Las monedas resonaban en vuestros bolsillos y zurrones mientras caminábais por un polvoriento camino. Sin duda alguna que lo más propio sería seguir el consejo de Don Pedro, Infante de Aragón: avanzar raudos y mirar a cada lado hasta pasar por las poblaciones que os dijo y luego, una vez pasados este trago, dispersaros para no tener problemas con los hombres de su Majestad. El sendero es tortuoso y cada vez se interna más en una meseta. Sopla un fuerte viento del norte y el cielo está cada vez más cubierto de oscuras nubes que, ciertamente, no presagian nada bueno. Es de mañana.
¿Os habrán seguido los hombres del Rey hasta Valencia? ¿Y ahora? ¿estarán tras vuestros pasos? Intentábais no preguntároslo demasiado
- Bueno señores y Modorra, ¿Ya sabeis que vais a hacer con vuestros dineros?- Miro a ver si veo algún lugar donde refugiarse si empieza a diluviar.
Fray Ponze aún no podía salir de su asombro. Los últimos sucesos le habían dejado un regusto amargo en la boca. El descubrimiento de la identidad del encapuchado no hizo sino despertar su curiosidad, ya que no le es asiduo mantener una vista con personajes de alta cuna ni mucho menos en aquellas horas taciturnas.
Pero esa curiosidad dio paso a la desconfianza, ya que algo en él iba dando tumbos de allí para acá, intentando unir las piezas de un rompecabezas que se le antojaba difícil y difuso.
No cabía duda alguna de que el oro bien ganado estaba, ya que la labor fácil de facer fue; pero su experiencia bien le decía que en aquestos tiempos el oro no reposa siempre sobre la misma mano, ya que la bolsa tendía a llamar a aquellos que la vida de un hilo te pendían.
Aunque por esta vez, mala suerte la suya, muy posible sería que la bolsa y la vida no sean de suficiencia si sus sospechas llegasen a ser ciertas, como ciertas podrían ser las palabras del encapuchado.
Exhorto en sus pensamientos, tardó unos segundos en oír lo que a su alrededor se hablaba, y a lo lejos contemplaba como las nubes se ennegrecían.
-Tormenta, pensó, pero, ¿de qué color será el agua que se derrame hoy?
- Mis huesos pueden ser viejos, pero mi puño todavía tiene la fuerza necesaria para dejarte esa nariz tuya más fea aún. Modorra..., habrase visto tamaña impertinencia. -Acostumbrado estaba a las chanzas del Puñadas aunque dependiendo del día las soportaba con más o menos caridad cristiana.
Miró al cielo con resignación para comprobar cómo aquellas negras nubes sólo traerían problemas. Deberían buscar alojamiento antes de que el cielo se abriera para descargar toda el agua sobre ellos, pero eso sólo conseguiría retrasarles y hacer más fácil a los hombres del rey darles alcance.
Palpó la bolsa con el dinero recién ganado mientras miraba a ambos lados del camino con temor a un asalto inesperado.
-Cuídate de guardar bien ese puño cerca de tus monedas y no te haga un agujero nuevo en tu cuerpo hijo de Allah ¡rashalalá, jajajaja!
Las palabras de su señor aún resonaban en su cabeza:
-Señor: No podrías cazar ni a un venado moribundo, ya no me sirves para nada maldito borracho.
Era el impulso que necesitaba para dejar atrás aquel pueblo que ya empezaba a odiar. Una papel manuscrito dejado sobre la mesa,único testigo de su partida.
-Papel: "Volveré cuando sea el momento,Koldo".
Koldo lo tenía claro, montaría en el primer carro que viera, cualquier sitio sería mejor. Pronto apareció uno.
-Koldo: ¿Le importaría que fuera con vos buen hombre?
-Hombre: En absoluto, me vendrá bien la compañía, el viaje a Valencia es largo y peligroso.
Así fue como Koldo acabó en un lugar cercano a Valencia.
Ahora rondaba su mente otro pensamiento.
¿Cómo era posible que hubieran llegado a tratar con el hermano del rey?
¿Era realmente cierto?
Sea como fuere, las monedas eran bien recibidas.
Koldo respondió a Pedro, mientras miraba al nublado cielo pensativo:
-Koldo: Seguramente todas estas monedas acaben en el bolsillo de algún tabernero que venda mal vino.
Pese a lo jocoso de sus palabras, parecía que Koldo hablaba en serio.
-Koldo: Deberíamos alejarnos del camino, si es cierto que nos siguen aquí seremos presa fácil.
Sacó del zurrón una pequeña botella de vino y tomó un generoso trago.
Camináis por la vereda con la misma sospecha, nada cambia. Bueno... Las nubes que antes se mostraban presentes y distantes eran ahora amenazadoras ¡y tan cerca que estaba que casi podríais alcanzarlas si estirárais el brazo! Fue en estas que en todo el día estuvísteis caminando, descansando alguna vez y con vuestros pensamientos en lo que podíais e íbais a gastar de tales recompensas (durante los momentos en que no volvía a vuestra mente las figuras de los hombres de Rey).
Comenzó a anochecer y seguíais por caminos valencianos. En esos momentos, en contraste con el similar paisaje os percatásteis de un frío nocturno y sobre todo varios árboles robustos, con buenas copas. En esos momentos, el cielo comenzó a tronar, iluminarse por los rayos y relámpagos.
Entonces, varios de ellos comienzan a caer sobre las llanueras donde os encontráis, a un lado y a otro, más lejos y más cerca... ¡os ha cogido de lleno! Lo único que hay más cercano son esos varios árboles...
-¡Maldita sea! - exclamó Ponze - si no fuera por aquellos que me llamasen loco e hicieran de mí cuerpo de dolor y sufrimiento, diría que hay alguien en lo alto al que no le caemos en gracia.
Los rayos seguían cayendo, y Fray Ponze no pudo sino guardarse el miedo tras la capucha, al mismo tiempo que realizaba una santiguación, o al menos ese fue su acto reflejo, que quedó solo en un reflejo de su propia indignación al verse recordando por un instante su infancia en el monasterio y de como allí los truenos retumbaban en las paredes de su habitación, empujándole a rezar bajo las sábanas a un Dios ya muerto para él.
-Deberíamos buscar refugio. Paréceme que aquellos árboles buen cobijo darían...
Llevaban todo el día caminando bajo la constante amenaza de aquella tormenta que no acababa de descargar, cosa buena para ellos. El cansancio hacía mella en su viejo cuerpo y su paso se volvía lento con el correr de las horas. La noche se echaba encima y había que buscar dónde acampar. De pronto, un frío intenso le heló los huesos y los cielos se abrieron como en el día del juicio descargando rayos purificadores sobre los pobres pecadores.
- Sancta Maria Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae…
Miró donde señalaba el Fray y asintió agradecido ante lo que parecía una ayuda divina.
- Vayamos prestos, no parece que haya por los alrededores refugio mejor. Sólo espero que a ningún rayo se le ocurra partir un árbol estando nosotros debajo.
Tras lo que parecía una intervención del señor o un consejo por parte de él para que se tomasen un descanso como era debido pero sin posada por medio (ya toca de nuevo ayunar y celibato...) Pedro mira al cielo y dirige la punta de su lanza hacia el suelo por si a algún angelito del señor se le ocurre dispararle un rayito a la lanza. Mira a sus compañeros y tras escuhcar la oración de Mudarra sonríe y le dice:- ¡Sólo cuando la cosa se pone fea te olvidas de Allah Rashalalá y te acuerdas del verdadero Dios!.
Y sigue a sus compañeros hacia esos árboles de los que están hablando si no hay una gruta o alguna casa cerca.
Koldo ve a sus compañeros de viaje cambiar de rumbo y decide seguirles, no emite veredicto ninguno, pero cree que todo lo que les aleje del camino es una buena idea, entre árboles se encuentra más cómodo, más feliz.
-Seamos prestos, - dijo Ponze mientras mantenía la mirada fija en los nubarrones que se avecinaban - no querramos mojarnos más de lo debido cuando la lluvia arrecie sobre nustras cabezas.
Mientras caminaba con paso ligero hacia la arbolada más cercana, Ponze no pudo sino recordar las últimas palabras del encapuchado de sangre azul, y se preguntaba si su intuición no le fallaba en aquel momento. ¿No eran los nubarrones sino señal del tormento que tornaba hacia ellos? Quizás fuera mejor darse la vuelta y volver por el camino andado... pero no, ya no había vuelta atrás. No lo hubo hace cinco años, y tampoco lo habría ahora.
En esos momentos, pensando incluso en volver hacia atrás directos hacia la duda y un cobijo incierto, decidísteis ir hacia los árboles. Justo entonces, mientras avanzábais prestos bajo sus copas, varios rayos cayeron sobre la llanura provocando pequeños y fugaces incendios, unos más cercanos y otros más lejanos. Una vez debajo parecía que la lluvia cesaba por momentos, aunque en realidad las gotas se filtraban entre ramas, hojas y aberturas del tronco, por lo que permanecer secos del todo era harto improbable.
Acto seguido, un estruendo distrajo vuestra atención de todo aquello a lo que prestárais vuestra mente. Un grandísimo trueno (quizá el más sonoro que jamás en vuestra vida escuchásteis) cayó y descendió muy cerca de vosotros.
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Bien, que uno de vosotros (sólo uno), haga una tirada con el d100. dificultad: un 60%
Sancta Maria Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae…
Que Mudarra es musulmán! XDDD (muy bueno el comentario de Puñadas!!, jeje)
¿Da igual quién la haga?
Pues yo mismo! :P
Motivo: Trueno
Tirada: 1d100
Dificultad: 60-
Resultado: 69 (Fracaso)
//Perdón por el offrol, no me he dado cuenta, para encima fallarla >.< XDD
(Play)
¡¡PSSSZZZZZZZ..... PRRRZZAS!! Aquel estruendoso rayo descendió justo hasta por encima de vuestras cabezas, impactando severamente en el árbol en el que estábais refugiados. Por suerte, ninguno de vosotros canalizó el impacto, sino que éste fue a parar directamente a una de las ramas, partíendola, haciéndola caer al suelo y resquebrajándo por dentro (abriendo) parte del tronco principal. Luego la copa del árbol comenzó a arder levemente en la parte más alta ¡A punto estuvo de azotaros!
Escena cerrada*
Nota: ese % era la posibilidad del rayo de acertaros. El rayo ha fallado (habéis tenido suerte).
*: si, como véis será una partida cortita :)