François levanta al prisionero y se gira hacia Pierre Fauchet.
- Tendremos que llevarle al cuarte. Me imagino que tendréis gente experta en interrogatorios, por lo que creo deberíamos seguir la pista que nos dio la mendigo ante de morir.
- Átale con lo que tengas a mano, de Reims, no quiero sorpresas..., dice Fauchet sin perder ojo al malhechor y con el florete a un palmo de su cuello.
Maniatais al individuo que, de mala gana, os acompaña hacia los caballos. Os ayudadis de algún empujón.
Pasais por el lado de la mujer muerta. Podeis ver como un reguero de sangre se colaba por una esquina en la calle y su pálido cuerpo estaba sentado en un charco de tíbio rojo. El olor a cadáver fresco empieza a rellenar el ambiente atrayendo algún insecto.
Al llegar a los caballos estais de nuevo en la calle.
¿Donde vais? Es que no me quedó claro ^^
François se queda mirando a su compañero circunstancial.
- Entonces, ¿a qué cuartel lo llevamos?. Lo podemos dejar con tus colegas para que lo interroguen y continuar investigando la pista que nos dio la fallecida.
- De Reims, vamos a dejar que sea él quien lo decida. A ver, tú, despojo, dice dirigiéndose al tipo maniatado - Tienes dos opciones. O te llevamos al cuartel de la guardia, del que sólo saldrás para acabar en la cárcel de la Bastilla o en el cementerio de Père-Lachaise, o bien nos cuentas ahora mismo por qué has matado a esa mujer y quizás podamos dejarte libre. Tú decides
El hombre escucha vuestras palabras y podeis ver como observa el carruaje calcinado.
-Ella se lo merecía...- Dice el tipo casi chillando. -... es lo que les pasa a la gente que habla demasiado! Guardaros vustro sucio dinero!-
-¿Acaso creeis que me importa morir?...- El hombre habla casi en medio de un lamento y podeis ver como su expresión cámbia y se vuelve más desencajada. -...ya no... ya no importa nada más que la muerte y la revolución!...-
-¡A las armas ciudadanos! ¡Y que una sangre impura empape nuestros surcos!- Exclama a viva voz. Y ante vuestra sorpresa escuchais reclamos y contestaciones esporádicas.
- Bien, de Reims, no perdamos más el tiempo con esta escoria, es uno de esos revolucionarios que se dedican a estar en contra de todo y de todos. Uno de esos jóvenes a los que les faltó una buena paliza de sus padres de vez en cuando. Llevémosle al cuartel, allí sabrán qué hacer con él.
Fauchet hace como que va a dirigirse a su caballo, pero de repente, en un gesto preparado para que nadie se lo esperase, golpea fuertemente al joven con el mango del florete, esperando dejarle inconsciente.
¿Quieres que tire?
Cargais al tipo encima del caballo y os dirijís de vuelta al puesto de guárdia.
No hace falta tirada. Lo teneis atado y el tipo no es extemadamente diestro en zafarse. No és más que un campesino.
Cambiamos de escena.