Cuando su maestro afirmó con la cabeza Azor dió aplausos y comenzó a avanzar hacia la música dejándose llevar por la melodía. Por el camino dejó caer su capa, que la molestaba, y se zambulló en la fiesta. Su natural curiosidad hizo que recorriera toda la sala, y aunque no lo pareciera, estaba comprobando todo el lugar, de forma que fuera seguro, en apariencia, para su maestro.
La sonrisa que irradiaba iluminaba por completo su rostro y sus movimientos, veloces y elegantes, parecían sobrenaturales. Por supuesto, sus orejas y cola de zorro rojo no pasaron inadvertidos, pero ella estaba ya acostumbrada a llamar la atención, e incluso, pudiera parecer que en esta ocasión estuviera disfrutando de la atención recibida.
De vez en cuando miraba hacia donde su maestro y sonreía feliz.
A pesar de bailar y no estarse quieta, realiza una inspección general de la zona y mantiene siempre un ojo puesto en su maestro.
Todos partieron hacia la pista de baile y disfrutaron de sus placeres, había comida y bebida para alimentar a una nación, y nadie les miraba raro o extrañado, ni siquiera a la joven pelirroja de oreja y cola de zorro.
Realmente no sabían porque se celebraba dicho baile pero tampoco importaba si podían estar allí. Cada uno a su manera contaba las horas para ir a esa mision que era realmente lo que todos tenían en la cabeza.
Una vez recorrió todo el local comprobando la seguridad y tuvo el permiso de su maestro, su postura cambió así como su expresión. Una sonrisa iluminó nuevamente su cara y con aire jugueton y algo infantil, se sumergió de lleno en el baile. Su baile difería notablemente de los que estaban allí haciéndose, más elegentes y civilizados.
Su cuerpo se movía al son de la música, pero estos eran ligeros y sensuales. Su baile la llevaba de un lado a otro y, aunque parecían sin ningún tipo de sentido ni lógica, el espectáculo era cautivador. Pocos de los allí presentes notarían que si había una lógica en aquellos movimientos y, momentáneamente se pondrían alerta. Pero solo uno de los presentes sabía que aquella era una danza mortal.
Estuvo tiempo dando vueltas por la fiesta, viendo aquellas personas danzar e incluso una de las chicas que habían sido reclutadas parecía pasarlo bien, danzando por toda la sala, en algún momento Garphield tambien se movió al ritmo de la música o eso creía el, pues la danza no era su fuerte, pero le agradaba ver a aquellas personas girando a su alrededor.
Tras un buen rato y algo de comer de lo que estaba servido en unas grandes mesas, se dispuso a marcharse para prepararse, se aproximó a sus compañeros y se despidió de ellos, saliendo de la sala con una gran sonrisa, una sonrisa que desapareció al atravesar la puerta de salón, su mirada torno a otra expresión, una de soberbia y desprecio, sin mirar atrás, desapareció.