Partida Rol por web

Nos encontramos un faro y a un sujeto muy peculiar. Parecía un jugador de otra partida, pero creo que todos teníamos nuestras dudas de que no fuera en realidad un NPC. Demasiadas lagunas cada vez que hablaba, aparte que no nos aclaraba nada, era como si te diera una pista y luego la pusiera en duda. Pero al menos nos había dado cobijo. 

El faro era acogedor por dentro, estuve curioseando, abriendo y cerrando puertas, cajones, armarios – ¿Y cuánto llevas aquí? Si te acuerdas, claro – parecía que tenía memoria de pez o amnésico. Apenas recordaba algo – nos hemos encontrado en la casilla anterior a otro como tú, un jugador que se quedó atrapado aquí. Igual es de los tuyos, que entró contigo – mira que si los dos estaban en la misma partida y se quedaron atrapados aquí... Qué mal rollo.

– Así que, toda tu vida es estar aquí... en el faro – no parecía un lugar muy entretenido. Me hago eco de los comentarios de Jacob. Franck reacciona mal al tema de cargarse a las sirenas – Estando rodeado de mar... ¿No tienes cañas de pesca? – se me ocurría que la forma de acabar con las sirenas era pescarlas, al fin y al cabo, por la boca muere el pez – ¿Y una zodiac? ¿Hasta dónde ha sido lo más lejos que has llegado, Franck? – si llevaba años aquí, seguro que había paseado un montón, por lo que sabría decirnos qué caminos hay y qué ha visto. Cosas que nos podrían ser de ayuda, una vez que resolvamos el misterio de esta casilla.

– Sobre las sirenas, van a entrar por la puerta o hay que asomarse al balcón para hablar con ellas? – me tenía intrigado el asunto, ahora mismo parecía que estaban gritando – ¿tienes algo de música por ahí? 

Suenan las voces de las sirenas y me pongo algo nervioso. Con lo que cuenta el farero cada vez tengo menos ganas de encontrarme con ellas, no quiero quedarme aquí ni loco, ni que me pidan nada. Maldito turno doble, al final me voy a arrepentir de haber sacado una tirada tan buena. 

Asiento a las ideas que va teniendo la chica torbellino, una zodiac, eso sería lo mejor. Y también asiento a sus preguntas, quiero saber las respuestas y también a otras más. 

—¿Tú estabas preparado cuando llegaste? ¿Tiraste tú los dados o qué? Te puedes venir, claro. —Miro a los demás antes de agregar algo más—. Ellos están buscando a su hermana también. Quizás el juego va de rescatar a la gente atrapada o algo así. Ya tenemos el zombi musgoso, ahora el farero, iremos recogiendo NPCs hasta que encontremos a vuestra Cora. 

A vuestro anfitrión se le nota agobiado y casi que asustado -Ya se. Sois demonios de Jumanji que habéis venido a torturarme. Sabía que pasaría algo así tarde o temprano. ¿Os envían las sirenas? -Frank se aleja de vosotros, ya no se le ve tan contento de vuestra visita.

Se escuchan gritos y llamadas. El farero se asoma a uno de los ventanales, y luego abre el balconcito. ¡¡Eh!! -saluda con la mano.

Si os animáis a mirar, veis dentro del agua, cerca del faro, a media docena de chicas, cabeza y torso fuera de las agitadas aguas.

Sirenas de leyenda.

-¡Frank, Frankie, Frankie, Mr Cooper, Sr Solitario, Frankieeeee, Patinador Frank! -y así le saludan todas las medio mujeres medio pececito. -¡Tienes invitados!

-Son diablos. ¿Por qué sois malas conmigo?

-No son diablos, tontorrón. Son personas del otro mundo. Del tuyo. 

-¿De verdad? 

-Que síííííí . Están algo perdidos, como los lost esos. ¿Quién ha lanzado los dados?

Un coro de sirenas acompaña la pregunta, entre saltos como delfines, y grititos y algarabía total. Una fiesta. -!Atrapados, atrapados, atrapados!

-¡Que se venga con nosotras! ¡Eso, eso!, Noooo, un beso, que nos de un beso y se transforme en sireno, Sí, Sí, Sí!!!

-¡Que se quede con Frankieeee, si quieren salir, con Frankieee! 

-Nooooo, un sacrificio, un sacrificioooooo. ¡Un sacrificio a la diosa Vrajito! 

-¡¡¡Sacrificio, sacrificio, sacrificio!!

Asintió en respuesta a su hermano, sólo que prefirió entrar en calor primero y ponerse al día con todo este rollo de las casillas, las sirenas, lo que pedirán a cambio y este pobre hombre que está solo allí viviendo en el faro. Ya cuando aceptó el vaso de vino se lo bebió completo casi de un solo tirón e intentó captar un poco de que iba todo. 

—Entonces... ¿Significa que no se resolvió la segunda tirada de Víctor? ¿Seguimos con las consecuencias de esa casilla? 

No quiso imaginar lo que podían pedirle las sirenas, así que intentó ir recuperando temperatura a medida que fue recuperando más consciencia y sentido, lo había pasado fatal y no pudo evitar el sentir que quizás no iba a pasar siquiera el inicio de Jumanji. Jodido juego, más ahora con estos cambios, el realismo es brutal y la sensación de peligro no se la podía quitar con facilidad. 

-¡¡CALLAD, IDIOTAS!!

Otra sirena emerge. Bellísima. Resplandece. Da la impresión de tener malas pulgas.

Sin duda, la jefa de esa tropa. Las chicas enmudecen, no se oye ni su respiración. Hasta las olas se han quedado quietas. Muertas del susto.

-Su juventud nos entregará para salir del Faro de Los Olvidados -grita la Sirena, alzando la cabeza hacia el balcón- -Este es el destino para quien sus pasos aquí os ha traído. 

El resto de sirenas cuchichean entre ellas, maravilladas, encantadas, riendo, excitadas y nerviosas. 

No entendía muy bien porqué Frank estaba preso en el faro – ¿Y por qué no te has ido? No me digas que ni siquiera lo has intentado – por mucho que le dijeran que no podía irse, era tan fácil como agarrar la puerta y donde se dice un paseo, seguir adelante – salvo que me digas que hay un laberinto, que siempre te pierdes y acabas llegando aquí de nuevo – igual era eso.

Cuando llegaron las sirenas, me asomé un poco para hacerles una foto con el móvil – ésto lo va a petar en Instagram – aunque igual me tumbaban la cuenta, por eso del busto sin censura.

– Vosotras, sirenas... ¿Podéis abandonar la forma de pez y entrar al faro? – recordaba que la película de Disney de "La sirenita" sí podía hacerlo; igual las de Jumanji no, si no podían se daba la circunstancia de que ellas también estaban atrapadas.

Escuché que antes de que llegara la sirena jefa, habían mencionado a la bruja de Vrajito – eh, a esa la conocemos ¿Sabéis si su casa está cerca de aquí? – la cosa era buena si no estaba cerca.

Al tipo se le cruza y lo miró con cara rara. ¿Qué le ha dado? Ni puta idea, si hace un momento se quería venir, le digo que vale y ahora ya no. No me extraña que esté un poco tarado viviendo en un peñón de 100 metros cuadrados rodeado de mar por todas partes, pero yo qué sé. A lo mejor tiene algún bug en la programación, eso podría ser. Un NPC con alguna línea comentada donde no debía y que entra en bucle por ello. Lo típico. En cualquier momento se atascará intentando caminar contra una pared.

—Eso creo —le digo a Frances, pasando del tipo raro—. La torre de los animales fue la casilla de la primera tirada. Esta es la casilla del turno doble. Cuando resolvamos esto le tocará tirar a otro… supongo, que yo no he jugado nunca. 

Pero antes de que podamos aclararnos mejor con todo eso, llegan las sirenas y empiezan a decir unas cosas que me erizan el vello de la nuca, sobre todo cuando empiezan que si sacrificios, que si llevarme con ellas. Por si acaso, discretamente, me aparto de la ventana para que no me vean mucho y me pongo detrás de los otros. Cuando la más mandona alzó su voz exigiendo mi juventud, me quedé blanco como la luna. ¿Qué mieeeerda? ¿Quería chuparme la vida como en la peli de Indiana Jones? Ni de coña, vamos. 

—No, no, no. Nada de juventud. Preguntadle qué pasa si no lo hago —murmuro desde atrás, para que se lo pregunten los otros, que yo no quiero ni asomarme.

-No hay posibilidad de escapar, ¿te has fijado en este sitio? Sí que intenté construir una balsa, pero por la noche me robaban la madera, lo poco que había construido. Desaparecía. -responde, algo irritado, Frank a Kim mientras las sirenas hablan. También ellas contestan.

-Nosotras no entramos al faro, no es nuestro lugar -dice una. Las otras le hacen el coro -No, no, no, no entramos. Y noooooo, Vrajito no vive cerca, jajajaja, nadie vive cerca de esta roca perdida. La diosa está en todas partes de Jumanji. No sabes nada, tú.

Y se ríen, descaradamente burlonas. 

Es Frankie quien le da una explicación al asustado Víctor- Pasa que os quedáis aquí. Como yo, para siempre. Nosotros también nos negamos. Ellas venían cada día, con la misma condición. Que no. Y se iban. Y así un día y otro. Ofrecimos pactos, tratos, regalos, pero nada. -otra vez su encogimiento de hombros.

-La ventaja es que seremos más, ya no estaré solo. Te dejo mi skate. Podemos jugar a fútbol. Al ajedrez. -Miró hacia abajo- Tienes que darles la respuesta, son mujeres impacientes y caprichosas, se marcharán en nada. Estaría bien que aceptases, lo mismo me voy con vosotros. Si de verdad no sois demonios. No se. 

—Yo sé quién ha lanzado los dados —respondo a las respondonas sirenas. No miento, seguro que lanzó dados, hace tiempo. Tengo la seguridad de que éstas sexymerluzas se huelen las mentiras a kilómetros. Estoy un poco más arisco a cada rato que pasa, el juego es mucho peor que antes.  Además, me da la impresión de que, si encontramos a Cora, ella ya no nos recuerde. Joder.

—Lo que pasa es que el jugador ha sufrido mucho en Jumanji. Está dormido aquí, a mi lado.  Tiene muchísima juventud que daros, pero a cambio tenéis que llevarle a una isla con arena blanca y donde haya mucho sol. 

¿Tenemos trato o qué? — les meto prisa  —Un jugador se queda con vosotras y el resto quedamos libre. Es un trato de puta madre, ¿Que no? Sin regateos ni mierdas 

Las sirenas saltan y se zambullen en el agua revoltosa, emergen, juegan a escupir agua, se miran unas a otras, pendientes de la mandamás, se ríen y parlotean en su lengua un tanto rasposa. Un mucho, seamos sinceros. 

-Hablas feo. Vulgar. -dice una.

-No lo queremos a él. Queremos su juventud. -dice otra.

La jefa muestra su afilada aleta dorsal. Y ese ojo parece escarbar buscando en tu mirada si le estás metiendo una trola. Que las chicas tienen sus años y sabiduría. Y la oferta sin negativa le mosquea.

-Su juventud y os vais. -replica, seca y sin tonterías.

¿¿Vulgar yo??

Ya le podían exigir a Jacob parte de su juventud, seguro que así maduraba y todo. Le vendría hasta bien. Pero ¿A Victor? Dudaba, no sabía si era tan gamer como Jacob, pero siendo colegas igual aquello suponía una maduración también – Explicad eso de la juventud, ¿En qué consistiría? Se le quitarían las ganas de ser un niño grande? – igual lo hacían envejecer hasta convertirse en un abuelo de 80 años, no sabía a qué atenerme.

La princesa de las sirenas por respuesta a Kimy y esperando a la decisión, lanzó un chillido horroroso. Se impacientaba. Los cristales de la estación se rompieron. Bueno, los ventanas y ventanales del faro se hicieron añicos por la vibración nacida de semejante garganta.

-No se han tragado tu molona idea -afirmó Frank, quitándose los vidrios del pelo- Buen intento -señaló, mirando a Jacob- Nosotros probamos cosas...no me acuerdo. -Se fijó en Víctor- Vas a tener que hacerlo, se supone que estás preparado, ¿no?  Seguramente no, pero es lo que toca. -Torció la boca, aceptando su sino.

-¡Baja! ¡Tienes que sumergirte en el agua con nosotras! -gritó una de las sirenitas -¡Empezamos a contar! ¡Uno...dos...

—Si, Vic.

Le dió un poco de pena tener que admitir aquello, más que nada porque el juego era demasiado peligroso y ahora mismo estaba siendo un problema. 

—Adhiero a la pregunta de Kim. ¿Cómo es esto de llevarse la juventud? ¿Que sucede con la persona?—preguntó un tanto preocupada mientras miraba a Victor—. Vaya a saber en qué se basaron al crear a la Sirenita, estas son más creepy. 

Aquello lo dijo por lo bajo, así no la escuchaban pero fue directamente a Víctor porque al parecer iba a ser quien padezca el efecto este de las muchachas del agua. Había sonado perturbador todo aquello, además... ¿Si lo hacían viejo estaría para siempre así?

Ya con un poco menos de frío se acercó a Jacob y lo miró a los ojos. 

—Tú callado, que la estás jodiendo. 

—Ah, ¿Ese chillido es un no? Eso dices tú.  Podría ser un grito de satisfacción — un pataleo verbal dirigido a Frank, el defensor acérrimo de las sirenas.

La advertencia de Frances me cabrea un poco. Estoy haciendo todo lo que puedo, todo el rato.  Bajo la voz.

—¿Que yo la estoy jodiendo? Pero si casi se lo tragan. Además, qué importa como sea la juventud que se lleven. Seguro que es un mojón de trato.  Ni os lo planteéis.

—Frank —le digo muy bajito —te llevaremos con nosotros si nos libras de estas sirenas.

-¡¡Pero cómo os voy a librar de ellas si yo no pudeeee!! -El farero se enfada, se mueve por la sala, con aspavientos de brazos y manos -Tú eres raro, en serio, chico, raro de verdad. ¡¡Raroooo!!

Después de eso, sufre una crisis nerviosa, se va a un rincón, se sienta con las rodillas alzadas y la cabeza entre ellas. Llora a moco tendido - todos, todos siempre con exigencias y chantajes y rollos...Buahhhhahhbuahhhahhh

Qué mal cuerpo.

...tres...cuatro... -las sirenas cuentan sin hacer caso de más preguntas...

Todo este asunto de perder la juventud me está fastidiando. No sé de qué va el rollo, pero ya he visto que aquí las pirañas muerden de verdad y no quiero hacerme viejo de repente. ¡Con la de cosas que me quedan por hacer! ¿Estamos locos? 

Respiro despacio y miro alrededor. Los mellizos y la chica torbellino intentan negociar con las bichas. El farero está como las maracas y ahora se ha puesto a llorar. Pero esto es un juego, debería haber algo que se pueda usar y que esté en esta pantalla, ¿no? Como en las aventuras gráficas. Así que sigo mirando a ver si hay algún objeto que pueda encajar en eso de la juventud. Pero no veo nada. Y me resisto a pringar, me resisto mucho. Tomo aire y me asomo al balcón. 

—Bueno a ver. Yo tiré los dados. Pero no quiero irme con vosotras. En cambio aquí el amigo Frank está deseándolo, os adora, chicas, en serio. ¿Y si os quedáis su juventud? Yo lo sacrifico, ¿qué os parece? —Mejor un NPC que yo—. Os lo tiramos ahora mismo y ya pues os lo quedáis entero, con juventud y con patinete y todo. 

Que no les doy yo mi juventud a estas bichas, ni loco, hombre.

Cada casilla tenía un reto y para continuar había que superarlo. Así funcionaba Jumanji. Sí, pero también si jugabas bien tus cartas, podías hacer trampas, también lo permitía Jumanji. Aunque había consecuencias – Victor, ¿Y si pones una condición a tu decisión? – le susurré que quizás si, la condición se cumplía totalmente al final del juego, eso le daría tiempo mientras tanto a comprometerse con que accedía con las sirenas pero sin llegar a cumplirse. Además si acababa el juego, los efectos no tendrían importancia, pues se quedarían aquí y él saldría.

– Ponlas a ellas en la situación de elegir, cambia la iniciativa – el farero estaba bloqueado, no era capaz de salir de su situación. Estaba claro que así no nos iba a ayudar mucho – Frank, tú y tus amigos pactasteis con ellas pero ¿Cómo sabes que tus amigos lograron salir? Creo que ninguno abandonó el juego, vamos que, te tomaron el pelo – y sino que lo demuestren.

Las sirenas parecen sorprenderse con la oferta de Víctor. Miran a su princesa con interés.

-Eres malvado. Y el otro quiso engañarnos. -grita la jefa, su lengua y su tono suena como el restallido de un látigo.

Y es que, como piensa Kimy, las acciones y decisiones conllevan consecuencias. Sin embargo, las sirenas no tienen necesidad de elegir. Ellas no necesitan escapar. Quizá, eso sí, no sepan que los efectos del juego se pueden revertir si consigues llegar a su final, regla de la que vosotros sí sois conocedores.

Frank solo llora, en su rincón de los llorones. Su alegría se ha transformado en amargura -¡Y yo qué se! -Y vosotros, centrados en la prueba, dejáis pasar por alto cierta información. De estar aquí Red Sonja, os daría un capón, seguramente. Y hasta puede que patease a Víctor lanzándolo al mar.

Un mar que se revuelve y agita y las olas de repente se hacen enormes. La mandona se zambulle en el océano, chillando como un demonio.

Y el Mar responde. 

Responde elevando enormes olas gigantescas que se tragan y engullen el faro. Las aguas penetran por los ventanales, os arrastran y sumergen en su voraz camino. Todo se inunda. Se escuchan los gritos y la sentencia de la princesa sirena.

-¡Que sean dos, por atrevidos! ¡¿Acaso no estáis preparados?! ¡HAHAHAHAHMUAHAHAHMUAHAHAHAA!

Y el silencio sobreviene, mientras buceáis, entre las aguas procelosas y saladas y oscuras. Para elevarse un canto que os llega nítido.

Tal vez más aterrador que ellas mismas.

Finaliza la canción, el mar se retira. No os habéis ahogado. Nada, unos sorbos de rica agua de mar. Estáis tirados entre las rocas del promontorio. No hay rastro de las sirenas. Frank está hecho un guiñapo cerca, se mueve y tose. 

Los tambores resuenan una vez más.