Partida Rol por web

Tras desembarcar en una cala (una operación que lleva algún tiempo con los caballos), las tropas terrestes se ponen en marcha hacia el objetivo. por el camino pasáis por un par de aldeas misérrimas, donde observáis que las casas están vacias. Suponéis que os habrán visto acercarse, y los soldados son una plaga para los campesinos siempre. Pero lo que os sorprende es que las cosechas han sido recogidas ya en todos los campos y no parece una huida apresurada.

Te das cuenta que se aproxima una tormenta por el este. Crees que habrá vientos y lluvia esta noche. Será necesario encontrar un buen atracadero o un lugar resguardado.

Stonetree vuestro objetivo, es un castillo costero de torres cuadradas, pero lo más impresionante es que el puerto está rodeado con un malecón con muralla. Dentro de esa protección se avistan las velas de varios barcolenguos.

Me situo entre los hombres que iremos de infanteria, y mirando la tormenta que se avecina, creo que hemos sido bendecidos. Al fin de cuentas, si queremos crear un ataque por sorpresa y aproximarnos tanto como nos sea posible, la oscuridad y el ruido de la lluvia nos apoyarán como camuflaje natural. Con un poco de suerte, cuando puedan responder ya estén demasiado débiles.

Tras colocarme la armadura de láminas, durante los preparativos, desaflojo la correa que sujeta mi pequeño mangual, presto para ser recogido al menor indicio de "animosidad".

Siempre he estado del lado de mi Casa como un consejero no oficial, sin embargo, hoy van a recordar que no es casualidad que me metan en la infanteria. Nuestros aliados, deben aprender a respetarme, y voy a ganarme ese respeto por méritos propios, en vez de por el nombre. Soy un diplomático o un guerrero, según tenga que soplar el viento.

Miro hacia los hombres que me rodean, que van a ir conmigo a derramar sangre en prímera linea, y les hago un gesto de asentimiento y reconocimiento. Camaradas en la lucha, deberemos confiar unos en los otros.

-Sangre a la sangre -cito el lema de la Casa, para empezar a enardecer los ánimos.
 

El bastardo de la casa Alander miraría a su señor. Él no era nadie para dar órdenes, y en ese momento, con una tormenta en ciernes y sin saber que casas de las islas apoyaban a los Stonetree tampoco quería tener la responsabilidad de hacerlo.

Demasiadas vidas en juego que luego caerían sobre su conciencia. Ya no estaban defendiendo Puerto Rojo, donde cada alma perdida fue por la defensa de un modo de vida.

Ahora estaban en casa de otros, luchando las guerras de otros, en este caso, el rey. Que no tenía el valor de montar una expedición punitiva por sí mismo.