Partida Rol por web

El buen corazón de Quinn y su deseo incondicional de ayudar a la gente le había encarrilado en una nueva aventura, quizás la mas grande que hubiera imaginado. La Cienega, lugar temido y maldito por igual, escenario de muchos cuentos de terror, era esta vez su destino. El joven pícaro se había armado de valor y buena voluntad al escuchar en la ultima posada que era la segunda visita que recibía el mismo día en mucho tiempo, al parecer un grupo de héroes pretendía descubrir la causa del avance de la ciénaga. Tal noble alto merecía de toda la ayuda posible.

Así pues, Quinn se encontraba siguiendo rastros y pisadas en el lodo en donde el agua no cubría tanto. Faltaban pocas horas para que amaneciera pero había avanzado mucho en poco tiempo pues no contaba con la pesada carga de una armadura y tampoco dependía de ir al paso del mas rezagado.

Quinn se había despertado de buen humor y temprano. Olía en el aire que hoy era un buen día para la aventura, aunque este incluyera un paseo por una zona fangosa y húmeda que seguramente le dejaría varias sanguijuelas pegadas a la piel.

Sonrió para si mismo. Algunos nobles las usaban como remedio milagroso, como mucho saldría mas sano de allí.

Caminaba con vigor y energía. La energía de un joven que quiere comerse el mundo y se siente libre desde hace poco. Por el camino tatareaba una canción alegre de taberna, acompañando las estrofas con pasos alegres al ritmo de la canción.

-Espero encontrarlos a tiempo ... - se dijo a si mismo mientras se paraba de pie en una piedra y oteaba el horizonte en busca de alguna señal.

Según avanzaba el joven, la ciénaga empezaba a cubrir mas y pronto el rastro de los aventureros dejó de ser fácil de seguir. Sin una brújula a mano y un mapa fiable, corría el peligro de perderse. Sin antes orientarse y de seguir caminando, bien podría pasar horas dando vueltas sin que lo supiera...

Para alguien como Quinn, capaz de seguir un rastro de otra forma, eso no frenaba su búsqueda. El pícaro camina unos cuantos metros con el agua sucia llegándole a las rodillas pero sin perderse gracias a ramas rotas y otras señales por el estilo. En breve el joven héroe topó con una lanza nudosa y torpemente tallada, pero un signo de inteligencia tribal.

Quinn toma la lanza y la examina con curiosidad.

-Supongo que este es el momento en el que un guía que conozca la zona iría bien- Comenta sonriente y deja caer la lanza. -Bien, la zona está habitada por alguien lo suficientemente avanzado para usar lanzas, pero no lo suficientemente civilizado para usar espadas-

Quinn continua con su viaje, si bien ahora se toma las molestias de no pasar por los lugares mas visibles.

-Probablemente alguien con gran sentido territorial ... habrá que irse con cuidado.-

Quinn avanza esta vez con pies de plomo, siendo consciente de lo peligroso que podría ser el lugar. El pícaro se detiene en seco y mantiene la posición tras un árbol muerto al ver algo extraño. Al principio le había parecido parte del entorno, pero según avanzaba aquella cosa, o mas bien cosas, tenían un aspecto mas humanoide.

Desde su actual posición podía ver lo que parecía una pequeña tribu de hombres sapos, panzudos y verrugosos, tirados en el suelo y muertos.
La lanza que el pícaro había encontrado debía haber volado metros durante una reciente lucha.

-Vaya, han pasado por aquí ... aunque a buen ojo diría que nadie falleció-

Quinn se acerca hacia los cuerpos con precaución y sigilo para intentar encontrar una pista de lo que ha sucedido y si hay algún humano (o derivado) vivo.

Quinn no encuentra nada ni a nadie. Los humanoides tenia poca cosa de valor, únicamente lo puesto. En cuanto a víctimas de su misma especie o otras razas inteligentes comunes, no había ninguna. Al parecer el grupo al que Quinn seguía eran muy capaces y sabían defenderse, al menos de unos asaltantes.

Quinn no sabe si sonreír por no encontrar a ningún aventurero, o lamentarse por la masacre de la tribu. Tampoco sabe el origen del combate y quizá esos seres sapoides solo querían defender su territorio.

Suspiro. No era momento de pensar en esas cosas.

Continuó con su camino, en busca de los aventureros perdidos y procurando no llamar la atención a nadie ... menos sabiendo que había esos hombres-sapo rondando por aquí.

Poco a poco el aventurero atraviesa la ciénaga, dejando atrás el paisaje de arboles mohosos y de agua profunda y estancada para cambiarlo por uno no mucho mejor.

Al fin los pasos del joven humano le habían llevado ante la torre, los últimos restos de un poderoso imperio humano que se derrumbó por la naturaleza inestable de este mismo edificio. Antaño fue la residencia de muchos estudiantes a mago. Contaba con laboratorios y bibliotecas para el desarrollo y el estudio del arte arcano, y fue una negligencia de estos mismos estudiosos el desencadenante de la fiebre arcana, la cual hizo enfermar a la ciudad y fallecer en un solo mes.

Actualmente todo eran lápidas, recordando a las victimas y los restos de la torre, el único edificio que se mantenía en pie. Los rumores decían que aquello era posible porque aun estaba imbuida de poder arcano, no solo por los años de practica arcana entre sus paredes, se decía que este había sido el único edifico creado mediante magia por y para magos.

-Supongo que la gente nunca decide ir a lugares agradable y llenos de mariposas y lindos pajaritos-

Quinn sonríe mientras sorteaba las lapidas y evitaba hundirse en el agua. No podía evitar leer por encima alguna que otro epitome mientras se lamentaba por tantas muertes absurdas.

-Pobre gente, todos ellos muertos por una simple negligencia.-

Al acercarse a la torre aumento su precaución, disminuyendo su velocidad por si alguien estaba vigilando sus cercanías.

Según se aproxima Quinn ve a su alrededor cuerpos putrefactos. Al parecer los cuerpos de aquellas mismas victimas habían abandonado su descanso eterno y sus ataudes para luchar contra los intrusos, los cuales les habían devuelto la paz que merecían.

La entrada de la torre estaba abierta. El edificio retumbaba por los golpes, gritos y el chocar del metal. Un sonido amortiguado a la lejanía pero claro ahora que estaba a punto de entrometerse en la lucha.
Subiendo la escalera de caracol llegaría a la tercera planta, actualmente la mas alta de la torre y donde los héroes se enfrentaban a un rival portentoso.