Partida Rol por web

La expresión de Lucrecia se tornó sombría al escuchar las última palabras del centauro. Se puso a su lado mientras se alejaban de la Langosta por las angostas calles de la Escorbutera, sorteando charcos hediondos y canales por los que discurrían diminutas corrientes de aguas fecales.

Las Hermandades son algo diferente, dijo tras un prolongado silencio, pensando cómo abordar la cuestión. Faicán parecía desconocer mucho sobre la idiosincrasia de las sociedades humanas. Son las bandas de la Escorbutera, matones y ladronzuelos de poca monta, gente que entiende poco más lenguaje que el de la violencia. No era sorprendente que algunos de los que conseguían escapar de esa vida, acabaran siendo aventureros y buscadores de fortuna. La mayor parte de ellos son captados durante la adolescencia… algunos incluso durante la infancia. Ser parte de una de las Hermandades es la única forma que tienen de protegerse de las demás. Unirse o ser víctimas. Víctimas de la pobreza y de la ignorancia, y víctimas de alimañas con dos piernas. Una vez están dentro, contraen una deuda con sus líderes y sus “hermanos” que nunca dejará de crecer, y nunca terminarán de pagar. Se sumergen en un remolino de embrutecimiento y violencia.

Madre le había hablado de aquellos tiempos, cuando era una cría en un orfanato de la Escorbutera. No ser capaz de marcar la diferencia cuando regresó fue una fuente de frustración constante durante toda su vida. Los problemas reales no se podían solucionar a golpes. Quizás era eso lo que esperaba de Cesare y de mí, y sin embargo… no se permitió conducir sus pensamientos por ese camino. En su lugar, siguió hablando, más fuerte, lo bastante para enmudecer la voz de su interior.

No creo que tengamos problemas con ellos mientras estemos juntos. No se atreverán a meterse con un grupo de veteranos bien armados. Pero si los encuentras estando solo, le advirtió, dales el susto de sus vidas o lárgate galopando. No quieres tener los cadáveres de esos muchachos en tu conciencia.

Levantó la mirada hacia el rostro de Faicán. Aunque no fueran parte de los suyos, si no le importaran las vidas de la gente de la ciudad, por qué iba alguien como él a participar en aquella empresa.

Estoy versada en las escuelas arcanas de ilusión, encantamiento y, en menor medida, adivinación, añadió sus credenciales a las expuestas por sus nuevos compañeros. Tengo algunos trucos mágicos más en la manga, pero son escasos y circunstanciales. Dispongo de otras habilidades, más mundanas, pero dudo que sean necesarias esta noche. Y, añadió, yo no lucho.

Lucrecia solo pidió un pudin de pescado. Ni siquiera lo acabó; le gustaba comer ligero. Conociendo por adelantado lo que les aguardaba esa noche, dudaba que fuera capaz de volver a llevarse las delicias marineras de Valle del Oro durante unos días. Lo acompañó con un vaso de brandy para calmar los nervios que acompañaban a una misión, especialmente una que iba a desembocar en violencia. Una desafortunada costumbre que compartía con su madre, por mucho que la buena mujer nunca hubiera probado una gota de alcohol frente a sus hijos.

Asintió cuando escuchó la propuesta de Saphia. Era parecido a lo que ella hubiera sugerido.

He pensado en ello, y tengo una propuesta que nos ahorrará dividirnos, intervino. Puedo crear un glamour a mi alrededor que nos ocultará por completo de la vista mientras os quedéis a mi alrededor, a menos de tres o cuatro pasos de mí. Sugiero que nos lavemos a fondo con antelación. Si Faicán necesita más espacio para caminar, Wismerhill o yo misma podemos hacerle invisible con un conjuro personal. Para evitar que el ruido de sus cascos o de las armaduras nos delaten, puedo atar un conjuro temporal de silencio en una de las flechas de Ulthor. El radio de acción de ese conjuro es exactamente el doble que el de la invisibilidad. Solo dispondremos de unos minutos, así que no olvidéis de ir a las letrinas antes de salir.

Yo puedo usar mi magia sin emitir sonidos, pero si los demás no tenéis esa capacidad, es imperativo que te deshagas de ella en cuanto vayamos a atacar, explicó al oficial elfo. Si alguno de esos hombres pez es un lanzador de conjuros, entre sus hombros —o lo que sea el equivalente a hombros en un hombre pez— es un buen lugar para que pierdas la flecha. Si el conjuro nos estorba, puedo deshacerlo cualquier momento.

En el interior del glamour seremos invisibles para el exterior, pero podremos vernos entre nosotros y comunicarnos por señas. El silencio mágico no es tan flexible, de modo que cuando necesitéis transmitir informaciones más complejas, basta con que penséis en enviarme el mensaje, y yo se lo transmitiré al resto.

No había tomado aire desde que había empezado a hablar. Hizo una pausa para recuperar el aliento y dio un breve trago del vaso de brandy.

Mis ilusiones no son imbatibles, por desgracia, pero mantener durante largo tiempo los conjuros necesarios para atravesarlas es muy caro. Un lanzador de conjuros capaz de hacerlo supondría un enemigo extraordinario, uno que Lucrecia dudaba que los aventureros fueran capaces de afrontar si no estaba solo. Si las criaturas están sobre aviso y disponen de esos medios, concluyó, encogiéndose de hombros, perderemos la ventaja de la sorpresa, pero estaremos juntos. En el más probable caso contrario, tendremos no solo la sorpresa de nuestro lado, sino la posibilidad de discernir la posición, composición y número de nuestros enemigos antes de atacar.

Incluso existía la posibiliad de que la situación se resolviese sin recurrir a la violencia. Morven estaría encantado con ese resultado.

¿Y la familia? ¿Acaso aquellos muchachos de los que la hembra hablaba, esos para los que las Hermandades eran su única salida, carecían de una familia que les aconsejara y les apoyara? Alguien que grabara en sus cabezas los valores que todo cachorro de humano debe aprender. Y si era así, si no tenían a nadie, ¿no había entre los pieles rosa quien pudiera hacerse cargo de ellos?

En su tribu también había casos de huérfanos, y madres que habían perdido a sus hijos, y las últimas no era extraño que amamantaran y educaran a aquellos que carecían de unos padres cuando no lo hacía la propia tribu. Y si el huérfano ya era infante se le buscaba un mentor, normalmente un anciano, quien volcaba su sabiduría en el muchacho. ¿Por qué? Porque era lógico. Porque cada miembro era importante para la tribu. Porque la tribu era más fuerte cuanto más valiosos fueran cada uno de sus miembros y más fuertes los vínculos entre ellos.

Allí en la ciudad parecía ser que carecían de sentido común. Eran muchos, más que en el claro en el que él vivía, y aun así eran débiles por su egoísmo, por sus cuitas y pendencias. Solo miraban para el bien que podían obtener para sí mismos. Pero de algún comprendía que aquello era normal que ocurriera tan alejados como estaban de la naturaleza. Habían renunciado a la sabiduría que el mundo les brindaba cada día por los beneficios de su supuesta "civilización". Y se jactaban de ello.

Cabeceó afirmativamente a las palabras de la hembra con los cabellos como los rayos del sol, más para dejar claro que lo había entendido que que estuviera de acuerdo. Si alguien atentaba contra su vida, su conciencia no sería impedimento alguno para matar. Podía comprender que la vida del asesino no hubiera sido fácil, pero no importaban las circunstancias ni las excusas, siempre podían decidir y toda decisión tenía sus consecuencias. Así pues les daría una última oportunidad de decidir.

- Yo soy veloz como el halcón y fuerte el roble. Un guerrero. Y aunque mi arma es letal en las distancias cortas, si me dais espacio para correr puedo partir por la mitad a vuestros enemigos como si fueran ramitas secas.

No añadió más; ya había dicho de lo que él era capaz que era lo que todos habían hecho. Dejaba a los humanos y sus tretas el resto del plan.

Saphia escuchó a cada uno y asintió muy conforme ante las capacidades de Lucrecia.

- Sería de inestimable ayuda tus aptitudes para que podamos acercarnos ocultos - admitió la clérigo con una leve sonrisa hacia la mujer -. En general creo que tenemos un grupo sólido. Tengamos fe en que todo saldrá bien y lograremos justicia en esta ciudad - opinó con cierta vehemencia.

- No obstante, antes de nada me gustaría informaros de varias cosas. Algunos de vosotros, recién incorporados a esta investigación, deberíais saber que nos enfrentamos a algo muy serio. Y macabro - comenzó a decir. Se interrumpió un momento para plantear como seguir y volvió a tomar la palabra.

- Vengo de fuera de Valle de Oro, atraída a este lugar por el ruego de un amigo: Varmis - informó mirando a Lucrecia -. Me dedico a investigar... sucesos anómalos y a eso he venido. Junto al oficial Wyrmslayer y Ser Talisker encontramos evidencias de que el consejero Sodderheim, de alguna manera, está detrás del conocido Asesino del Farol. Un asesino macabro que ataca por las noches y descuartiza a sus víctimas. Hemos sabido que Sodderheim ha hecho lo indecible para obstruir toda investigación y ocultar pruebas. Por otro lado, fue ajusticiado recientemente un pescador acusado de ser el autor de dichos crímenes, ya que fue encontrado desorientado en uno de ellos. Ejecutado a toda prisa y sin juicio, el pobre desdichado dejó un testimonio plasmado en las paredes de su celda del manicomio, donde estuvo encerrado. Dibujó imágenes sobre hombres-pez, aboleths creo que los llamó Ulthor, y algo parecido a un Kraken controlado por una entidad malvada. Todo un mural escalofriante - explicó -. Sospechamos que pudieron dominar o manipular al pobre hombre para que se quedara en la penúltima escena con el arma del crimen, para que los guardias lo encontraran y detuvieran a placer, pero al hacerlo dejaron ciertos recuerdos y sensaciones en la mente del inocente que obsesionado dibujó en sus últimas horas. Y sí, he dicho penúltimo crimen. A pesar de ser ejecutado ya se ha conocido, al menos, otro crimen posterior de la misma índole - resumió la mujer, pero tratando de ser precisa.

- Ha resultado revelador el saber que Sodderheim tiene tratos con hombres-pez y que tiene fabricado, al menos, un golem de carne. Tal vez partes de sus víctimas como se sugirió antes. Y luego el perfume para ocultar el hedor de carne putrefacta y de pescado en el ambiente - opinó de la misma manera que Lucrecia y Wishmerhill.

- No sabemos si hay más consejeros o personas poderosas detrás de todo esto, pero si necesitamos ayuda o apoyo posiblemente también la hallemos en alguna persona de relevancia. No toda la cúpula está podrida, al parecer - terminó de exponer. Se hizo un silencio y la clérigo miró a sus compañeros, uno a uno.

- ¿Alguna pregunta?

El guardia elfo, que no se había molestado en volverse a cambiar a sus ropas de oficial de la ciudad, asintió varias veces según escuchaba la exposición de capacidades del grupo, como si confirmara lo que ya suponía. Tenía suficiente experiencia para hacerse una idea de lo que era capaz cada uno, pero de ahí a poder concretar había un trecho y la excelente planificación de Lucrecia le sorprendió gratamente.

-Sodderheim podrá ser depuesto de su cargo y ajusticiado si lo que dijo Morven de los documentos incriminatorios en ese almacén es cierto. No toda la cúpula de la ciudad está podrida -dijo con convicción el elfo, al parecer con información al respecto pero que no revelaba por alguna razón- Tu plan, Lucrecia, es excelente, pero permíteme un matiz: conviene que me lancéis el hechizo de invisibilidad a mi primero, así os serviré de avanzadilla de exploración, os iré informando de todo a través de ese hechizo vuestro de los susurros, si os parece bien. Seguro que puedo encontrar cómo deslizarme hasta el techo de ese almacén. Dudo que esas cosas trepen demasiado bien y aunque lo hagan puedo mantenerme fuera de su alcance con facilidad. Mientras tanto vosotros tendríais campo libre en el suelo. Por otro lado, aunque la idea de silenciar al posible lanzador de hechizos me parece realmente tentador, si me llevo dicha flecha, no os podré informar de nada. Mejor guardad el hechizo para el arma arrojadiza de algún otro, incluso un frasco con agua sagrada… o su tapón, para que no finalice el hechizo al impactar. El resto me parece bien.

Finalmente Ulthor había tenido algo importante que compartir. No era un gran conversador, pero estaba claro que algo sí entendía de estrategia.

Wismerhil va ensanchando su sonrisa mientras escucha a los demás explicarse sobre sus capacidades. Parece que pueden formar un grupo compacto al menos. Los poderes de Lucrecia son el complemento perfecto para que el grupo permanezca indetectado por sus enemigos hasta que la lucha empiece al menos.

- Muy bien Lucrecia, esas habilidades tuyas parecen formidables y muy útiles, si señora. No obstante me sorprende que uses el término glamour. Suele emplearse más para referirse a habilidades de los Seres del Bosque o las Fae en todo caso. Curioso. -

La bardesa sonríe pícaramente mientras juguetea con la pajita que tiene entre los labios.

- El silencio será una bendición divina para acallar los cascos del poderoso Faicán sin duda, que a pesar de ser una Criatura del Bosque, no parece tener demasiado glamour, ¿no crees peludito? - A pesar de su broma, las palabras de la mujer de cabello plateado parecen rezumar una simpatía y cariño especial con el centauro, como si tuviera algún vínculo no declarado con él. Luego parece cambiar de tema.

- Tu explicación es bienvenida Saphia, puede que ahora se aclaren algunas cosas. Por mi parte diré que hace unos días mi camino me traía de vuelta a estas tierras de las cuales soy oriunda. Si bien me crié en el Bosque bajo el cuidado de criaturas faéricas, considero Valle de Oro mi segunda casa. Es por eso que tras un accidentado periplo plagado de toda suerte de desafortunados acontecimientos, me encontré con un anciano druida que se hacía llamar Iristán. Él me habló de la situación en el área, y es que este malestar no sólo pone en vilo la ciudad, sino el equilibrio que hay en toda la región entre los diferentes habitantes que la pueblan; se han roto los antiguos tratados entre los valdeaurenes y los elfos de la niebla y el comercio fluvial se ve amenazado. Es cuestión de tiempo que el conflicto crezca en una guerra abierta entre las dos facciones que no beneficia a nadie, y se vean afectados la misma tierra y los árboles del Bosque del Manto Blanco. Es por ello que me hice el propósito de traer luz a la oscuridad que envuelve estas tierras que considero mi hogar y me embarqué en esta investigación por voluntad propia.

Esa es mi historia reciente, y aparte de conocer la ciudad en parte y  la oligarquía que la gobierna ya que he trabajado para muchos de ellos, poco más puedo decir sobre mi...

¡Ah bueno! Sobre lo del plan de la invisibilidad de Ulthor, ¡Te me adelantaste orejotas, jijiji! Es algo que parece lógico, más añadiré que te abstengas de cruzar puertas o portales. Son lugares en los que se suelen situar alarmas o protecciones mágicas a las que les dará igual si eres silencioso o invisible. Lo mejor es observar el perímetro, contar enemigos, accesos y volver a informar. No te arriesgues en solitario. Por otra parte tú puedes ver en la oscuridad, cosa que otros no podremos hacer. Si bien es cierto que puedo emitir una luz de manera continua de ser necesario, lo cual me haría un blanco perfecto, claro. -

La mujer vuelve a sonreír divertida por algo que no podéis precisar mientras mueve arriba y abajo la pajita en sus labios.

Un golem de carne está construido a partir de una grotesca colección de fragmentos de cuerpos en descomposición, suturados y fijados con pernos entre sí hasta darle una forma más alta que un humano vivo. Como os dijo Morven, éste en concreto debe de estar hecho con cadáveres de criaturas marinas y no con seres terrestres, como suele, así que podría tener otras aptitudes especiales a este respecto que desconocéis.

Todo encajó cuando Ulthor describió el aboleth que había dibujado en la celda de Eraias. Wismerhill había oído escalofriantes historias marineras acerca de los skum*, unas míseras criaturas creadas por los aboleth para servirles como bestias de carga y esclavos. Los cuentos los describían como cruces abominables de hombre y pez, sus espaldas encorvadas coronadas por largas crestas espinosas. También poseen una cola delgada y musculosa.

Lamentablemente, no sabía nada sobre los alrededores del almacén que Morven les había descrito.

El glamour es una de las manifestaciones de los conjuros de la escuela de ilusión, querida, respondió al comentario de Wismerhill. Algunos los llaman engaños hoy en día, pero me gusta más su nombre original. No estoy versada en la historia de la magia; supongo que es posible que fueran esos seres del bosque quienes nos enseñaran esos conjuros en el pasado.

La narración de las actividades del grupo fue bienvenida. Nuevas piezas para un rompecabezas que apenas empezaba a insinuar la ilustración que contenía y, sin embargo, contexto suficiente para para darle nuevo sentido a lo que había visto y escuchado desde que pisó las tablas del muelle al amanecer.

Yo sí nací en Valle del Oro, pero hace casi una década que no pisaba la ciudad. He vuelto solo porque mi hermano me envió una carta notificándome del fallecimiento de nuestra madre, se unió a la ronda confesiones. Su expresión se tornó sombría mientras hablaba. Esta mañana, mientras visitábamos el lugar en el que esparció las cenizas, ha dejado caer la parte que omitió en su carta. No fue una muerte natural; la mataron mientras investigaba los asesinatos. Una elfa llamada Imeya, añadió, dirigiéndose a Wismerhill, empuñaba el cuchillo.

No dijo nada más al respecto. Las arrugas de pesar que se habían dibujado en su rostro desaparecieron de su rostro como si nunca hubieran estado allí. Que cada uno de los presentes conjurara, si lo deseaba, las razones que le parecieran para que Lucrecia hubiera decidido seguir los pasos de su madre.

Como le dije al caballero antes, replicó a la afirmación de Ulthor, no puede ser tan sencillo. Hubiera sido tan fácil para un hombre como el Consejero que nadie relacionara su nombre con los asesinatos. Pensad en ello, no puede ser casualidad que se haya involucrado de forma personal. Si Morven no nos ha mentido, el último asesinato ha sido un montaje de sus nuevos secuaces. ¿Fabrica un chivo expiatorio y deshace su trabajo al día siguiente? ¿Qué sentido tiene?

No me atrevo a conjeturar sabiendo tan poco, y sin embargo, es justo lo que voy a hacer, pero no puedo evitar preguntarme si Sodderheim es realmente el responsable último de los asesinatos, un simple títere o incluso otro chivo expiatorio. Es demasiado evidente, demasiado... llamativo es una buena palabra. Se comporta como si quisiera ser descubierto, dejando tras de sí un rastro de migajas gigantes, doradas y brillantes. Cegadoramente brillantes. 

Con suerte, esta noche sabremos un poco más, musitó.

Ulthor se mantenía firme en su empeño de servir de vanguardia. La misión era propicia para un hombre bien entrenado, con apoyo mágico. Empero, si no iban a limitarse a robar los documentos y desaparecer de allí, Lucrecia opinaba que el riesgo que corría el elfo era innecesario.

Es tu pellejo el que expones, cielo, dijo al guardia, encogiéndose de hombros.

Con respecto a nuestra diversión nocturna, poco más puedo añadir hasta que estemos allí. Morven ha mencionado un gólem de carne. Nunca he visto uno, pero por lo que he leído, son criaturas repugnantes, forjadas a base de pedazos de cadáveres unidos entre sí por medios mundanos y animados por magia poderosa. A pesar de su apariencia de no muerto, no podrás ahuyentarlo poniéndolo el símbolo de Ishtar en los morros, explicó, mirando a Saphia. No se lo puede dañar con magia, y los conjuros tejidos en su carne la hacen tan dura que solo las armas forjadas con adamantita pueden rasgarla con facilidad. Podéis sacarlo a bailar mientras me mantengo al margen, haciendo como que aplaudo. Desgraciadamente, nunca he sabido de uno fabricado a partir de criaturas marinas.