Partida Rol por web

28 de diciembre de 1985.
21:41
Norte del Condado de Itasca.

Un todo terreno azul venía circulando por la carretera estatal 38 de Minnesota, rodeado por un paisaje nocturno nevado. En él viajaban cinco amigos de la infancia: Hank, Kevin, Lisa, Jason y Wendy. Amigos que, cuando se hicieron mayores, la vida los había llevado por distintos caminos y vivían en diferentes lugares de EEUU, pero nunca perdieron el contacto. Cada tres años solían quedar en navidades, en algún sitio aislado para celebrar la Nochevieja juntos y recordando viejos tiempos. ¡Y qué mejor sitio para este año que en una cabaña en medio del Parque Natural Grimfork!

Después de reunirse en Minneapolis y reservar la cabaña para una semana entera, alquilaron el todo terreno y se pusieron en camino. En el maletero tintineaban las botellas de cerveza, junto al resto de bolsas de comida que Wendy, muy previsora, se había encargado de comprar.

—¡No me puedo creer que nos hayamos juntado por fin! — exclamó eufórica Wendy dando palmaditas bastante pavas desde el asiento de atrás — ¡Os había echado tanto de menos, chicos! ¿Os acordáis de las fiestas que nos montábamos en el instituto? ¡Qué bien lo pasábamos! ¡Estoy deseando de llegar!

—¡Para fiestas, las que te daba esta! — rebuznó Jason, echándose mano a la bragueta y riéndose como un imbécil. No por nada siempre le habíais apodado "imbécil".

Wendy le pegó en el brazo un débil puñetazo, como diciendo "ay qué tonto eres", dándole más cuerda a Jason. Después de estar metidos en el coche desde por la mañana, era bastante obvio para todos que entre Wendy y Jason había algo.

—¡Oye! Tenemos que acordarnos de echar unos tarros de mostaza de esa... — comentó señalando un enorme cartel de carretera que anunciaba Mostaza Fork's, de Industrias Fork.

—Sí... Aunque a mí no me gusta demasiado. — replicó Wendy haciendo un mohín, y acto seguido se volvió a motivar al máximo y sacó su guía de viajes —¿Pues sabéis qué? ¡He leído en la guía que en la zona donde vamos hay multitud de cementerios indios! Dicen, incluso, que ha habido avistamientos de seres mágicos por allí, como el Wendigo. ¿No es emocionante, chicos? — dijo con emoción apenas contenida. — Cuando lleguemos a Grimfork buscaremos un sitio para cenar, y para antes de las doce deberíamos llegar a la cabaña. Sólo hay unos 30 kilómetros desde la ciudad. — dijo ceñuda, desplegando el enorme mapa.

- ¿Sabéis qué? No entiendo por qué siempre me tocáis las narices con la comida. - Dijo Hank, mientras ajustaba ligeramente el volante para seguir el camino nevado. - A ver, sí, me gusta comer. ¿y qué? Prefiero ser el tipo que lleva snacks de sobra que el que se queda mirando con cara de hambre cuando los demás sacan algo. ¿Verdad, Jason?

Hizo una breve pausa, echando una mirada al retrovisor para asegurarse de que su comentario daba en el blanco, aunque lo que encontró fue a sus viejos amigos un tanto desconcertados. Hablaban de mostaza, si, pero nadie había dicho nada de su afición por la comida.

-  ¿Qué tiene de emocionante una cabaña en medio del bosque con cementerios indios, avistamientos de Wendigos y mostaza especial? - Hank enfatizó esto último con un tono burlón. - Lo que necesitamos es un fuego, un buen guiso y una partida de cartas... No fantasmas.

A Jason se le escapó una risita estúpida.

—Oye, Hank, nadie te está criticando por llevar snacks, hombre. Aunque… bueno, con los que llevas en tu maleta creo que podrías alimentar a un pequeño ejército. — respondió Jason, jocoso. — Aunque claro, si aparece un fantasma, seguro que se irá a por ti primero. ¡Más calorías con menos esfuerzo! — y empezó a reírse bobaliconamente haciendo un sonido como el de los cerdos.

Wendy suspiró.

—¡Oh, vamos Jason, déjalo ya! ¿Nos prepararás uno de tus estofados especiales, Hank? ¡Ay, desvíate, que es por ahí! — señaló echándose hacia delante y dándole unas palmadas en el hombro.

Hank tomó la salida y a medida que fueron acercándose al pueblo vieron los destellos cálidos de las farolas y las luces navideñas en las ventanas de las casas de las afueras. Un rótulo de neón parpadeando en rojo y amarillo marcaba donde iban a parar: "Mary's".

Los neumáticos resbalaron sobre la nieve antes de detenerse en el aparcamiento. En medio del aire frío, el olor a café y comida caliente era muy reconfortnate. Los cinco amigos salieron y, con las botas hundiéndose en la nieve, se dirigieron a la entrada de la cafetería. Eran las 21:57.

Les recibió una camarera de unos cuarenta años, con un marcado acento rural del lugar, con un traje hortera rosa y masticando chicle compulsivamente y haciendo exageradas pompas. Tras la barra, un hombre de unos cincuenta años que preparaba hamburguesas. Precisamente, el plato especial lugareño era la hamburguesa de reno local bañada en la mejor mostaza marca Fork's.

Y en la barra, sentados en sus respectivos taburetes, dos tipos de unos sesenta años con ropa de trabajo charlaban animadamente. Pararon de hablar un momento para mirar a los forasteros y después siguieron a lo suyo.

El grupo de amigos se sentaron a la mesa y pidieron la comanda a la camarera.

Lisa se había pedido ir de copiloto. Acostumbrada a conducir a diario se le hacia demasiado extraño sentarse atrás, pero estaba de vacaciones y no quería ponerse al volante si podía evitarlo.

Se había dedicado a disfrutar del paisaje y la compañía distendida de los amigos.

- La vida siempre es mejor con snacks y mostaza - sonrió. Era un chica que normalmente se cuidaba y cada día se pegaba su sesión de gimnasio, pero, como hemos dicho, estaba de vacaciones, y para ella eso significa romper completamente con la rutina.

Cuando llegaron al Mary's disfrutó del contraste de la temperatura cálida del interior con el frío del exterior, también del olor del local y se deleitó con la horterez de la camarera.

"Que lugar tan auténtico"

- Yo me voy a pedir un hamburguesa con todo, patatas fritas y una cerveza- decidió convencida.

-Lo de los cementerios no es que me haga especial gracia, prefiero rodearme de vivos que de muertos. Al menos a los vivos siempre les puedo poner las esposas - bromeó con la doble intención. La verdad es que un poco de acción no le iría mal, aunque ella pensaba en otro tipo de locuras, cosas no tan paranormales y un poco más para anormales.

Hank se acomodó en el asiento de la mesa, suspirando con satisfacción mientras se frotaba las manos para entrar en calor.

- ¿Habéis visto eso? Hamburguesa de reno local... Eso es justo lo que necesitamos después de tanto rato en la carretera. - Dijo, mirando el menú con el entusiasmo de un niño frente a un escaparate de dulces. - Aunque la verdad es que esa mostaza Fork's me tiene intrigado.

La camarera regresó para tomarles nota, masticando chicle con desgana. Hank la miró con una sonrisa afable.

- Voy a querer esa hamburguesa especial de reno con todo lo que lleva. Y un café bien cargado, por favor. - Añadió, girándose hacia el grupo con una expresión triunfal. - ¿Sabéis lo que me encanta de estos sitios? - Preguntó, señalando con la cabeza hacia la barra, donde los dos hombres mayores seguían charlando. - Siempre hay alguien con una buena historia que contar. Apuntadlo, porque si esta hamburguesa resulta ser la mejor de mi vida, igual hacemos parada obligatoria aquí cada vez que vengamos al norte.