El grupo se dirige a través de la calle hacia la posada de Daramo el Tuerto, parece que ha amanecido. Loa maltrechos héroes encuentran las puerta de la Posada cerrada. La ciudad duerme ignorante del peligro que acechaba en sus alcantarillas, ignorante de la lucha que se había librado en la Ciudad de los Muertos. Pero en sus rostros había una sonrisa, otra historia que contar en el Gremio y, quien sabe, igual sus nombres quedan recordados...o quizás no, nunca se sabe.