Habíais saqueado las posesiones del lugar y una vez cargado todo lo que podíais lo que hicísteis fue prender fuego a los edificios, purgando así todo ese lugar opresivo e impidiendo que fuera aprovechado de nuevo.
Tras aquello, quisísteis volver, pero Aulus y Mila os convencieron para cavarle una tumba al alquimista, Fenrir. No hubo ningún tipo de ceremonia, sino un simple hoyo que luego fue cubierto, y donde sus restos descansarían anónimamente, sin ninguna gloria, después de tantos años luchando contra la brujería.
Puestos en marcha de nuevo, tardásteis unas horas en regresar a Villa Lis, y ya era mitad de la noche. Aún así, se dió aviso a los nobles, los cuales se reunieron con vosotros en un salón con urgencia y malvestidos. Al colocar la joyería sobre la mesa, la dueña del lugar pareció reconocer algunas de ellas y las fue apartando. No dió la impresión de querer llevárselas inmediatamente, sino de estar estudiando el botín.
- Están aquí. La mayoría de las que nos robaron. Han hecho muy buen trabajo.
El objetivo de la misión original había sido cumplido. La condesa Olivia también parecía contenta por el hallazgo y por vuestra actitud. Estaba presente, aunque cansada.
- ¡Muy bien hecho! Se veía venir que había brujería detrás de ese desgraciado loco. Y por lo que veo, ahora traéis a una desgraciada loca.
Decía refiriendose a Alexandra, cuya conversación se había vuelto repetitiva, del mismo modo que la de Curio, el hombre encerrado en los calabozos que tratásteis de interrogar al principio.
- Mucho me temo que esta mujer no va a servir de mucha ayuda. Y ya no sé qué va a pasar con Kolvir, no me extrañaría que acabase así también. Yo creo que está claro que hay brujería por medio, y hay que informar de ello al rey. Debe saber que hemos acabado con una gran amenaza para el reino. Esos brujos podrían estar planeando asesinarlo. Todos planean lo mismo siempre.
No sabíais de dónde sacaba eso último, pero parecía decirlo como una forma de dar importancia al descubrimiento ante los ojos de Conan.
Los Vergilius tomaron su parte de las joyas y el resto fue dividida entre vosotros. La condesa Olivia aspiraba a algo más importante que unas simples joyas, y era ascender gracias al descubrimiento.
- Hicísteis un excelente trabajo. En el futuro contaré con todos vosotros.
En general, los cuatro nobles se sentían satisfechos, pues se habían cumplido sus expectativas. Emilius tomó entonces la palabra.
- Habrá que celebrarlo. Vayamos al Gato Real, yo despertaré al dueño. No me va a poner pegas, es un buen amigo.
A estas horas tampoco iba a ser fácil encontrar un local abierto.
Ysra juntó sonoramente sus manos al tiempo que soltaba una carcajada, su idea de quemar todo había sido aceptada, cogió un par de teas y se encaminó a la casa.
-Cuanto antes empecemos antes podremos emborracharnos con el vino del conde. -esperaba que el hombre mantuviese su palabra y costease la fiesta de celebración, no quería empezar a gastar su botín esa misma noche, pero con la casa ya ardiendo Mila se encabezonó en dar sepultura a Fenrir -¿Y no seria mejor cargar su cuerpo en su montura de regreso? -preguntó sin muchas ganas de perder más tiempo y menos ganas aún de cavar la tumba.
Cuando al fin llegaron a los muros de la villa era noche cerrada pero todos salieron para enterarse de las nuevas. La guerrera puso cara de desagrado cuando los vió llegar con claros signos de haber estado durmiendo mientras ellos hacían el trabajo sucio, elevó una ceja y se cruzó de brazos mientras dejaba que alguien más ducho con las palabras contase lo ocurrido. Al menos parecía que habían recuperado la mayor parte del botín robado y que cobrarían por el encargo resuelto. Con la mención del asgardiano la loca sintió que se les escapaba algo, dos de los que estaban bajo el influjo de la bruja estaban desvariando, y sin embargo Kolvir parecía muy cuerdo. Luego comenzaron las intrigas políticas y la mujer le pidió a uno de los criados agua para volver a limpiarse la mugre que soltaban las moles llenas de gusanos, echó de menos no estar en casa de la condesa Olivia y poder darse un buen baño, pero había aprendido hacía tiempo a no dedicar mucho tiempo a lamentarse por aquello que no tenía solución.
-Por fin música para los oídos de Ysra. -exclamó ante las palabras de Emilius -Unas buenas jarras de vino para honrar a los muertos y celebrar la vida es lo que se necesita después de una victoria.
Ya tendría tiempo de pensar en el enigma de Kolvir, ahora lo que le apetecía era remojar el gaznate y perder la consciencia en los dulces brazos de... ya vería quién.
Me parecía bien que se quedaran con los objetos robados, aunque dejé claro que a parte del pago que nos habían prometido, queríamos nuestra parte del oro que habíamos cargado y que podíamos haber dejado abandonado a su suerte allí o haberlo enterrado por el camino y decir que no lo habíamos visto. Una cosa era ser buena persona y otra, ser tonta, que no era el caso.
Al decir lo de que la mujer no iba a servir de mucho recordé lo que me había hecho pasar la puta de ella y me acerqué dispuesta a tomarme mi venganza, aunque no iba a ser tan bruta como ella. La di un par de golpes que seguramente ninguno de los presentes se esperaba, pero que me hicieron sentir mejor.
- Eso por zorra, que aún me duelen los arañazos.
En realidad iban a durarme aquellas marcas al menos una semana, así que se merecía tener un ojo morado al menos dos.
Yrsa se emocionó con eso de poder ir a una taberna y yo, desde luego, también, pues ahora que ya no tenía nada pendiente me apetecía mucho divertirme.
- Yo me apunto! - No, no hacía falta convencerme para aquello.
Me parecía que las tres necesitábamos una taberna.
Me encantó ver el fogoso espectáculo que montamos en cuanto terminamos de saquear el sitio. Ojalá hubiéramos podido prenderlo con todos dentro- habría sido mucho más sencillo, desde luego, y no habría tenido que manchar mi arma de gusanos. Por lo pronto habíamos cumplido la misión, o eso creía yo, porque entre tanta joya deberían estar las robadas, ¿no? Lo de la bruja loca ya era otro problema muy diferente del que no me importaba encargarme –siempre que me pagaran por ello-.
El viaje de vuelta fue silencioso, al menos por mi parte: estaba cansada, con algunas heridas que se cerraban como podían, y con ganas de una buena cerveza. Ya en villa Lis recogieron las joyas que pertenecían a esa casa y yo me sentí satisfecha por haber cumplido con mi parte del trato casi ilesa. Además, mis compañeros habían resultado bastante buenos, exceptuando al muerto que ya no daría más problemas.
Alycia golpeó a Alexandra y yo miré hacia un lado para sonreír porque la perra se lo merecía-Pues nada, los locos son cosa vuestra, condesa- dije encogiéndome de hombros. Ni de broma me iba a poner yo a hacer de niñera de estúpidos que repetían una y otra vez las mismas frases. Prefería que me cortaran la cabeza con mi propia hacha. Al Rey habrá que informarlo, sí. Seguro que le gusta saber que hay un ejército de hombres gusanos deseando arrancarle la cabeza- comenté de forma irónica.
Lo mejor era la idea de visitar el Gato Real. Yo quería beber y perder el sentido, ninguna forma mejor para acabar la noche. –A la primera invito yo hoy, hemos hecho un buen trabajo- dije mirando a las chicas, que eran las que se habían tragado la mayor parte de la misión conmigo. Lo malo es que se me apetece bullicio y vamos a ser tres gatos allí- un comentario muy apropiado por el nombre de la taberna- pero lo disfrutaremos igual. Me gustaría tener unos minutos para asearme un poco, me siento pegajosa de tanta baba de gusano.