Partida Rol por web

Nico se sentía cansado, agotado era una palabra que se ajustaba mejor. La humedad le había arrebatado el aliento y, a pesar de que seguía creyendo que dar ese rodeo era la ruta más segura, lamentaba la falta de comodidad que seguramente tendría el centro de visitantes... Si es que había sobrevivido a las atracciones.

—La verdad es que no —respondió directamente, casi parecía que no estaba haciendo ni el esfuerzo.

A Nico aún le dolían las costillas, que te pisoteada un reptil anabilizado no era la mejor de las experiencias, y cada vez estaba más tentado de simplemente dejarse caer.

Con un poco de insistencia y dotes de orientación, Amanda logró encontrar una zona que parecía ser lo suficientemente cómoda y a la vez resguardada para tomar un descanso.

Se trataba de una caseta de mantenimiento, la cual podría ofrecer una visión esclarecedora del parque si se subía a su techo a través de la escalera, acción que no dudaron en llevar a cabo usando un poco de esfuerzo físico.

A pesar de que prácticamente era de noche, las vistas desde la caseta revelaban lo que todas os imaginabais: la isla era gigantesca.

Con un rápido vistazo se pudo observar como de la zona norte sobresalían varios edificios, ¡probablemente el centro de visitantes esté allí! con lo cual lo más acertado ahora era descansar un poco (ya que no se veían dinosaurios por los alrededores) y continuar la marcha, ya que tras divisar el edificio a través de las alturas era más sencillo mantener el ritmo de una manera certera.

Una vez asegurada la posición el cansancio comenzó a pasar factura a los cuerpos de las allí presentes.

Tal y como dictaba la lógica, el grupo se dividió entre los durmientes y aquella persona que debía hacer guardia el breve lapso de tiempo que iba a durar aquella ronda de vigilancia.

Los minutos pasaban y la jungla del interior de la isla se tornaba pacífica.

Poco a poco ibais turnando las horas de sueño hasta que finalmente un par de horas pasaron. Ahora estabais en plena noche, oscura y misteriosa pero con la mente y el cuerpo más descansados.

Igual iba siendo hora de continuar el trayecto ahora que os habíais logrado reubicar.

El grupo emprendió la marcha tras descansar; la noche arropaba bajo el silencio de la luna.

El avance era más lento porque la visibilidad era reducida, pero también era reducido el sonido ambiental de vuestro alrededor.

No sabíais cuantos kilómetros faltarían para llegar al centro de visitantes pero a cada metro que avanzabais las esperanzas de que ya quedase menos alimentaba cada gota de sudor derramada.

En un determinado momento durante vuestro avance escuchasteis un ruido. No sabíais muy bien qué era pero os llamó bastante la atención ¿era una persona? parecía un gemido.

Apenas fueron algo más de un par de horas de descanso, pero Amanda se sorprendió al comprobar que su cuerpo estaba lo suficientemente recuperado para seguir avanzando y que su mente estaba tan despierta como en el mismo momento de pisar aquella isla.

Ahora que ya conocían más o menos la dirección correcta en la que debían ir, Amanda supuso que ya no tendrían pérdida alguna aunque el avance se hacía lento por culpa de la oscuridad. Poco a poco, paso a paso, la distancia iba acortándose y la mujer esperaba poder llegar a su destino antes de que amaneciera.

Pero estaba claro que no iba a ser así ya que un nuevo ruido hizo que se detuviera de golpe. Escuchó con atención lo que parecía un gemido que sonaba bastante humano. ¿Acaso había alguien más en la isla?

—Si hay alguien en problemas debemos ir a ayudarlo —dijo, sabiendo que aquello retrasaría aún más su viaje.

Si alguien estaba en aquella isla y se encontraba en problemas, Amanda era consciente que su deber era socorrerle. Sin esperar la respuesta de Nico, la mujer se dirigió decidida hacia el gemido pero, a medida que iba avanzando, sus pasos se volvieron mucho más prudentes, más espaciados e inseguros.

Con un gesto de la mano mandó a sus compañeros que se detuvieran unos instantes y guardaran silencio para que ella pudiera escuchar mejor. Aquel no era un lamento ni un gemido humano.

—Creo que es un dinosaurio... quizás esté herido o sea una cría —susurró a sus compañeros mientras esperaba una decisión por su parte.

Su naturaleza la impulsaba a comprobar quién emitía el sonido y ayudar si había un herido, ya fuera humano o animal, pero también era consciente que el tiempo jugaba en su contra y aún desconocían muchos de los peligros que podían acechar en esa isla.

Nico no estaba muy seguro de qué hacer en un principio, echar un vistazo para saciar su curiosidad podría acabar muy mal. Pero con las palabras de Amanda sí tuvo la mente lo bastante despejada. Sí era un dinosaurio herido no podían hacer nada por él y si era una cría tal vez fuera un suicidio acercarse.

Aunque no sabía cómo eran los dinosaurios con sus crías era mejor no tentar a la suerte...

—Si hay una cría dependiente por aquí seguramente sea el territorio de los padres —supuso—. Deberíamos ir con cuidado y evitarlos, ¿no?

Petrus os miró.

-¿Una cría de dinosaurio? ni de coña. Demos un rodeo - aclaró mientras comprobaba que su rifle estuviese cargado al máximo.

- Vamos, sigamos avanzando pero evitando una trayectoria directa con el dinosaurio llorón.... tenemos una misión que cumplir y el tiempo en contra ¿o ya lo hemos olvidado? -comenzó a caminar.  -Así que andando - por primera vez intentó liderar la marcha, porque si algo aprendió es que más valía tomar una decisión errónea pero tomarla por ti mismo, que ir directamente a la muerte por decisión de otros.

Que aún no se hubieran topado con ningún peligro, con alguna manda de dinosaurios o alguno de los más grandes y peligrosos era algo que escapaba al entendimiento de Amanda, aunque agradecía el hecho de poder avanzar sin obstáculos en su camino. Pero aún así las precauciones nunca estaban de más y la mujer avanzaba, dando algún que otro traspiés por el cansancio, pero lo suficientemente alerta para no olvidarse del lugar tan peligroso en el que se encontraban.

Cuando sus pies se posaron en algo más duro que tierra y vegetación sintió que por fin habían llegado a su destino, que la misión aún se podía realizar y que incluso podía terminar con éxito. Sin embargo también era consciente que no podían bajar la guardia ya que, aunque el final del trabajo estaba al alcance de la mano, aún podía saltarles encima la cantidad de peligros existentes en esa isla.

—Este es el lugar. Por fin hemos llegado —exclamó sin poder contenerse a pesar de la obviedad de su comentario—. Extrememos las precauciones.

Podía casi tocar la puerta principal, aquella que la llevaría hacia los laboratorios meta de su misión.

Nico suspiró sin alivio al ver el centro de visitantes. La construcción le parecía simple para los gustos que habría esperado de un multimillonario como Hammond. Demasiado simple. Pero le preocupaba ver las medidas de seguridad que no habían evitado que los dinosaurios se escaparan.

Se estiró para asegurarse de que el costado ya no le doliera y siguió el ejemplo de su compañero al ver su arma.

Había mencionado la misión pero, para Nico, conseguir un medio para salir de la isla le había resultado una prioridad desde que habían llegado. De nada le serviría conseguir los genes de unos dinosaurios si no podían entregarlos, y estaban completamente solos.

—Deberíamos priorizar encontrar la manera de salir de esta isla antes que las muestras —indicó, dando voz a sus pensamientos—. Una vez hayamos asegurado eso podremos preocuparnos de si es o no posible cumplir con la misión. Pero de nada servirá quedarnos varados en este lugar aunque tengamos lo que hemos venido a sacar de aquí.