Cuando el padre Santiago consigue calmarme, me quedo mirando a Celeste, aun con los ojos llorosos. Susurro.
Ha sido ella, nos miente me lo han dicho.
Me levanto a toda velocidad y señalo a Celeste, mientras me seco los ojos con la otra mano.
No os fíes es extraño, todo lo que ha contado, Tharine está loca pero solo era una amenaza para ella misma y ahora de repente, es agresiva. A no ser que le hayas forzado no te haría nada, seguiría llorando en una esquina.
¡Así que cuéntanos la verdad, que le has hecho!
¿De qué hablas? Yo no la hice nada, me quedé sentada esperándoles mientras entraban aquí, fue ella quien quiso quedarse conmigo, y luego cuando estábamos a solas... Bajo la mirada. Las voces me hablaban y se que a ella también... Igual que a vosotros... Da igual lo que digan, siempre quieren hacernos daño, a Tharine la lograron controlar y por eso... Por eso... Intentó forzarme. De mis ojos brotan las lágrimas. Por suerte logré escapar y venir con ustedes antes de que se cerrara el pasadizo.
Marta comenzaba a enfurecerse, tenía serios pensamientos contradictorios y deseos impulsivos contra los que debía luchar, tenía ya suficiente como para que nadie a excepción del Padre fuese capaz de controlarse.
- ¡Ya basta, joder!, el que quiera que se quede aquí, Padre, acompáñeme, necesitaré su ayuda con Tharine - Y puesto que no se fiaba de las palabras de Celeste, subió las escaleras para asegurarse de si el pasadizo se había cerrado o no. En caso de que estuviese abierto iría a ver qué ocurre con Tharine.
Muy bien vamos. Carmen por favor cuida a Celeste, Marta y yo iremos a ver que ocurrió co Tharine y llegaremos al fondo de esto. Tengan cuidado. - sentencio con seriedad, al tiempo que me pongo de pie y echo a andar con Marta de regreso hacia la iglesia.
Lo siento, pero es que llevo buen rato deseando esto y creo que tu también lo deseas. - digo con voz ronca mientras acerco mis labios a los de Marta y la beso apasionadamente, mientras acaricio su cuerpo, despojándola de su blusa y su sujetador con mis fuertes brazos.
Era evidente que no estaba del todo en mis cabales pero mis deseos de poseer a Marta eran casi irrefrenables, por no decir que mi superioridad física me facilitaba mucho el trabajo.
Celeste miraba desde la distancia como el cura y Marta festejaban su pasión y no pudo más que sentir envidia. Se sentó en el suelo y apoyó la pared contra la pared fría y un tanto húmeda, pero no tanto como ella. Llevaba conteniéndose las ganas de dejarse llevar por lo que la pedían hacer las voces toda la noche y ahora que no estaban dentro de su cabeza se daba cuenta de que aquellos deseos y aquellos pensamientos calientes y húmedos no eran más que sus propias pasiones desatadas por tanto tiempo sin sexo. Su marido había cambiado sus deseos de novio y marido por los de padre y por suerte o por desgracia aquello la dejaba fuera de juego, no podía recriminárselo, ella desde el parto no podía sentir nada y eso había llevado a una larga sequía sexual en el matrimonio, pero ahora, sin embargo, su vagina estaba totalmente caliente y deseosa de volver con su marido y poseerle como si no hubiera un mañana.
Si tan sólo pudiera salir de esta pesadilla y volver con él.
Al ver, esa escena llena de pasión no puedo evitar sentirme excitada y con deseos. No es justo siempre les hace caso a ellas, pero y yo que. No es justo.
Me levanto mientras me voy quitando la ropa y dejándola tirada por el camino, hasta llegar al cura. Al estar detrás de él, le abrazo por la espalda firmemente, apretando y sobando mi pecho contra su espalda, mientras beso y mordisqueo su cuello.
Padre, por favor, luego voy yo.
Sentir los pechos de Carmen contra mi espalda, me excita aún más y mi comportamiento se vuelve totalmente lascivo y empiezo a bombear el interior de Marta con mucho vigor.
Una y otra y otra vez mientras la escucho gemir pidiendo más, es en ese momento que decido detenerme y lentamente me retiro de Marta para dejarla pidiendo más.
Si tanto lo quieres ven y pruébalo Carmen, vamos mira quiere que lo pruebes. - Le digo a la morena irguiéndome, para luego hacer que se arrodille y empiece a comerse mi miembro mientras la sujeto con fierza de sus cabellos al tiempo que, con mi otra mano introduzco mis dedos al interior del sexo de Marta.
No te preocupes pteciosa no me he olvidado de ti, a ambas voy a darles lo que me piden, pero ¿Cuál de ustedes es digna de mi primera corrida? - pregunto sediento de lujuria.
Hace casi ocho años que no estoy con ninguna mujer, así que esta noche las voy a preñar a ambas.
Miro al padre, mientras me habla y no dudo ni un segundo.
Si, padre.
Me pongo de rodillas, me pongo a lamerlo de una forma un poco desesperada, mientras lo sujeto con una mano y con la otra me toco.
Marta sucumbió al deseo y, cuando Carmen se acercó a Santiago, ella se colocó tras la joven acariciando su cuerpo y su sexo de forma suave y constante, hasta que le fuera imposible evitar llegar al clímax. Una vez lo consiguió, tumbó al Padre contra el suelo y se movió sobre él primero lenta pero intensamente, para luego ir aumentando el ritmo y la intensidad hasta que sus gemidos hacían evidente que había alcanzado el orgasmo. Aún así continuó cabalgando sobre Santiago, empujándole al éxtasis.
Mientras disfrutaba de mi lujuria con el cura, Marta se unió y empezó a tocarme, mi mente se quedó en blanco un rato y cuando volví en mí; vi a Marta haciéndolo otra vez con el cura, no es justo, por siempre a ella. Me acerqué a Marta y empecé a tocarla y mordisquear y lamer sus pezones. Te la devolveré y esta vez seré yo la que lo haga con el cura.
Por unos intantes pierdo la cordura y cuando vuelvo en mi, siento como mi verga está abriendo el cervix de Marta para dejar escapar una gran corrida en el interior de Marta al tiempo que Carmen se dispone a tomar el lugar de Marta.
Sin embargo, a Carmen no le basta con tomar el control de mi miembro desaforando a Marta, ella quiere que su rival se vuelva loca de placer hasta desfallecer, por lo que empieza a estimular todo el cuerpo de Marta lo que la lleva a un nuevo orgasmo y a mi me deja aún más excitado que antes y listo para proseguir.
Eso estuvo intenso. Estoy listo para seguir. ¿Qué tal tu? ¿También quieres que te preñe igual que a ella? - le pregunto a Carmen mientras me dispongo a fornicarla como nunca.
Al escuchar al cura, eso me llena de alegría.
Claro que si padre.
Me siento con las piernas abiertas mientras me estoy tocando y mirándole, con una cara de deseo e invitándole.
El cura no tardó mucho en echarse encima mío y tomarme. Entre jadeos y chupetones que le hago al cura en el cuello, le digo al oído.
Padre, no lo cree, la mejor postura para usted es el misionero.
Al terminar hecho una risita y empiezo a abrazarlo con fuerza y lujuriosamente.
Ya totalmente poseído por la lujuria me posiciono entre las piernas de Carmen y sin detenerme a pensarlo procedo a encajarle mi gruesa verga en todo su sexo.
Estaba más que dispuesto a preñarla igual que a Marta, ya no quedaba nada de razón enmi ser, sólo un apetito sexual insaciable al cual daría rienda suelta con todas mis fuerzas..
Mientras mi verga se adueñaba del coño de Carmen, yo lamía lascivamente su cuerpo empezando entre sus pechos para luego recorrer lentamente su cuello, pasando por su quijada hasta llegar a sus labios, una vez allí la beso apasionadamente para empezar a penetrarla con fuerza y vehemencia.
Oh siiii que estrecha eres..... voy a disfrutar mucho esto. - digo con voz ronca al tiempo que empiezo a lamer las piernas de Carmen y me las llevo a mis hombros para incrementar la profundidad de mis embestidas, lo que excita aún más Carmen cuyas paredes vaginales empiezan a succionar mi miembro reclamando mi espesa y calida semilla en su interior.
Cuando Carmen se acercó a Marta para tocarle, ella se dejó llevar igualmente aunque después pasó a un segundo plano, observando desde las escaleras cómo lo hacían Carmen y Santiago. Mientras observaba a éstos un pensamiento se le pasó por la cabeza. - .. Tharine.. yo iba a buscar a Tharine .. - dijo en apenas un susurro. Su gesto estaba contrariado ahora que había sucumbido a sus deseos y había satisfecho sus ansias de sexo. Observaba al Padre, quien ya no parecía la misma persona que les había acogido hacía apenas un momento, abrió la boca al darse cuenta de lo que estaban haciendo y de lo que ella misma había hecho. Ese lugar estaba maldito, cayó de espaldas sobre la escalera y reptó hacia arriba mientras no quitaba la mirada de la escena de lujuria que acontecía en sus narices.
Motivo: Carmen
Tirada: 1d100
Dificultad: 33-
Resultado: 26 (Exito)
Motivo: Babys
Tirada: 1d6
Resultado: 3
Otra más para el padre.