Partida Rol por web

Armados con una pistola cada uno Nicco y los dos policias se mueven por inercia levantando las armas al gigantesco tipo que entra por el extremo del vagón. La mirada del gángster es como la de quien ve a un payaso de cara pintada entrar en una sala de conferencias, de incredulidad y vergüenza ajena.

- A ver, soplagaitas, ¿pero tú sabes con quién te estás metiendo? Tanto músculo para pegar a una mujer, me gustaría verte medirte con alguien de tu tamaño. Ven aquí a pegarte con Nicco Farelli, a ver si tienes huevos.

El mafioso solo le ha apuntado con una pistola y la otra queda en su sobaquera, si el matón acepta el desafío y ambos sueltan el arma a Nicco todavía le quedará otra para darle una sorpresa... si es que lograba engañarle. En caso de que no fuese así seguían siendo tres pistolas contra una.

El grandullón mira entonces a Nicco y le apunta con la pistola.- ¿Me ha parecido escuchar a un mosquito? ¿Quieres que te aplaste?.

- Puedes probar.

Mientras parecía que el grandulon se había distraído con Nicco, Armando toma suavemente y lentamente a la señora para ir moviendola a un lugar seguro, tratando de hacer el menor ruido posible, mientras que hace un movimiento con la cabeza para indicarle a Nicco que le me mantenga ocupado. El lugar mas seguro seria el siguiente vagón, por lo cual se movía hacia ahí, ademas el iba enfrente de la mujer para evitar dejarle a la vista del grandulon.

- Jajajaja ¡No me hagas reir!.- Dice y acto seguido dispara el revolver contra Nicco, que suena de forma muy sonora en el lugar.

Nicco se echa hacia atrás al recibir el disparo, con gesto de ligera sorpresa y gran disgusto su mente piensa antes en como aquel animal había arruinado de un solo disparo su cazadora, chaleco y camisa que en el hecho de estar herido ligeramente en el brazo. Es un instante más tarde, cuando la sangre comienza a manar, que un escalofrío atraviesa todo su cuerpo, si hubiese tenido mejor puntería este habría sido su último viaje en tren.

El pobre idiota había disparado en dirección hacia dos policías armados y ahora les tocaba a ellos disparar. Por alguna razón, que aquel matón fuese a abandonar este mundo en breves instantes para no poder volver a levantarle la mano a nadie, no compensaba la angustía que sentía, sino que lo acrecentaba. Aquella persona podría haberse dado de hostias con él, haber perdido contra los cuatro y haber reconsiderado su vida en chirona, quizás incluso haberse convertido en un ciudadano más.

Ahora tan solo iba a ser un número más que nadie lloraría y que aparecería sin nombre en la crónica de sucesos del periódico de mañana.

El grandullón mira satisfecho y sonrie.- Jajajaja.- Acto seguido mira al compañero y le apunta con la pistola.- ¡Suelta a mi chica!

Con los dientes apretados por la rabia Nicco vuelve a levantarse, le pasa su arma a Armando y apunta de nuevo al matón con su pistola.

- ¡Maldito idiota! ¿Es que no te das cuenta de que si no sueltas el arma tres tipos entrenados te van a disparar? ¿tan importante es para ti demostrarle a esta chica lo macho que eres? ¿tanto le cuesta a tu cerebro de neardental darse cuenta que te estoy salvando la puta vida?

Con la sangre de la herida de su brazo llegando hasta la punta de sus dedos y goteando en el suelo el agente increpa una última vez al gigante. Desde pequeño se le había enseñado que toda vida era única, en el instituto entendió que todos los seres humanos eran distintos e individuales en su manera de pensar y obrar, en la universidad, cuando se convirtió en el fenómeno periodístico que empujó a las Naciones Unidas en sus resoluciones contra Orgulia comprendió que los conflictos deben de tratar siempre de solucionarse por la vía diplomática, luego el ejército le enseñó a defenderse y a matar, pero siempre a respetar las reglas de compromiso. Ahora era un agente de la CIA y tenía el poder de matar a ese pobre desgraciado sin más consecuencia que se le abriese un expediente disciplinario. Por eso ahora le importaba salvar cada vida, porque nadie le impedía arrebatarlas.

- Mira a tu chica, grandullón, está aterrada. ¿Es este el último recuerdo que se lleve de ti? ¿que caíste disparando tu arma como Billy el Niño? Mírala a los ojos y dime que es así como quieres que acabe tu vida porque te aseguro que si no bajas el arma no saldrás de este tren andando, sino en una bolsa de plástico negra. Suelta el arma...

Recibe la pistola de Nicco, y rapidamente apunta al hombre. Mantiene a la mujer detras suyo, luego mirando al herido de su compañero. Dice

- Mi compañero esta diciendo lo correcto, ¿Para que desperdiciar tu vida en un sucio vagon de tren? ¿Acaso tu "masculinidad" te dice que intentes este ataque suicida? suelta tu arma y podras ver esa luz al final del tunel- Dice mirandole a los ojos, mientras prepara el disparo con el dedo en el gatillo- Ademas como puedes ser tan celoso, al primer hombre que ves con esta mujer y crees que soy su "novio secreto", eres un tonto al pensar en esto. ¡Eres un cobarde solo con pegarle a esta inofensiva mujer!

Armando veia en aquel hombre un tipo estupido y cobarde, el tipo de hombre que no tiene honor, que anda desafiando a todo aquel que veia, de los que se creen lo mejor. Pero siempre existia el otro camino, aun habia oportunidad de ser un buen hombre. Pensando esto Armando mantiene firme la pistola preparado para disparar.

El grandullón finalmente dice en voz alta mientras se coloca detrás de la puerta.- ¡Dadme a la chica si no queréis que os mate a todos! ¡O la mataré a ella!

Miró a la chica y ésta solo pudo decir algo como.- So so sooltadme, o acabaréis muerto... muerto...mumu...- Y se puso a llorar desconsoladamente

- Sabes que no podemos hacer eso, lo sabes. Pero haremos una cosa...

Nicco deja su pistola sobre la mesa y hace un gesto escondido a Armando para que se agarre a algo. Luego comienza a caminar hacia el individuo, procurando mantenerse pegado a la pared del vagón para que no parezca que está tapando a sus compañeros.

- Si sueltas el arma soltaremos a la chica.

Aprovechando que el tipo se ha colocado tras una puerta el gángster se abalanza hacia el tirador de emergencia, forzando al tren a pararse en prácticamente en seco y provocando que todo el mundo caiga y en especial el grandullón se golpee contra la puerta tras la que se guardaba esperando el tiroteo. Los únicos a salvo son los polis que seguían sentados y Armando a quien alertó discretamente.

- ¡Ahora polis! A por él.

Aferrado al tirador con todas sus fuerzas Nicco tan solo podía rezar por que con el golpe al gigante se le hubiese caído el arma.

La palanca hace su efecto y el grandullón cae al suelo pesadamente, pero junto con él cae uno de los policías que se levanta antes de que le de a la palanca. Algunas maletas que estaban colocadas en la parte superior de los asientos caen, y una de ellas va a parar a la cabeza del policía caído que muere al partirse el cráneo. El otro policía mira la escena un tanto dudoso.