Partida Rol por web

Wild se encogió de hombros ante la respuesta del hombre de Hielo. Si él no le daba importancia, el joven mutante menos.

¿Pues a ver cómo lo hacemos entonces?. Porque no parece muy por la labor de dejar que le ayudemos.

Conocía sus limitaciones. Así que no quería ser el que tratara de convencer al padre de que lo que querían era ayudar. Pero como sus compañeros no parecían estar por la lavor, y si la cosa continuaba la única perjudicada iba a ser la niña, Wild dio un paso adelante.

Vamos. ¿No has visto quienes somos? Somos mutantes, como tú hija. Baja esa arma antes de que hagas daño a alguien, posiblemente tú mismo.
Si de verdad te preocupas por ella deberías dejar que la ayudemos.

La niña vuelve rápido a la cocina y el padre parece ponerse más agresivo, sobre todo por la idea de perder a su hija y que el grupo se la fuese a llevar. Wild Thing empieza a hablar con él, para intentar calmar las cosas, aunque más bien parecía que lo estaba amenazando...

-Como mi amigo ha dicho, nosotros también somos mutantes y queremos ayudarles a ambos. Tranquilo, no le vamos a quitar a su hija-promete Amy. Sus palabras eran sinceras, ella no quería separar a un padre de su hija, era una idea desgarradora. Ese hombre le recordaba mucho a su tío, que la protegió mucho cuando sus poderes se manifestaron también...

-Baje el arma, por favor. Entre todos podemos encontrar una solución que pueda beneficiarles a ambos-le pide Amy al hombre armado.

Quizás fue el aspecto del Hombre de Hielo. o a lo mejor fueron las palabras de Nicholas. O tal vez que estaba en desventaja numérica. O que en el fondo, pese a estar desesperado no era capaz de apretar el gatillo. Aunque lo más posible es que fuera un poco de todo, pero finalmente el hombre bajó el arma.

—Bien hecho—dijo Bobby guiñándole un ojo a su pupilo—Confía en nosotros, vamos a ayudar a tu hija. ¿Qué hacéis aquí?

El hombre agachó la mirada con gesto consternado y finalmente se rompió.

—¡Se suponía que esto era una escuela de mutantes! Maggie podría vivir aquí y yo podría visitarla con regularidad. Así no tendríamos que separarnos. ¿Dónde están los mutantes? ¿Qué ha pasado con la escuela?—el miedo volvió a aparecer en los ojos del hombre—¡No dejaré que os la llevéis a esa isla! ¡No vais a separarme de mi Maggie!

Eiji suspiró aliviado de que el hombre hubiera decidido bajar el arma.
Parecía que quería darle un entrenamiento digno a su hija, pero a la vez no quería separarse de ella.

Señor Drake… ¿no sería posible que visitara a su hija de vez en cuando a través de los portales?
Si no hay algo así… creo que debería plantearse. Quizás haya muchas familias como las de este hombre, que quieren que sus hijos mutantes reciban un entrenamiento, pero tienen miedo de enviarlos a un lugar remoto como Krakoa… le dijo a Bobby.

Supuso que no era muy común que un novato sugiriera cosas, pero por contra de lo que había pensado en un principio, aquel hombre no era un maltratador, si no un padre que quería a su hija.

Amy respira aliviada al ver como el hombre bajaba el arma, así que la joven baja también los brazos. Como pensaba era un padre que se preocupaba por el bienestar de su hija, pero no le hacía gracia que esta fuese a Krakoa...no le culpaba porque eso podía significar separarse de ella en un lugar que principalmente era accesible solo para mutantes.

Amy se sintió algo mal por la situación, no le hacía ninguna gracia el tener que separar a un padre de su hija...la pelirroja escucha la propuesta de Eiji. -Tal vez podría funcionar...pero también deberíamos escuchar la opinión de la pequeña...dudo mucho que quiera separarse de su padre e irse a un lugar tan lejos ella sola...-comenta Amy preocupada.

Wild se cruzó de brazos y se mantuvo en un segundo plano después de que el tipo bajase el arma. La situación ya no era peligrosa, tan solo extraña. Al menos para él. Al parecer aquel padré sí que quería en verdad a su hija mutante y no se quería separar de ella.
Pero era lo suficientemente avispado para saber que había más tipos de familia aparte de la suya, así que seguramente aquello ya debía de haber pasado más veces durante el éxodo a Krakoa. Seguro que tenían ya preparado algo al respecto. Después de todo pertenecían a un lugar civilizado y mucho mejor que el de los humanos.

Miró al hombre de hielo esperando su respuesta.

Con la situación controlada, Bobby volvió a la normalidad y miró a sus alumnos con cara de circunstancias

—Me temo que no es tan fácil, Eiji—dijo con gesto preocupado—. Krakoa es sólo para los mutantes. Los humanos no pueden entrar en ella.

—Pero profesor...—interrumpió Azarah—. ¿Entonces separamos a los niños mutantes de sus padres?

Las palabras de la mutante italiana parecieron volver a poner en guardia al hombre, que volvió a alzar su escopeta pero sin llegar a apuntar a nadie.

—¡No! ¡No dejaré que os la llevéis a esa isla!

Esta vez Bobby no respondió transformándose. Estaba claro que no esperaba encontrarse con un dilema moral de este tipo.

—No, no hacemos eso—dijo pellizcándose el puente de la nariz—. La mayoría de los mutantes manifiestan su poder en la adolescencia, como vosotros. Y en estos casos, lo que se hace es que los jóvenes tienen más autonomía para ir y venir de la isla y vivir con sus familias.

El mutante se dirigió hacia el hombre.

—La Escuela ya no existe—le explicó—. Sólo se me ocurre una solución de este tipo, que la niña pueda ir y venir. Si no tendrá que volver a su casa.

La respuesta de Bobby no le gustó en absoluto.
Pretendían acabar con la discriminación de los mutantes, pero ellos no dejaban entrar a un sólo humano en Krakoa.
Desde luego, el dicho tenía razón: “Dos no pelean si uno no quiere”.

Sea como fuera, Eiji no iba a montar ningún escándalo ni a quejarse públicamente.
Señor, el mundo ahí fuera puede ser peligroso para su hija.
Hay mucho desaprensivo para con los mutantes, lamentablemente.
En Krakoa podemos garantizarle su seguridad.
Y como dijo el Señor Drake, nos comprometemos a llevarla periódicamente a casa para que puedan verse. dijo, esperando que el hombre entendiera que aquella era la mejor opción.

Wild enarcó una ceja al escuchar al profesor. Si bien es cierto que el hecho de que no hubiese humanos en Krakoa era algo básico para la nación mutante, le pareció extraño que quisiesen que los pequeños estuviesen solos. Aunque es cierto que recordaba haber visto a varios mutantes de edades menores que vivían todos juntos. ¿Les habrían separado de sus padres también?

-Mmm. Profesor. He visto a grupos de pequeños en Krakoa, creía que todos serían huerfanos o abandonados por sus padres. Pero por lo que dice ¿es posible que sean también casos parecidos?-

A lo mejor no era el momento de hacer esa pregunta, pero el tacto nunca había sido el fuerte del joven.

Amy escucha la propuesta del señor Drake y frunce el ceño. No era la mejor opción en su opinión, ya que dificultaba que el padre pudiese ir a ver a su hija. Aunque se le permitiría ir a visitar a su padre...

-¿Y si le damos una semilla de Krakoa para que la plante en su casa o en un lugar cercano y discreto? Así ella podría visitar a su padre sin muchos riesgos...-propone Amy pensativa. Con un portal cerca de donde él vivía, ella podría visitar a su padre cuando quisiese y sin muchas dificultades.

Además de que con llamadas online podrían arreglar y acordar las visitas para que sean más seguras tanto para el padre como para su hija.

Tardo o temprano los alumnos iban a tener que afrontar situaciones como esta. Krakoa era una cosa y la Patrulla X era otra. Y a veces sus objetivos sus maneras de hacer serían diferentes o incluso contradictorios. Por eso Bobby no pareció molesto ni intentó evadir las preguntas de sus alumnos. Aunque tampoco es que fuera el momento para ahondar en detalles.

—Cada caso es diferente, Nicholas—respondió a la pregunta —, pero intentaremos buscar una solución. Si él la quiere, claro.

—Yo...—estaba claro que el hombre no estaba seguro de qué decisión tomar.

—No tienes que responder ahora—le dijo el profesor mutante—. Vuélvete a casa con tu hija. Dinos dónde vives y nos veremos en unos días. La idea de Amy sobre que tenga una flor a su disposición es buena, pero siendo una mutante tan pequeña primero tengo que hablar con el Consejo Silencioso.

El hombre fue a decir algo más, pero Bobby los cortó.

—Piénsatelo—terminó con una sonrisa.

Parecía que la situación por fin empezaba a destensarse. No obligar al hombre a tomar una decisión en ese momento ayudaba a que no se viera acorralado. Los estudiantes, incluso Nicholas con sus modales rudas, también habían aportado su granito de arena. ¿Era esto a lo que se refería el Hombre de Hielo sobre ganarse la confianza de los que lo necesitaran?  Posiblemente. Fuera como fuese, parecía que todo iba a acabar bien.

¡BOOOOOM!

La puerta de la mansión saltó por los aires, obligando a todos los presentes a taparse. A través del humo aparecieron una serie de personas vestidas de rojo armados abriendo fuego.

Antes de que cualquiera de los disparos pudieran alcanzarles, Bobby se transformó en su foma helada y los protegió creando un muro de hielo que cruzó toda la enorme sala dividiéndole. El mutante se dirigió a sus estudiantes.

—¡RÁPIDO! ¡COGED AL HOMBRE Y A LA NIÑA Y MARCHÁOS! ¡AL SÓTANO!

¿El sótano? Claro, si la nueva escuela era una réplica de éste edificio, también tendría su propio sótano. ¿Funcionaría la Sala del Peligro? Bueno, quizás eso sería mejor no saberlo.

Wild Thing se puso en tensión cuando aquellos tipos aparecieron. Iba a lanzarse a por ellos, de hecho su animal interior se lo pedía después de la tensión acumulada en la sala de peligro, pero entendía el razonamiento del Hombre de Hielo.

Eran soldados normales. No debería tener ningún problema en encargarse de ellos. Pero aún así.

Le costó hacer caso a su profesor, pues sus instintos le pedían violencia. Pero finalmente empujó al hombre.

Venga. Coja a su hija y síganos. No les va a pasar nada mientras esté con nosotros.