Partida Rol por web

Aún incrédulo por los acontecimientos, el Shiba parpadea ante las sugerencias de Higetora. Sacude la cabeza para volver al mundo real y pone cara interrogante ante la idea de tratar con el cuerpo de un muerto.

-¿No deberíamos avisar a los enterradores? Esto es trabajo para los etas.

 - A eso voy, Shiba-san. Sin embargo, ahora que no está el espíritu para vigilar su pozo, los carroñeros pueden entrar y profanar el cuerpo del niño. Hasta que llegue con los enterradores, hay que evitar que eso ocurra.

Kuni-san tiene la razón, por favor lleven a Bayushi-san y que vengan los etas, trataré de meditar y recobrar mis energías místicas mientras tanto.

Tomó impulso con cuidado para asirse a Kuni-San, con una sonrisa ladeada, cargada de ironía hacia el Karma que le rodeaba lentamente como una niebla:

- Jejejejej pensé que no lo diría nunca de un Cangrejo pero... Tienes madera de líder, hechicero. - Negó lentamente con la cabeza.- No era una ofensa, ya me entiende, sinceridad Mantis, quizás una herencia de antepasados comunes. Ambos samurais de nuestros clanes somos muchas cosas, pero no nos van las medias tintas ni las intrigas estúpidas... - La vista se la jugó un momento, nublándole la visión un momento.- No me haga mucho caso, creo que ando delirando... Vergonzoso pero cierto.

Mientras Junichiro cargaba con el Escorpión, no podía evitar sonreír ante la ironía. Si los senseis de su clan lo viesen... Pero él no había crecido entre intrigas palaciegas, y por lo tanto no había tenido el contacto y los roces con los cortesanos Escorpión al que otros miembros de su clan estaban acostumbrados, por lo que sus prejuicios eran menores. 

- Será mejor que no vayáis por ahí diciendo que un Grulla os salvó la vida, Hiroto-sama -dijo en un tono de broma

Junichiro asiente con aprobación a las palabras del Cangrejo, y se aleja lentamente del lugar, cargando con el Escorpión.

- Es "sacerdote", no "hechicero", Mantis.- Dijo Higetora, con un tono vagamente ofendido.- Y sólo hago lo que enseñan a cualquier Cangrejo a hacer desde pequeño: Cumplir con mi deber. - Dio una pequeña sacudida de hombros para acabar de acomodar al Mantis.- En marcha.

Los cuatro emprenden la retirada... El camino es mas largo debido a cargar con los heridos, pero al final, al cabo de una hora, ven nuevamente las ya familiares paredes de la Posada del Amanecer. Afuera, el anciano Yoritomo Ninsei aguarda, sentado junto a los monjes. Uno de estos se levanta, y va adentro, de donde poco despues salen el resto de los sensei, junto a Tsuruchi-sama y Denbe, aunque este ultimo se retira rapidamente a una orden del jefe de la aldea.

Nadie dice nada hasta que llegan cerca, cuando el viejo Mantis se levanta. 

-Estos niños... necesitaran armadura. +comenta. El Hida sonrrie con ferocidad, cruzando los brazos, mientras los cortesanos se tapan la boca con sus abanicos. Todos los miran, en especial la joven Asako y la doncella Otaku. Es esta ultima quien pregunta en tono algo apremiante+ Sois los unicos que sobrevivieron?

Tokiota amontona un buen numero de ramas sobre el cuerpo del monstruo, mientras los otros 4 se van. Luego enciende el fuego, dejando que arda para ocuparse de otra cosa...

Los eta dificilmente llegaran antes de una hora, tiempo minimo para que los otros lleguen de nuevo a la posada. El no parece dispuesto a esperarlos y, sin importarle nada, se mete al pozo, de donde recupera el cuerpo del niño... Lo toma en brazos, casi acunandolo. Pueden ver que este esta casi intacto, blanco y palido, con un ligero hedor a cadaver. No tiene heridas a simple vista, salvo un gran magullon en el costado de su cabeza...

Higetora hizo una reverencia, en la medida en que Anzai se lo permitía. - En realidad, Otaku-sama, Shiba-san, Iuchi-san y el ronin están vigilando el cuerpo del hijo del carpintero hasta que los eta vayan a recogerlo, para evitar que los carroñeros se lo lleven y así poder ofrecerle un entierro mínimamente digno. Un espíritu maligno lo había atrapado en un pozo hasta matarlo. - Intentó no parecer demasiado maleducado. - En seguida les daré un informe completo, primero permítanme que deje a Mantis-san donde pueda descansar y recuperarse un poco de las heridas que le causó el espíritu.

Lastimosamente el honor de un bushi impedía que tocase el cuerpo del niño, pero la tristeza era evidente en sus ojos. Iuchi elevó una plegaria por el alma del infante, para que tuviese un viaje seguro al otro mundo.

Junichiro hace una reverencia, lo mejor que puede mientras carga con el Escorpión. Hubiese preferido que su sensei no lo viese en esa situación, pero en fin.

- Hiroto-sama también necesitará ayuda. He curado sus heridas lo mejor que he podido, pero aquella criatura casi lo mata. Tardará tiempo en recuperarse.

-Lo vemos, Daidoji-kun. Ya Denbe ha ido en busca de mi sacerdote personal, el nos aguarda adentro. Los monjes tambien les atenderan... Pasen, y expliquen que ha pasado de una vez. +declara el jefe de la aldea. 

Bajo la mirada de los sensei, van entrando. Yoritomo y Hida parecen incluso divertidos. Doji y Bayushi, por el contrario, un tanto desdeñosos por esa "cooperacion", aunque en el caso del escorpion es dificil saberlo por su mascara. Las dos mujeres sensei de los que faltan, son las unicas que se muestran algo preocupadas. Mientras ustedes son introducidos en dos de los cubiculos, ellos ocupan los restantes.

Una vez adentro, un hombre maduro, de unos cuarentas y ropas similares a las monasticas, aplica su magia sobre los dos heridos graves, aliviandolos en parte. Los monjes que estaban afuera con el sensei Mantis, cambian y refuerzan los vendajes fisicos, de modo que los dos quedan bastante bien como para hablar. Denbe se encarga que todos tengan té caliente y algunas bolas de arroz con que aplacar sus apetitos, mientras explican lo descubierto y acontecido.

Tokiota carga con el cuerpo del niño, emprendiendo camino de regreso al pueblo, abandonando asi la hoguera del kappa, a que se consuma. Los restos de este despiden un fuerte hedor, debajo de las ramas que forman la pira...

Junichiro tomó un sorbo de té. Necesitaba algo caliente después de todo aquello.

- Me temo que lo sucedido es en parte culpa mía. Anoche, mientras buscábamos a los dos jóvenes, tuvimos un encuentro con un espíritu. Nos hizo creer que era un espíritu del bosque, y yo incluso llegué a ser tan necio de hacerle una promesa, en la creencia de que le habíamos ofendido. Pero en realidad era un espíritu tramposo que nos engañó, y no me cabe la menor duda de que engañó también al hijo menor del carpintero y lo condujo a un pozo, donde dejó que se ahogase para luego devorarlo. Esta mañana lo hemos vuelto a encontrar y descubrimos el pozo donde se había ahogado el joven. El espíritu intentó engañarnos de nuevo, pero Hiroto-sama desmontó su mascarada y le obligó a dar la cara. Nos hizo frente para evitar que el cuerpo del joven fuese rescatado, e Hiroto-sama y Anzai-sama resultaron gravemente heridos en la lucha, aunque al final pudimos derrotar al espíritu maligno y darle muerte.

Da un último trago a su té, y adopta una expresión solemne

- Yo me dejé engañar por el espíritu, y convencí a mis compañeros de su falsa "bondad". De no haber caído en su trampa, quizás hubiésemos podido encontrar al joven aún vivo, y nadie habría resultado herido. Ignoro si hubiese sido posible evitar el funesto destino del carpintero y su hija, pero al menos no se habría derramado la sangre de dos samurai. Aceptaré cualquier castigo que consideréis adecuado.

Anzai estaba recien vendado y algo más recuperado, de modo que al menos podía hablar y moverse con un mínimo de dignidad propia. Escuchó las palabras del Grulla hasta el final, sin apenas moverse, pero no podía permitir que el Daidoji cargara con el error solo. No sería justo, y para variar, no podía permitir ninguna injusticia:

- Honorables Señores, el buen Daidoji hace gala a su Clan asumiendo la responsabilidad de lo sucedido por los demás, pero sinceramente no podría dejar que un hombre tan eficiente cargase con la culpa. Se supone que soy el Samurai con más responsabilidad del equipo de búsqueda, asi que la culpa es mia y aceptaré las consecuencias. Daidoji-San hizo lo que hizo en un intento de salvar a sus compañeros de la ira del espíritu del bosque, que resultó ser un vil Kappa, al que hemos castigado por su transgresión. - Tomó aire, ya que las heridas aún le dolían al respirar rápidamente.- La astucia de Bayushi-San ayudó también a ver el engaño y descubrir la verdad de la criatura. Y sin ser un Bushi, levantó su espada contra ese ser tan ferozmente como el Bushi más aguerrido. Kuni-San nos aportó sabiduria, seguridad, fue la roca con la que resistimos la carga del mal... Y el que me ha traido hasta aquí, salvándome la vida. Nuestro compañero Shiba-San arriesgó su vida dignamente, y ahora guarda el lugar del cuerpo para poder hacer un funeral digno, acompañado por Iuchi-San, un hechicero valeroso que intentó acabar con la bestia usando sus arcanos poderes, de un modo que no podría describir. - Tosió un poco, bajo la vista, tomó aire y continuó.- Lo que quiero decirles con esto, eminencias, es que todos mis compañeros han dado lo mejor de ellos mismos, en la defensa de la justicia, algunos han sufrido graves heridas en sus cuerpos, otros en sus almas, pero todos, han ido hasta donde les ha llevado el honor y el deber. Sus espadas están y estarán al servicio del Imperio, y de lo que requieran ustedes.

Los sensei se miran, luego de las palabras de Yoritomo y Daidoji, notado tambien que el joven Bayushi y Kuni no tienen nada que decir en apariencia. De este ultimo no llama la atencion, más del otro... Finalmente, los sensei comienzan a hablar por turnos. 

El robusto Hida gruñe, cruzando los brazos: Hablan como cortesanos... y pelean como tales.
El anciano Ninsei asiente, sin embago contesta: Es lo que algunos son... aunque sus roles parecen algo alterados. Pero no lo han hecho tan mal, considerando las circunstancias. Nada mal...
Asako-chan oculta su rostro tras un abanico y murmura, en un tono ligeramente risueño, no desprovisto de ironia.: Eso parece, aunque su exito dista de ser completo. Pero es logico, todavia son jovenes...
Otaku-sama termina la frase de la Fenix:... e ingenuos.

Solo Bayushi Togo y Doji Chomei todavia guardan silencio. Los dos se miran. Finalmente, el sensei escorpion hace una ligera reverencia ante el otro. Como es logico, su expresion permanece inescrutable, aun debajo de la fina mascara.
-Sea... Vuestro honor, el primero. 

Chomei hace una mueca y se levanta, sin decir palabra. Pero el magistrado Tsuruchi le detiene con un gesto. Mira a los jovenes bushi alli reunidos. Su expresion recuerda a un severo maestro o un juez, pero sus palabras son suaves.
-Una sola cosa mas. Sin su padre y su hermano, la joven Suzume ha quedado desamparada. Si bien es una heimin, es de una familia que me ha servido bien, y deseo compensarla, al menos en parte, por todo lo que han sufrido. Consideraria un favor personal, si alguno de los bushi presentes decide tomarla bajo su proteccion, hasta que se recupere. Esperare sus respuestas antes de que se marchen. De todos modos, les agradezco sus servicios, en nombre mio y del Clan de la Avispa... Pueden ir con sus senseis. 

Habiendo dicho esto, Doji hace un gesto a Daidoji que le siga a su habitacion. Uno a uno, los demas sensei se levantan y llaman a sus discipulos, con excepcion de las dos damas, que esperan a los retrasados Iuchi y Shiba...

El ji-samurai carga el cuerpo del niño, aunque no hasta el poblado, sino a la casa que le perteneciera. Alli hay ya una pira, donde varios eta han puesto el cadaver del viejo Hirohisa. Hay signos de consternacion cuando les ven llegar, y de inmediato la agrandan para el niño...  Tokiota deja el cuerpo junto al del anciano, mientras un monje errante lleva a cabo las oraciones. 

En la expresion del guerrero hay cierta extraña pena, algo muy raro de ver viniendo de un samurai hacia un par de heimin. Poco despues que el fuego comienza a arder, los tres pueden regresar a la posada. No se ve a los demas, pero Asako, Otaku y Tsuruchi les esperan, e informan que cada uno se ha reunido en su habitacion, con su sensei, luego de que explicaran lo ocurrido y estos evaluasen su desempeño. Las dos mujeres se aprestan a hacer lo mismo con sus acompañantes, pero antes el veterano magistrado les dice. 

-Una sola cosa mas. Sin su padre y su hermano, la joven Suzume ha quedado desamparada. Si bien es una heimin, es de una familia que me ha servido bien, y deseo compensarla, al menos en parte, por todo lo que han sufrido. Consideraria un favor personal, si alguno de los bushi que intervinieron en este asunto decide tomarla bajo su proteccion, hasta que se recupere. Esperare sus respuestas antes de que se marchen. De todos modos, les agradezco sus servicios, en nombre mio y del Clan de la Avispa... Pueden ir con sus senseis.

Dicho esto, las dos mujeres les hacen sutiles señas de que las sigan... para la evaluacion final.

Luego de su evaluación final, El Iuchi se acerca al magistrado y se arrodilla respetuosamente. 

Mi señor, como representante del honorable clan del unicornio, tomo bajo mi responsabilidad el cuidado de la niña Suzue. No le faltará comida ni protección, y haré todo en mi poder para que recupere su vitalidad después de esta tragedia.

Y no cualquier persona se hace amiga de un kami zorro plateado de dos colas, hay algo especial en esta niña...