Cada disparo que salio de mi fusil fue un yerro, la frustración fue creciendo dentro mi pecho junto con la angustia. Cuando por fin cruzamos la barrera, todavía podía ver las imágenes de los soldados siendo despedazados por los insectos. Solo el instinto me hizo que las arcadas no terminaran en un vergonzoso vomito dentro de mi traje. Comencé a caminar, dar vueltas mientras mi respiración se aceleraba y las primeras lagrimas comenzaban a brotan de mis ojos.
-Inútil, inútil, ¡INÚTIL!¿De verdad que esto es todo lo que puedes dar? Mejor me hubiera quedado en el planeta para ser ama de casa y parir verdaderos soldados, alguien que pueda hacer el trabajo que yo no puedo-
Por un momento me quedo quieta, dejo el arma en el suelo y pongo mis manos en las rodillas mientras intento calmarme. De pronto la noticia del cerebro comienza a pasar de boca en boca. Entonces levanto mi arma, cambio el cargador por uno completo -Deja de llorar niñita, muestra de lo que estas hecha.-