El grupo se detuvo, entre aquellas paredes gemelas, en aquel ascenso sin fin. Ser Frithnand decidió dejar descansar a sus monturas, y a los aventureros. El sol, al menos, había desaparecido del cielo, oculto por negras nubes, dejando el sudor como recordatorio de su paso.
El sonido seguía siendo exasperante. El simple apoyo de una lanza contra el suelo levantaba una cacofonía que parecía hacer temblar aquellas elevaciones de piedra, aunque nada, ni gravilla ni arena, caía desde las enormes alturas. Los lanceros se colocaron en posición defensiva, atentos a la retaguardia y a la vanguardia.
¿Cuánta de aquella maldita travesía quedaba por delante?
Bajando de la llegua,Saul descarga al animal. Se despereza, estirando sus brazos y piernas, a la vez que bosteza. Lueego sigue serio, pues no le gusta el cariz que esta romando la situacion.- ¿Cuanto hemos avanzado? ¿No habremos entrado en uno de esos pasos de montaña sin salida? Si vamos a hacer una parada para comer, permitanme tocar algo, lo necesito para relajarme un poco
Tras decir esto, se dirije hacia sus bultos en busca del laud.
-Descansemos un rato y luego pongámonos en marcha-Observó el cielo.- Aunque el este anocheciendo, parece que aun se ve con bastante facilidad- Tocó el hombro de su escudero y luego tomo asiento junto a una pared de la garganta. El nombre seguía repitiéndose por el camino y Frithnand se quedó mirándolo pensativo mientras se acariciaba la barba.
Las suaves cuerdas del instrumento del juglar iluminaban el ánimo del grupo, mientras se detenían en aquella cuesta al parecer infinita. Todavía, el nombre de Ierymira aparecía inscrito en aquellas paredes tan altas que casi parecían alcanzar el extraño cielo. ¿En qué hora del día se encontraban?
Fue entonces cuando algo rompió la quietud melodiosa del laúd… el inconfundible sonido del combate.
Pero, ¿de dónde procedía? ¿De delante de la comitiva, o en el camino que habían dejado atrás? Imposible adivinarlo en aquel laberinto de cacofonías…
Sonido familiar. Espadas y escudo chocando entre si, el sonido de la batalla... Gritos y arengas resonaban por la garganta, rescatándolo de sus pensamientos levantó la cabeza. Los estrechos pasillos de solida roca multiplicaban el sonido, por lo que lo hacían imposible adivinar de donde procedía. Pero la intuición del caballero le hacían pensar que la batalla se estaba produciendo unos metros mas adelante. " Atrás no hemos dejado nada, todo apunta hacia esa dirección".
Se incorporó con un pequeño salto y solicitó su montura. Mientras subía a Biarly miró a los lanceros que cubrían la parte delantera del camino- Abran la marcha muchachos, pero con precaución. Solo quiero ver que es lo que esta pasando ahí delante, vosotros dos cubran la retaguardia y protejan a Alberto y Saul.-Se afianzó en el caballo y agarró fuertemente las riendas- Marcus tu ponte junto a mi y no te separes, aunque en este estrecho lugar es difícil.- Le sonrió para relajar un poco la situación- Prepárate para el combate-Su intención era ver lo que pasaba, pero siempre era bueno ser previsor.
El escudero asintió enérgicamente, y guió al animal hasta el señor.
Una vez allí, no había lugar al miedo, de alguna forma estaban esperando la confrontación desde que aquellos hurones desarrapados perecieran ante ellos de forma horrible. Sólo que ésta vez, en un espacio tan reducido, habría que poner más precaución en el asunto.
Entonces, desenvainó la espada, y miró hacia la lejanía en busca de nuevos sonidos.
No me aburro, no... tengo que tomar notas en cuanto pueda...- EL juglar guarda rapidamente el laud en sus alforjas y las monta en su bestia. La guia por las riendas siguiendo a los guerreros, a sabiendas de que son su unica proteccion si el combate que suena delante se vuelve contra la compaña.
Alberto mantuvo a su corcel controlado, observando a su alrededor con cierto nerviosismo.
- Desde luego que está siendo una expedición de lo más accidentada. - comentó, mirando al juglar - Me pregunto si tendremos otro desagradable encuentro como el anterior... y si volveremos a tener tanta suerte.
El sabio negó con la cabeza, con un gesto escéptico. Al parecer nadie había dado importancia al derrumbamiento
Los cascos de sus monturas resonaban entre aquellas gargantas, mientras al galope los dos caballeros ascendieron seguidos por el caballo del sabio y la mula del juglar. A pie, los lanceros corrían al ritmo que marcaba el percherón de guerra de Ser Frithnand.
La batalla resonó ahora claramente delante del grupo.
Instintivamente, el ritmo de las monturas aumentó, prestas a la batalla. El sendero dejó de ascender, empezando un leve descenso que parecía animar a la embestida, a la carga mortífera de la caballería.
Fue entonces cuando la noche cayó sobre los aventureros, y la oscuridad rodeó al grupo bajo un cielo sin estrellas ni luna. Unos gritos agudos sonaron delante de ellos, y todos recordaron a aquellos pequeños hurones erguidos…
Pero no podían ver nada…
¿Puedo lanzar un hechizo de luz sobre algún objeto que yo no lleve encima?
Tu hechizo luz de lámpara es con cualquier cosa que toques, así que siempre que lo toques, sí. Si no lo tocas, deberías usar un espontáneo de Creo Ignem.
¡Mas bestias de la prole de Ierymira! Cuidado Ser, podrian ser tan numerosos como antes... y ahora no los vemos- Dice un tanto apocado el bardo. Un tanto nervioso, trata de distinguir algo entre la oscuridad, mas, cuando es en vano, busca un fanal en sus alforjas.
Si quieren puedo sostenerlo encendido para ver algo, no creo que sirva para mucho mas en una batalla...