Partida Rol por web

La Llamada de Beiroa

Personaje: Péter Aczél

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19/09/2014, 14:08
Péter Aczél

Tiradas de característica.

- Tiradas (4)

Motivo: Fuerza

Tirada: 3d6

Resultado: 13

Motivo: Constitución

Tirada: 3d6

Resultado: 11

Motivo: Poder

Tirada: 3d6

Resultado: 11

Motivo: Destreza

Tirada: 3d6

Resultado: 14

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19/09/2014, 14:11
Péter Aczél

¡Más características!

- Tiradas (3)

Motivo: Complexión

Tirada: 2d6

Resultado: 9(+6)=15

Motivo: Inteligencia

Tirada: 2d6

Resultado: 6(+6)=12

Motivo: Estudios

Tirada: 3d6

Resultado: 10(+3)=13

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19/09/2014, 14:13
Péter Aczél

Ingresos y Propiedades.

- Tiradas (1)

Motivo: Pasta

Tirada: 1d10

Resultado: 1

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19/09/2014, 14:15
Péter Aczél

Cordura = 55

Idea = 60
Suerte = 55
Conocimientos = 65

Bonificación al daño = +1d4
Mitos Cthulhu = 99

Puntos de Vida = 13
Puntos de Magia = 11
Puntos de Cordura = 55

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19/09/2014, 14:23
Péter Aczél

Puntos de habilidad = 260 (máximo 99 por habilidad)

Valores para cuerpo a cuerpo y disparo: ?¿?¿

Puntos de Interés Personal = 120

Pericias con armamento = ---

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19/09/2014, 15:10
Péter Aczél

Nombre: Péter Aczél
Ocupación: Maestro de lo Oculto; parapsicólogo titulado; experto en entidades incorpóreas. Consulta y desplazamientos. "Cuando en Massachusetts ataca lo desconocido, el Doctor Aczél nunca se da por vencido".
Títulos: Doctor en Física
Lugar de nacimiento: Boston
Desórdenes mentales: Se le suponen
Sexo: Varón
Edad: 38 años

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19/09/2014, 15:55
Péter Aczél

Érase una vez un lugar bello y mágico llamado Hungría, en cuyo centro latían con fuerza las grandes fábricas textiles de la legendaria ciudad de Budapest. Los hombres trabajaban duro y con honor, las mujeres parían duro y con dolor, y todo el mundo era feliz. O no, que también puede ser. Quizás había cada vez menos trabajo y peor pagado, hasta el punto de que, ¡oh, ventura!, muchas de esas mujeres se lo pensaban dos veces antes de permitir que un nuevo churunbel se dedicara a la espeleología a ciegas por entre sus entrañas. Pero quien paga, manda. Y los medios de comunicación independientes a veces no lo son tanto. De una de aquellas fábricas despidieron al bueno de Kartal Aczél. Y, en respuesta, él y su familia se despidieron del país.

-¡Szervusztok! -exclamó el padre de nuestro protagonista antes de escupir sobre el cartel que daba la bienvenida a Érd, donde había vivido toda su vida.

El destino de la familia era lejano, aunque no remoto. Los Estados Unidos de América eran la Tierra Prometida, de eso no cabía duda; por mucho que un grupo de hombres con turbante le insistieran al patriarca de los Aczél que en realidad se encontraba en dirección contraria. Y así, dicho y hecho. Porque aunque del dicho al hecho hay un trecho, también hay transatlánticos. Como, por ejemplo, ése en el que llegaron los Aczél a Boston después de semanas hacinados como ratas, rodeados de ratas, y a punto de verse obligados a comer erratas, pero sin "er", para poder subsitir.

¿Compensó lo encontrado en el continente vertical tamaño éxodo? Quién sabe... Trabajo había -aunque allí todo el mundo hablaba raro-, y la familia no tardó en ser bendecida con su tercer hijo, el más joven de todo aquel clan de expatriados: Peter; quien, incluso a día de hoy, treinta y ocho añazos después de aquello, sigue siendo el menor de sus hermanos.

Miserias del momento aparte, Kartal consiguió prosperar en Boston. Y no sólo eso: consiguió hacer de su primogénito un trabajador no cualificado pero sí imprescindible en la misma fábrica en la que él mismo se estuvo dejando la piel durante años, y de su mediano un titulado universitario que, gracias a sus conocimientos de química, había llegado aún más alto dentro del organigrama de la organización.

¿Y Peter? Pues Peter no llegó jamás a subir a ese podio. Y no sería por falta de expectativas: cada varón de los Aczél había superado al anterior en lo que a logros profesionales y académicos se refería. Todos menos Peter. Nadie sabía qué había fallado, pero todos sabían que algo había fallado. Era un secreto a voces. Literalmente: qué paradoja esa, que el 'más americano' de todos aquellos inmigrantes era el que menos americano se sentía. Por no entender, no entendía ni el Sueño. Siempre a la sombra de la segunda cosecha de Kartal, también él pasó por la universidad. Aunque no por la prestigiosa institución de Boston, sino por una más humilde -y alejada-, situada en el bucólico pueblo de Arkham. "Física", había dicho Peter, en parte por contentar a sus mayores y en parte porque no le disgustaba la materia. "Física... y Química", dijo en voz alta su padre, sintiendo una extraña sensación mientras pronunciaba aquellas palabras al tiempo que miraba alternativamente a Peter y a su hermano el licenciado.

Pero allá en Arkham sucedió lo que tenía que suceder. Como nueva paradoja, en aquella pequeña ciudad encontró la libertad que tan esquiva le había resultado en la metrópolis. Con los albedríos desatados, Peter -o, antes bien, Péter, que era como se hacía llamar por aquellas longitudes; porque, siendo húngaro, ¿a qué ese ridículo nombre que le habían puesto?- iba malgastando -o aprovechando, según se mire- los meses en morder toda cuanta manzana se le podía por delante. Y, si no, peras. O melocotones. Ni siquiera tenía que ser fruta: bastaba con que estuviese prohibida. Y maldita, a ser posible. Como la de Blancanieves; junto a la que (o quizás junto a otra de similar nombre) terminó revolcándose una noche, alcohol mediante.

Sin embargo, como todo el mundo sabe, las ovejas no comen fruta. Ni siquiera las negras, como Péter -o, antes bien, Peter, que era como le seguían llamando desde la capital; porque, siendo americano, ¿a qué ese ridículo nombre que se había puesto? Los avances en la universidad eran cada vez menores, y equivalentes resultaban los esfuerzos financieros que su familia le dedicaba. No pasó mucho tiempo antes de que Péter tuviera que compaginar la asistencia (o no) a las clases con trabajillos de todo tipo, a cada cual más estrambótico. Bolos que no le costaba encontrar, porque si de algo podía presumir era de conocer a gente, mucha y muy variada, y de apuntarse a todo lo que le echaran; testigo era de ello la madre de Blancanieves. Cavar zanjas dejaba paso a espantar estorninos, sin prejuicio de que terminara la semana repartiendo pasteles, mismamente.

Pero los años pasaban, y aquella desproporcionada cigarra húngara mantenía su despensa escrupulosamente vacía. Todos se preguntaban qué pasaría cuando la Universidad de Miskatonic se despidiese de él para siempre. Y él, por respuesta, decidió despedirse de ella antes de que ocurriese a la inversa. ¿Qué importancia tiene un título, si dispones de los conocimientos y dominas las técnicas? Era una pena, empero, que Péter ni dispusiera de los primeros ni dominara las segundas. Había ya quien en Arkham lo consideraba un simple buscavidas, eternamente vagando entre algún trabajo improvisado y la promesa de cualquier rato agradable, siempre empanado alrededor de su chaqueta, más raída aún que la mirada de los que le estuvieran haciendo compañía.

Lo que nadie, ni siquiera él mismo, se imaginaba era que terminara permaneciendo en Arkham cual apéndice amputado. Su santa madre, satisfecha con esa suerte de ¿felicidad? que revoloteaba entre las letras de todas las cartas que recibía la familia allá en Boston, no pedía más. Padre y hermanos, por su parte, meneaban la cabeza en señal de desaprobación, o quizás de mera confusión. En cualquier caso, la cara sonriente de aquel diablillo adolescente pronto pasó a ser sustituida en el imaginario colectivo de los Aczél por la imagen de un matasellos de Arkham.

Péter se compadecía de los que, según él, "se habían quedado atrás". ¿Para eso recorrieron sus padres miles de kilómetros? ¿Para que su hijo favorito terminase trabajando en la misma clase de fábrica que a ellos los expulsó de su país? ¡¡Y todo porque en lugar de trastear con hilos y hebras lo hacía con probetas y matraces!! No, gracias. A él no le iría tan bien, pero al menos no lo haría tan mal.

De natural resuelto y extrovertido, y altamente resabiado además por la necesidad, no tardó en encontrar un nicho empresarial con muchos posibles. Y es que los verdaderos físicos, aquellos que trabajaban en reputados laboratorios con impolutas batas blancas, se sentían demasiado superiores como para rebajarse a investigar cuentos de viejas que, por lo visto, algunas personas -cada vez más, se diría- se inventaban día sí y otro también. Nadie quería remangarse y arrastrar su dignidad por el fango de unos lugareños que aseguraban con vehemencia que todas las noches se veían unas extrañás luces en el pantano, o de algun pobre diablo jurando por dios y por satán que una especie de monstruo volador había intentado comérselo enterito, con piojos y todo.

A Péter, en cambio, eso hasta le animaba. Las historias eran siempre divertidas a la par que originales, y era agradable sentirse valorado profesionalmente, aunque fuese tan sólo por una pandilla de desequilibrados paranoicos que no sabían distinguir la realidad de la fantasía. ¿Qué importaba, además, que no hubiese llegado a titularse? "Buenos días, señora. Soy el doctor Aczél". De perdidos, al río... A él le funcionaba. Y nadie de entre todas las personas a las que atendía llegó nunca a quejarse.

Fue él quien no tardó demasiado en empezar a quejarse. Porque la superstición y la ignorancia como novedad resultaban graciosas, pero con el tiempo uno dejaba de reírse. Al hacer tal cosa, además, caía en la cuenta del olor que tenía aquella chaqueta, y de que, sin embargo, más a cuenta salía ya tirarla que lavarla, de no ser porque era la única que tenía. Si al menos aquella panda de paletos le dejase unos buenos dineros... Pero no. En vez de disfrutar de comodidades tenía que contentarse, para sencillamente subsistir, con pasar el día rodeado de aquella chusma, mintiéndoles, dando pábulo a sus quimeras con la aburrida, y de indefectible resultado, esperanza de que sus deplorables mecenas transvasasen a los bolsillos de su chaqueta unas cuantas monedas a cambio de haber valorado, en un sentido u otro, el grado de verosimilitud de que un cultista sanguinario hubiese estado rebuscando en el ático de su casa.

Así fueron pasando los años para él, entre mentiras y fantasías, que tanto monta, monta tanto. Aborreciendo a sus clientes pero, al mismo tiempo, ganando experticia en aquel bizarro quehacer. Eran tantas las mentiras que tenía que estar constantemente soltando, tan burdas las anécdotas que se le relataban, y tan mecánicamente eficiente su forma de fingir, que ya empezaba a estar harto de estar harto. Formar una familia tampoco era algo que le llamase la atención, puesto que la vida en matrimonio no era ninguna ganga. De sobra lo sabía de labios de la ocasional mujer casada con la que se acostaba: todas ellas coincidían en que tener entre sus nalgas el pene de Péter tenía un extraño 'algo' de liberador que en su hogar no eran capaces de encontrar. Péter, desde luego, no quería estar jamás al otro lado del lecho de uno de esos "hogares". Y, siendo como era, no podía evitar preguntarse cuántas veces -y no "si alguna vez"- su madre habría sentido urgencias de aquel tipo.

-Señor y señora Wright -les decía a unos-, lo primero es calibrar el reflejo del campo asimetral, para poder así obtener una estimación del nivel de refractación al que se ha podido ver sometido la 'umber' de esta habitación. Así, si las mediciones coaxiales del éter cuarenta y cinco que he preparado -especialmente para ustedes, por supuesto- se adecúan al conundro, será posible descifrar la marca ectoplasmática que he recogido de su alfombra. Díganme, ¿exactamente, cómo era el dibujo de ese libro que dicen que levitó hasta el techo antes de desaperecer con un fogonazo? -suspiró finalmente, a medio camino entre la carcajada y la vergüenza, mientras pensaba en cuántos peniques podría sacarles a ese par de retrasados.

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19/09/2014, 19:56
Péter Aczél

HABILIDADES

Bargain
Fast talk
Cthulhu Mythos
Occult
Idioma: húngaro
Persuade
Physics

No sé muy bien cómo hacer para repartir los puntos, pero por lo que vi en la ficha ésas son las que más me gustan para Péter.

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19/09/2014, 23:27
Péter Aczél

Me faltabas tú, que te perdí en un cambio de línea, jejeje.

- Tiradas (1)

Motivo: Apariencia

Tirada: 3d6

Resultado: 16