Partida Rol por web

En ese momento, me quedo parado, no sé que hacer. No obstante, confío en que lo más intelegente, será acercarse en sigilo, por si las cosas se ponen feas. Nunca se sabe que puede pasar.

No es que no confíe en las aptitudes de mi compañero, de momento parece que lo está haciendo bastante bien; es que no me fío de los goblins que guardan la puerta. No tienen pintas de querer razonar, o de que le importe lo que Rasheed les tenga que decir.

Así pues, comienzo a moverme de forma sigilosa, para atacar por sorpresa en caso de que fuese necesario.

-Oh, me rompes el corazón. Sí, eso es, se trataba de un criminal. Uno de esos desarrapados que luchan contra Izrador y que se amanceban con elfos y otras obscenidades. Gente sucia.- escupe al suelo. -A él se lo han llevado y a su esposa nos la hemos comido, así que es mejor que te vuelvas por donde has venido y entierres a tu hija.- suelta una risilla desagradable.

Rasheed se hinca de rodillas en el barro y se lleva las manos al encapuchado rostro. Por el movimiento de sus hombros y los cortos gemidos que deja escapar, parece estar llorando, o al menos muy apesadumbrado.

- Mi nombre ya no le importa a nadie. – dice en un quedo susurro, apenas audible gracias al silencio que brinda la soledad del lugar – Solo mi niña lo pronuncia, y ha caído enferma. Hace días que recorro los páramos desolados en busca de ayuda. No muy lejos de aquí, en una granja que hay en aquella dirección… - dice mientras señala vagamente algún lugar indeterminado detrás suyo – me dijeron que aquí vivía alguien que podía ayudarla.

- Nunca lo he visto, pero dicen que es un viejo que sabe de hierbas y enfermedades, o algo así. Pero creo que tendré que seguir buscando. – Su voz es un susurro entrecortado, a punto de quebrarse en cualquier momento. – ¿Qué ha ocurrido aquí? ¿Acaso era un criminal? Si es así, creo que debería daros las gracias. Quién sabe lo que hubiera hecho conmigo, o con mi niña. Si tan solo todas las milicias de la región tuvieran vuestro temple.

A lo que el trasgo responde: -Oh, me rompes el corazón. Sí, eso es, se trataba de un criminal. Uno de esos desarrapados que luchan contra Izrador y que se amanceban con elfos y otras obscenidades. Gente sucia.- escupe al suelo. -A él se lo han llevado y a su esposa nos la hemos comido, así que es mejor que te vuelvas por donde has venido y entierres a tu hija.- suelta una risilla desagradable.

Mientras, has logrado pasar por detrás de los guardias y acercarte lo suficiente a la cabaña como para meterte por una ventana sigilosamente. Dentro, es evidente que ha sido vaciada de cualquier cosa que los goblins considerasen útil pues no queda nada. Los pocos muebles han sido arrojados al suelo o hechos trizas y dirías que e han llevado la mayoría para hacer leña. Los tarros de esencias, polvos y hierbas también han desaparecido, excepto algunos trozos de cerámica rota y un puñado de hierbas de uso indeterminado.

¡Madre mía! Mientras hablas con los guardias, parece que alguien ha aprovechado la distracción para actuar. De entre als sombras observas al semielfo de tu improvisado grupo salir y avanzar con extremo cuidado por la plaza. Obviamente, si hubiese alguien observando desde una ventana le vería, pero al no haber señal de alarma, te concentras en distraer a los trasgos mientras el semielfo pasa tras ellos hacia la cabaña y desaparece tras de ella. ¿Cuáles serán sus intenciones?

Al acercarte ves que Rasheed ha entablado una conversación con los guardias goblin. Has de detenerte al filo de la plaza, pues te es imposible acercarte maś sin ser visto. Sin embargo, mientras Rasheed habla con los guardias, parece que alguien ha aprovechado la distracción para actuar. ¡Madre mía! De entre las sombras observas al semielfo de tu improvisado grupo salir y avanzar con extremo cuidado por la plaza. Obviamente, si hubiese alguien observando desde una ventana le vería, pero al no haber señal de alarma, te concentras en prepararte para actuar si hiciese falta mientras el semielfo pasa tras ellos hacia la cabaña y desaparece tras de ella. ¿Cuáles serán sus intenciones?

El desconocido se limita a asentir como si apreciase el gesto de Lyrah de evitar malgastar en tiempos de necesidad. Espera a que la chica se siente y con una sonrisa pícara se inclina y le susurra algo.

-Chica. Llamáis mucho la atención. Antes o después alguien se dará cuenta de que vuestra llegada y la detención de Aumid no son casuales. Me llamo Halbjorn.-

Un nombre dornita. Más aún, dornita viejo, el tipo de nombre por el que podrían colgarte.

-Aunque aquí me conocen por Halon.-

- No !!! Por favor !!! No dejéis que mi niña muera !!! – suplicaba entre violentos espasmos el acongojado forastero. – Es todo lo que tengo !!! Por favor !!!

Rasheed se había ido arrastrando entre el barro del aguanieve hasta quedar lo bastante cerca de los guardias como para poder aferrarse a su contrahechos miembros, abrazándolos a la altura de la cintura.

- Es una pequeña muy bella, y también sabe cocer y cantar. Y baila tan bien como lo hacía su madre, que el glorioso Izrador la tenga en su Gloria. Ayudadla, por favor. Puede bailar para vosotros, si sois buenos con ella. No os arrepentiréis…

Los quedos murmullos del sujeto se iban perdiendo paulatinamente en el desolado paraje hasta confundirse con la suave brisa. Rasheed permanecía alerta a los golpes y empujones que seguramente sobrevendrían a continuación, posicionándose de forma tal que sus partes vitales no quedaran tan expuestas. Tenía que atraer la atención de aquellas inmundas criaturas tanto como pudiera, aunque el costo fuera alto.

- No !!! Por favor !!! No dejéis que mi niña muera !!! – suplica de repente Rasheed entre violentos espasmos. – Es todo lo que tengo !!! Por favor !!!

Rasheed se hab ido arrastrando entre el barro del aguanieve hasta quedar lo bastante cerca de los guardias como para poder aferrarse a su contrahechos miembros, abrazándolos a la altura de la cintura. Les dice algo más, en un volumen que no logras escuchar pero que identificas como una súplica.

La respuesta de las inmundas criaturas es la esperable. Le apartan de ellos con brusquedad e incluso le propinan un par de patadas. -¡Aparta, andrajo! ¡Vuelve a casa y dale una muerte rápida a tu hija! ¡Jajajaja! Sólo hay dos tipos de mujeres en el mundo. Las que sirven para parir hombres y las que mueren antes de lograrlo. ¡Largo! ¡Largo o daremos parte!-

También encuentras algunos restos de sangre, pero no tantos que puedas suponer... no, si le atacaron aquí, no le mataron aquí, desde luego. Es una esperanza, Aumid podría seguir con vida.

Fuera, sigues escuchando a Rasheed realizar su pantomima.

- No !!! Por favor !!! No dejéis que mi niña muera !!! – suplica entre violentos espasmos. – Es todo lo que tengo !!! Por favor !!!

- Es una pequeña muy bella, y también sabe cocer y cantar. Y baila tan bien como lo hacía su madre, que el glorioso Izrador la tenga en su Gloria. Ayudadla, por favor. Puede bailar para vosotros, si sois buenos con ella. No os arrepentiréis…

Los quedos murmullos se van perdiendo paulatinamente en el desolado paraje hasta confundirse con la suave brisa. La respuesta de las inmundas criaturas es la esperable. Escuchas empujones y resuellos e incluso un par de patadas. Entiendes que le están apartando de ellos. -¡Aparta, andrajo! ¡Vuelve a casa y dale una muerte rápida a tu hija! ¡Jajajaja! Sólo hay dos tipos de mujeres en el mundo. Las que sirven para parir hombres y las que mueren antes de lograrlo. ¡Largo! ¡Largo o daremos parte!-

Lyrah toma asiento sin volver a dirigir ni una mirada a Erbasto. Es claro por qué lo hace, aún cuando cualquiera podría jurar que hay miedo en su cautela y que hubiese preferido mil veces pedir auxilio en la presencia de algún conocido, o al menos, alguien que sabe que comparte su causa. Pero cuando el hombre se inclina hacia ella y le susurra, el rostro de Lyrah cambia y adopta una expresión de sorpresa. Es un segundo. Luego parece darse cuenta de que su expresividad es como un faro que atrae a las moscas de la represión, a los espías y a los arrepentidos, e inclina la cabeza para sumergirla en las sombras. Al menos, así, no se sabe bien qué gesto está dominando sus facciones.

La sorpresa en los ojos de Lyrah no puede ser disimulada. Sus ojos la trasmiten como si fuesen el espejo en el cual se refleja la fogata de un faro antiguo, para proyectarse hacia el interior del mar. Agacha la cabeza, consciente de la facilidad con la que sus emociones se ven en su rostro, y de su incapacidad para disimular, mentir o engañar.

- Halbjorn... soy Lyrah - si puede haber una verdadera confirmación, pronunciar ese nombre sin miedo ni vergüenza debía ser suficiente - ¿Lo han detenido? ¿Cuándo?

Su voz susurra, tal como la de su interlocutor.

El grandullón trata de no reflejar su sorpresa en la expresión de la mujer y se lleva otro trozo de pan a la boca. Tratando de afinar lo mas posible el oído y captar alguna palabra que le indique lo que ocurre. Mientras piensa por un instante en la suerte que habrá corrido, Pride y el resto del grupo.

El hombre sabe lo que hace. Se tapa la boca al hablar con su vaso y en todo momento su actitud parece más la de un flirteo que la de una confidencia.

-Ayer por la noche, hace apenas nueve horas. Grigg, un sargento orco y sus hombres, llegaron ayer y fueron directos a por él. Se defendió, pero sirvió de poco. Mataron a su esposa y a él le capturaron. Se les llevaron a ambos, sí, también el cadáver. Pero antes, Grigg usó su amuleto. Un colgante que lleva. Con él, invocó a un cuervo. Le susurró un mensaje y le dejó marchar. Creo que era un mensaje para un legado. Mal asunto. Han debido ir a encontrarse con él. Si los orcos entregan a Aumid a un legado... bueno este sabrá qué hacer con la información del viejo. Muchos... lugares especiales estarán comprometidos. Te preguntarás por qué confío en tí de esta manera.-

Se recuesta hacia atrás y te lanza una mueca pretendidamente sensual.

Procuras agudizar el oído, pero sólo captas algunas palabras sueltas

-... Lyrah. ... detenido? ¿...?- escuchas decir a Lyrah.

-... la ... apenas ... Grigg, ... orco ... hombres, ... y ... a ... ... pero ... poco. ... su ... a ... capturaron. ... llevaron ... sí, ... cadáver. ... Grigg ... amuleto. ... que ... él, ... un cuervo. ... un ... le ... Creo ... un mensaje ... legado. ... Han ... a encontrarse ... Si ... entregan ... a un ... este ... hacer ... información ... Muchos... ... estarán ... preguntarás ... confío ... de ...- responde el otro.

Lyrah levanta apenas los ojos. Su actitud da la apariencia externa de una timidez que apenas puede responder a lo que se le está diciendo. No actúa, no podría, le sale naturalmente pues esas son sus emociones del momento. La información le cae encima como si fuese el puño de un gigante, como una montaña entera, y siente que la aplasta. Entiende perfectamente lo que significa que le hayan capturado, que hayan matado a su mujer, incluso que se hayan llevado a ambos, cadáver y vivo. Un cuervo sobrevolando páramos desiertos y oscuros, cargando un mensaje de advertencia, o de victoria, o de burla. Parte de sus compañeros ahora quizás estarían cayendo en una trampa... en una... trampa...

Levanta un poco la cabeza, con cierta decisión. Sí, se lo pregunta y sí, también se imagina la respuesta. Pero la calla.

- Sí, ¿por qué lo haces?

-Porque...- dice al inclinarse de nuevo hacia tí, dejando reposar sobre tu rostro su aliento, espeso, salobre, y metiendo una mano bajo la capa -...si no dices ya la contraseña, te mataré aquí mismo.-

Mantiene su sonrisa seductora, la apariencia ante cualquiera de que todo va bien y sólo está intentando ligarte.

La respuesta de las inmundas criaturas es la esperable. Te apartan de ellos con brusquedad e incluso te propinan un par de patadas. -¡Aparta, andrajo! ¡Vuelve a casa y dale una muerte rápida a tu hija! ¡Jajajaja! Sólo hay dos tipos de mujeres en el mundo. Las que sirven para parir un varón y las que mueren antes de lograrlo. ¡Largo! ¡Largo o daremos parte!-

El desconocido y Lyrah continúan hablando y cada vez te cuesta más sacar alguna palabra en claro de los susurros: Lyrah la pregunta "¿por qué?" y él responde algo sobre "¡contraseña!".

Para más inquietud tuya, observas que a pesar de su tono zalamera, como si estuviese intentando ligar con la chica, ha metido una mano bajo su capa y Lyrah, al contrario que él, no parece estar disfrutando de la conversación.

Erbasto se gira lentamente sobre si mismo, para ponerse en frente de la pareja que departe en la mesa. Esperando que Lyrah le vea, para hacerle un gesto sobre la mano del extraño. No quisiera tener que intervenir, eso levantaría, ya no sospechas, sino temor entre los parroquianos de la taberna.

Aún así trata de acercar lo máximo su mano a su oculta espada larga.