ver a Babs. Sí, no lo voy a negar, he soñado con eso. Demasiadas noches he sido incapaz de dormir por el remordimiento de haber desaparecido de su vida de esa manera, sin una explicación, sin una despedida, permitiendo que llorara mi muerte y acudiera a un funeral falso. Se merece saber la verdad, todos lo merecen pero ella especialmente. Después de todo por lo que hemos pasado, como amigos, como pareja, aún no se cómo fui capaz de engañarla de esa manera.
Pero no, desgraciadamente la mansión deberá esperar. Debo hacer otro alto en el camino, antes que eso. Mientras aún mantenía contacto con la central de comunicaciones, me pasaron el aviso de que habían interceptado una señal, un mensaje codificado para la Liga de la Justicia. Me lo pusieron, y aunque estaba cortado en parte, entendí perfectamente de qué se trataba, mas no los motivos. Una comisaría de South Point, un aviso de Gordon, una llamada en busca de ayuda. ¿Ayuda para qué, por qué? Me temo que, si quiero enterarme de lo que sucede, ese lugar es una cita ineludible.
Nuevamente en la brecha, sin un minuto de descanso, sin tiempo para lo personal...
Por eso encamino mi carrera hacia ese lugar, evitando las calles más concurridas, guiando mi moto por los rincones más oscuros de la más oscura ciudad. No es una moto modificada, es una moto normal, pero una buena moto. Manejable y con potencia. No tardo demasiado en alcanzar el barrio, la ciudad no ha cambiado nada. Gotham nunca lo hace. Aparco el vehículo en un callejón y me encaramo con facilidad a unas escaleras de emergencia, subiendo hasta el tejado. Los olores, las luces, el ambiente, todo es tan familiar... y tan lejano a la vez. Acercarme hasta la comisaría a través de las azoteas es un juego de niños, y me trae gratos recuerdos, pero cuando alcanzo la última y veo la comisaría, empiezo a ponerme nervioso. Si entro ahí, no habrá vuelta atrás. La máscara debería bastar, pero ¿y si no es así? ¿Y si hay alguien ahí dentro que me conoce demasiado bien? ¿Y si se deshace mi tapadera?
Me doy la vuelta, cogiendo distancia, convenciéndome de estar haciendo lo correcto. Da igual lo que suceda, tengo que hacerlo. Corro hacia la cornisa y salto hasta la azotea de la comisaría. En pleno salto, creo ver una sombra familiar, descolgándose hasta la fachada de la primera planta. Aterrizo nervioso, rodando por la grava de la azotea entre los respiraderos y las salidas de aire del circuito de calefacción, quedando tendido en el suelo, conteniendo el aliento.
¿E-era...?
Tardo unos largos instantes en atreverme a ponerme en pie, y me dirijo inmediatamente a la cúpula acristalada, mirando a través de los sucios vidrios el interior de la sala central de la comisaría. Ahí está Gordon, y a su lado... ¿Qué coño es eso? Un tipo en una tecnoarmadura que se parece a Batman. Pero ese no es Bruce Wayne. Alguien se les acerca, es... Es ella, Batgirl, Bárbara, Babs...
Joder...
Me aparto del cristal, conmocionado, caminando sin rumbo por la azotea, hasta que veo una puerta de acceso a las escaleras. Maldición, comienzo a correr hacia ellas, abriendo la puerta y descendiendo a grandes saltos hasta la primera planta. Allí, me planto con descaro en uno de los ventanales, pisando el alfeizar.
Caballeros... -Atraigo su atención, elevando la voz hasta hacerme oír en toda la sala, tras conectar el distorsionador de voz de la máscara- Señorita...
Babs...
Me arrojo por la ventana, dando un par de vueltas en el aire antes de aterrizar grácilmente con una mano en la pistola, un gesto al que me he acostumbrado en los últimos tiempos. Sin embargo, suelto el arma antes de ponerme en pie, mostrando mis manos.
No he sido invitado formalmente a esta reunión, me temo, pero mis superiores tienen gran interés en resolver la actual situación que padece la ciudad de Gotham. -Desviar la atención a mi organización, en lugar de a mi identidad. Norma básica del espía que no tiene ni idea de espionaje pero sabe improvisar- Estoy aquí para ofrecer toda la ayuda que pueda. Pueden llamarme agente treinta y siete. -Digo mientras me acerco al trío, ocultando bajo mi máscara y bajo la templanza adquirida todos los nervios que me provoca estar nuevamente en su compañía.
Sospechas sobre dudas dentro de recelos.
Siempre me ha gustado eso de los superhéroes, especialmente de los murciélagos. Animales nobles y confiados que actúan en familia y por el bien del grupo. En una ciudad que se muere tenemos que confiar en pistoleros y demás calaña para protegernos de tipos igual de peligrosos. Aún recuerdo los tiempos en los que la ciudad quedó aislada del mundo. A los batamiguitos les faltó tiempo para extender su reino de terror.
Recuerdo las palizas en comisaria cada vez que uno de nosotros era atrapado. Cómo disfrutaban de esa violencia desmedida y legalizada. Cómo decían que era su deber. Aún recuerdo cómo sus pantalones se hinchaban de deber y justicia con cada golpe y cómo se justificaban.
La justicia será ciega, pero si no lo fuera sería voyeur.
Ahora las cosas se han descontrolado. Uno de ellos ha muerto y han decidido suplantarle y, al mismo tiempo, culpar a mi chico de todo lo que ha pasado. Mi pobre pastelito volverá a ser torturado en Arkham, sometido a golpes, electroshocks y demás tratamientos para su propio bien.
¿Cuántos polvos le echará después el médico a su enfermera pensando en el bien que le han hecho a mi pobre Joker?
Dicen ser el bien, pero no son más que los sádicos que cayeron del lado del poder. Han causado más dolor que todos nosotros juntos. Ahora tengo que esconder a mi hija de ellos. Si no es posible que alguno de ellos tuviera la necesidad de alejarla de mí para evitar que caiga en el mal camino.
Posiblemente usarían su Batpalitomágico para ello.
Soy una villana y aun así me dan ganas de vomitar. Pero es preferible entrar en su juego que permitir que maten a Joker. No digo que no sea patético, pero no quiero más muertos.
Vamos.
Me acerco paseando hasta la comisaría. Lo divertido de sitios como este es que su seguridad es pésima. Nadie espera que quieras entrar por las malas, con lo que solo se preocupan de las salidas. Cruzar por una de las ventanas y llegar hasta la sala principal me cuesta muy poco y aparezco por uno de los pasillos saludando con la mano.
Buenas noches chicos- saludo con tono infantil- ¿llamasteis a la batcaballería?