Partida Rol por web

Como suelen comenzar todas estas historias la nuestra empieza en una tarde nublada, cuando el sol comenzaba a ponerse en una taberna. Aquel era un pueblo chico así que a esas horas, cuando la luz empezaba a desaparecer quedaban pocas personas en el lugar. Helena, la tabernera, regentaba el lugar ayudada por un joven pillo llamado Gus que hacía las veces de camarero o mozo de cuadras o de lo que la ocasión se terciase. Era un lugar no demasiado grande, con un piso superior donde estaban las tres habitaciones que se alquilaban a cambio de unas monedas y un establo anexo para los caballos cansados. Apenas se juntaban más de 5 o 6 personas allí, y mucho menos las mujeres del pueblo. Pero aquella tarde era diferente.

Tras los gritos, los heridos, los cadáveres volviendo a la vida y el caos un pequeño grupo de personas se encerró en aquel lugar. No era tiempo de beber y comer si no de sobrevivir.

Junto a nuestros dos... llamemoslos "héroes" se juntaron un par de mujeres: Marianna, una costurera entrada en años que dedicaba sus días a coser, sola. Y Clarissa una mozuela solo unos años mayor que Gus, en edad de merecer. De la familia de la chica nada se supo tras aquella tarde y la niña llegó asustada y cubierta por sangre que no era suya. También estaba junto a ellos Tancred, un cazador que había sido soldado hace años y que parecía haber sido el único precavido que llevaba algo para defenderse de los muertos.Por supuesto también estaban en la posada Helena y Gus, quienes pasaban allí todo el tiempo.

Y así estaban, sobrecogidos, escuchando a oscuras el sonido de los ruidos del exterior. Las pisadas y los gemidos de los muertos que se arrastraban por las calles de la aldea mientras el sol se ponía en el horizonte.

Cuando vi a la pobre chica, cubierta de sangre, supe que el incidente de mi padre no fue un caso aislado. Esos malditos muertos han entrado en nuestro pueblo. Intento mantener la calma, aún no sé cuantos de esos monstruos hay ahí fuera.

Me acerco a la niña, a ver si logro calmarla y que me diga qué es lo que espera tras las puertas.

- Pequeña, aquí estás a salvo, no tienes nada que temer - le digo mientras la cojo del hombro. - ¿Esas cosas te atacaron?

Mientras hablo con ella, intento recorrer con la mirada la taberna, en busca de cualquier objeto que me pueda ayudar para defenderme.

¡Malditos muertos en vida! Ojalá tuviese aquí mis martillos.

La moza se arregló un poco el vestido que llevaba parecía nerviosa y asustada pero también parecía más resuelta que muchas otras personas. También era de notar que era de las mozas más avispadas del pueblo lo cual debían influir en su comportamiento.

-Estoy bien señor Bastian, no me han hecho daño. Mi hermana se volvió loca y mató a mi madre mientras padre intentaba defendernos de esos... muertos-dijo la chica hablando tán rápidamente que costaba entenderla- yo logre matar a mi hermana... pero no pude salvar a madre después oí un grito a mi espalda y salí corriendo por la puerta de atrás de la cabaña y corrí hasta encontraros pero no lograron atraparme...

-Esas cosas mataron a mi padre hace tiempo también. Parece que la muerte no les detiene. Aquí estás a salvo. Yo cuidaré de ti.

Sé que no estaremos seguros aquí por mucho tiempo, pero no sirve de nada asustar más a esta pobre niña. Por dios, acaba de perder a su familia. Vengaré sus muertes, como vengaré la de mi padre.

Me levanto, y empiezo a mirar por la taberna cualquier cosa que me pueda servir de arma. si esos asquerosos muertos quieren entrar, pienso reventarles con una silla si hace falta.

La niña sonrió genuinamente.

-Muchisimas gracias señor Bastian, mis padres se sentirían más tranquilos de saberlo. Solo espero que no entren aquí, no podré soportarlo otra vez...

Como había logrado vender una de mis ovejas esa mañana había bajado hasta la taberna a gastarme los dineros con premura. Y fue que hacia la quinta jarra de vino comenzó el espectáculo. De repente todo eran voces y gritos, pero no había peleas. Raro. Era probable que comenzase a estar embriagado por la bebida pero podría jurar sin temor que la taberna se estaba llenando de hembras. Más raro. Y si, después de varias semanas trashumando con las ovejas y las cabras, ganas tenia de hembra y aunque estuviera borracho aún las conseguía distinguir.

Lo que me costó más entender fue la conversación que tenían Bastian y la joven Clarisa. Algo decían de unos muertos que caminaban y mataban a otros… Yo volví a coger la jarra y darle un buen tiento.

Continúo buscando por la taberna algún arma que me pueda ayudar, al menos para ir hasta mi forja. Allí podría coger mis martillos, y con ellos defenderme mejor.

No tardó Bastian en encontrar un buen cuchillo, de esos que cortan la carne como si fuera queso y el queso... como si fuera queso curado. Desde luego le serviría para defenderse... aunque no era un gran consuelo con las hordas de muertos caminando por las calles.

-¡Debemos hacer algo! Los muertos caminan por la tierra, el cura lo dijo!-dijo, pese a que el cura daba la misa en latín y nadie tenía la más remota idea de lo que el cura decía- ¡tenemos que huir de este pueblo maldito!

-¡Y tu! ¡Deja de beber! por lo más sagrado-le gritó a Gastón- ¿no te das cuenta de lo que ocurre?

- El cura lo dice, el cura lo dice. Ese no dice más que mentiras y cosas en esa lengua que no entiende nadie. – Pensé mientras dudaba de decirlo en voz alta o no. - ¿Cómo va a caminar un muerto?¿Estás loco? – Pregunté después de echarme otro largo trago de vino.

No tenía la menor intención de moverme de mi banqueta hasta que terminase de tomar mi jarra de vino. Para eso la había pagado.

El hombre parecía querer pegar una paliza a Gastón cuando una de las mujeres se interpuso delante golpeando la mesa.

-Se acabó! ¿Esta muriendo gente y tu te quieres quedar aquí bebiendo?-exclamó enfadada y con un manotazo tiró la jarra al suelo vertiendo su contenido- esos muertos están por todas partes, ¡no podemos pelear entre nosotros si queremos vivir!

El resto de la gente pareció contener el aliento, aunque claramente estaban de acuerdo con la mujer y la defenderían a ella antes que a Gastón. Por no hablar que Tankrad era el único, junto con Bastian, que iba armado. Fuera se escuchaban los gemidos de los zombis algunos mas lejanos, otros lo suficientemente cerca para poner a todo el mundo nervioso.

El grito de la mujer pareció despejarme y fue en ese momento en el que adquirí conciencia de lo que estaba sucediendo. – También es mala suerte. Tenía que ser el día que vendo una oveja. – Pensé para mí a la vez que comenzaba a escuchar los extraños gemidos que venían del exterior de la taberna.

Di un último trago y me levanté de mi banqueta. - ¿Y qué es lo que proponéis hacer? Alguien me tendrá que explicar cómo vamos a matar a alguien que ya está muerto.