—Esta tía es tonta...cuatro tíos apuntandole con pistolas y dice que viene sín más...— se dijo a sí mismo Adrian
Adrian no pudo reprimir una risa que disimuló con una tos mientras miraba por el retrovisor a Penrod. Joder, aquella tipa estaba como una granja de cabras
Penrod observó a Ilse extrañado por la pregunta.
—Me parecieron un grupo agradable con el que compartir mi vejez, supongo —contestó de modo sarcástico—. Aunque me estoy empezando a arrepentir.
Se tocó el brazo dolorido por la herida y miró a Adrian.
—La actitud bucanera de su amigo hace que me plantee cada momento mi colaboración... pero ahora ya no puedo irme porque "ya se que pasará".
Observó detenidamente la herida y luego levantó la cabeza en busca de Kellen.
—Sí, estoy bien. Y lo seguiré estando mientras mantenga controlado a su perro de presa. No voy a marcharme estúpido —dijo recriminando la actitud a Adrian—, si hubiera querido hacerlo, ¿no crees que habría aprovechado el revuelo en la gasolinera? No seas niño. Ya has demostrado que eres mayor y puedes dar golpes fuertes; de acuerdo, tú eres el macho alfa. Ahora madura y mantente en tu sitio; te lo digo como un consejo.
Ilse asintió como si se tratara de la presentadora de un programa de entrevistas.
- No pude evitar observar que tenía un bonito laboratorio en su hogar en el lugar donde yo hubiera colocado el minibar. Lleva muchos años trabajando en sus proyectos por su cuenta, ¿no? ¿Ya tiene... nuevas teorías científicas revolucionarias? ¿Sí? ¿Ha dado un paso más lejos en la ciencia? ¿Um? ¿Listas detalladas de experimentos exitosos que abalan el sacrificio de una vida solitaria? ¿Eh? ¿Ha pensado publicar? ¿Lo hará con pseudónimo o al ser considerado un muerto la editorial ya interpretará que su nombre real es un pseudónimo de por sí? ¿Qué me dice? ¿Va a asombrar al mundo? ¿Hay algo interesante en todos esos años d estudios? ¿Se le ha olvidado alguna pieza necesaria para acabarlos en el pasado? Cuénteme, doctor, tenemos un largo camino y a mis amigos no les puedo hablar de nada que no sean tetas o El Precio Justo.
— Joder.— Martin cerró la boca con fuerza. La barrera de dientes apretados pareció contener a todo lo que venía después de aquel "joder". Se podía escuchar a los improperios intentando salir por allí como una horda de zombies que golpean la puerta del sótano donde se han refugiado los protagonistas de un episodio de Twilight Zone.
— ¿Quieres matarme? — se levantó impulsado por la mala leche que se cocía dentro de su cuerpo. Por mucho que intentó cubrir sus reacciones con varias capas de disimulo, era obvio que todos los resortes de su puño derecho querían coger el primer tren directo a la cara de Kellen.
—En mi sitio me mantengo —respondió Adrian mirando por los retrovisores si alguien les seguía— obedeciendo ordenes ¿hace de mi un perro? pues puede,¡GUAU!¡GUAU! pero me da de comer así que meneo el rabo....en todos los sentidos. No seré el mas listo ya lo sé, pero tampoco me lo creo como tú. Nada de esto es personal, no me gusta pegar a gente que no puede defenderse.
Adrian no parecía molesto. Por el contrario mantenía una actitud sosegada. El conducir requería de todos sus sentidos ya que había bebido demasiado y necesitaba concentrarse.
—¡AH!, y hasta el niño más tonto sabe que no conviene hablar con el conductor. Así que yo me mantengo lejos de tí y tu mantienes la boca cerrada.
Steindel no parecía tener muchas ganas de hablar después de que lo disparasen por lo que permaneció en su mutismo sin decir palabra.Con unas austeras vendas y el coche prácticamente destrozado continuaron su marcha hacia Volzhsky. No fue un camino tranquilo dado que parecía que el conductor no estaba en plenas facultades y el coche de vez en cuando daba bandazos aun lado y a otro, pero Adrian se empeñaba en decir que era por que los disparos habían reventado la dirección y el coche no respondía bien. Por suerte ni la policía ni los misteriosos tiroteadores habían hecho aparición. ¿Pero quiénes eran? ¿Cómo los habían descubierto? No podían permitirse pensar en ello pues la misión que en un primer momento parecía coser y cantar no lo estaba siendo en absoluto.
-Continúa en: Secretos enterrados-