La semi-elfa continua ojeando los diarios de Draigdurroch, asombrándose con su contenido a cada página que pasa - Así que la ambición y el orgullo fueron la perdición del viejo enano. Nunca hay que subestimar el poder de las hadas... Es toda una suerte que no llegase a forjar ese pacto con Karsus - la Dama de Fuego Lunar da un par de palmadas y al momento uno de sus empleados aparece con una bolsa tintineante que deposita en la mesa - Ahí está el fruto de vuestro trabajo. Maese Curuvar y yo nos quedaremos con las investigaciones y nos encargaremos de que no caiga en malas manos - Dando tiempo a que terminéis de comer y recojáis vuestra merecida recompensa, la noble semielfa se pone en pie para despediros - Como representante de Aguasfuertes, y también a título personal, estaremos siempre agradecidos al Gremio de la Espada y la Vara por responder tan rápido a nuestra petición de ayuda y por haber mandado a unos aventureros tan eficientes como vosotros.
Con esto damos por terminada la partida. Si queréis hacer algún post de despedida, la partida quedará abierta hasta el lunes que viene. Id actualizando las fichas y pasándoselas a Telcontar para que las valide en el Gremio ;)
Tras dar por concluida la conversación, mientras los demás reían, bebían cerveza y comentaban los pormenores de la batalla a un nivel de volumen algo más alto siempre que la propia batalla, Sadrik se dio un auténtico atracón.
Cogió un trozo de queso no más grande que la cuarta parte de una manzana, pidió a un sirviente que le trajese un vaso de agua y en menos de dos minutos ya había comido.
Le hubiera gustado hablar con Curuvar pero estaba ya completamente borracho y bien pensado, tampoco podía ser tan buen mago si se daba a la bebida con tanta facilidad. Guardar la concentración necesaria para canalizar las fuerzas arcanas era algo muy complicado con los sentidos al bien despiertos, no podía imaginar los resultados que podría tener un conjuro lanzado por un mago ebrio.
Miraba alrededor y todos estaban disfrutando de la fiesta. Hasta el silencioso Sombra se mostraba dicharachero bajo los efluvios del alcoho, pero el tiefling se aburría un poco.
Se levantó y uno por uno puso la mano en el hombro de sus compañeros del gremio para despedirse.
- Travok ha sido un placer servir al lado de un hijo de Moradín. Estoy seguro de que en dos o tres misiones más llegarás a ser aún más impresionante que tu tía Petunia.
A Travok le daba vueltas la cabeza literalmente, probablemente en este momento habría un 3% de sangre en su alcohol.
- Clevor tu liderazgo y tu habilidad nos ha traído sanos y salvos hasta aquí. Tu actitud de darlo todo incluso contra el más ha insignificante de los enemigos ha sido muy inspiradora.
Clevor miró al mago por encima del hombro pero en su semblante se dibujó una mal disimulada mueca de orgullo
- Kellom todavía ni tu ni yo estamos maduros para estas lides pero me has salvado la vida en un par de ocasiones. Cuando quieras experimentar magia en serio estaré encantado de trabajar contigo.
Kellom se puso un poco rojo al escuchar el insulto a la magia feerica pero al ver la cara del mago se dió cuenta de que solo bromeaba... ¿o no?
- Sombra tu me trajiste a esta aventura y a ti te debo esta cicatriz que me atraviesa el pecho. Sin embargo también te agradezco la oportunidad que me has brindado de probar mis hechizos más mortíferos en el campo de batalla.
Sombra estaba tan borracho como Travok y además nunca hablaba por lo que el Sadrik se retiró sin esperar su respuesta.
Acto seguido, tras comprobar que nadie en la fista le prestaba demasiada atención decidió meter en el bolsillo de sombra una piedra encantada para que pudiera volver a ponerse en contacto con él si el gremio lo necesitaba y se dirigió a las afueras de la ciudad.
Quizá el mago buscó unas catacumbas oscuras y bien alejadas de los ruidosos humanos en donde seguir experimentando con sus hechizos o quizá fuese a visitar a otros magos para aprender de los mejores eruditos que pudiese encontrar pero lo único que se sabe a ciencia cierta es que desapareció.
Cita:
Sabía el el cornudo le estaba diciendo algo porque movía rítmica mente la boca pero no llega a sus oídos informacion alguna que su cerebro en ese momento pudiera trabajar. Pero el escuchar Petunia le hizo levantarse de su taburete tabaleandose derramando parte de la bebida. Apoyandose con un robusto brazo en la mesa e intentando ergui con la otra la jarra que portaba sin que cayera mas del liquido preciado.
Compachero, zeeñora... Brinde....Hip... Brindemos for los caidoch en tan noble causa, a los que hemos tenido que dejar en el campo de batalla para finalizar nuestra gran hazaña.... l baja la copa, se queda quieto, casi erguido con la mirada puesta en algún punto en el infinito
Hip...No... No hemos caidoch nadie noch? Que bravos chomoch, por el Gremio, por la justicia, la verdad y mi Tía Petunia levanto la jarra, tomo un largo trago inclinándose para tomar todo el liquido, cayéndose de nuevo en el taburete con fuertes carcajadas
El gnomo se sentía satisfecho. Primera aventura en el Gremio había sido un éxito, aunque en ocasiones temió por su vida. No obstante, el frío, el peligro, el cansancio y la amenaza no habían cejado su ilusión por la aventura. Levantó la jarra de cerveza y brindó.
- Por nosotros y el Gremio - brinda Kellom feliz - ha sido un placer haber compartido esta peligrosa aventura con grandes héroes como vosotros y espero sobrevivir lo suficiente para vivir más aventuras con vosotros, ¡Salud grandes héroes y que los bardos hablen de nosotros y el Gremio!¡De como derrotamos la fuerza féerica que adoptaba el frío y helado invierno como semblante!.
El brujo observa esbozando una tenue sonrisa al ver a su compañero tiflin sacar la piedra encantada que los devolvería a casa. Estaba preparado para regresar a su nuevo hogar.
Clevor observaba paciente como el mago tiflin se marchaba de la reunión, luego de despedirse de todos ellos. Las duras jornadas que precedían ese momento de triunfo habían hecho mella en todos. Esa marca no era ni buena ni mala, simplemente era, construia un aventurero experimentado de lo que antes fuese un joven esperanzado o un pupilo brillante.
Lo cierto es que la vida de ninguno sería igual luego de vivir en carne propia el tormento invernal que podían desatar las hadas cuando se las enfurecía, y quizá pornto pudiesen ser enviados a contratos del gremio aún más complicados.
La silueta física del hechicero se había desvanecido por completo, sin embargo en la mente del cormyriano seguía presente aquella mente inquieta en busca del conocimiento y la sabiduría a toda costa, cuyo estudio de años les había valido en aquella engañosa torre.
Terminó la jarra de vino especiado tibio y se percató de que otra vez, el boquiflojo Travok había tomado más de la cuenta, y era un enano con todo lo que ello implica, calculó mentalmente que eso significaba probablemente más de un barril engullido. Se secó la boca con el dorso de la mano y palmeó la recia espalda del servidor de Moradín, éste eructó con gusto algo que sonaba a una mezcla entre "Petunia" y "otra jarra por favor"; como si le hiciera falta ser cortez. Algo intuia el señor de la guerra, quizá esta no fuese su última misión juntos. Los señores del gremio eran sobre todo muy astutos, y sabían que aventureros hacían buen equipo, ellos eran incomparables en el campo de batalla. Torm y Moradín volverían a luchar codo a codo. Aunque el precio fuese llevarlo a cuestas hasta su habitación Otra vez... Sacudió la cabeza de manera reprobatoria y eructó él mismo.
El pequeño gnomo estaba borracho como una cuba solamente con una jarra y media, y ahora parecía ser el mejor compañero que el barbudo pudiese necesitar. Clevor lo observó y dedujo que quizá la timidez e inocencia del ser feérico persistiesen, su naturaleza era radicalmente distinta a la que compartían todos los humanos, incluso los que no pertenecían a Toril y había conocido en el gremio. Lo más probable es que no se endureciera y fuese un niño eterno. ¿Importaba? eso era algo que todavía estaba comprobando y faltaba por aprender. Más allá de su fachada, Kellom había manejado fuerzas arcanas que estaban lejos de la comprensión del guerrero, incluso parecían distantes y complejas para el mismo tiflin mago. El hechicero gnomo hacía ver todo tan natural, tan cotidiano, sin necesidad de antiguos tomos polvorientos, ni interminables noches haciendo experimentos con extrañas y peligrosas substancias. Él simplemente era... algo mucho más de lo que mostraba. Seguramente dentro del gremio podría dar buen uso de sus facultades.
Finalmente se fijó en Sombra, que estaba apartado de los demás, silencioso y taciturno. Detrás de ese aspecto meditabundo y calmado se encontraba un jovenzuelo muy ansioso por lanzarse a la aventura, de movimientos rápidos y hábiles. Definitivamente alguien que buscaría a la hora de zafar de las trampas de cualquier calabozo, aunque nunca diría dónde aprendió aquello, ni quienes fueron sus maestros. Nadie le había conocido nunca familia ni afiliaciones de ningún tipo, excepto por el alienado mago. Si bien había puesto en peligro al grupo en una de las oportunidades, el señor de la guerra era consciente de que los había salvado varias otras, por lo que no guardaba ni una pizca de rencor. Sin embargo sabía que otros miembros del gremio no eran como él y esperaba por el bien del pícaro que aprendiera a ser más prudente. Después de todo, eran muchos los que no volvían de los contratos.
Sabía que tras varios días de viaje estarían de vuelta en bullicioso salón del gremio, de nuevo darían cuenta de la misión cumplida y volvería cada uno a su actividad de ocio mientras esperaba el nuevo encargo. Él se iría a entrenar al patio de armas, visitaría al artífice del gremio para que mantuviese sus objetos encantados en buen estado, escribiría alguna carta a su madre, escucharía a los bardos cantar hazañas de otros aventureros en lugares distantes y extraños. Y sobre todo, tomaría otra cerveza con el enano cuando estuviese más sobrio, esta vez no podría negarse a invitarlo a conocer a su tía Petunia.