Partida Rol por web

Los iban a matar, iban a acabar todos muertos, lo sabía el, lo sabía Frank, lo sabía hasta el perro del vecino de la ciudad vecina. Acabó por berrearle a Amy- Da la vuelta! Hay que llevar a la que los manda al bosque! El plan era...una locura- Entra en medio- se asomó parcialmente por la ventanilla con el bate- la metemos en el coche, la inmovilizamos y nos vamos corriendo al bosque, al antiguo poblado!

La mujer te mira durante un instante en le que parece que le tiempo se detiene. En sus ojos ves brillar un destello que demuestra que el plan, aunque es arriesgado, puede funcionar.

- Agarraos, que nadie saque las manos por las ventillas y abrid fuego si es necesario. Se lo haremos pagar caro.

A pesar de su carácter racional y ordenado, parece ser que la mujer se está dejando llevar por la adrenalina. Da un volantazo y frena de manera brusca, antes de dirigirse de nuevo al pueblo. Nadie duda de que sea capaz de atropellar a cuantos caníbales se encuentre, aunque antes fuesen sus vecinos.

Frank ve como el coche gira de vuelta y parece comprender, por las señas que hace Tom, cual es el plan.

—¡No me jodas!

Tampoco tiene tiempo de pensar. ¡Total ya es todo una locura! Agarra a la reina zombie y la alza como si de una víctima se tratase con la intención de saltar con ella al maletero del coche en cuanto lo abran.

Más resistente que un insecto en un invierno nuclear, la reina se pone en pie. Está en las últimas. Sus fuerzas flaquean y su piernas tiemblan. Sonríe y con un estertor de dolor tose escupiendo sangre.

- ¡Mierda!

La ayudante del sheriff maldice cuando uno de los hambrientos lugareños se cruza en su camino y, aunque es atropellado, se queda sobre el capó. Hace un giro brusco y se detiene a pocos pasos del lugar donde se encuentra Frank, arrollando a varios sujetos que ya no están en sus cabales.

Alguno de los ocupantes del vehículo parece haber sufrido un leve golpe, tras la maniobra, y la propia Amy se golpea contra el volante. No parece herida, pero si aturdida.

Si no los matan los ...esos, los matara un accidente de tráfico.- Damela! yo la puedo agarrar!- Dijo el profesor cuya fuerza era proporcional a la gracia de aquel chiste que decía: El oxígeno y el potasio tuvieron una cita. Les fue OK. Nunca nadie se reía, pues lo mismo iba a pasar seguramente si le daban a la "Reina" que muy dispuesto y lo que quieras pero seguramente acabaría con una carnicería dentro del coche. 

El iba preparado, tenía las mangas bien abajo para evitar posibles mordiscos en sus dedos, y el hacha al lado. A las malas...siempre...podría intentar golpearle la cabeza con el canto ¿No? 

Frank hubiera querido cambiarse por Lou pero no tiene esa oportunidad. Igual que cuando tuvieron que dejar atrás al moribundo toma las decisiones que nadie quiere tomar.

Agarra a la zombie maldita peor ésta se resiste como el demonio que es. Aún así intenta empujarla hacia el coche.

Lou, con su vida pendiendo de un hilo, mira a Frank y le guiña el ojo, mientras hace un gesto como si le apuntase con un arma.

El sheriff se lanza sobre la reina y ella le abraza. Sin duda ansía clavar sus dientes en él y engullir parte de la carne del representante de la ley. No lo consigue, las piernas le fallan y emite un gañido, al mismo tiempo que una baba - densa y rojiza - cae de su boca.

Frank reúne sus escasas fuerzas y logra empujar a su rival hacia el coche. Uno de los hombres sale del vehículo y le abre el maletero para que la deposite en su interior. Y así lo hace, como si fuese un fardo ensangrentado. Aunque no es así, pues la mujer patalea y araña la chapa que se cierra sobre ella.

Las miradas de todos los que están en el interior del vehículo y de los hombres situados junto al maletero, se centran en Lou. El agente logra coger un puño americano que tenía escondido en uno de sus bolsillos y le revienta los dientes al primer hambriento que se acerca demasiado.
Su pequeña victoria dura unos segundos... los caníbales saltan sobre su maltrecho cuerpo, pero Lou no grita. No les da esa satisfacción.

Frank en el exterior da dos golpes al capó del coche.

—¡Fuera! ¡Largaos!

Luego se gira hacia la horda hambrienta que lo rodea tras haber dado cuenta de Lou. El sheriff hace un esfuerzo sobrehumano para incorporarse. Tiene la pierna en carne viva y probablemente varias costillas rotas. La vista se le nuble. La sangre se acumula en su pulmón. Pero aún así se incorpora y extendiendo su brazo derecho hace un gesto como Bruce Lee para invitar a los zombis a que vengan a por él.

—Os voy a guiar al infierno, hijos de puta.

Sabe que es una bravata inútil cuando la horda ruge abalanzándose sobre él, pero sabe también que esos breves segundos le darán una oportunidad a los del coche.

Toma las decisión que nadie querría tomar.

Y desaparece en medio de la horda con una sonrisa en los labios.

El sheriff usa cada ápice de su energía en mover cada músculo de su cuerpo. Avanza sin miedo hacia la multitud enloquecida, mientras la marabunta de caníbales devora a Lou y aúllan con sus fauces ensangrentadas.

Cuando el primero de los anteriormente honrados ciudadanos mira hacia Frank, este le dispara a bocajarro. El aire se llena de la detonación y del olor de la pólvora, de sangre y vísceras. Un segundo disparo, a otro objetivo, desparrama un puñado de sesos sobre el asfalto.

El siguiente caníbal que se abalanza sobre el sheriff recibe un culatazo que haría rico a más de un dentista, pero el cuarto consigue saltar sobre él y le derriba. Otros se suman al banquete. El agente de la ley ofrece la máxima resistencia posible en su estado y vende cara su vida.

Se encontrarán de nuevo en el infierno, donde Frank hará que la sangre de aquellos que rompieron la paz de kenora hierva sobre los fuegos eternos.

-¡No perdamos más el tiempo!

Son las palabras de la agente tras recuperarse del golpe y ver el sacrificio de Sheriff. Arranca de nuevo el motor y se dispone alejarse del pueblos. El hombre que ayudó a meter la reina en el maletero se sube de forma apresurada.

Al poblado, ve rápido, a las ruinas!- Miraba hacia atrás por si acaso alguien les seguía, mientras que no podía evitar ignorar donde Frank estaba. Lo escuchaba, los tiros, los golpes, el grito... Que hubiese tenido una buena idea no le hacía menos cobarde y él sentía un miedo atroz que le llenaba cada poro y corría por cada una de sus venas. Esperaba que tuviera razón, esperaba que...aquel no fuese su último día.

 Hay que, que sentarla en el trono, en el tronco ese- Miró al hombre que había ayudado a meter a la reina en el maletero- hay que sujetarla al lugar. ¿Hay cuerdas? ¿Algo? 

El coche acelera cada vez más con la intención de alejarse del pueblo. Aunque algún caníbal trate de interponerse en la huida, Amy no aminora. Trata de esquivarlos si le es posible, en caso contrario pisa más a fondo y los embiste sin contemplaciones. La situación así lo requiere.

El vehículo sale a la carretera que se dirige al antiguo asentamiento, mientras la reina patalea e intenta entrar en el interior abriéndose paso desde el interior del maletero.

El vehículo se detiene lo más cerca posible del antiguo cementerio indio. Justo a tiempo, pues la reina de los caníbales, consigue rasgar uno de los asientos traseros, dejando restos sanguinolentos, con la intención de entrar en el interior y devorar al primero que se interponga en su camino.

Abandonan el coche tan rápido como les es posible. Amy pide con un gesto que alguien abra el maletero y cuando la doctora Parker se asoma levemente al exterior, gruñendo, recibe un golpe en su rostro. La mujer, la agente de la ley, le golpea con su defensa. No tiene ni un ápice de compasión, pues usa todas sus fuerzas. La sangre de la reina surge de su boca sin ningún tipo de control. Como si se tratase de una presa que ya no puede retener más la fuerza de un rio desbordado, en época de lluvias.

La reina destronada emite un sonido lastimero cuando la sacan a la fuerza, mientras trata de evitarlo sin éxito. Farfulla y maldice, pero sus palabras son ininteligibles. Amy, llena de furia, le golpea de nuevo. Demasiado caos y demasiada muerte para andarse con miramientos.

Arrastran a antigua doctora, mientras da dentelladas que no consiguen herir a nadie, hasta el trono de piedra situado entre unas inmensas raíces. Sin duda se trata de un árbol muy antiguo. El motivo de intentar sentar a la doctora Parker en el trono de piedra, se debe que Tom Roland ha dicho - cuando iban al interior del vehículo - que era la única solución. Los grabados en el trono parecen indicar que es cierto.

Sin ningún tipo de miramiento, y tras despejar el trono de los antiguos restos humanos momificados, sientan a la causante de todo este mal. Las raíces del árbol se mueven, dejando sorprendidos a los presentes, y se clavan en su carne. La sangre fluye y los lamentos de la reina llenan el aire. Las raíces se aferran a ella, horadando su cuerpo y apresándola con vehemencia. Algo se revuelve en su interior, se trata de un poderoso espíritu. El Wendigo, el espíritu caníbal. Su hambre es infinita.

La doctora Parker, días atrás, se sentó en el trono de piedra, pues le pareció gracioso, liberando a aquella entidad atrapada en aquel lugar y contagiando con el poder de la criatura a los demás científicos.
Todo se descontroló cuando regresaron a kenora y atacaron a sus habitantes. Algunos fueron devorados y otros sintieron el poder del Wendigo en su interior, uniéndose a la horda caníbal.

La entidad ruge y todas las criaturas vivas se quedan quietas, escondidas, observando en silencio su entorno y preparadas para huir si se acerca el depredador que es confinado de nuevo en su prisión. La doctora Parker se marchita. Su carne se consume y en su rostro se ve una mueca de dolor. Tan sólo queda de ella un piel apergaminada pegada a sus huesos.

Todo ha terminado y aquellos que intentaron engullir la carne de sus vecinos volverán a la normalidad. Apenas recordaran lo ocurrido y recuperaran el control de sus actos dentro de un caos sangriento.
Tom mira a Amy, ambos tiene claro que deben hacer: Habrá que destruir este lugar e inventar una explicación creíble de cara a la prensa.

Así termina nuestra historia... o quizás no...