Partida Rol por web

El forjado se mantuvo callado durante el intercambio dialéctico entre los humanos, esta vez sin participar en el. Se giraba a mirar y escuchar lo que cada uno de ellos decía a cada momento, y parecía mostrarse muy interesado en todo ello.

En su interior, asimilaba sus palabras, y aprendía conceptos nuevos. Finalmente habló para todos:

—Forjado ya entiende.— 

Y esta vez no añadió anda más. Quién sabe si realmente les había comprendido, o si en realidad, aunque el forjado creyera haber entendido lo que decían, no lo había hecho en realidad.

Alain escuchó con interés a Arraman y la reflexión del recién llegado mientras pensaba:

¡Cuánta razón! ¡Si las altas esferas mantuvieran sus cinturones abrochados no habría este problema! Sin embargo...

- Si no fuera por esto, habría sido por cualquier otra cosa. A la alta nobleza suele importarle poco la vida de la plebe. Si no estuviéramos en esta guerra, estaríamos en otra cualquiera como consecuencia de los vicios o ambiciones de otro noble.

Hizo una breve pausa y continuó. 

- Pero no hay que pensar en eso ahora. Bastante tenemos ahora con la que se nos viene encima y con estar en la compañía del capitán Destir. Ese semielfo nos va a exigir tanto como a sí mismo, ¡que no es poco!

Mientras seguís charlando animadamente,  veis como se os acerca un enano equipado con un camisote de mallas,  una maza pesada de cuidado aspecto colgada a su derecha y una espada larga a su izquierda, lleva una larga barba morena al estilo propio de su raza y el pelo algo enmarañado, su rostro parece algo gastado por las arrugas pero no sabéis si corresponden a la edad o a otras penurias. Pero su expresión luce una sonrisa sincera a la que no le falta ningún diente.

Cuando llega a vuestra mesa podéis observar claramente que lleva un símbolo colgado al cuello, un escudo rojo con una espada cruzada sobre el, el correspondiente al Dol Dorn, dios de la guerra y muy venerado por los guerreros.

- Hola novatos, me llamo Yama Orce y soy “guía espiritual” de la compañía del capitán Destir, que por si no lo he mencionado va a ser vuestro líder de ahora en adelante, asi que si sois tan amables de terminar de comer y seguirme os presentaré debidamente y empezareis a conocer a los demás.

Sin más cruza sus brazos sobre el pecho esperando vuestra reacción.

Arraman apuró su vaso de agua de un largo trago mientras observaba al enano. Le disgustaban los de su raza. Avaros, apegados a lo material, incapaces de disfrutar de las sutilezas del Arte. Cuando, encima, el enano habló de fe y de espiritualidad, Arraman tuvo que contener un suspiro de resignación. Aquello si que lo cansaba. Él no era un persona espiritual pero, si debía identificarse con un dios, el mago elegiría al Viajero.

-Preparado, señor - dijo, ciñéndose a la disciplina marcial.

Contrario a lo que su aspecto podría dar a imaginar, aunque su actitud ya lo estuviera dilucidando, Vermyr reaccionó a los comentarios pacíficamente. Percibía mucho resentimiento y quizás incluso falta de lealtad, pero esas no eran cuestiones que le correspondieran juzgar a él. Todo se sabría en el campo de batalla, a fin de cuentas.

La llegada del guía espiritual le provocó erguirse, habiendo terminado ya su comida. No emitió palabra; se limitó a blandir una sonrisa sutil en inclinar levemente la cabeza de manera afable ante la nueva presencia. Su pose era clara: estaba listo para partir a dónde hubiera que.

Alain al escuchar al enano tuvo que contener un escalofrío que recorría su espalda. Gracias a la conversación que habían tenido se había olvidado por un momento de por qué estaba allí. Tratando de sonar lo más neutral posible contestó haciendo una levísima reverencia:

- Un placer señor Orce, Alain Lanner está listo.

El forjado se irguió inmediatamente desde su asiento, respondiendo a la llamada del enano: —Forjado a la orden. —Desde su forja, la criatura se había acostumbrado a una (aún breve) vida de disciplina y servicio. Por todo ello, aquella situación le resultaba tremendamente familiar, como si se encontrara en casa.

Se dejaba llevar por las órdenes de un oficial al igual que el agua sigue el cauce del río:  —Le seguiremos donde mande, señor. —

Las palabras del bardo no iban cargadas de razón y seguramente ese era el pensamiento más extendido entre la gente común. Sin embargo, la cabeza del forjado parecía haber hecho sus propias conexiones entre toda la algarabía de comentarios, preguntas y respuestas, y quién sabe con que resultado, pero tampoco me interesaba preguntárselo.

Entretanto, un enano había acudido dispuesto a acabar con nuestro desayuno, con buenas intenciones al parecer, por lo que bien podríamos perdonárselo.

- De acuerdo.

Comento sin alzar especialmente la voz y esperando no tener que necesitar de su ayuda mientras nos encontremos en la misma compañía.

Os levantáis y seguís a Yama hacía la zona oriental del campamento, veis la zona a donde os dirigís, una explanada donde hay bastantes guerreros practicando uno contra uno, magos hablando entre ellos mientras sujetan varios pergaminos...

Pero antes de que lleguéis a dicha explanada se os aproxima una mediana corriendo, lleva bastantes bolsas dando botes a su alrededor por donde asoman pergaminos, varitas y botes con sustancias difíciles de identificar.

- Hola Yama estos son los novatos? - mientras observa vuestro equipo - algo que declarar? Varitas, cetros anillos mágicos? Soy Reama Tomz, la artífice de esta compañía y si me ocultáis algo lo pagaréis caro.

Entonces se fija en forjado y se pone a dar pequeños saltos su alrededor.

- Y de donde sales tu ricura? - mientras saca unas herramienta de otra bolsa y da unos pequeños golpes en el metal del forjado y suelta un silbido - mithril, hacía tiempo que no recibíamos un modelo ligero, veamos como te portas saltarín.

La irrupción de la mediana pareció no afectar ni sorprender a un Vermyr impávido, más ocupado en absorber los pequeños intercambios que sucedían entre combatientes y arcanistas a cierta distancia. Tomó la rudeza de este pequeño ser como parte de la vida militar, en donde se imaginaba que sus superiores buscarían impartirle cierta disciplina a la fuerza, buscando desesperadamente hacerse respetar a través del miedo.

En todo esto pensaba el brelio cuando se rascó la barba con un semblante pensativo, como si se hallara repasando una lista que no se había molestado en apuntar y al mismo tiempo se estuviera arrepintiendo de ello. Sonrío y suspiró por la nariz, habiéndose atrapado buscando en su mente algo que, obviamente, no estaba allí.

-Nada que declarar- afirmó, aunque la atención de su interlocutora se había desviado rápidamente hacia horizontes metálicos mucho más atractivos.

Arraman observó con gesto altanero a la mediana. No bajó la mirada un ápice, sino que pareció mirarla aún más desde arriba.

-Si tuviera dinero para varitas no hubiera entrado en el ejército, Lady Tomz. No, me temo que no tengo nada que declarar.

El forjado fue girando sobre si mismo y siguiendo con la vista el alocado movimiento de la mediana a medida que esta giraba saltando alrededor de todos ellos.

Tras las palabras de Vermyr y Arramán, el forjado contesta a la mediana, sorprendido: —Forjado salió de una Forja de ingeniería mágica manejada por artífices de la casa Cannith. Luego Forjado fue enviado a un campo de entrenamiento y aprendizaje para forjados, donde pasó un año. Y luego se le ordenó venir aquí. Pero Forjado no puede decir donde se encuentra la Forja de la que salió porque no lo sabe: Eso es alto secreto.—

 —Forjado declara que lleva en su equipo tres Cetros Solares para iluminar en casos de emergencia, señora. Y también ESTO...— Y entonces se señala a sí mismo.

Por último, algo confundido, parece interpretar la frase de la mediana de forma literal: —Forjado se porta siempre bien, señora. ¿Por qué debería portarse de otra forma?—

¡Vaya pareja la de estos dos! Pensó al observar a Arraman y al Forjado. Los individuos más transparentes son siempre los más divertidos.

Haciendo una breve reverencia siguiendo su protocolo personal con las mujeres comenzó

- ¡Saludos! Nada de valor que declarar, salvo este laúd - tomó su laúd y tocó un acorde - que me ayuda a trasladar a la gente al pasado, a otros mundos y a evocar sentimientos. Tan sólo acérquese cuando lo oiga sonar para comprobarlo.

Parecía extresada, aunque bien pensado, el estar corriendo de un lado para otro requisando las pertenencias de la gente por el bien del ejército no tendría que ser algo fácil, ni para ella ni para quién se les arrebatara. Pero afortunadamente yo no disponía de nada de lo que ella había indicado, así que basicamente, podía respirar tranquilo ante su petición.

- Nada mágico señora.

Al fin y al cabo, aunque fuera requisable un caballo no entraba dentro de lo que la mediana les pedía.

La mediana hace un gesto de asentimiento a Yama y se aleja a otra parte del campamento.

Avanzáis un poco más hasta que veis una tienda de mayor tamaño que las demás, sentado a su puerta se encuentra un atractivo semielfo limpiando una espada de bella manufactura, a su lado hay una cambiante de buena musculatura que os mira con desdén mientras os acercáis.

- Vaya, así que esta es la nueva remesa de  reclutas Yama, soy el capitán Destir, y de ahora en adelante vuestras vidas dependen de mí – os dice mientras se levanta y os observa – espero lo mejor de todos los que forman parte de mi compañía, de momento no habéis demostrado nada – un brillo pícaro aparece en sus ojos y señala a un cercado que tenéis en vuestra espalda – pero eso tiene fácil arreglo, os vais a meter ahí y todos vamos a ver de que estáis hechos.

Mientras otro grupo de guerreros entra en el cercado, Yama se os acerca un momento:

- No os preocupéis, usaréis armas de prácticas sin filo, y nuestros artificies han desarrollado un sistema para que los hechizos no sean letales, procurad hacedlo lo mejor que podáis - echa un vistazo de nuevo a la zona y da un sonoro soplido - de todas maneras estaré cerca si se os va de las manos.

Pasáis la valla y os dirigís a vuestro lado mientras veís que enfrente hay cuatro humanos con armas y un elfo con túnica.

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Las palabras del atractivo semielfo tranquilizaron a Alain, que sufría una verborrea incontrolable. Sería la primera vez que combatiera, pero al menos sabía que no moriría en ese momento.

Con ánimos renovados y tratando de pensar que esto era un juego, asintió y se preparó para la batalla

Cuando le estamparon un estoque de práctica, lo asió lentamente, con un gesto de sorpresa despreocupada. Luego sonrió y miró a sus compañeros, con cierta incredulidad divertida. Se encogió de hombros, acompañando esa resignación con un movimiento de sus cejas, y se adentró en la improvisada arena.

Bueno, respira hondo, has hecho esto miles de veces, sólo que ahora estás a dos días de uno en el que en verdad te jugarás el cuello. Así que respira, calmate y dales en la cabeza con tus flechas.