Pese a que anduviste un pequeño rato buscándote en tus ropas y tu zurrón tus provisiones y dineros, et que se los diste, el tipo se quedó ensimismado alargando sus brazos para cogerlas. Justo cuando te volteaste para preguntarle por la aldea de Breu, le viste que te miraba con las cejas hacia abajo, como enfadado.
¡Tacaño! -te dijo-, ¡mal árabe y te parta un rayo! -te añadió. Et que no pareciea suficiente aquello que le habías dado, que otro bien podría haberte besado los pies por ello-. Te diste cuenta entonces que sus ojos comenzaban a brillar en el fondo de su capucha (como la candela de un cirio refulgente).
48.
Tu reacción es...:
-¿Atacarle? En ese caso tira 1d10+AGI
-Huir corriendo.
El malnacido se merecía una linda cuchilla y otra de propina, pero aunque Ali sabía manejar decentemente el chuchillo prefirió fiarse de sus piernas y poner terreno de por medio. ¡Maldito desagradecido! Con razón dios te castigo con esa enfermedad.
Huyo corriendo
Aquel hideputa desagradecido rechazó los tuyos bienes, empero que un temor en tí se cernía ahora (con aquellos ojos suyos candentes). Saliste pues, corriendo, como si el diablo te persiguiese. Procurabas no mirar atrás, empero que oíste cómo a lo lejos el mendigo te gritaba algo así como "¡Corre! ¡Corre! ¡Ya no podrás escapar!", et que, un instante después, añadió, justo antes de perderle de vista al quedarle atrás: "¡Que tus pies te lleven allí donde no quieras ir!".
Hazme una tirada de RACIONALIDAD.
Corrió hasta que no pudo ver aquel hombre maldito. Había sido agradecido con un pobre mendigo, y que había recibido, desprecio. No volveré a confiar en nadie. Dijo Ali, con la voz aun entrecortada por el esfuerzo de la carrera.
Motivo: RACIONALIDAD
Tirada: 1d100
Dificultad: 50-
Resultado: 21 (Exito)
Notaste que una oleada de fuego sacudía tu interior. Sin embargo, apretaste los dientes, cerraste un poco los ojos y seguiste corriendo como si no hubiese un mañana. Querías despejar de tu mente todo recuerdo de aquel leproso que algo de leyenda, seguramente, tuviera. Corriste y corrieste y finalmente, tras unas horas en las que sólo descansaste para comer algo (y con el miedo aún en el cuerpo al acordarte de aquellos ojos como candelas) te detuviste al llegar a las afueras de un pueblo: era Breu, en el Morrazo. Por fin habías llegado. Quién diantres iba a decir que el Camino Real fuera tan sorprendente como cualesquier otro peligroso camino. Llegaste sano y salvo a Breu.
FIN
Puntos de Aprendizaje ganados: 10 p.Ap.