Partida Rol por web

El corto camino lleno de sorpresas ha terminado, un camino bastante peligroso aun con las patrullas que custodian el camino.

La visión del escarpado camino, rematado con la imponente muralla noreste del castillo, corta mas de una respiración, un buen fortin, como poco dificil de conquistar.

Poco a poco los caballos os acercan y el castillo se prepara para un buen recibimiento, unos ballesteros se asoman en una pequeña loma, desde ahi os vigilan sin pudor, parece que el castillo esta bien protegido, el camino serpentea delante de vosotros.

Las discusiones quedan atras, parece que el obligado grupo tiene sus rencillas, pero siguen adelante, el tiempo corre en su contra y parece que no va ha cambiar.

A la entrada del castillo, claramente fatigado y meditando sobre diversos asuntos como la reprimenda del elfo y el ataque de las ratas en un camino de Bretonia. Cabalgando al lado de Leopold, Saludo con un gesta de cabeza a los guardias apostados en las puertas, que no estaban dispuestos a abrirlas debido a una orden de su señor. Pero al ver el anillo que portaba, no necesitaban otro salvoconducto dejandonos entrar con una extraña mirada en sus caras. Valgame la Dama, cuanta vigilancia, parece que se han visto en serios problemas estos dignos habtantes de Bretonia. Será un honor convivir con gente como esta. 

Una vez dentro en la caballeriza, habiendo comprobado el buen estado del caballo y de las instalaciones. Avanzo por el patio con una manta como abrigo a la espera de instrucciones de algún guardia a caballero. Me pongo de cuclillas, tapando con la manta a Bribon. Mientras le froto las orejas en recompensa con su buen comportamiento durante el viaje y el ataque. Dejandole caer un trozo de pan a su boca. 

Leopold observa con los ojos abiertos el amurallado lugar... simplemente se deja llevar por el caballo, que sigue al del caballero bretón.

No entiende jota de lo que se habla en las almenas, así que simplemente se dedica a admirar y analizar la construcción, sus posiciones de defensa... los Bretones son verdaderos expertos en este arte; lo cual solo le hace preguntarse cómo serán los enanos, verdaderos maestros.

Perdido en el pensamiento se da cuenta, un tanto tarde, que Lancelot ha desmontado. Se apea junto a él, sin saber bien que hacer. Se siente muy muy lejos de cualquier posición de comfort, como un niño perdido en la multitud.

Unos guardias con grades penachos se os acercan lentamente, parece que todos estan atentos a vosotros, las últimas nuevas de este magnifico día, algo frio pero con un sol claro que va subiendo. Teneis pintas de viajeros, pero de cerca son inconfundibles algunas manchas de sangre, sangre que no necesariamente son de vosotros, algunas son simples salpicaduras, otras os recorren desde las heridas hasta el suelo. Fuera del castillo, ante un pequeño portón habierto os habla desde un caballo un señor que no se deja ver debido a la protección del casco.

-Buenas caballeros, decidme que nuevas traeis y que venis ha haced en estas tierras, si son tan amables- pasando la vista de uno a otro, no podeis evitar que se fija en los elfos, aunque no sabriais decir si sorprendido o divertido -

Varios hombres os miran desde diversas posiciones ocultas tras la muralla, posiciones de tiro porsupuesto, en estas tierras las armas de fuego estan mal vista, pero nadie discuiria sobre la fiabilidad de un bien virotazo antes de un cruento combate.

Tras abandonar el terreno donde habíamos combatido retomamos el camino de montaña que nos conducía a la fortaleza bretoniana. Apenas reparé en los paisajes que nos flanqueaban pues tras el combate y la discusión con Lancelot no tenía el ánimo como para admirar la belleza, aunque siniestra, de las montañas que nos rodeaban. El único pensamiento que rondaba por mi cabeza era llegar cuanto antes a la primera etapa de nuestro viaje para poder descansar y concentrarnos antes de penetrar en las cavernas infestadas de skavens.

Alrededor de una hora más tarde llegamos a las inmediaciones de la fortaleza. Esta se alzaba amenazadora sobre el risco más alto de la montaña, vigilando constantemente, gracias a su inmejorable situación, a todo aquel que pretendiera aproximarse a Gisoreux desde los valles cercanos. Era fácil de defender, pues eran pocos los accesos desde los cuales pudiera atacar el enemigo, además parecía haber sido construida sobre roca madre, por lo que un ataque desde el suelo, como solían hacer los hombres rata, era impracticable. Por último, fuertes torreones, en los cuales tremolaban pendones con las armas del señor de Gisoreux, apuntalaban la defensa del bastión, que el estilo de su construcción bien podía haber sido obra del famoso ingeniero militar Francoise de Malvoisin, uno de los mejores del reino.

Al poco de llegar salió a nuestro encuentro un caballero de la guarnición, mientras unos ballesteros nos apuntaban para asegurarse de un hipotético ataque por sorpresa. Lancelot, que ya había desmontado se dirigió al recién llegado, tras lo cual me bajé del caballo, haciéndole una señal a Kai para que nos acompañara, y me coloqué junto a Leopold y Sigdun.  

Lancelot era el único caballero bretón presente en nuestro grupo así que lo lógico era que el fuera el portavoz del grupo mientras durase nuestra estancia en el castillo.

Una ligero viento aparece y mientras giras la cara para evitar que la tierra te entre en los ojos, ves un blusón, uno que te suena en extremo, es igual que el que portaban los hombres que os atacaron en medio del bosque con las ratas. Parece que sus garras ya atraviesan murallas.

Rápido, Leopold se gira hacia sus compañeros. Se anima incluso a tirarle de la manga al elfo, con quien ya puede decirse que se siente, al menos, cómodo.

- Señor elfo, señor elfo! Creo que he visto a uno de la ralea de quienes nos atacaran... por allí. Su dedo señala la dirección en la cual ha creido ver al hombre...

Observaba cansado como Lancelot y el otro caballero intercambiaban formulismos cuando sentí unos tirones en la manga de mi túnica de hechicero.

Oh vamos Leopold, no es necesario que te dirijas a mi como... ¿QUE HAS VISTO QUE?

Ciertamente no podía dar crédito a lo que había escuchado, pero teniendo en cuenta las artimañas de las que eran capaces nuestros adversarios me giré rápidamente en la dirección que me señalaba el ingeniero imperial.

Los soldados se mueven al rededor de su señor, buscando una posible amenaza. El viento sopla con cierta intensidad y os aremolinan las ropas, os mirais con caras distraidas, parece que el señor Sir Lancelot mira con intensidad ha este noble, aun con su joven edad parece que no desperdicia una oportunidad para crecerse ante las circunstancias.

- No lo sé, señor elfo, pero si mi vista no me ha jugado una mala pasada, entonces uno de esos mal-llamados hombres se encuentra por aquí.

Leopold esperó a que los demás tomaran acción; la adrenalina le hacía querer salir hacia donde había vista la túnica extraña pero no por ello se iba a lanzar a la carrera en solitario.

Tras escuchar a Leopold me acerqué un poco más a Lancelot y al otro caballero bretón.

Disculpen la intromisión- dije en bretoniano mientras inclinaba la cabeza en señal de respeto-. Es posible que algunos de los engendros a los que nos enfrentamos hace unos momentos hayan penetrado, usando todas las malas artes que conocen, en la fortaleza.Herr Moonrad-dije señalando a Leopold mientras hablaba con los caballeros- parece haber avistado a una de las criaturas  fugazmente.Tal vez solo sea uno, pero bien merecería la pena rastrear el castillo antes de que encuentre un lugar seguro donde esconderse.

Espero que solo se lo tome como una sugerencia y no como una orden, aunque nunca se sabe con el orgullo bretón.

El guardia, que ya esta mas cerca de vosotros, parece un capitán o algo por el estilo con bastantes penachos de plumas y algunas condecoraciones. Este mira con cierto desprecio ha Delarce:

-No se que habreis visto con vuestras malas artes, pero no se de que hablais- mirando hacia Sir Lancelot, que es con el unico con el que parece que va ha hablar - señor quienes son estos que os acompañan sois un grupo "variopinto" y no solemos tener estas compañias por aqui - parece que el guardia empieza ha impacientarse mientras os miran desde su montura.

Algunos guardias que ya os han rodean, os miran con cierto desden mientras miran al rededor, con los ojos medios cerrados por el fuerte viento.