La verdad era que había sentido tentaciones de contarle la verdad a su padre pero seguía luchando contra ese impulso porque no quería que se preocuparan. Y su padre lo haría, sin duda. El mismo lo había dicho: seguía siendo su pequeña. Por más fríamente que se hubiera comportado en los últimos años, se volvería loco si se enterara de las veces que había estado en grave peligro. Y si encima supiera que el famoso Kegan Porcher, el ídolo de su hijo, había estado a punto de matarla, dudaba que se estuviera quieto, por más que hubiera mediado una poción.
- Da igual, sólo es una hipótesis - acabó por decir, ocultando su incomodidad. Finalmente asintió con conformidad cuando él prometió aquello. Bien. En caso de que algo le pasara, lo último que quería era que Zoey tuviera que afrontarlo sola. Suficiente sería que Emily la apartara como para encima también verse rechazada por sus padres. Guardó un rato de silencio hasta calmarse del todo, momento en que carraspeó y preguntó -: ¿Qué vas a hacer? ¿Te quedas aquí?
Miró alrededor. Hacía realmente bueno, pero ese no era su lugar.
- No. Creo que tengo que ir a tomar un café.
Miró a su hija, y le sonrió abiertamente. Volvió a abrazarla nuevamente. ¡La de tiempo que hacía que no la tenía entre sus brazos! Estaba tan feliz que podría llorar. Pero no. Él era todo un hombretón licántropo.
- Vilma? Qué puede querer Vilma?
Vaya, el día no podía acabar tranquilo. Una lástima. Aunque a decir verdad prefería eso a que me lo escondiese hasta mañana, y si fuese al revés, él también. Por eso cogí la carta y la leí en ese mismo instante, para quitarme de encima lo que fuera que dijese. A medida que leía, menos podía creerme. ¿Habían liberado a varios presos de Azkaban y aún no sabíamos nada? ¿Cómo era posible? ¿Era incompetencia, corrupción o algún engaño perfectamente elaborado? La boca se me abrió ligeramente en estupefacción mientras acababa de leerlo todo. Miré entonces a Sean aún con la misma expresión.
- Aengus, Adriana Elliot y un montón de otros presos han sido liberados de Azkaban. Esto no puede ser casualidad, un día después del secuestro de la boda. - enuncié sabiendo que él llegaría a la misma conclusión. Suspiré resignada mientras me pasaba una mano por el pelo. Aquello era bueno para el caso por que daba información, pero era malo (malísimo) porque demostraba cuánta gente estaba involucrada y lo lejos que podían llegar. “Son poderosos.”
Se me quitaron las ganas de terminarme la poca lasaña que me quedaba. El estómago se me había cerrado. En lugar de eso, y determinada, me levanté y cogí a Sean de la mano, arrastrándolo tras de mi hasta el baño. Sin decir nada, abrí el grifo de agua caliente y me di la vuelta para besar a Sean y poco a poco deshacerme tanto de su ropa cómo de la mía. No iban a estropearme el mejor momento del día, y tanto él como yo necesitábamos relajarnos para poder pensar con claridad.
***fundido negro con agua*** xD
No sabía cuánto tiempo había pasado ni me importaba. El agua ya volvía enfriarse con Sean y conmigo dentro de la bañera.
- Tengo que ir a ver a Vilma y Aengus, pero también tenemos que ir a Hawaii. – le dije a Sean tras un rato en silencio, mientras acariciaba su piel distraídamente. – Y creo que lo mejor será que vaya cuánto antes, o Aengus podría retractarse. Pero no me fio un pelo de él. Sólo hay dos maneras en las que me fiaría de lo que dijeses esa rata mentirosa… - sabía que Aengus era un buen mentiroso. Nos había tenido a todos engañados y no soltaba prenda fácilmente. No dije nada más, pero Sean sabría perfectamente a lo que me refería. No era la primera vez que estábamos en un dilema cómo aquél.
Después de la relajación y excitación de la noche, ahora tocaba de nuevo centrarse en el trabajo. Era lo que había, pero como ambos estaban acostumbrados no había problema en ello. Mientras abrazaba por detrás a Emily y la acariciaba brazos y piernas, seguía hablando:
- El traslador sale mañana por la tarde. Pero sí creo que lo de Aengus es importante.- no le gustaba nada lo de Aengus, a decir verdad- Iré contigo y después nos marchamos juntos a Hawaii. ¿Ya has hecho la maleta?- le preguntó con una sonrisa divertida bailando en su cara. Iban por trabajo, sí. Pero igualmente... tendrían que pasar desapercibidos.- ¿Llevarás bikini o harás topless?
Ay, ay, ay... de solo pensarlo...
Tendríamos una mañana para Aengus. No era mucho, pero tampoco era poco. La última vez no tardé tanto, aunque no acabó de la mejor de las maneras y tenía veritaserum. Aunque no veía la cara de Sean, leí la sonrisa en su tono, así que me permití yo también sonreír cuándo dijo lo del topless. Yo no haría eso ni loca. Mi vena de exhibicionista era nula y aparte de Sean, mis excompañeras de habitación en Ravenclaw y alguna auror en los vestuarios de manera puntual, pocas personas me habían visto demasiada carne. Y él lo sabía, con lo que mi broma no tenía peligro alguno.
- Pensaba en llevarme sólo unas sandalias… - me mordí la lengua entonces, antes de incluir a Clark en la broma. No quería estropear un momento perfecto con algo estúpido. Podría bromear con otras personas, pero no diciendo que a Clark a lo mejor le gustasen las vistas también. – Y pensaba hacer tu maleta de una forma equivalente. Es la polinesia, ¡libres domingos y domingas! – dije levantando los brazos al aire para después bajarlos alrededor del cuello de Sean y girarme lo suficiente para poder darle un beso.