Partida Rol por web

Siena se echa a reír con la broma de Kate, y abraza a su "amiga". -¿Cómo te vamos a dejar, qué dices? - también duda.- ¿Vas a bucear tú sola? Yo se algo pero no se si suficiente, podría atreverme contigo…Tulip, ¿es profundo? ¿Cuántos metros?

La guía frunce el ceño -Yo se bucear bien. Y no es cuestión de atreverse, sois mi responsabilidad. Mogollón de cosas que han pasado. ¿Me vais a denunciar?

Se colgó la mochila -Podemos navegar con el velero. Vale. Buena idea. Lo que no se si funcionará lanzarlos al mar. Ni lo otro, lo del pozo. Depende de ti, Cora, de lo que te haya dicho el pirata y de tu confianza en él.

Siena afirmó con la cabeza -El otro hombre también parecía fiable. Pero entre brujos y piratas…somos un poco marionetas, ¿no? -algo indecisa, finalmente optó por alegrar la expresión- No te voy a denunciar, Tulip. Ha sido una pasada, se que he sido un pirata de hace siglos, me enamoré de Kate y nos hemos vuelto a encontrar. La verdad es que no se si es amor o deseo únicamente. Pero quiero averiguarlo -su sonrisa cariñosa fue para la trotamundos y su beso también.

Después de esta confesión, el cuarteto de intrépidas chicas se pone en marcha. El tobillo de Kate duele un poco en cada paso, algo hinchado. La espalda de Cora molesta. Menos, allí donde su amante alivio el malestar con sus labios y sus besos.

¿Se reencontraría de nuevo con él?¿Anhelaba ese encuentro?

En el puente no estaba Jeff, y tampoco le esperáis. No hay titubeos, el miedo ha pasado a segundo plano, el arrojo, la adrenalia, las experiencias de las últimas horas os empujan hacia adelante.

Ningún barco esta vez ni delfín.

Continuáis sin apenas una parada a través de la selva, sin incidentes, acaloradas y sudorosas. El tobillo de Kate se queja y la piel de la espalda de la fotógrafa escuece un poco.

En el velero picáis algo de comer y beber, Tulip se espabila y vosotras la ayudáis conforme a sus instrucciones. El cielo es de un azul cegador, el mar, revoltoso, el viento sopla alegre y agita velas y melenas.

-Hay que decidirse. ¿Lanzarlas al mar o vamos hacia la gruta?-pregunta la capitana.

- También podemos quedárnoslas, en plan souvenir, de recuerdo - vale que, no era lo típico que te llevas de una isla para la posteridad, aunque los exploradores ingleses se habían llevado unas cuantas rocas al Inglaterra, un poco más y montan las pirámides en el museo - porque a ver, pensémoslo bien. Los huesitos nos los da Zamba, y luego Diego el pirata nos encuentra y le dice a Cora que los lance en el pozo de los deseos ¿Y entonces qué, qué ocurrirá? Porque me parece raro que el brujo nos haya dado éso y resulte que sea algo que va contra él, un poco raro es ¿o no? - si se trataba de un arma contra Zamba, lo raro es que los huesos nos los hubiera dado Zamba. Era como si en el castillo de Drácula, el vampiro te diera un par de estacas antes de que fuera medianoche. No tenía mucho sentido.

- Ahora que, tú dijiste que habías visto un barco pirata cuando atravesamos el puente colgante y yo soñé con piratas, incluso vi a Siena convertida en uno. Así que, si me tengo que fiar de algo te diría que me va la vena pirata - si íbamos a votar qué hacer, a pesar de que no conocía a Cora de antes, si nos ateníamos a su sueño o lo que nos había comentado de primeras, habría que lanzar aquello en el pozo - ¿el agua del pozo es la misma que la del mar? Porque a ver, estamos en una isla, dudo que aquí haya un manantial que no derive del agua del mar - podía ser, podía ocurrir, dado que había montañas podían existir acuíferos propios, sin embargo si nos teníamos que sumergir, bucear, iba a ser en el mar - venga, yo me apunto. Si eso, vamos Siena y yo, Tulip tú te quedas con Cora para no dejarla sola y también por si nos ocurre algo - siempre era bueno dejar a alguien atrás con una radio - o nos acompañas y se queda vigilando en el barco Cora - tampoco era mala opción. La cosa era no dejar el barco solo.

-Bueno, Diego dijo que tenía que echar los huesos al pozo ese si no quería quedarme atrapada en un mundo que no es el mío. Supongo que también aplica a cada una de nosotras. 

Aunque eso de sumergirse no le va demasiado. Muchas cosas pueden pasar en una inversión poco controlada. Ya se vio en la peli de El Santuario y eso que la mayoría de ellos sí que estaban preparados para hacer inmersiones. Aunque claro, todo aquello también pasó por circunstancias mayores.

-Dijo también que Zama buscaba liberarse, aunque no sé de qué ni de dónde. Supongo que de alguna maldición o de algún encarcelamiento.

El camino hacia el embarcadero es tranquilo, al menos lo tranquilo que puede ser el ir casi corriendo hacia la playa. No está muy segura de nada, pero algo le dice que puede confiar en Diego. El pirata no parecía querer que nada se interpusiese en su vida actual y todo eso. No cree que haga nada para hacerle daño.

-Alguien tiene que quedarse a vigilar, ¿no? Yo sé nadar, pero no sé si bucear es uno de mis fuertes.

Las dudas eran muchas. Diego, los piratas, el chamán, huesos... El corazón os guía y señala en una dirección: lanzar esos huesos al Pozo de los Deseos. Un nombre bastante típico, la verdad, como si de una atracción se tratase.

Tulip acercó el velero los más cerca de los altos acantilados, farallones impresionantes, roca sobre roca. Condujo con maestría el timón, colando la pequeña embarcación hacia las profundidades de una gruta de entrada angosta y aguas agitadas. Una vez franqueado este punto, el velero fondeó en una especie de estanque interior, sin orilla, sino rodeado de paredes cuyas rocas formaban dibujos ondulantes de diferentes colores. 

-Aquí es.

Siena abrazó muy fuerte a Kate. Y la besó con más ganas que nunca en ese par de días. Sin palabras, solo ligeras lágrimas en los ojos - Qué idiota. Si no va a pasar nada. -Después abrazó igualmente con cariño a Cora y una sonrisa en su boca.

-Creo que tenéis que ir las dos, Cora y Kate. Estáis relacionadas con esta historia entre dimensiones y espacio tiempo o como se diga. Suerte. -Tulip también os dio un amistoso abrazo.

Y, tras quedaros en bikini o bañador, llegó la zambullida en las hermosas aguas azules. 

Al final íbamos a ser Cora y yo quienes nos lanzásemos a la aventura - cualquiera diría que nosotras corremos más riesgo que vosotras - nos abrazaron como si aquello fuera una despedida. Por lo pronto, nos íbamos a zambullir en aquellas aguas cristalinas en busca del pozo de los deseos. Sin duda aquello tenía un componente místico, igual era como cuando la gente lanza monedas a la Fontana de Trevi pidiendo un deseo. También las abracé, no iba a ser una ñoña, igual lo pensaban y todo - estad vigilantes, igual aparece un barco pirata y os abordan - mejor éso a que las hundieran a cañonazos.

Un abrazo con Tulip vale, pero con Siena no me era suficiente - Tía, dame un beso - los abrazos estaban bien pero, si pasaba algo casi que prefería quedarme con la miel en los labios de su boca - otro, uno nunca es suficiente... uno más - tampoco era plan de eternizarnos, con lo que después del tercero ya me dispuse a lanzarme y bucear - ésto es como cuando estás en el Aquapark - no era yo de lanzarme sin más, así que agarré a Cora de la mano, cogimos un poco de carrerilla, un par de pasos atrás y nos lanzamos al agua, se suponía que aprovecharíamos el impulso y que habíamos tomado aire para tratar de bucear lo máximo posible y alcanzar la orilla interior de la caverna. 

Como Cora había dicho que no tenía mucha práctica estaba vigilante y trataba de ayudarla bajo el agua a seguir adelante.

Suspira porque parece que no le queda otra opción que intentar sumergirse en esas aguas cristalinas e intentar no quedarse sin aire a medio camino. 

-¿No tenemos una cuerda o algo que podamos seguir en caso de perdernos? Lo digo porque no sabemos lo que nos vamos a encontrar en el camino al pozo ese.

Comienza a hacer una nota mental de matar a Diego, o a su reencarnación, cuando lo encuentre por sugerir que tiren las vértebras esas a un pozo de difícil acceso y que dios sabe como lo habrán encontrado ellos. Porque seguro que no fueron un día diciendo "aaah, mira que formación rocosa más bonita, seguro que si nos ponemos a bucear encontramos una cueva fantabulosa en la que hacer maldades piratas y/o chamanísticas".

Se quita la ropa para quedarse con el bikini y mira a las dos que se quedan.

-Vale, deseadnos suerte.

Toma aire y lo suela varias veces antes de tirarse al agua y sumergirse, preferiblemente con cuerda guía.

Tulip asintió con la cabeza de forma rápida y repetitiva -Sí, sí, tengo una cuerda, buena idea.  -La soga daba cierta seguridad, un placebo quizá, para afrontar los últimos compases de la aventura. 

Bucearon ambas, y lo hacéis bien, más que bien. El alma añeja, como el ron, que perdura y vive en vosotras a través de los siglos, conduce los movimientos de vuestros cuerpos y, tras más de un minuto largo, interminable, emergéis a la superficie. Ha sido emocionante y excitante.

Lo mismo también se podía haber descendido desde la selva con una cuerda. 

Nadáis hasta el árbol. Necesitáis aire. Un momento de reposo. Unos instantes para pensar y reflexionar. Al fondo, más allá del árbol solitario, donde cae la luz y crea sombras, el agua se corre y se va por esa grieta en la roca. Lo suficientemente ancha para que quepa un cuerpo. 

¿Es ese el pozo? La corriente no es fuerte, pero hay que tener cuidado si os aproximáis a ese lugar no sea que os trague.

A la vez, el lugar no os parece del todo un descubrimiento. Una vez más, los recuerdos se remueven como olas en el mar en vuestra cabeza. 

En vuestra sangre. 

En vuestros corazones. 

Al final, ni Cora ni yo habíamos tenido problemas para bucear y salir al otro lado - Bueno, ya hemos llegado - se trataba de una especie de caverna en cuyo centro había un pequeño islote donde crecía un árbol. Había luz natural porque "el pozo" tenía una cabidad más o menos grande que daba al exterior. Bien podríamos habernos descolgado con unas cuerdas desde allí o bien podríamos haber lanzado los huesitos desde arriba. Sea como fuere, estábamos allí.

- ¿Y ahora, qué? Tiramos los huesitos, pedimos un deseo y ya? - igual había que decir unas palabras mágicas o bailar. Yo no había tenido el sueño, era de Cora, así que esperé a que fuera ella quien resolviera mis dudas.

- Si se trata del pozo de los deseos, me gustaría pedir uno... me gustaría pasar el resto de mi vida con Siena, ser felices, hacer grandes cosas, sentirnos orgullosas de lo que hacemos, formar una familia - la verdad es que se me ocurrían muchas cosas, pero empecé por lo principal, estar juntas - ¿y si me quedo con un huesito, crees que no se cumplirá lo tuyo? - igual funcionaba con monedas, me fijo a ver si en aquel estanque había algún tipo de resto que pudiera indicar qué era lo que lanzaba la gente. Miro también a ver si hay peces, pirañas o cosas feas que puedan suponer un peligro.

Una vez comienza a bucear, le parece que ya lo ha hecho otras veces. Parece que Antoniette es la que lleva la voz cantante en cuanto a sumergirse en el agua y bucear hacia su destino. Y no tardan demasiado en llegar a una cueva donde el agua del mar se filtra. ¿O es agua ya dulce de las lluvias? O quizá de las dos. Lo importante es que están en ese lugar y que les parece muy similar. 

Se acercan hasta el árbol y sale del agua para descansar de la inmersión.

-Pues no sé que hay que hacer. Diego solo dijo que teníamos que tirar los huesos aquí para evitar que Zama se liberase.

Mira a su alrededor, esperando acordarse de algo más en modo de esos flashes que tuvo por la noche. Quizá si ya han estado ahí, puedan saber cuál es el siguiente paso.

No hay pirañas ni cosas feas. Ni monedas ni botones ni anillos. Tampoco monstruos marinos. Ni delfines. Peces de colores, pequeños, algunos grandes, pero no mucho. Los haces de luz cubrían de calor y luminosidad al interior de la gruta, y dotaban de vida, belleza y verdor al árbol en el centro. 

Deseos. Dudas. Cora supo lo que hacer. Ella. O Antoinette. Recuerdos, imágenes, memoria de un tiempo vivido en otra piel, en otro cuerpo. ¿Era ella? ¿Y Siena? ¿Y Kate? El ramaje del árbol tomó la tibieza de la aurora, sus hojas se "encendieron" de intenso color de la vida.

Cada hoja, una vida. Un alma. Una historia. Cientos de ellas nacían, crecían, se desarrollaban, volaban y danzaban en el viento transportando emociones, sentimientos, sensaciones. Pasiones. Semillas de nuevas vidas. 

Kate, sujeta con la soga y la mano de Cora, nadó, se acercó al final de la cueva donde el agua se perdía en cascada hacia la oscuridad del fondo marino. Ahí lanzó los huesos, no conservó ninguno. Esperaron, y nada sucedió. Nada malo, nada bueno. La brisa continuaba silbando canciones de piratas, traía el perfume de los océanos, el olor picante de la pólvora, el dulce sabor de los besos de ron y aventura.

Bucearon de nuevo, salieron de la caverna, nadaron hasta el barco donde aguardaban, impacientes, Siena y Tulip. Ambas brillaban, refulgentes reflejos en sus cabellos y en su piel. Sonrisas amables rebosantes de alegría.

Kate lo supo. Delante de ella, estaba la mujer de su vida. De sus decenas de vidas. La única a la que amó de verdad entre docenas de romances. 

Y Tulip. Debería esperar su momento. O, quizás, era la catalizadora de aquellas fascinantes y mágicas historias. 

Cora. ¿Y ella? Secó sus cabellos con una toalla. ¿Dónde estaba su pirata enamorado? No lo sabía. Quizás mil lunas atrás en el tiempo.

Quizá, en el puerto. En la ciudad. Al cruzar un paso de peatones, o al entrar en una cafetería. Conservaba los pendientes que Diego le regaló. Sabía que volvería a encontrarse con él. Mañana. Pasado. En la siguiente vida.

En el mundo de los sueños.

Si el lugar ya parece un sitio mágico, encantado, cuando las hojas del árbol atrapan la luz del día todo se vuelve a un más misterioso. Observa el lugar con ojos curiosos aunque sabe que ya ha estado ahí antes. En otro tiempo, tan lejano como lo parece la noche de ayer. Ambas recorren el pequeño tramo que hay hasta la corriente, aun aseguradas por la cuerda, y Kate lanza todos los huesos. Ya nada les ata a ese lugar. Nada, salvo los recuerdos de un pasado lejano y las sensaciones de una noche diferente.

Mira la cueva una última vez y luego au vista se dirige a Kate.

-Será mejor que volvamos. ​​​​​​

Emprenden el camino de vuelta sin ningún contratiempo. Tanto Tulip como Siena se encuentran bien y parece que la isla no ha hecho ninguna jugarreta de las suyas. Parecen seguir en su tiempo. Solo queda emprender el camino a tierra firme, lejos de cualquien isla encantada. Aunque Tulip tenía razón al principio: ese lugar te tocaba el alma. Y no les ha hecho falta ir al lago de las almas. Mientras se seca el cabello un poco, mira al horizonte, preguntándose si su amado está en algún lugar de ese tiempo, si tendrá que esperar otras muchas vidas para encontrarle o si se lo encontrará al cruzar la calle. De todas formas, eso escapa de su control.

-A pesar de los monstruos gigantes con tentáculos venenosos, ha estado interesante. Aunque recordadme no tocar de nuevo ninguna inscripción antigua en un templo abandonado. Supongo que es tiempo de volver a casa. ​​​​​​

Deja la toalla a un lado y se pierde de nuevo en el horizonte. Su visión del mar ha cambiado de la noche a la mañana. 

Aquel lugar era especial, sin duda. No se habían equivocado mis lectores al proponerme aquel viaje aunque seguro que ellos estarían esperando un contraste de vida, no tanto un encuentro. Lo fue todo. Tanto un cambio de vida como encontrar a alguien especial y entre medias mucha aventura. Esguince de tobillo incluido. 

- Mira este lugar... es mágico - no sólo era una maravilla verlo. Una gruta natural con un espacio a cielo abierto y en el centro un pequeño islote donde crecía un árbol - ¿Puedes sentirlo? - cerré los ojos y estiré los brazos con las palmas hacia arriba tratando así de captar las esencias que allí fluían - es el corazón de la isla, sin duda - el pozo de los deseos.

Pero estábamos allí para cumplir un sueño, o dos. Así que, llevamos a cabo aquello de tirar los huesos. Ella por lo que había soñado y yo por lo que esperaba. 

Y vuelta al barco. Allí no había más. Aparte de que nos esperaban. O eso quería creer. Aunque en aquel lugar nunca podías dar nada por seguro. La isla era extraña, lo había sido desde el comienzo, ahora también. Volvimos a zambullirnos en el agua, buceando y atravesando la gruta por debajo. Y salimos a la superficie para comprobar que todo seguía allí, como la última vez. No había bicho con tentáculos, ni delfines rosados, tampoco tiburones.

Subimos al yate para comprobar que estaban a bordo tanto Tulip como Siena, y estaban tal cual las habíamos dejado, no se había producido un cambio de época, ni de formas de ser. Estaban tal cual, estaban genial.

- Lo hemos hecho, hemos tirado los huesos al pozo de los deseos - habíamos cumplido la misión - esperad un momento - eché una mano al bolsillo - ¿Qué tengo aquí? - podía ser que me hubiera quedado algún huesito. Sería la bomba si fuera así - una piedrita que me encontré donde pasamos la noche - bromeé. Si estaban esperando otra cosa, palmo de narices - vamos ¿no estaríais pensando que me hubiera quedado un huesito, no? Malas! - vale, había sido una broma pero tampoco era para ponerse así - es un pequeño recuerdo.

El yate era una maravilla, por lo pronto era cómodo y tenía cosas de su tiempo, osea actuales. Vale, no había ducha a bordo pero no era de madera, ni parecía frágil - me encanta. Podríamos navegar en él... ¿la vuelta al mundo? Estaría genial. Tulip, Cora... os animáis? - Con Siena estaba más que segura que se apuntaría.

Me acerqué a mi querida nueva amiga especial - esta aventura nos ha unido ¿me acompañas al camarote? ...