El jugador no se lo pensó dos veces, tomó ese rifle y subió a la colina para vigilar las inmediaciones, todos lo miraron, pero por el momento no dio ninguna señal de alerta.
- ¡Maldición, la barcaza! – Gritó el Sheriff. Ese elemento tan imprescindible para vosotros no se había salvado de las llamas.
Caminasteis entre los restos calcinados, una mujer yacía en el suelo muerta, Ringo se quitó la chaqueta y lo cubrió en parte en señal de respeto.
Pero el Sheriff no tardó en responder - ¡Vamos, Ringo y los demás hombres, reunid dos troncos grandes de entre los restos, los ataremos a la diligencia para cruzar el río! – Dicho y hecho, se pusieron manos a la obra
No pintaba nada bien la situación, cada vez se complicaba mas la cosa aun que el sheriff no tardo en organizar a los hombres para que cogieran troncos y así poder pasar.
Al ver a una mujer muerta no pude no pensar en si ese era nuestro destino, ¿Cuanto tardarían en alcanzarnos los apaches?.
Puse buena cara aun que mis pensamientos no eran los mejores, me acerque a la mujer y al bebe. Mire al bebe y le hice unas carantoñas.-Pronto saldremos de aquí, dije con intención de animar a la mujer que seguro estaba sufriendo mucho mas que cualquiera de nosotros.
La espera fue muy tensa, los hombre se dieron prisa en atar troncos a los laterales, de rueda a rueda a rueda, esto haría que el habitáculo de la caravana no se hundiera.
La mujer te sonrió, desde que la habías ayudado en el parto ya no volvió a tener ningún mal gesto hacia ti – Si, tiene tantas cosas que ver aún…. – dijo tratando de ser amable
Pero finalmente el trabajo estuvo terminada – ¡Todos a la diligencia! ¡Vamos a cruzar…! – Avisó el Sheriff.
Y como quedarse aquí, todos subisteis confiando en que la cosa flotara y… así fue, los caballos se cansaron un poco más peleando con el agua, pero látigo del cochero hizo el resto y pronto estuvisteis al otro lado del río, este gritó – Yujuuuu ¡Próxima parada Lordsburg! – En el rostro de casi todos se podía ver la alegría
Los minutos de espera se me hacían eternos, menos mal que la mujer parecía que me tenia algo mas de simpatía, así se me hizo mas llevadera la espera. Estaba nerviosa, tenia un nudo en el estomago, tenia miedo de que no lograramos nuestro objetivo.
Todos los nervios desaparecieron cuando de la boca del sheriff sonaron las palabras de ¡Todos a la diligencia! ¡Vamos a cruzar…!, el miedo no desapareció este viaje estaba siendo muy peligroso y no sabíamos lo que nos podíamos encontrar por el camino que nos quedaba.
Mire las caras de mis compañeros de viaje, estaban contentos. Les había cambiado completamente la cara de cuando llegamos y vimos esto arrasado. -Nos queda menos para llegar a nuestro destino, comente
Desde dentro escuchaste a Sheriff y cochero hablar que seguían en la parte de delante de donde se cogían las riendas - Eh Curley, le tendré que cobrar al bebé medio billete… - a lo que le respondió - ¡Pero que dice…!
Dentro el ambiente había mejorado y el banquero tomó la palabra – Así es Dallas, pronto esteremos en Lordsburd, perdone que me sulfurase antes Hartfierld…
- Bueno, creo que es un buen momento para proponer un brindis – dice sacando una botella de Whiskey
Pero en ese momento se escucha un zumbido extraño y aparece una flecha clavada en el hombro del hombrecillo comerciante que boquea tratando de respirar, hay un momento de estupor general hasta que Hartfield se asoma por la ventanilla - ¡¡INDIOS!!
-Tranquilo, respondí al banquero sonriendo, aun que no se había comportado en otros momentos bien le honraba el que pidiera perdón. Muchas personas aun que se dieran cuenta de que habían tenido una mala actitud o que no llevaban razón no pedían nunca perdón
Estaba feliz, el buen ambiente me hacía estar mas feliz. Parecía que en este momento nadie tenia penas, nadie tenia prejuicios y se habían olvidado de mi profesión.
Me quede parada al ver la flecha clavada en el cuerpo del comerciante, no sabia que hacer. -¿Que hacemos?¿Que hacemos?, dije alterada
El jugador saca un revolver muy bonito y comienza el tiroteo, el cochero sacude las riendas fuerte y los caballos sales a toda velocidad, entre disparos y como se mueve todo parece impresionante.
El doctor abre la camisa del hombrecillo y comienza a examinar su herida.
- ¡Sheriff, deme el rifle y no acepto un no por respuesta, soy un buen tirador! – El sheriff tras un momento de duda se lo entrega y en una maniobra arriesgada Ringo sale por la ventanilla y se sube al techo.
Por las ventanillas podéis ver a los indios al galope en persecución vuestra, unos con arcos y flechas, otros con rifles, tu no sabes disparar así que lo único que puedes hacer es tratar de proteger a la criatura recién nacida.
El que parece entrar en pánico por momentos de nuevo es el banquero - ¡Moriremos todos, nos matarán a todos!
El pánico se apodera de algunos de nosotros, no sabemos como actuar ante una situación así. Me tiro al suelo, pienso que es lo mas seguro para que no me alcancen las flechas, -Vamos al suelo, dije a la mujer. Entre las dos protegeríamos al bebe mejor.
-Ringo ten cuidado, dije cuando vi que Ringo salia al exterior de la diligencia, tenia mucho miedo de que le pudieran herir o matar
La mujer asintió y entre gestos de dolor se echó al suelo y se tapa los oídos por el ruido de los disparos, entre las dos dejasteis al bebé bien protegido en medio.
- Volveré – Dijo Ringo sin entretenerse más entes de subir al techo.
- ¡Cálmese Gatewood! – Le “ordena” el doctor mientras extrae la flecha del hombrecillo que está pálido.
Desde el suelo no ves mucho, pero escuchas todos los disparos, los del rifle de arriba de Ringo, los del sheriff desde la parte delantera y el revolver del jugador que dispara desde la ventanilla, lo que no sabes muy bien es si vais ganando o perdiendo la lucha, aunque con la cantidad de indios que habían pintaba muy mal la cosa.
De pronto la diligencia comienza a perder velocidad – ¡Me han dado, Curley! Ayúdame con las riendas… - Es la voz del cochero, pero en unos segundo la diligencia vuelva a tomar velocidad demencial
Estaba nerviosa, asustada y quieta, intentando proteger junto con la mujer a su bebe. Me hubiera gustado levantarme y mirar por la ventana como iba la batalla, pero por mi seguridad eso no era una buena idea.
-¿Como va la cosa?, pregunte por si alguien de los de dentro lo sabia o por si los de fuera me escuchaban.
Me puse aun mas nerviosa cuando escuche decir al cochero que le habían dado y cuando la velocidad disminuyo, en ese momento empece a rezar lo que sabía que no era mucho, recordé alguno de los rezos que me enseño de pequeña mi madre y que desde su muerte no los había utilizado
Se suceden unos cuantos disparos, el doctor se asoma un poco y te mira – Mal pinta la cosa… - y prosigue atendiendo a tu paciente.
- ¡Mas municiones! – Grita el jugador
- No queda ya nada… - le responde el Sheriff desde la parte de delante
El jugador mira su arma, le queda una única bala, cierra de nuevo el tambor y apunta a la cabeza de la madre de la criatura, los apaches no tienen piedad de las mujeres y a veces mejor una muerte rápida.
Suena un disparo, pero… no es el del jugador ya que es este el que cae abatido hacia delante una mancha roja comienza a brotar de su pecho.
Parece que es el fin, pero entonces escuchas algo de fondo, unas cornetas ¡Las cornetas del séptimo de caballería!
Tenia una gran incertidumbre por lo que estaba pasando. Escuchar las palabras del medico hacían presagiar lo peor para nosotros, si la cosa estaba mal pronto los apaches nos capturarían.
-¡Pero esta loco!, dije asustada al ver que el jugador apuntaba a la mujer. La cosa estaba perdida pero yo aun albergaba una pequeña esperanza de que podíamos salir de esta. -Pero no ve que tiene una criatura
Al escuchar el disparo como acto reflejo cierro los ojos, cuando los abro miro a la mujer y al ver que esta sana miro al jugador , esta tendido en el suelo sangrando. Dudo en si acercame a él y quedarme donde estoy, me quedo donde estoy protegiendo al bebe es lo mejor que podia hacer.
Cuando ya se me iban apagando las esperanzas, se escucha las cornetas del septimo de caballeria. No me lo puedo creer, miro con una sonrisa a la mujer sin decir nada.
El doctor terminó de atender rápido al hombrecillo para atender al jugador tendido en el suelo, de pronto tronaron un montón de armas a la vez, las del ejército, a esto siguió el sonido de sables, a su paso, el ejercito barrió a todos los indios que trataban de huir a la desesperada.
- ¡Salvados, estamos salvados! – Grito el banquero
¿Y Ringo? ¿Qué suerte habría corrido?
- Fin de escena -