Partida Rol por web

Antes de que Oswin empezara a empujarme hacía atrás ya había desenfundado la espada y preparado para lo peor.

-Ya te dije que esto ocurriría y atrás también tenemos endemoniandos ¿o no lo recuerdas? De aquí solo hay una forma de salir y la pregunta ¿es hacía que lado? No tenemos muchas mas opciones.

No podía pelear contra tantos enemigos y por el otro lado también había peligro Oswin tenía que decidirse a matarlos era nuestra única salida o todo el pueblo incluido nosotros serviríamos a ese demonio. Echaba miradas constantemente hacía atrás mientras caminaba de espaldas. 

Suspiré decepcionado conmigo mismo, apreté con fuerza el hacha en la mano y miré un momento a Rikard -si así tiene que ser que así sea- le dije frenando en seco mi retroceso -Prepárate, esforcémonos al máximo y así, quizás, consigamos abrirnos paso.

Levanté el hacha hasta la altura de mi cabeza agarrándola con las dos manos, ya no había vuelta atrás. Sentí como el corazón se comenzaba a acelerar a la vez que me preparaba tratando de controlar la respiración, clavé la mirada en los endemoniados mas cercanos y lanzando un grito ensordecedor avancé a la carga preparado para asestar un buen hachazo.

Oswin ataca con su hacha al grupo de endemoniados que se sigue entrando en tropel, aunque su ataque es bueno no logra alcanzar con facilidad a ninguno y solo le roza el brazo a uno de ellos, pero la furia del endemonoado es tal que ni siquiera atiende a Oswin que ve como el grupo sigue adelante atacando a Rikard y Kuroe.

Al darte la vuelta para entrar en el tunel ves como el camino se te ha despejado pero también ves como una figura se acerca lentamente hacia ti, aunque no la distingues bien pues permanece oculta aprovechando las sombras avanzando hacia ti.

Con los ojos inyectados en sangre y volviendo a gritar con furia preso del frenesí que el inicio del combate había desatado en mí, levanté de nuevo el hacha con fuerza y la lancé con violencia contra otro de los endemoniados.

Oswin se lanza hacia el grupo de en de endemoniados lanzando un furioso ataque, pero su furia le ha nublado la mente y falla el lance. En ese momento uno de los demonios lo ve y con la velocidad del relampago se coloca tras él hincandole sus sucias garras en la nuca, una voz helada recorre las entrañas de Oswin -Únete a nosotros tus compañeros ya luchan junto a nosotros seremos los amos del mundo...- Ves como otros dos endemoniados se ponen delante de ti preparados para atacar, aunque de momento no hacen nada.

Veo con la visión periférica como un endemoniado me rodea y me hiere sin margen para esquivarlo, el dolor es intenso, muy intenso pero ni siquiera atino a gritar, el aire impulsado por mis pulmones abandona mi cuerpo despidiéndose con un suave silbido, casi agónico.

Dejo caer el hacha y mientras en mi cabeza las promesas de conquista del Zug resuenan repitiéndose sin cesar. Busco dentro de mí el coraje suficiente para poder gritar ¡no! con firmeza; pero no lo encuentro. Me dejo llevar por la desesperación rindiéndome al embrujo, no sin antes sentir desprecio por mí mismo y no haber sido capaz de resistir.

Notas como en tu mente resuena la voz del endemoniado es oscura, fria, y atrayente, todo lo que dice empieza a tener sentido para ti.

Veis como Oswin tiene al demonio detrás hincando sus garras en la nuca, Oswin tiene los ojos en blanco. De golpe el demonio lo suelta, y lo deja en el suelo como si nada, y se lanza contra Rikard y Kuroe.

Epílogo

Viendo esto tanto Kuroe como Rikard inician una carrera desesperada en busca de su salvación, mientras corrian miraron hacia atrás para ver la situación. Practicamente todo el pueblo iba tras ellos, y a la cabeza Oswin, Adarian y Pamaret, todos con los ojos inyectados en sangre. Tras una buena carrera consiguieron despistarlos, llegaron a la cima de una colina y miraron al pueblo que se había convertido en un pueblo fantasma, todos sus habitantes alumbrados por la luz de la luna llena deambulaban con los brazos extendidos al cielo y emitiendo un largo y oscuro murmullo.

Kuroe y Rikard se fueron, y,al llegar a la siguiente encrucijada del camino se despidieron cabizbajos, pues sus amigos habian caido en manos de la oscuridad y ellos no hicieron nada para evitarlo.
Sus caminos se separaron y Arubino emitió un canto potente y desgarrador que les recordó a ambos que la oscuridad no se olvidaría de ellos.

FIN