Partida Rol por web

..., lo cual era simple y llanamente PERFECTO, ya que la empatía no era el punto fuerte de Spencer.

 Siguió conduciendo hasta la primera salida que le permitiese hacer el camino de vuelta y puso rumbo a casa, sonriendo con los ojos y tarareando el "Roxanne" de "The Police".

- You don't have to put on the red light...!!!

 Y es que ni se le pasaba por la cabeza que pudiese haber víctimas mortales, daños por valor de un gritón de dólares o que a Pedro, el mejicano que llevaba el puesto de perritos en la esquina de la 38, le hubiese caído una catarata de sulfúrico concentrado. Es más, debería haber estallado la misma oficina con aquellos dos gilipollas dentro - Matt y Jacob -, mientras se chupaban los rabos proclamándose los infórmaticos más cojonudos del Estado.

- Rooooxanne!!!

 Esa reunión era un auténtico coñazo y, desde luego, no podía haber imaginado una excusa mejor para quedarse en casa, encender el ordenador, tomarse un café y cagarse en la última película de...Michael Haneke, por ejemplo.

Escucho en la radio algo sobre la empresa la cual fue atacada y luego de un momento me quedo quieto y luego sin previo aviso golpeo el volante con mi puño, mierda ahora seria algo peor, la policia estaria mas advertida por si algo pasara tendria que tener sumamente cuidado.

- Matare al gilipollas que logro esto, mierda...

 Mientras comienzo a ir hacia la empresa de nuevo.

Dios mío ¿¡un atentado?! - dijo en alto sin soltar el freno.

Morgan trató de prestar atención a las noticias de la radio para saber la gravedad del asunto.

Espero que no haya habido vícitimas, madre mía, que desastre ... ¿habrá algún herido? ¿se habrán enterado en la oficina? - decia en voz alta y con la mirada perdida en el horizonte.

Al final se decidió, soltó el freno y puso rumbo a la oficina; necesitaba saber si todo el mundo estaba  bien.

- ¡Maldita sea, tenía que pasarme justo hoy! - Exclamo en voz alta al ver la situación. - Mi jefe me va a matar...

Cojo el móvil y llamo a la oficina para avisar de mi retraso. Mientras marco el número, busco con la mirada posibles desvíos o aparcamientos dónde dejar el coche para ir andando.

Mientras llegas a la zona de aparcamientos del edificio ves una ambulancia por la calla. Está aparcada cerca de lo que parece una colisión bastante grave. Te quedas unos segundos observando y te fijas que dos enfermeros luchan para meter a una de las victimas del choque en la parte de atrás de la ambulancia. "Luchan" es la palabra más adecuada, pues la tienen atada con correas a la camilla y aún así se resiste entre espasmos.

Mientras conduces por una zon residencial te fijas en un mendigo tirado en el suelo al lado de una casa bien cuidada. Ves como el mendigo se levanta y comienza a seguir tu coche arrastrando los pies. En un semáforo cercano ves como el mendigo se acerca cada vez más...

La luz cambia y aceleras y dejas al mendigo atrás hasta que no es mas que una mancha en el retrovisor.

Cuando te paras en un semáforo en rojo un agente de policía se aproxima a tu coche. Te hace varias preguntas sobre tu destino y lo comprueba en un mapa de la zona bajo cuarentena. Tras esto te deja pasar.  El agente comenta que puede haber mucho tráfico cerca de la oficina, ya que los Servicios de Urgencias están intentando evacuar el hospital a tan sólo unas manzanas.

Aparcas el coche en el parking de un centro comercial cercano a las oficinas donde antes trabajabas. Entre los envoltorios de comida empiezas a cargar la munición metódicamente en cada una de tus armas, te aseguras de quitar el seguro de las mismas y te preparas, en definitiva, para darles un escarmiento...

Vas conduciendo tu fastuoso coche hacia el trabajo. Por supuesto, tienes el móvil pegado a la oreja y estás discutiendo las cifras de ventas del pasado trimestre con una oficina al otro lado del país. Las cifras no parecen muy buenas.

Justo cuando te detienes ante una luz roja, te fijas en algo extraño en la calle de enfrente: hay una ambulancia aparcada frente a un edificio que ha sido precintado como uno de los lugares bajo cuarentena. Lo extraño es que hay un escuadrón de la Guardia Nacional que está actuando como escolta  de los enfermeros que entran al edificio.

El semáforo se pone en ver y, como es de esperar, sigues con lo tuyo.

Tomas el "atajo" de todas las mañanas pero eres detenido por una barricada de la guardia Nacional. Se ha aventurado demasiado cerca de la zona de cuarentena, y es instado a volver por otro camino. Al girar, no puedes estar seguro, pero te parece ver un montón de cadáveres o cuerpos en la parte de atrás de uno de los camiones de la Guardia Nacional.

- Vaya... que locura... - Me digo a mi misma. - Menos mal que no seguí el consejo de mi madre de meterme a auxiliar de enfermera. Estas cosas me superan.

Intento ahuyentar malos pensamientos en mi cabeza y concentrarme en lo que estoy haciendo: buscar aparcamiento. Esta vez lo clavaré a la primera... ya comentaré luego con las chicas lo que ha pasado aquí.

Una vez logre aparcar subiré a la oficina. Intento ir lo más rápido posible, ya que llego tarde.

Paso de largo del policía hasta que empiezo a ver el tráfico. Sigo dándole vueltas a las extrañas circunstancias que acontecen. ¿Qué rayos está pasando?

Aprovechando uno de los momentos en que estoy detenido me incorporo un poco y sacando medio cuerpo fuera del coche intento ver que pasa delante del Hospital.

- ...pero qué coño?!- dijo sin mover apenas los labios. Un escalofrío le nació en la rabadilla y subió lentamente hasta erizarle los pelillos de la nuca. Lo que había en ese camión de la Guardia Nacional era...

..., no. Ni hablar. Esas cosas sólo pasan en las películas o en países como Burundi o Quetejodanjistán, lugares oscuros y remotos a los que no había llegado la luz de Ronald McDonald.  Quizá se tratase de un simulacro, suposición que se daba de boca contra el noticiero de la radio..., a menos que los cachondos de los informativos pretendiesen emular a Orson Welles y sus marcianos.

 Puso Spencer rumbo a casa por la ruta que le habían marcado los agentes, mientras una palabra que éstos pronunciaron se repite en su cabeza y le hace tragar saliva. Parece que la cosa iba en serio.

 Cuarentena.

Morgan estaba asustada y nerviosa.

Ese hombre no andaba de una manera normal ... dijo en voz alta para romper el silencio.

La visión del vagabundo había hecho que su temor se incrementase y cada vez conducía más deprisa hacia la oficina.

Ya casi estoy... pienso cuando aparco mi coche en el aparcamiento del centro comercial que está cerca de la sede de Laboratorios Genetech en la que trabajaba. El mismo centro comercial en el que tantas veces me detuve al terminar la jornada... parece que ha pasado un siglo desde entonces.

Desde el centro comercial apenas me llevará unos minutos a pie el llegar a la entrada del laboratorio. Por fin podré darles su merecido... me digo a mi mismo mientras comienzo a cargar mis armas. No quiero quedarme sin munición justo cuando más la necesite.

Esta bala es por papá... esta por mamá... jajaja

Una vez en aparcado el coche y entrado en la oficina el trabajo se vuelve monótono. A ambos, que trabajais para la misma compañía os toca aprender a utilizar un nuevo paquete de software que permite el acceso especializado a varias aplicaciones bancarias diferentes. El curso es monótono y aburrido y a ambos os cuesta manteneros despiertos. Por suerte, tras un par de horas, pasadas las diez de la mañana se hace una pausa y decidís bajar a tomar un café y así lograr manteneros despierto lo que queda de mañana.

Una vez en aparcado el coche y entrado en la oficina el trabajo se vuelve monótono. Has estado recopilando una base de datos durante semanas y su plazo vence esta tarde. Cuando enciendes el ordenador tienes problemas accediendo a la red local. Casi dos horas hablando con el servicio técnico, exasperado, tratando de acceder a tu PC para terminar el trabajo. Al fín, cuando los del servicio técnico explican que tienen que hacer unas comprobaciones y que llamarán mas tarde, decides bajar a tomar un café y así poder tranquilizarte un poco.

Tras pasar varias horas en tu coche, has conseguido entrar en el edificio con las bolsas llenas de armas y llevas un rato subiendo y bajando en el ascensor. Cada vez más nervioso, has empezado a pensarte dos veces todo este plan...

Una vez en aparcado el coche y entrado en la oficina el trabajo se vuelve monótono. Estáis en una "reunión de cifras" con vuestro jefe de ventas, discutiendo lo beneficios del último trimestre, y haciendo pronóstico para los siguientes tres meses. Alice está a tu lado tomando notas aunque distraida soñando con la gran oportunidad que, está convencida, le aguarda a la vuelta de la esquina. Por fin la reunión hace un descanso y bajáis a tomar un café.