Jerisse se apresura a cruzar el pasillo una vez que el esqueleto ha caído. Al acercarse a la criatura que quedaba alza su orbe, pronuncia palabras arcanas y una lluvia azulada de dagas se cierne sobre la criatura...
Pues si doy a Reflejos 24, 7 de daño. Si no doy, simplemente se come algo de daño (2 puntitos) al empezar su turno.
Estos bichos se mueren si los tocas. Son como los extras de Feng Shui xD
Cuando la última de las criaturas por fin yace sin vida en el suelo, las puertas de entrada a la tumba comienzan a abrirse solas, por lo que os precipitais hacia ellas sin pensároslo dos veces. En vuestras cabezas aún podéis escuchar las frustradas y furiosas voces de los guardianes: ¡No, no os lo lleveis!... ¡No podeis hacerlo, es nuestro por derecho!... ¡Después de tanto tiempo, malditos ladrones de tumbas!... ¡Es culpa de Par-Tholos, nos ha traicionado!...
Y seguís escuchando cosas similares hasta que por fin se cierran las puertas a vuestra espalda, quedando sumidos en la más completa oscuridad y silencio. Tras unos segundos así recuperando el aliento, casi se os sale el corazón del pecho al escuchar unos golpes atronadores contra las puertas, que las hacen temblar, pero se mantienen firmes hasta que por fin quien quiera que fuera el causante de los golpes ceja en su empeño y se da por vencido.
Jerisse suspira al cerrarse las puertas, las mira con desconfianza y se queda pensativa.
No sé si habremos hecho bien...
Me encojo de hombros, mientras pienso... Para ser unos fantasmas que tienen todo el tiempo del mundo, pronto se han cansado de aporrear las puertas... Deberíamos de andarnos con ojo...
Máster, creo que deberías escribirnos un epílogo y eso, y así, una partida menos de la que preocuparte :D
Una vez el clérigo recupera el aliento, se incorpora, satisfecho y orgulloso por creer haber hecho lo correcto.
-Compañeros, aunque no pueda afirmar que esta haya sido la mejor opción que podíamos tomar, es, desde luego, la menos deshonrosa. –Afirma el enano.
-Duntrania thek gora guek… -Añade en su lengua materna. –“El honor es mi vida”.
Jerisse conjura algo de luz y volveis a sobresaltaros al encontraros frente a frente con el espíritu del anciano Par-Tholos.
Me alegra veros de vuelta... tardasteis tanto que me puse en lo peor. Y a saber cuantos cientos de años más tendría que haber esperado a que otros valientes aventureros llegasen hasta aquí y aceptasen traerme el Ojo de Timor... pero no le demos más vueltas, veo que todos habéis sobrevivido y que lo traeis con vosotros, me alegro.
El fantasa levita hacia aquel de vosotros que porta el orbe y alarga la mano hacia el artefacto. Por un momento las facciones del anciano dejan de ser tranquilas y bondadosas, para parecer ansiosas y desencajadas. Rápidamente retira su espectral mano y retrocede, asustado.
Lo siento, debéis perdonarme, ya había olvidado el poder que ejerce el Ojo incluso en los espíritus. Aquí fuera he estado a salvo de él tanto tiempo que llegué a pensar que no me afectaría... Además, es inútil que intente cogerlo, no podría...
Para dar énfasis a sus palabras estira su brazo hacia la pared y veis como la atraviesa limpiamente.
No, no puedo tenerlo, pero puedo activarlo... Tal vez pueda soportar su influjo lo suficiente como para destruirlo. Debéis confiar en mí... Dejadlo en el suelo y colocaos cerca, os mandaré de regreso a vuestra capital y después encontraré la paz en el más allá, cuando por fin el objeto se desintegre en el plano de fuego y yo pueda marchar... mi deidad me espera.
La expresión del anciano ahora vuelve a ser anhelante, pero no como cuando intentó coger el Ojo, sino algo nostálgica. Sus ojos miran más allá de donde os encontrais, y en sus labios se dibuja una sonrisa. Por fin llegó la hora, ya voy... murmura para si mismo.
Colocais el Ojo en el suelo frente a vosotros tal y como os indica el fantasma y esperais, la mayoría aún nerviosos y con dudas respecto a si estareis haciendo lo correcto y no quedaréis aquí atrapados para siempre, para acabar uniendoos a los espíritus guardianes de la tumba.
Par-Tholos se acerca al artefacto y tiende sus manos hacia el mientras pronuncia arcanas y desconocidas palabras, aún para Murtun y Jerisse. El objeto empieza a brillar, y el aire entre vosotros y el Ojo parece iluminarse debilmente también. Poco a poco ese brillo se hace más patente, sobre todo en su contorno, lo que asemeja algún tipo de portal mágico se ha formado frente a vosotros, y al otro lado podéis ver la calzada principal de Baluarte del Martillo, con las puertas al fondo.
El anciano espíritu os hace señales para que lo atraveseis, y aunque algo reacios obedeceis, pues puede que sea vuestra última y única oportunidad de escapar de allí.
Una vez al otro lado y tras el ligero mareo inicial, lo primero que llama vuestra atención es lo desierto que se ve el camino y los alrededores de vuestra ciudad, sobre todo para ser mediodía, como os indica la posición del sol en el cielo. Dejando a un lado este detalle por el momento, os volveis hacia el portal, tras el que ahora se ve la fantasmagórica imagen de Par-Tholos junto al Ojo de Timor.
En esos momentos levanta una de sus manos en un gesto de despedida mientras sus labios murmuran algo que no podéis distinguir. Al instante siguiente un brillo cegador os hace taparos los ojos o apartar la vista. Un brillo que irradia una asfixiante sensación de calor aún a través del portal. Sin embargo esta sensación no dura mucho, pues poco a poco el portal empieza a desdibujarse y desaparecer, y en sus últimos momentos, cuando ya sois capaces de mirarlo directamente, podeis ver un fondo de ardientes llamas que por último también se extingue.
Ahora os encontrais solos en el camino, vuestra misión ha sido cumplida con éxito y una recompensa os espera.
250 PX para cada uno.
-Espero que encuentres la paz, Par-Thalos. Si tu alma conservaba algo de tu personalidad en vida, debiste ser un gran tipo y sabio entre tu pueblo. Al menos te ganaste mi respeto… -Comenta el enano, agradeciendo el sacrifio del espectro aunque este no pueda escuchar ya sus palabras.
-Bueno,- Dice Bleeder- vayamos a cobrar nuestra merecida recompensa, que ya nos toca.
- Espero que hayamos tomado la decisión correcta - dice el paladín, casi como reflexionando en voz alta, se le nota algo preocupado por la poderosa magia del Ojo de Timor.
Eso ya no importa, dracónido. Todo el daño o todo el bien que hayamos podido causar, ya está hecho. Y, si hemos obrado mal, pese a que no lo creo, pronto sentiremos sus consecuencias... Y, siempre podremos enmendar de alguna manera nuestro error. Si es que hemos cometido alguno, claro... -Comento a las palabras del paladín.
Una vez hecho el comentario, me encamino hacia delante, hacia ese lugar que ha veces, puedo llamar hogar.
Jerisse asiente mientras respira. A pesar de estar acostumbrada a los ambientes cerrados, respirar aire limpio sienta bien...
A por la recompensa pues.