Por la puerta entra un hombre con los ropajes de los servidores de avandra que habéis visto en algunos zombies, solo que este parece muy vivo... y alterado. Se detiene en la entrada jadeando, a su espalda media docena de guardias con espadas desenvainadas. Más allá de ellos docenas de personas se concentran tras las puertas, la mitad de ellos con heridas buscando atención, la otra mitad curiosos.
- Por Avandra, decidme que hemos llegado a tiempo, decidme que si. En cuanto vi entrar a esos servidores de Vecna fui rápido a por guardias. Decidme que los detuvisteis a tiempo.
Los guardias se adentran en el templo recorriendo todos los rincones con la mirada y comprobando que los cadaveres no se mueven. Algo más timidamente el gentio se adentra empujado por los que están fuera entre preguntas - ¿que pasa?... pero ¿van a atender nuestras heridas o no?.... Aquí ha habido una carnicería - comenta uno alzando la cabeza por encima de un hombro.
Los guardias se percatan de Nia, Pecham y Gryg y les véis aferrar más fuerte el mango de sus espadas - ¿qué hacéis vosotros aquí? - gruñe el que parece estar al mando en un tono claramente despectivo.
Mirando a Rhoswen para ver si dice algo, se gira hacia el guardia poniendose delante de sus "nuevos" compañeros de los barrios bajos y le dice al que parece el jefecillo.
-Señor, no los judgeis con presteza, pues ellos a pesar de las diferencias que nos separan nos ayudaron a acabar con los engendros del demonio en los barrios bajos y aqui en la casa de Avandra, si quereis mas informacion preguntar a mi superiora, ella os detallara todo lo que necesiteis, pero saber que si no llega a ser por estas personas, ninguno de nosotros estariamos ahora, aqui, hablando tranquilamente.
Rhoswen vuelve a relajar los músculos, ya doloridos de tanto combate y nervios, y se acerca a los recién llegados guardias y al clérigo de Avandra. Al escuchar la conversación de Collwyn con su hermana y las palabras del mago todas sus defensas han caído. Tyfid tenía razón, no lo habrían conseguido sin su ayuda, y lo que es más, decidieron arriesgar su vida y su libertad por la ciudad cuando pudieron huir a la primera ocasión. No, desde luego que no permitiré que les pase nada. Esta ciudad necesita más gente como ellos y menos holgazanes y estirados ricachones preocupados solo por si mismos.
Respaldo las palabras de mi hombre (al decir esto la palabra suena extraña en sus labios, como si por un momento hubiera querido darle otro significado) y respondo personalmente por estas personas. Los tres han luchado con honor y arriesgado sus vidas sin obligación para salvar la ciudad. Probablemente sin su ayuda habríamos acabado como el resto de nuestros hermanos... dice mirando a los zombis caídos con gran pesadumbre.
Creo que con tantas bajas entre los clérigos de Avandra tendré que quedarme aquí a cuidar de los heridos. Vosotros sois libres de ir a descansar o seguir ayudando en las puertas... dice al resto del grupo, para luego hablar directamente al mago: No puedo obligarte a que te quedes, pero ten cuidado. Casi susurra cogiendo suavemente la mano de Tyfid.
Tyfid no suelta la mano hasta que dice las siguientes palabras mirando la a los ojos:
-Me quedare un poco mas por aqui, nunca sabes lo que puedes aprender mirando a los ojos de una bella mujer.
El momento de intimidad que buscaba el eladrín se ve cortado por alguien que le da una sonora palmada en la espalda - ¡sois unos heroes! - dice en tono admirado. A vuestro alrededor se ha congregado una pequeña multitud.
- Habeis salvado la ciudad, sin las protecciones del Avandra nos habrían arrollado - dice el sacerdote de Avandra con lagrimas en los ojos.
- ¿Qué dice? - se oye una voz al fondo - que han salvado la ciudad. - le contestan varios. Los rumores de las conversaciones se elevan. La gente se apretuja a vuestro alrededor y os murmura palabras de admiración. Algunos estáis algo avergonzados por tantos elogios, a otros os hace subir un punto más vuestra vanidad y ego.
Entonces la cosa se descontrola un poco. Empiezan a gritar - ¡Viva la guardia! - a la elfa la levantan y derepente se encuentra a hombros del que parece el herrero, por los musculos que exhibe. Tyfid quiere protestar, pero parece que la idea ha calado, porque el resto os véis rápidamente alzados y siguiendo a Rhoswen que gira la cabeza sin saber bien, bien, que hacer.
Salís por la puerta del templo al parecer rumbo a los edificios de gobierno rodeados de gritos. Cada vez más gente os rodea, curiosos a los que les cuentan como habéis acabado con un par de clerigos oscuros, y un puñado de acólitos y zombies. Con el tiempo, la historia va mutando. Ahora al parecer fueron un par de docenas de secuaces. Algunos aseguran que no eran zombies, sino malvados demonios, que lo vieron con sus propios ojos.
Las quejas e intentos de bajar son inútiles, se limitan a miraros con una sonrisa bobalicona, como si fuera un honor para ellos llevaros a hombros. Algunos os reconocen. Vuestros nombres empiezan a gritarse junto con vuestra distorsionada hazaña y los gritos de vivas.
A mitad del camino estáis convencidos de que no va a hacer falta que os presentéis, ¡toda la ciudad va a recordar vuestros nombres! Pecham se pregunta ¿cómo diablos voy ahora a llevar mi negocio? Alguno le da vueltas a la cabeza pensando si conseguirán sobrevivir a su reputación la próxima vez que haya un problema en la ciudad.
El caso es que, vuestra vida ya no será para nada igual... FIN.
Bueno, pues cerramos aquí, con salida triunfal a hombros :-P