- Has tenido suerte. - le digo a la Yasuki.
Las palabras de Masanori resuenan en mi cabeza.
- Hirotada. - pienso. He oido rumores. Pero todavía no han conseguido demostrar nada.
Hago un alto en mis cavilaciones.
- Si las palabras de Masanori son ciertas entonces Hirotada es mucho más peligroso de lo que poDía imaginarme.
Me armo de valor para hablar en voz alta.
- Iré en persona a comprobar si las palabras de Masanori acerca de Hirotada son correctas. - digo. Y si lo son acabaré con su corrupta vida.
Habían pocas cosas que no fueran seres endemoniados de 8 patas que la descolocaran. Y estaba presenciando una de ellas. Ashikako se había vuelto loca y había matado a Masanori. Aunque no era tanto el acto, sino exponerse a la mancha. Eso era una locura, y miró seriamente a la Cangrejo con una mano encima de su empuñadura.
Pero cuando Hotaru-san confirmó que la locura no había llamado a la oscuridad, Ranmaru se relajó y se acercó, con cara no precisamente amistosa. - Si fuera por mi, aquí no habría pasado nada. Pero dudo que Mikaya-sama lo deje pasar así como así. - Entonces centró su mirada en Hotaru-san - Aunque imagino que no os costará demasiado llegar a un acuerdo, si las últimas palabras del corrupto eran ciertas.
Aunque en el fondo de su corazón, eso le daba relativamente igual a Ranmaru. Quería cerrar este caso de una vez, y poder vivir feliz aquí en Kuzume Mura, librado de su tío Zaibakan, y junto a Gareki-san. Incluso, podría haberse ganado el respeto de su padre, pero realmente, lo único que le importaba, era poder estar junto a su Unicornio...
Poco me preocupaban las palabras de la Escorpión. Ningún juez en todo Rokugan me condenaría por acabar por un Perdido, pocas personas podían llegar a comprender por lo que había pasado al ver a alguien tan cercano sometido por el poder del Jigoku, menos si cabe conservaban aún la oportunidad de continuar limpiando la estela de corrupción descubierta.
Que vinieran todos los magistrados que quisieran y que todos los cazadores de bruja me vigilaran durante todos los días de mi vida si así lo deseaban. Al igual que Daichi, tenía claro mi objetivo y no podrían pararme por medio de ninguna burocracia hasta descubrir si Hirotada se encontraba entre los traidores al Imperio... y entonces atravesaría su corazón.
La magistrada apareció en la habitación y contempló con disgusto el cadáver de Masanori
- Ya veo que se han encargado de él... En fin, supongo que semejante escoria no merece un trato mejor. ¿Ha dicho algo?
- Inculpó a su hermano y dijo que tenía infiltrados por todo el imperio. - respondo. Si es cierto deberíamos actuar con la mayor rapidez posible para desmembrar completamente esa organización.
Mikaya permaneció en silencio unos instantes. Lo que había visto no le parecía una operación de un maho-tsukai aislado; tenía sentido que fuese parte de algo más grande. Asintió con la cabeza antes de responder.
- Entiendo. Pondré a los magistrados de jade al corriente enseguida. En cuanto al hermano, ¿informo también, o prefieren que sea el clan Cangrejo el que se ocupe?
- Nosotros nos encargaremos de ese traidor si se descubre que es cierto. - afirmo.
- De acuerdo entonces. Supongo que aquí se acaba nuestra colaboración; les deseo un buen viaje de vuelta a sus tierras, y que las Fortunas les sonrían en su búsqueda -respondió la magistrada
Daichi ni se molestó en contestar más que con una seca y automatizada reverencia. Su mente y su corazón ya estaban en el camino y más allá. En una búsqueda que tenía varios años y que concernía hondamente a su mismo ser...
Ranmaru hizo una reverencia.
Un honor haber luchado con vosotros. - dijo sumándose a las palabras de Mikaya-sama.
Empezaba a notar como la templanza iba imponiéndose de nuevo y me ayudaba a mantener oculta la sonrisa de satisfacción que amenaza por aflorar ante la ausencia total de reprimendas por parte de jefa de magistrados. Simplemente me atusé el pelo unos instantes antes de inclinarme cortesmente ante las Escorpión.
- Muchas gracias magistradas. De por seguro que limpiaremos nuestra casa antes de que penséis en visitarnos.
Me despido igualmente con toda una declaración de intenciones por nuestra parte.
Asiento a las palabras de las Magistradas Escorpión.
- El Honor ha sido mío. - les digo. Que las Fortunas les sonrían en sus siguientes cometidos.
Dicho esto salgo de la estancia dejando a solas a las Magistradas Escorpión.
PUes nada, posts finales de despedida y vamos cerrando :P
PD: no se despide nadie? No se, algun post final xD
Ninguna palabra amistosa ni saludo salió de la boca de Daichi. No tenía de esas cosas para escorpiones, ni las habían merecido. Al final el mérito recaía en ellos pero el trabajo lo habían realizado realmente los Cangrejo.
Bah. No importaba. La gloria era para los que esperaban vivir de ella.
La mirada del alto bushi sin embargo no estaba en esos alardes sino mucho muy lejos, hacia el Sur. Donde sus hermanos se jugaban la vida contra las bestias de las Tierras Sombrías, y otra bestia, una muy humana, aguardaba con las respuestas que él buscaba.
Golpeo el suelo con el cabo del “yarono”, indicando a sus protegidos que se apresurasen, y encabezo la marcha hacia los carros que volverían a casa, y hacia su destino.
que yo pensaba ya me habia despedido jooo! xD
Los Cangrejo se alejaban de Kuzume Mura, de vuelta a sus tierras, mientras que Ranmaru se quedaba en la villa, satisfecha de haber realizado su trabajo. Sin embargo, una pesada incertidumbre flotaba en el aire. Los Cangrejo, y en especial Daichi y el cazador de brujas, sabían que aquello no había terminado y que todavía quedaba alguien más que tendría que responder por sus actos. Ashikako tendría que hacer frente a la vergüenza de que su señor hubiese resultado ser un Manchado, y quizás tendría que vivir bajo la sospecha de los Kuni durante mucho tiempo. Y Ranmaru y Mikaya tenian la impresión no, la certeza, de que la amenaza del maho no terminaba con Masanori. Rokugan había disfrutado de unos años de paz tras la caída del Señor Oscuro Daigotsu, pero de nuevo la sombra de tiempos difíciles se cernía en el horizonte.
Meses más tarde, el blasfemo culto de los Portavoces de la Sangre, al mando del infame Iuchiban, se revelería infestando todas las estructuras y organizaciones de Rokugan. Muchas calamidades sucederían, como la Lluvia de Sangre, y el renacimiento de Daigotsu. Nuevas y viejas rivalidades aflorarían de nuevo entre los clanes, que los llevarían a la guerra en mitad de un periodo turbulento; Unicornio contra Leon, Mantis contra Fénix, y la eterna sombra del Escorpión cerniéndose sobre todos ellos. Pero el Imperio Esmeralda es una nación de héroes y guerreros. La guerra forja su valor y templa su espíritu, como el herrero da forma a un trozo de roca gris hasta convertirlo en un arma letal. Se llevarían a cabo valientes y heroicas gestas por parte de los defensores de Rokugan, pero eso son historias que serán contadas en otro momento.