El viaje hasta el bosque se hizo en silencio, solo roto por los sonidos provenientes de los animales que por allí pululaban. Nuestro maestro se mantenía callado, areciendo aún cabreado. Al llegar a un claro, nos paramos y escuchamos atentos a Erizo. Cada dos por tres tenía que esquivar alguna piedra lanzada por los dichosos monos. Me sorprendí sobremanera al oír que iba a ser el líder de esta especie de misión y no me pasó desapercibida la mirada de enfado de Zorro.
-"Está bien, me haré responsable del éxito o del fracaso de esta tarea." Le dije a mi maestro, mirándole intensamente a los ojos.
Me giré y miré a los otros dos, pensativo. Conocía sus virtudes, así que no debería de ser difícil elegir qué tarea haría cada uno.
-"Loba, tú serás la que vaya a por leña. Zorro, tú irás a conseguir comida. Yo intentaré cubriros y evitar los peligros que puedan acecharos en la espesura." Les dije seriamente.
Me giré de nuevo hacia Erizo y asentí con la cabeza, significando que estábamos preparados para empezar con la tarea.
Sorry, llevo un mes muy malo. A ver si me pongo las pilas con esta partida.
Erizo Protector te miró con sus característicos ojos añorosos y sonrió antes de que hablaras. Los demás esperaron tu decisión: uno ansioso porque cometieras errores, la otra paciente y con un aire curioso. Era la primera misión que tomabas como líder y cuya responsabilidad recaería en ti; debías dar lo mejor de ti mismo, demostrar al Monasterio del Kai tu valía como iniciado.
—Yo me quedaré aquí —dijo, sentándose en una roca tan grande, gris y pesada como él— y afilaré mis púas. Os revisaré, por si algo se sale de control. —Desarmó su espadón y lo dejó descansar junto a la roca—. Bien, entonces tu última decisión será de esa manera —volvió a sonreír satisfecho, no parecía haber conflictos.
A Zorro Certero le venía en grande que tú fueras el líder del grupo, pero cando decidiste las tareas, se inclinó hacia ti con una actitud jaranera. Para ser tu primera decisión como líder, se lo había tomado muy bien.
—Bien hecho, chaval. Esto será pan comido. Lo de hablar con animales no va conmigo, lo siento.
—Me parece buena decisión. Haré lo que me has dicho, Lobo Silencioso. —A pesar de que la chica estaba enfadada, posiblemente por lo de hace un rato, te respondió de buenas maneras—. No sé si los monos querrán decirme algo, están muy nerviosos por... —decidió no seguir hablando por cumplir con el castigo.
Los tres os adentrasteis cuidadosamente en el bosque traspasando la hierba, mientras vuestro maestro se quedó en aquella roca, no muy fiel a lo que prometió que haría. Llegasteis a un punto en donde no se veían caminos ni estructuras artificiales, tan solo la naturaleza. Allí fue en donde hicisteis alarde de vuestras habilidades según tu estrategia.
Tu tarea era sencilla: proteger a tus dos compañeros de los karkamis agresivos y otros peligros acechantes que pudieran acontecer en un bosque. Tenías la habilidad para conseguirlo y tu dominio en el combate era excelente; si se sobrepasaban podrías golpearles con tu arco y flechas. Serías un inútil y el hazmerreír de todo el Monasterio del Kai si no lo conseguías, ya que tu grupo dependería directamente de tu éxito.
No hay nada que lamentarse, pues conseguiste la labor. Bloqueaste cada una de las piedras que lanzaban eventualmente desde sus escondites sin necesidad de llegar a la violencia contra ellos, aunque si quieras, podrías hacerlo sin mayor impedimento. Más alimento a tu disposición. Tus compañeros consiguieron sus labores gracias a ti.
Pero hay algo más...
Unos chillidos de unas criaturas monstruosas que nunca avistaste hacen eco en tus sentidos. Como esta mañana, no lo escuchas con tus oídos sino con esta disciplina que aprendiste en tu etapa de novicio, así que te puedes imaginar que tus compañeros no se han dado cuenta al estar enfocados en otra disciplina. Sabes muy bien de dónde vienen esos desgarradores alaridos, Loba Prudente ya habló de eso en el Salón de la Gran...
Otro grito de auxilio resonó en tus sentidos, esta vez desde el Monasterio del Kai, era...
Águila Plateada, la Gran Maestra del Kai...
Motivo: Caza
Tirada: 1d10
Resultado: 8(+5)=13 [8]
Motivo: Rastreo
Tirada: 1d10
Resultado: 9(+5)=14 [9]
Motivo: Sexto Sentido
Tirada: 1d10
Resultado: 10(+5)=15 [10]
Motivo: Afinidad Animal
Tirada: 1d10
Resultado: 3(+5)=8 [3]
(Ignora el +5, es un error; no rehago las tiradas porque te salió 10)
Habilidad Caza
- Zorro Certero. Posee la habilidad, no necesita tirar destino.
Habilidad Rastreo
- Loba Prudente. Posee la habilidad, no necesita tirar destino.
Habilidad Sexto Sentido
- Lobo Silencioso. Posee la habilidad, no necesita tirar destino.
Habilidad Afinidad Animal
- Loba Prudente. Posee la habilidad, no necesita tirar destino.
Niveles de Acierto
- Caza 1-3; 4-6; 7-8; 9-10
- Rastreo 1-7; 8-9; 10
- Sexto Sentido 1-9; 10
- Afinidad Animal 1-8; 9-10
Había pasado mucho tiempo y vuestros estómagos rugían indicando que ya era la hora de la comida. Al ser la Fiesta de Fehmarn, sabíais que os esperaría un gran banquete si estuvierais en el Monasterio del Kai. Quizás todavía llegaríais a tiempo para no comer lo recién cazado. Todo dependía de vuestro rendimiento como equipo y de ti como líder.
Te reúnes de nuevo en el punto de encuentro con tus otros dos compañeros. Había que hacer recuento de lo conseguido en la misión. En el caso de fracaso, tendríais que hacer una parada para rellenar vuestros estómagos y otra ronda más para satisfacer vuestro castigo. En tu caso, todo había salido según lo previsto. Tocaba comprobar a tus subordinados.
Loba Prudente regresó repleta de madera. Parecía mentira que esa chica pudiera transportar tanta cantidad de peso ella sola. A la vista estaba que había tenido mucho éxito en la misión, normal, tratándose de un bosque.
—¡Lobo! Conseguí hablar con un karkarmi, aunque no sé si debería decirlo...
Zorro Certero apareció con una hilera de conejos, cinco huevos y unas setas. Había comida suficiente para haceros un banquete personalizado. No os quedaríais con hambre si decidíais la madera sobrante para hacer una hoguera.
—Lo que te decía, pan comido —sonrió soberbio—. Joder... ¿no me digas que vas a seguir con eso?
La chica lanzó una mirada asesina al cazador y luego dejó sus provisiones a tu lado, había mucha cantidad.
—Lobo Silencioso —te dijo, mirándote a los ojos—. El karkarmi me dijo que están asustados de lo que viene. No especificó de qué, pero estoy segura que no éramos nosotros —después se sentó y miró al suelo preocupada.
Seguías siendo el líder hasta que tu maestro, Erizo Protector, dijera lo contrario. Ahora mismo debías enfrentar una nueva disyuntiva que posiblemente te diera qué pensar, o no, quizás lo tuvieras totalmente claro en tu mente. Por un lado, tu estómago quería comer y debías decidir si aprobar la misión para ir al banquete o conformarte con la comida que trajeron tus compañeros. Por otro lado, Loba Prudente quedó obnubilada tras su comentario, se notaba que seguía pensando en su visión anterior. Podrías apurarte en regresar al Monasterio o ignorarlo. Tu misión había salido según lo planeado, podías elegir libremente cuál sería el siguiente movimiento. En cualquiera de los dos casos, vuestro maestro debía acompañaros.
Todo había salido a la perfección y no había habido contratiempos. Cuando nos volvimos a reunir, todos habíamos conseguido realizar nuestra tarea. Escuché a Loba y quedé pensativo, aunque el rugir de los estómagos hizo acto de presencia.
-"Zorro, por favor, ¿puedes ir en busca de Erizo Protector y decirle que hemos realizado la tarea? Se alegrará al saberlo y podremos volver al monasterio." Dije con una ligera sonrisa en el rostro.
Seguramente le agradaría a Zorro ser él quién fuera a decírselo, y así le mantendría fuera unos instantes, mientras yo hablaba tranquilamente con Loba. En lo más profundo sentía que algo no iba bien y que Loba no mentía sobre su sueño o premonición. Cuando Zorro partió en busca de nuestro maestro, hablé con Loba sobre aquello.
-"Tranquila, te creo. Ahora podemos hablar libremente. He notado algo en el bosque, unos extraños gritos o alaridos. También he escuchado la voz de Águila Plateada pidiendo ayuda... No sé lo que está pasando, pero algo me dice que no es nada bueno. Voy a decirle a Erizo Protector que vayamos raudos al monasterio, sin decirle nada de lo que has oído y yo notado. Solo espero que lleguemos a tiempo de lo que quiera que esté pasando allí..." Le dije serio.
No esperé a que Zorro volviera con el maestro y le indiqué a Loba de ir a donde este se encontraba. Cuando estuviéramos los cuatro juntos, le diría de partir ya hacia el monasterio sin más dilación.
—De acuerdo —se colgó la carne muerta y cargó con los troncos él solo—. Informaré a Erizo Protector.
Zorro Certero os abandonó. A pesar de ir cargado y su poca flexibilidad por la versión de la chica, tu compañero tenía prisas por acudir con el maestro. En poco tiempo le perdisteis de vista, dejándote a solas con Loba Prudente.
—Gracias por creerme, Lobo Silencioso —te dejó una sonrisa cariñosa, haciendo un rostro de inmensurable belleza—. Debemos darnos prisa, no tendremos mucho tiempo —avanzó hacia el bosque, siguiendo un camino diferente al de Zorro Certero—. ¿Qué es eso, Lobo?
La chica señaló una de las ramas. Había un karkarmi derrotado en ella con las extremidades reventadas. Te resultó llamativo que esta vez no vieses ninguna de esas criaturas colgadas por las ramas, amenazantes con piedras en sus manos, tan solo aquélla destrozada. Habías hecho un buen trabajo ahuyentándoles o quizás esta vez estaban escondidos de verdad, temerosos por algo que se acercaba a ellos, o al bosque, o las tierras de Holmgard.
Sonó un crujido, como de una rama rompiéndose por algo que viajaba a gran velocidad. Loba Prudente lo detectó a distancia, dejándote un gesto desollador antes de que el objeto golpease tu cabeza. Caíste al suelo y tu visión se nubló tan oscura como el cielo que viste esta mañana. Parpadeas, no consigues recuperarte. Te desmayas.
Abres los ojos. Loba Prudente está a unos seis metros delante tuyo, se movió cuando caíste. Está tirada en el suelo y no se mueve. Puedes ver cómo de ella borbotea sangre de su cabeza que se fusiona con las hojas verdes creando un tono purpúreo. Te incorporas y antes de ponerte de pie escuchas un siseo. Te giras para verlo, era una advertencia de silencio a pocos centímetros. Es Zorro Certero.
El muchacho se veía preocupado y sudoroso, como nunca antes lo habías visto. Notaste su intento para no respirar demasiado fuerte, a modo de no hacer demasiado ruido. Se escondía de algo y no sabías qué era. El cielo había oscurecido, ¿acaso estuviste inconsciente durante largas horas? Le miraste bien, intentando comprender.
Portaba su arco y estaba preparado para dar tiro al blanco, pero su nerviosismo se apoderaba de él como nunca antes habías visto. Si tenía que usar su arco, probablemente fallara. Sería la primera vez que le ves fallar. La incógnita persiste. No comprendes cómo tu compañero, que se vestía con las bestias aladas que encontró por su camino y se deleitaba de seguridad en sí mismo con puro arte soberbio, puede estar en esa situación.
Lo ve, lo ves. Una sombra negra cruzó de lado a lado en un abrir y cerrar los ojos. Es invisible, pero su olor nauseabundo llega como un golpetazo en tus narices. Otra sombra. Luego otra. El olor es cada vez más penetrante.
—Está muerta, olvídala —te susurra al oído con dureza. No sabes si esas sombras puedan verte, olerte o escucharte. No ocurre nada y sigue hablando—. Me llamó como esta mañana y cuando llegué dejé de sentirla. No está viva... debemos avisar al maestro y al Monasterio, como nos advirtió. —Se inclinó y quizás pudiste ver alguna lágrima en sus ojos—. Tenía razón...
Por más que te quedes viéndola, sigue igual de tiesa que al principio. No se mueve y su sangre púrpura cada vez es más oscura, como las sombras que os acechan. Es posible que Loba Prudente haya muerto; si Zorro Certero dominase la disciplina Curación, podrías confiar en su veredicto. Sin embargo, lo más prudente, lo que ella hubiese querido para ti, es que sobrevivas. Tienes la oportunidad de sobrevivir y avisar al Monasterio, o de lo contrario acudir al rescate de tu amiga.
Me quedo quieto, casi sin respirar, observando las misteriosas sombras que aparecen y desaparecen de mi vista. A unos pasos, Loba yace tendida, muerta si creo las palabras de Zorro. Escucho impávido lo que me cuenta y noto dolor en su voz. Cuando siento que las sombras han desaparecido, pienso en arrastrarme por el suelo lentamente hacia mi compañera. Si algo me atacara, sería mi final. Estoy a merced de cualquier criatura ahora mismo. Zorro, detrás, tendrá que cubrirme con su arco; puede que su nerviosismo le haga fallar, pero tengo fe en él.
-"Voy a ver si Loba está realmente muerta. Cúbreme." Le susurré.
Lentamente, movimiento a movimiento, voy reptando como una serpiente hacia ella. Cuando llego a su altura, llevo una de las manos a su yugular para ver si tiene pulso. Observo dónde está herida y si puedo curarla, ya que algo de noción de primeros auxilios tengo. Miro de nuevo a mi alrededor para ver si no hay peligro, y si así fuera, me levantaría para atender mejor a Loba.
Eres Lobo Silencioso, el camuflaje está en tu esencia, es lo primero que aprendiste al llegar al Monasterio del Kai. Tus ropajes verdes se confunden con la hierba del bosque, favoreciendo tu mimetismo. Lentamente, movimiento a movimiento, vas reptando como una serpiente hacia donde se encuentra Loba Prudente. A tu lado se encuentra Zorro Certero, quien rehusó de huir como un cobarde; arriba las sombras navegan dejando rastros de humo pestilente. No consiguen veros ni oleros, ya que buscan cobardes y huelen el miedo.
Loba Prudente está pálida y fría, a pesar de haber caído hace poco. Alguien se ha alimentado de su calor, de su vitalidad, y no le ha importado derramar la sangre con la que pudiera nutrirse. Esas criaturas cuya agonía escuchaste hace un rato la hubiesen tomado como alimento, pero en su lugar prefirieron manchar los bosques de Holmgard de rojizo. Llevas las manos a su yugular y compruebas que tiene un débil pulso. Sabes que su estado es catastrófico de no recibir operación, aunque haces lo que puedes. Te aseguras de que la herida no siga sangrando, pero sabes que morirá dentro de poco si no la llevas de urgencia ante tu maestro. Un solo rasguño más y...
Mientras tú intentas sanar a Loba Prudente, Zorro Certero se concentra en lo que nunca ha conseguido hasta ahora. Sabes lo que acaba de sentir dentro de sí, como cuando tú lo sentiste por primera vez: un sexto sentido sumado a los cinco habituales que te permiten una mejor comprensión de la realidad. Con el peligro acechando, no te hace falta concentrarte, tu instinto llega por sí mismo. Sabes que el camuflaje no es suficiente para engañar a los Señores de la Oscuridad, nunca lo fue; si acaso a sus monturas mortíferas, no a ellos. Lobo Silencioso, estás acostumbrado a detectar ataques lanzados desde donde tus ojos no pueden detectarlo, mas no Zorro Certero, más no con aquella habilidad oscura de la que sois objetivo.
Motivo: Camuflaje LS
Tirada: 1d10
Resultado: 6 [6]
Motivo: Camuflaje ZC
Tirada: 1d10
Resultado: 10 [10]
Motivo: Camuflaje SO
Tirada: 1d10
Resultado: 4 [4]
Motivo: Sexto Sentido LS
Tirada: 1d10
Resultado: 8 [8]
Motivo: Sexto Sentido SO
Tirada: 1d10
Resultado: 7 [7]
Motivo: Destino ZC
Tirada: 1d10
Resultado: 10 [10]
Motivo: Sexto Sentido ZC
Tirada: 1d10
Resultado: 1 [1]
Motivo: Curación LS
Tirada: 1d10
Resultado: 4 [4]
Todo ocurre muy despacio desde que decides acudir con Loba Prudente hasta que llegas, con el propósito de no llamar la atención de las criaturas sin alma que abundan en los cielos. Una vez con ella, sucede lo contrario, el tiempo se hizo un segundo ante tus ojos sin darte tiempo a reaccionar.
Consigues desviar la primera y la segunda y la tercera, pero son demasiadas. Ahora vienen todas de golpe. Una lluvia de flechas sombrías caen sobre vosotros desde los cielos. Traspasan los árboles como si no fueran impedimento. Buscan fuerza vital en la que clavarse, devorando la esencia de los que todavía laten. Les da igual si son humanos, karkarmis o animalitos del bosque: nada vivo puede quedar a su paso. Sabes bien quiénes son. No hay esperanza para ti ni para tus dos compañeros, moriréis sin piedad.
Cierras los ojos para dejarte morir...
Las escuchas caer, pero no has muerto todavía. Abres los ojos y frente a ti está tu maestro, Erizo Protector, cubriendo con su gran coraza tu cuerpo diminuto. Bloqueó todas las flechas que se dirigían hacia ti, clavadas como alfileres en su espalda. Tiene una armadura que podría con ellas; sin embargo, una de ellas traspasa su frente y su líquido cae a tu rostro. Tose y te salpica con su sangre ennegrecida. Te sorprendes que con esa herida todavía pueda sonreírte, su disciplina curativa es la más poderosa que viste nunca.
A tu lado, miles de flechas humeantes yacen penetrantes en tus compañeros, desprovistos de toda vitalidad.
—Lo...bo S... —tu maestro no puede decir tu apellido como buen educador, pero te sonríe cálidamente, dando lo mejor de sí hasta en el último momento—. Vive... —En su mano todavía guarda el poder suficiente para trasladar a su iniciado con una técnica del control sobre la materia de los magnakai, habilidades que en un futuro podrías aprender.
La oscuridad ha desparecido. Ahora te encuentras fuera de todo peligro, cercano a la salida del bosque, camino al Monasterio del Kai. Parece que los Señores de la Oscuridad aún no han llegado al monasterio, así que tienes tiempo de correr y avisarles. De lo contrario, puedes desobedecer a tu maestro y dejarte morir, sabiendo que serías responsable de la caída tanto de tu orden, como de miles de vidas.
Intento no soltar una lágrima apretando con fuerza la mandíbula. He dejado abandonados en el bosque a mis dos compañeros y a mi maestro, muertos seguramente. Si Erizo no me hubiera sacado de allí con su prodigiosa técnica, probablemente yaciera con ellos en un rictus eterno. Ahora estoy en el monasterio y los Señores Oscuros aún no han llegado hasta aquí. ¡Aún hay tiempo de avisar a todo el mundo! ¿Me creerán? En el bosque escuché la voz de Águila Plateada pidiendo ayuda, ¿sería una premonición o estaría ahora mismo en problemas? Sin dejar escapar un segundo más, eché a correr rápidamente, internándome en el monasterio en busca de la gran maestra...
Supongo que darás un cierre y chim-pón, este cuento se acabó, jejejeje. Ha sido un placer jugar esta introducción. Avísame cuando abras la siguiente partida. Un saludo
Decidiste luchar por tu vida y salvar la orden del Kai. Una sabia decisión, diría tu maestro. En su momento, juraste lealtad ante el Rey. Después de todo, las tres personas que habían sido padre y hermanos para ti durante todos estos años, aquellos a quienes depositaste tus sentimientos, ya sean buenos o malos, no podían valer más que la orden del Kai.
Vas a toda prisa por el camino conocido al Monasterio. Los árboles se separan poco a poco dejándote ver la salida del bosque. Has cruzado ese sendero miles de veces, no hay posibilidad de tropiezos. Conoces sus colores, sonidos y el tacto del viento. Lo único extraño es el intenso olor a chamusquina, cada vez más presente. Resulta extraño que el cielo esté blanco y el olor no provenga de arriba, sino del horizonte. Pronto sabes por qué.
La Gran Maestra del Kai, Águila Plateada, yace hundida en el suelo con sus dos brazos tendidos de lado a lado, como ave derrotada por el fuego. Deduces que con su poder de transporte pudo alejarse del sepulcro en un último suspiro. Alza la cabeza al detectar tus pasos y la escuchas hablar.
—Lobo Silen... —tose fuertemente, sierva del humo—. No... ya no eres aquel iniciado. A... acércate muchacho. —Cuando lo haces, te mira a los ojos y te sonríe. Es la primera vez que ves ese gesto en tu Gran Maestra, la primera vez que contemplas sus sentimientos. También serán sus últimas palabras—. Eres...
Lobo Solitario...
Eres Lobo Solitario.
En un devastador ataque, los Señores de la Oscuridad han destruido el monasterio donde aprendías las disciplinas de los Señores del Kai.
Eres ahora el único superviviente.
Juras tomar venganza de esa destrucción. Pero primero debes ir a Holmgard para prevenir al Rey del inminente peligro. Los Señores de la Oscuridad te persiguen sin darte tregua por todo el país y en cada página del libro tienes que enfrentarte a nuevos retos. Elige cuidadosamente tus disciplinas y tus armas, pues pueden ayudarte a triunfar en el viaje más fantástico y terrorífico de tu vida.
LA HISTORIA CONTINÚA