Partida Rol por web

Annie ríe cuando logra recuperarse un poco mirando hacia arriba.- Así que esto es así, ¿eh? La verdad... Me da igual, que me maten o me golpeen, sé que he hecho lo correcto... No podía dejar que alguien le hiciese daño a otra persona... Pero parece que soy la única que piensa así, ¿acaso nadie va a ayudar a quien lo necesite? Que patético...- Narra sus pensamientos, como si pensase que algo fuese a pasar, pero le daba igual, le daba igual lo que estaba ocurriendo, quien la escuchase, sabía que hacía lo correcto, que su noble acción fue lo mejor que pudo hacer, pero, ¿alguien vendría a ayudarla? Seguramente no.

De repente las puertas de la taberna se abrieron de par en par, justo en la entrada aparecieron dos guardias armados acompañados por un niño, aquel crío señaló al borracho, el cual estaba justo a tu lado, parecía que alguien fue capaz de avisar a la guardia de lo que allí estaba sucediendo, ¿tuvo que ser la inocencia de un niño la que te salvase la vida?.

- ¡Deteneos inmediatamente en nombre del Conde Menges! - gritó uno de los soldados, bastante robusto como para encararse contra él.

- Seréis arrestados inmediatamente hasta que todo este asunto quede aclarado, cualquier que se oponga será ejecutado, órdenes del Conde - inmediatamente los hombres fueron a por el borracho y le ataron las manos, pero para tu sorpresa lo que ocurrió allí cambiaría tu vida por completo.

- Y tú, también vas a venir con nosotros, ya darás explicación de que ha ocurrido aquí - terminó por atarte a ti también las manos, con bastante fuerza.

Como usted quiera, pero antes me gustaría hacer una pregunta... ¿Es legal llevar armas encima?- Le pregunta al guardia.

El guardia te apretó fuerte del brazo.

- Cierra el pico mujer, no es tu momento para hacer preguntas, ya tendrás tu oportunidad de decir todo lo que quieras, ¿entendido? - poco a poco comenzó a arrastrarte hasta fuera de la taberna, el borracho iba custodiado por el otro guardia, él en cambio iba cabizbajo, como si supiera que lo mejor era llevarse llevar.

Pensé que debía decir, antes de que alguien la recogiese, que ese hombre llevaba una daga, que debe estar por el suelo... Ya me callo, no quería molestar.- Le dice al guardia.

El soldado te miró durante unos segundos y después centró su atención en el compañero.

- ¿Has oído lo que ha dicho?¡busca el arma y confiscala! - ordenó imperativo.

En poco segundos el segundo guardia encontró la daga cerca de donde estaba el borracho, eso seguramente jugaría a tu favor en un futuro ¿o daría realmente lo mismo?, al menos habías evitado que ese arma cayera en malas manos.

Ahora te encontrabas fuera de la taberna, seguramente serías llevada a una de las torres de la guardia o mucho peor, a lo calabozos junto a tu agresor, ¿así actuaba la ley en Duneth?.

Annie se mantuvo callada y no opuso resistencia alguna.

Tan solo pasaron varios minutos hasta que fuiste llevada a los calabozos, durante el trayecto más de una persona se quedó mirándote, sentías que en su mirada se reflejaba la duda de porqué te llevaban prisionera.

Una vez en la entrada de los calabozos pasaste un registro donde te quitaron cualquier objeto punzante que pudieran considerar peligroso, a la vez que anotaban tu nombre en un documento (dieses el verdadero o uno falso). Acto seguido te llevaron a una de las mazmorras, supuestamente a espera de que uno de los burócratas de Duneth dedicase un par de minutos en escuchar tu caso.

La celda donde te metieron no era agradable, olía a humedad y era pequeña para más inri, lo más curioso es que parecía que no estabas sola allí dentro, había alguien más acurrucado en la esquina, sin ropajes en el pecho y con una melena rubia bastante sucia, estaba como encorvado, distante del mundo que le rodeaba, tanto que ni si quiera se giró para comprobar quien era su nuevo acompañante en la semi oscuridad.

Annie miró al sujeto de la celda.- Ehh... ¿Hola?- Trató de conversar con el.

Ante ti se mostró un joven, escuálido, encorvado, con la mirada desquiciada y sus cabellos rubios cubriéndole parte de la cara, mientras se acercaba a ti aplaudía.

Aquel chico no tenía ropas salvo un pequeño taparrabos de donde colgaban varias ratas ensangrentadas, como si fueran trofeos ¿o quizás algo peor? a algunas les faltaba el rabo, a otras la cabeza, parecían demacradas.

- Oh... por fin llega una cara nueva... oooh, por fin, si, si, si, si, ¿vas a jugar conmigo bonita? -

¿Jugar? ¿A que clase de juego te refieres?- Preguntó Annie.

El joven comenzó a aplaudir, era como si tuviera una melodía en la mente y la reprodujera con palmadas

- ¿Jugamos a los nombres? yo me llamo Nico... Nicolai... ¡dime el tuyo entonces! - inclinaba el cuello excesivamente como para observarte