Partida Rol por web

- Lo que a mí me gustaría saber buena señora, además de lo que preguntan mis acompañantes, es si conoce algún lugar donde un humilde herrero pueda pedir trabajo y si debo solicitar algún permiso para desempeñar mi cargo en esta ciudad - Preguntó de la manera más humilde que fue capaz.

La mujer se quedó pensativa

- Al fin personas que se preocupan por su destino y aprovechan su dinero - comentó mientras os miraba a todos, pero hacía especial hincapié en fijarse en ti, ya que eras la única mujer en aquel camarote. Primero comenzó contestando a las dudas de Marco

- Es curiosa tu pregunta, existe una fuerza que brinda de ley y orden a la ciudad, pero esa orden es "efímera", si eres aliado del Conde Menges estarás bajo protección, si eres un Don Nadie serás tratado como la escoria. La guardia de la ciudad es conocida como el Puño Leonado así que supongo que ante cualquier problema debes visitarlos a ellos. En cuanto a zonas seguras, el barrio de los nobles es el más seguro con diferencia, allí en el momento que os vean con malas apariencias o actitudes seréis expulsados, en el barrio eclesiástico también está la situación más tranquila, pero es debido a que el Arzobispo tiene su propia guardia privada - hizo una leve pausa para centrarse después en ti.

- Querida, Duneth es una ciudad muy grande, es como si juntases cuatro ciudades distintas y las unieras con el choque de culturas que eso conlleva y ojo, alguien como tú deberá tener cuidado si no quiere acabar degollada en un callejón con la falda levantada - comentó de manera fría, ¿era aquello un consejo o una amenaza?

Por último atendió a Charlie

- No se necesita ningún permiso para trabajar en Duneth, siempre estaréis bajo la responsabilidad de quien os contrate, eso hará que os cueste "un poco" de trabajo ganaros su confianza, hay también un par de herrerías en la ciudad, de todas formas cuando desembarquemos os facilitaré algunas indicaciones adicionales - la mujer se recogió el pelo lentamente.

- ¿Algo más? -

Marco se quedó en absoluto silencio.

Gracias por la información, ha sido de gran utilidad... - Acto seguido mira a los demás de su cuarto.- Parece un lugar peligroso... ¡Sabré apañármelas!- Piensa, aún así su cabeza se llenaba de inquietudes, no sabía si su elección de viajar había sido una gran idea... Pero ya no había vuelta a atrás. Permaneció callada hasta que se fuese la barquera.

- Por mi parte, nada más. Gracias por vuestro tiempo, bella dama -

Diciendo aquello se levantó y dedicó a la mujer una torpe reverencia.

La barquera finalmente se marchó sin decir nada más. El grupo en general estaba cansado, estos últimos minutos habían sido importantes ya que os habían dado información adicional y según los detalles de la barquera, Duneth estaba muy próximo. Iba siendo hora de mentalizarse de que una nueva vida estaba a punto de comenzar.

Una vez que se fue la barquera, mira a todos los que estaban con ellas.- Quería deciros algo... Bueno, por mi parte pienso que, aún que sea por si acaso, no nos separemos mucho... Al menos en un primer vistazo, ¿os importaría mucho? No sé si queréis estar con más gente o no, pero no quiero pasearme descuidada por las calles.

Marco fue el primero en responder

- Lo siento mucho muchacha, pero si has decidido venir hasta Duneth sola, es porque has creído que era buena idea, yo tengo mis propios asuntos que atender, espero que no te moleste, si hubiéramos coincidido en otras circunstancias mi respuesta sería distinta -

Ante la negativa de Marco comenzó a hablar Charlie

- Esto... bueno... no puedo negar que acompañar a una hermosa muchacha como tú es tentador, pero ¿sabes la de artesanos que hay en este barco? en el momento que lleguemos a puerto esto se convertirá en una carrera por obtener el mejor trabajo, y aunque mi conciencia dirá que me arrepentiré de dejaros sola, tengo que atender a mis propios beneficios, lo lamento muchísimo querida -

Diego parecía sorprendido.

- Hijos de Dios, ¿cómo podéis hacerle esto a esta humilde jovencita? - se acercó a ti lentamente.

- Mirad, cuando lleguemos a tierra yo iré a la Catedral, podéis acompañarme así no estaréis sola, yo nunca le daría la espalda a nadie, tenéis mi palabra - os sonrió de manera sincera.

Yo no he dicho que no pueda acompañaros a ninguno, sólo busco compañía para conocer las calles de Duneth, aún que sea.- Dice Annie intentando convencerlos.- Y muchas gracias... ¿Su nombre era...?

El fraile no tardó en contestar

- Yo soy Diego, humilde hombre al servicio de nuestro Señor, y si es compañía lo que necesitas yo me encargaré gustoso, siempre y cuando aceptes que vayamos antes a la catedral, ¿de acuerdo? -

El artesano no tardó en darle la razón al religioso

- Eso eso, que te haga compañía el fraile, seguro que le hace falta estar cerca de alguna mujer - rió de manera picaresca mientras se frotaba las botas.

Marco en cambio se quedó en silencio de nuevo, rodeándose de ese aire misterioso, parecía que no estaba interesado en acompañarte a ningún lado ya que tenía que tratar "sus asuntos".

Annie se queda callada y se asiente.- Está bien, iré con usted, Diego.- Dice con educación.

Por fin había llegado el momento de llegar a la gran ciudad, el amanecer trajo consigo no solo una fresca brisa mañanera cuya humedad satisfacía las necesidades del cuerpo, si no la espléndida imagen del puerto de Duneth, repleto de actividad.

Poco a poco fuisteis reuniéndoos en la cubierta, allí habría más de 20 personas, todas ellas variopintas y de bien seguro con las mismas ilusiones que vosotros por cumplir sus sueños u objetivos, la paz y la tranquilidad del mar había sido sustituida por el ruido del gentío y las carretillas moverse por la áspera tierra.

La barquera se dedicaba a supervisar el desembarco de cada uno de sus "clientes" mientras les dedicaba una sonrisa. La travesía había llegado oficialmente a su final, ahora tan solo quedaba buscarse la vida en aquella desconocida ciudad.